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DE AGOSTO - SÁBADO –
17ª - SEMANA DEL T.O.-A
DEDICACION DE LA BASILICA DE SANTA MARIA
DE LA MAYOR
Evangelio según san Mateo14, 1-12
En aquel tiempo, oyó el
virrey Herodes lo que se contaba de Jesús y dijo a sus ayudantes:
"Ese es Juan Bautista, que ha resucitado
de entre los muertos, y por eso los poderes actúan en él".
Es que Herodes había mandado prender a Juan y
lo había metido en la cárcel encadenado, por motivo de Herodías, mujer de su
hermano Felipe: porque Juan le decía que no le estaba permitido vivir con ella.
Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la
gente, que lo tenía por profeta.
El día del cumpleaños de Herodes, la hija de
Herodías danzó delante de todos y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo
que pidiera.
Ella, instigada por su madre, le dijo:
"Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan Bautista".
El rey lo sintió; pero por el juramento y los
invitados, ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la cárcel.
Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron
a la joven, y ella se la llevó a su madre. Sus discípulos recogieron el cadáver,
lo enterraron, y fueron a contárselo a Jesús.
1. Lo que más se destaca, en este relato, es la
condición del profeta. Un ser humano es verdaderamente un "profeta"
cuando tiene que vivir como un "ser amenazado".
En este punto capital
coinciden cabalmente Jesús y Juan Bautista. Y así los asocia hasta el tirano
Herodes. Un profeta de Dios es un hombre molesto, incluso insoportable, para el
poder despótico de los grandes de este mundo.
Porque el verdadero profeta es un hombre libre ante los abusos y
escándalos que cometen los poderosos.
Ser libre ante los
débiles, no acarrea complicaciones. Decirles las verdades en su cara a los que
mandan es
siempre un riesgo, que se suele pagar muy caro,
hasta con la libertad y la vida. Es lo que ocurrió con Juan Bautista.
2. El delito de Herodes, que denunció Juan, no se
refería directamente a injusticias de carácter social en relación con el pueblo.
Era cuestión de sus infidelidades conyugales y escándalos con mujeres. Se sabe que
las mujeres que asistían a banquetes públicos, celebraciones tradicionalmente masculinas,
proporcionaban recreo sexual, independientemente de lo que hicieran o no
(K. Corley). Los testimonios en este sentido
abundan (Josefo, Vita 119; Ant. 19. 357; Tácito, Hist. 2. 81). Como es lógico,
organizar este tipo de fiestas, en una
sociedad muerta de hambre, era doblemente escandaloso.
Esto es lo que Juan Bautista no se calló, ni ante el rey, ni ante la gente. Y,
como es lógico, Juan lo pagó caro. Además, la mención inicial de Jesús, con que
empieza este relato, indica que el mismo poder tiránico, que acabó con la vida
de Juan, amenazaba
también a Jesús. Una situación de la que el
propio Jesús era perfectamente consciente.
3. Los tres sinópticos destacan este hecho (Mt
14, 1-12; Mc 6, 14-29; Lc 9, 7-9). Y es que, para comprender bien a Jesús,
resulta indispensable conocer los orígenes, la forma de vida y el destino final
de Juan Bautista.
Todo verdadero profeta
tiene una misión ética, que va más allá de la política y de la justicia.
Ahora, seguramente
más que nunca, se necesitan profetas. Y es evidente que el Espíritu del Señor
no cesa de enviar hombres y mujeres de Dios que, con su libertad y su generosidad,
van humanizando este mundo. Pero ¡atención!, para que una persona sea de verdad
un profeta, lo primero que tiene que hacer es tomar distancia de toda
institución de poder. De ahí, la necesidad de tomar distancia también del poder
religioso, que se mueve en su ambiente en la medida en que somete.
Juan se distanció del
sacerdocio de su padre. Y
Jesús se distanció de los sacerdotes del
Templo. Y así, Juan y Jesús terminaron mal, en muerte horrenda, que da miedo
pensarla.
DEDICACION DE LA BASILICA DE SANTA MARIA
DE LA MAYOR
Una de las cuatro basílicas
mayores de Roma.
Historia de la Basílica
Después del
Concilio de Éfeso (431), en el que la madre de Jesús fue proclamada Madre de
Dios, el papa Sixto III (432-440) erigió en Roma, sobre el monte Esquilino, una
basílica dedicada a la Santa Madre de Dios, basílica que fue llamada más tarde
«Santa María la Mayor». Es la iglesia más antigua dedicada en Occidente a la
Virgen María.
La basílica
actual sigue siendo la más grande dedicada a la Madre de Dios en Roma y la más
esplendorosa en Italia después de Loreto. Debido a su enorme tamaño y esplendor,
pero sobre todo por ser la más antigua dedicada a la Virgen, recibió el título
de Basílica de Santa María la Mayor. (Hay cuatro basílicas mayores, las otras
tres siendo: San Pedro, San Juan de Letrán, San Pablo Extramuros).
En esta
basílica el Papa proclamó a la Virgen como Reina de cielos y tierra. Se alberga
aquí a la Virgen María, salvadora del pueblo romano «salus populi romani». En
varias situaciones de gran necesidad se le ha sacado en procesión. En una
ocasión acabó con la plaga en Roma.
Desde el
comienzo de su pontificado el Santo Padre Juan Pablo II quiso que una lámpara
estuviera encendida de día y de noche bajo el icono de María, salus, como
testimonio de su gran devoción. El mismo Papa, el 8 de diciembre del 2001,
inauguró otra perla preciosa de la basílica: el Museo, cuya estructura moderna
y la antigüedad de sus obras maestras ofrecen al visitador un
"panorama" único.
Se le llama
también Iglesia de Santa María de las Nieves. Un mosaico sobre la entrada
recuerda el milagro de la nieve.
Aspectos de la Basílica
A través de
los siglos, los Papas han considerado un honor y un privilegio el embellecer y
adornar la basílica de Nuestra Madre Santísima. El carácter original de la
capilla ha sido preservado, a pesar de la cantidad de decoraciones y mejoras
que le han añadido. Los mosaicos de la parte cerca del altar y de las paredes
de la nave, son de los más finos de Roma. Representan escenas de la vida de la
Virgen María. El hermoso techo está decorado con el primer oro que trajo Colón
de América.
La capilla
del Santísimo Sacramento, construida por el Papa Sixto V, es una de las más
espléndidas de Roma.
La Capilla
Paulina fue construida por Pablo V para entronizar a la imagen de Nuestra
Señora. Su riqueza de mármol, piedras preciosas y la iluminación hacen de ella
la más rica de toda la ciudad y uno de los mejores monumentos del siglo XVI. En
las Misas Solemnes hacen que caigan del techo pétalos de rosa blancos para
simbolizar la caída milagrosa de nieve que indicó el sitio y el tamaño de la
basílica. También representa las gracias que la Virgen sigue derramando sobre
sus hijos. Es una costumbre conmovedora.
La fachada
es una adición del siglo XVIII.
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