miércoles, 2 de agosto de 2017

Párate un momento: El Evangelio del dia 3 DE AGOSTO – JUEVES- 17ª - SEMANA DEL T.O.-A Stª. LIDIA





3 DE    AGOSTO – JUEVES-
17ª - SEMANA DEL T.O.-A

Evangelio según san Mateo 13, 47-53
       En aquel tiempo dijo Jesús a la gente:
"El Reino de los Cielos se parece también a la red que echan al mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y a los malos los tiran.
Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
- ¿Entendéis bien todo esto?"
Ellos le contestaron:
"Sí".
Él les dijo:
"Ya veis, un letrado que entiende del Reino de los Cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo".
Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí.

1.  Lo primero, que aquí queda claro, es que el reinado de Dios, es decir, la oferta que Jesús hacía es una oferta abierta a todos, buenos y malos.
Por tanto, la oferta de Jesús no es excluyente. Ni, de entrada, rechaza a nadie. Ni se puede presentar como un proyecto para escogidos o selectos.
Jesús acoge a todos y, en principio, no hace distinciones. Esto tiene que ser característico del
cristianismo.
Durante siglos, los cristianos nos hemos dedicado a condenar, a estigmatizar, a rechazar y, por eso, a humillar a demasiadas gentes que no eran como nosotros queríamos que fueran.

2.  Pero, tan cierto como lo dicho, es que el Dios de Jesús aprueba a unos y descalifica a otros. ¡Atención!, solo Dios, al final de los tiempos y de la historia, aprobará y descalificará.
- ¿Quiere eso decir que existe el infierno y Dios condena a algunos para siempre?
Esto no se dice en la parábola. Una cosa es descalificar. Y otra cosa es condenar. Y, peor aún, es condenar para siempre. Porque eso sería causar un sufrimiento sin otra finalidad que el sufrimiento en sí mismo.
Porque, si es eterno, ya no puede ser medio o instrumento para nada ulterior. Se puede castigar para corregir o para educar, pero es maldad y solo maldad, castigar para causar sufrimiento.

3.  Jesús termina hablando del "padre de familia" que reparte siempre lo bueno. No es un padre que se distingue por el "poder" o por la "justicia". Es un padre que da todo lo bueno que tiene, lo antiguo y lo actual.
Un padre así, no se ensaña en un castigo sin otra finalidad que el sadismo cruel del que necesita ver sufrir a los que él rechaza. El infierno, así entendido, es una
contradicción. Sabemos que Dios es justo. Pero ¿cómo hace justicia? Nadie lo sabe, ni puede saberlo. Y es importante, más aún, decisivo que la Iglesia no se
invente un Dios justiciero, excluyente, vengativo, para justificar así conductas de castigo, rechazo, exclusión, que nada tienen que ver con el Padre de la Misericordia y Dios de todo consuelo, tal como nos lo reveló Jesús.
Si entendemos el Evangelio, comprenderemos que más importante que la recta doctrina es la misericordia sin condiciones. Es urgente que todo el mundo vea que esto es verdad para la Iglesia. Es lo que nos está enseñando el papa Francisco con su vida, su ejemplo y su palabra.

Stª. LIDIA
Comerciante – S. I

Martirologio Romano: Conmemoración de santa Lidia de Tiatira, vendedora de púrpura, que fue la primera que creyó en el Evangelio en Filipos, en Macedonia, cuando lo predicó el apóstol san Pablo (s. I).
Ser el primero en hacer algo es un modo seguro de hacer que tu nombre figure en el libro de los récords. La primera persona en dar la vuelta al globo. La primera persona en correr la milla en menos de tres minutos. La primera persona en llegar al Polo Sur. Lidia también fue una de las primeras. Su familia fue la primera en Europa en convertirse al cristianismo y ser bautizada.
Lidia era una comerciante de púrpuras. Eso podría no significar mucho para nosotros hoy en día, pero en el siglo primero eso significaba que era una mujer muy rica. Dado que el tinte de la púrpura se extraía con muchas dificultades de cierto molusco, sólo una elite podía permitirse tener telas teñidas de ese color. Una mercader que vendiera ese tinte tan extremadamente costoso era rica, se mirase como se mirase.
La riqueza se cita a menudo como uno de los principales obstáculos al crecimiento espiritual.
Se nos advierte que "es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el Reino de los Cielos". Eso no significa, sin embargo, que ser pobre te haga mejor automáticamente. Una persona pobre que acumula unas pocas posesiones no es mejor que una persona rica que acumula muchas. No hay indicaciones de que Lidia abandonara su negocio tras convertirse al cristianismo. Pero hay muchas pruebas de que utilizó su fortuna sabiamente.
Entendió que el valor real de la riqueza reside en el modo en que la usas, no en cuánto tienes.




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