14 DE AGOSTO - LUNES
–
19a SEMANA DEL T. O. - A
Evangelio según san Mateo 17, 21-26
En aquel tiempo, mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos
la Galilea, les dijo Jesús:
"Al Hijo del Hombre lo van a entregar en
manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día".
Ellos se pusieron muy tristes.
Cuando llegaron a Cafarnaúm, los que cobraban
el impuesto de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron: “¿Vuestro
maestro no paga las dos dracmas?"
Contestaron:
"Sí".
Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a
preguntarle:
“¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo,
¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños?"
Contestó:
"A los extraños".
Jesús le dijo:
"Entonces, los hijos están exentos. Sin
embargo, para no darles mal ejemplo, ve al lago, echa el anzuelo, coge el
primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela
y págales por mí y por ti".
1. Supuesto el segundo anuncio de la pasión, que
Jesús hace a los discípulos, Mateo habla enseguida del pago del impuesto al
Templo, que tenían que pagar los judíos en tiempo de Jesús. Por tanto, aquí no
se habla del pago de los impuestos civiles, cosa que han defendido algunos
autores (W. Carter), sino del impuesto religioso. Lo extraño es que Mateo se
pusiera a relatar un asunto que ya no tenía actualidad cuando se publicó este
evangelio.
El Templo quedó
destruido el año 70. Pero el evangelio de Mateo es posterior a ese año. - ¿Qué
explicación puede tener el hecho de recordar a
los cristianos algo que ya no tenía actualidad, ni ya podía ser ejemplo de
nada?
2. En contra de lo que pueda parecer a primera
vista, este relato -recordado a destiempo-
tiene una fuerza impresionante. -
¿En qué está esa fuerza?
Sencillamente, en que Jesús afirma que la
relación filial con el Padre del cielo está por encima del Templo. Y, por
tanto, está también por encima de lo sagrado, de lo sacerdotal, de la religión en
general. Como ha dicho un conocido exegeta, se trata de "la libertad de
Jesús frente al Templo, el sábado y la ley de Moisés" (J. Schniewind).
3. De esta manera, y no obstante que el hecho ya
no tenía actualidad cuando ni existía el templo de Jerusalén, el evangelio nos
quiso dejar claro que Jesús tuvo conciencia de que lo importante en la vida es
nuestra relación con Dios, no nuestra relación con el templo, los sacerdotes,
el culto y las observancias legales.
Esto, que parece tan simple y tan lógico, es
de una importancia capital para la formación cristiana de la gente. Porque son muchos
los que piensan que Dios es un componente más de la religión. Y hasta sucede
con
frecuencia que hay demasiadas personas que le
conceden más importancia a cumplir con el templo que cumplir con Dios. Hasta
ese extremo de descomposición hemos llegado en el cristianismo, en la Iglesia,
en tantos ambientes y en tantas personas. Por eso ocurre que se cuida más la
belleza del templo, de las imágenes, de los altares..., que lo que se cuida la
coherencia y la honradez ética.
- ¿Se
puede tolerar semejante trastorno?
San Maximiliano Colbe
“No hay amor más grande que éste: dar la vida
por sus amigos" (Jn 15, 13).
Martirologio Romano: Memoria de san Maximiliano
María (Raimundo) Kolbe, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores
Conventuales y mártir, que fue fundador de la Milicia de María Inmaculada.
Deportado a diversos lugares de cautiverio, finalmente, en el campo de
exterminio de Oswiecim o Auschwitz, cerca de Cracovia, en Polonia, se ofreció a
los verdugos para salvar a otro cautivo, considerando su ofrecimiento como un
holocausto de caridad y un ejemplo de fidelidad para con Dios y los hombres (†
1941).
Fecha de beatificación: 17 de octubre de 1971 por S.S.
Pablo VI
Fecha de canonización: 10 de octubre de 1982 por S.S.
Juan Pablo II
Breve Biografía
Maximiliano María Kolbe nació en Polonia el 8 de
enero de 1894 en la ciudad de Zdunska Wola, que en ese entonces se hallaba ocupada
por Rusia. Fue bautizado con el nombre de Raimundo en la iglesia parroquial.
A los 13 años ingresó en el Seminario de los
padres franciscanos en la ciudad polaca de Lvov, la cual a su vez estaba
ocupada por Austria. Fue en el seminario donde adoptó el nombre de Maximiliano.
Finaliza sus estudios en Roma y en 1918 es ordenado sacerdote.
Devoto de la Inmaculada Concepción, pensaba que la
Iglesia debía ser militante en su colaboración con la Gracia divina para el
avance de la fe católica. Movido por esta devoción y convicción, funda en 1917
un movimiento llamado "La Milicia de la Inmaculada" cuyos miembros se
consagrarían a la bienaventurada Virgen María y tendrían el objetivo de luchar
mediante todos los medios moralmente válidos, por la construcción del Reino de
Dios en todo el mundo. En palabras del propio San Maximiliano, el movimiento
tendría: "una visión global de la vida católica bajo una nueva forma, que
consiste en la unión con la Inmaculada."
Verdadero apóstol moderno, inicia la publicación
de la revista mensual "Caballero de la Inmaculada", orientada a
promover el conocimiento, el amor y el servicio a la Virgen María en la tarea
de convertir almas para Cristo. Con una tirada de 500 ejemplares en 1922, en
1939 alcanzaría cerca del millón de ejemplares.
En 1929 funda la primera "Ciudad de la
Inmaculada" en el convento franciscano de Niepokalanów a 40 kilómetros de
Varsovia, que con el paso del tiempo se convertiría en una ciudad consagrada a
la Virgen y, en palabras de San Maximiliano, dedicada a "conquistar todo
el mundo, todas las almas, para Cristo, para la Inmaculada, usando todos los
medios lícitos, todos los descubrimientos tecnológicos, especialmente en el
ámbito de las comunicaciones."
En 1931, después de que el Papa solicitara
misioneros, se ofrece como voluntario y viaja a Japón en donde funda una nueva
ciudad de la Inmaculada ("Mugenzai No Sono") y publica la revista
"Caballero de la Inmaculada" en japonés ("Seibo No Kishi").
En 1936 regresa a Polonia como director espiritual
de Niepokalanów, y tres años más tarde, en plena Guerra Mundial, es apresado
junto con otros frailes y enviado a campos de concentración en Alemania y
Polonia. Es liberado poco tiempo después, precisamente el día consagrado a la
Inmaculada Concepción. Es hecho prisionero nuevamente en febrero de 1941 y
enviado a la prisión de Pawiak, para ser después transferido al campo de
concentración de Auschwitz, en donde a pesar de las terribles condiciones de
vida prosiguió su ministerio.
En Auschwitz, el régimen nazi buscaba despojar a
los prisioneros de toda huella de personalidad tratándolos de manera inhumana e
impersonal, como un simple número: a San Maximiliano le asignaron el 16670. A
pesar de todo, durante su estancia en el campo nunca le abandonaron su
generosidad y su preocupación por los demás, así como su deseo de mantener la
dignidad de sus compañeros.
La noche del 3 de agosto de 1941, un prisionero de
la misma sección a la que estaba asignado San Maximiliano escapa; en
represalia, el comandante del campo ordena escoger a diez prisioneros al azar
para ser ejecutados. Entre los hombres escogidos estaba el sargento Franciszek Gajowniczek, polaco como San Maximiliano,
casado y con hijos.
San Maximiliano, que no se encontraba entre los
diez prisioneros escogidos, se ofrece a morir en su lugar. El comandante del
campo acepta el cambio, y San Maximiliano es condenado a morir de hambre junto
con los otros nueve prisioneros. Diez días después de su condena y al
encontrarlo todavía vivo, los nazis le administran una inyección letal el 14 de
agosto de 1941.
Es así como San Maximiliano María Kolbe, en medio
de la más terrible adversidad, dio testimonio y ejemplo de dignidad. En 1973
Pablo VI lo beatifica y en 1982 Juan Pablo II lo canoniza como Mártir de la
Caridad. Juan Pablo II comenta la influencia que tuvo San Maximiliano en su
vocación sacerdotal: "Surge aquí otra singular e importante dimensión de
mi vocación. Los años de la ocupación alemana en Occidente y de la soviética en
Oriente supusieron un enorme número de detenciones y deportaciones de
sacerdotes polacos hacia los campos de concentración. Sólo en Dachau fueron
internados casi tres mil. Hubo otros campos, como por ejemplo el de Auschwitz,
donde ofreció la vida por Cristo el primer sacerdote canonizado después de la
guerra, San Maximiliano María Kolbe, el franciscano de Niepokalanów." (Don
y Misterio).
San Maximiliano nos legó su concepción de la
Iglesia militante y en febril actividad para la construcción del Reino de Dios.
Actualmente siguen vivas obras inspiradas por él, tales como: los institutos
religiosos de los frailes franciscanos de la Inmaculada, las hermanas
franciscanas de la Inmaculada, así como otros movimientos consagrados a la
Inmaculada Concepción. Pero, sobre todo, San Maximiliano nos legó un
maravilloso ejemplo de amor por Dios y por los demás.
Con motivo de los veinte años de la canonización
del padre Maximiliano Kolbe (10 de octubre de 1982), los Frailes Menores
Conventuales de Polonia abrieron el archivo de Niepokalanow (Ciudad de la
Inmaculada, a 50 kilómetros de Varsovia), construido por el mismo mártir de
Auschwitz. Entre los manuscritos del santo, destaca la última carta que
escribió y que acaba con besos a su madre. Una carta que refleja una ternura
que no aparecía en otros escritos, y que hace pensar que el sacrificio con el
que ofreció la vida voluntariamente en sustitución de un condenado a muerte fue
algo que maduró a lo largo de su vida. Este es el texto del escrito: «Querida
madre, hacia finales de mayo llegué junto con un convoy ferroviario al campo de
concentración de Auschwitz. En cuanto a mí, todo va bien, querida madre. Puedes
estar tranquila por mí y por mi salud, porque el buen Dios está en todas partes
y piensa con gran amor en todos y en todo. Será mejor que no me escribas antes
de que yo te mande otra carta porque no sé cuánto tiempo estaré aquí. Con
cordiales saludos y besos, Raimundo Kolbe».
Juan Pablo II, un año después de su elección, en
Auschwitz, dijo: «Maximiliano Kobe hizo como Jesús, no sufrió la muerte, sino
que donó la vida». La expresión remite a unas palabras escritas por el padre
Kolbe unas semanas antes de que los nazis invadieran Polonia (1 de septiembre
de 1939): «Sufrir, trabajar y morir como caballeros, no con una muerte normal
sino, por ejemplo, con una bala en la cabeza, sellando nuestro amor a la
Inmaculada, derramando como auténtico caballero la propia sangre hasta la
última gota, para apresurar la conquista del mundo entero para Ella. No conozco
nada más sublime».
Los radioaficionados lo consideran su santo
patrón, ya que San Maximiliano durante 30 años estuvo activo con el indicativo
SP3RN.
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