viernes, 4 de agosto de 2017

Párate un momento: El Evangelio del dia 5 DE AGOSTO - SÁBADO – 17ª - SEMANA DEL T.O.-A DEDICACION DE LA BASILICA DE SANTA MARIA DE LA MAYOR





5  DE AGOSTO  - SÁBADO –
17ª - SEMANA DEL T.O.-A
DEDICACION DE LA BASILICA DE SANTA MARIA DE LA MAYOR

Evangelio según san Mateo14, 1-12
       En aquel tiempo, oyó el virrey Herodes lo que se contaba de Jesús y dijo a sus ayudantes:
"Ese es Juan Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso los poderes actúan en él".
Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado, por motivo de Herodías, mujer de su hermano Felipe: porque Juan le decía que no le estaba permitido vivir con ella.
Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que lo tenía por profeta.
El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de todos y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera.
Ella, instigada por su madre, le dijo: "Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan Bautista".
El rey lo sintió; pero por el juramento y los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la cárcel.
 Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven, y ella se la llevó a su madre. Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron, y fueron a contárselo a Jesús.

1.  Lo que más se destaca, en este relato, es la condición del profeta. Un ser humano es verdaderamente un "profeta" cuando tiene que vivir como un "ser amenazado". 
En este punto capital coinciden cabalmente Jesús y Juan Bautista. Y así los asocia hasta el tirano Herodes. Un profeta de Dios es un hombre molesto, incluso insoportable, para el poder despótico de los grandes de este mundo.   Porque el verdadero profeta es un hombre libre ante los abusos y escándalos que cometen los poderosos.
Ser libre ante los débiles, no acarrea complicaciones. Decirles las verdades en su cara a los que mandan es
siempre un riesgo, que se suele pagar muy caro, hasta con la libertad y la vida. Es lo que ocurrió con Juan Bautista.

2.  El delito de Herodes, que denunció Juan, no se refería directamente a injusticias de carácter social en relación con el pueblo. Era cuestión de sus infidelidades conyugales y escándalos con mujeres. Se sabe que las mujeres que asistían a banquetes públicos, celebraciones tradicionalmente masculinas, proporcionaban recreo sexual, independientemente de lo que hicieran o no
(K. Corley). Los testimonios en este sentido abundan (Josefo, Vita 119; Ant. 19. 357; Tácito, Hist. 2. 81). Como es lógico, organizar este tipo de fiestas, en una
sociedad muerta de hambre, era doblemente escandaloso. Esto es lo que Juan Bautista no se calló, ni ante el rey, ni ante la gente. Y, como es lógico, Juan lo pagó caro. Además, la mención inicial de Jesús, con que empieza este relato, indica que el mismo poder tiránico, que acabó con la vida de Juan, amenazaba
también a Jesús. Una situación de la que el propio Jesús era perfectamente consciente.

3.  Los tres sinópticos destacan este hecho (Mt 14, 1-12; Mc 6, 14-29; Lc 9, 7-9). Y es que, para comprender bien a Jesús, resulta indispensable conocer los orígenes, la forma de vida y el destino final de Juan Bautista.
Todo verdadero profeta tiene una misión ética, que va más allá de la política y de la justicia.
Ahora, seguramente más que nunca, se necesitan profetas. Y es evidente que el Espíritu del Señor no cesa de enviar hombres y mujeres de Dios que, con su libertad y su generosidad, van humanizando este mundo. Pero ¡atención!, para que una persona sea de verdad un profeta, lo primero que tiene que hacer es tomar distancia de toda institución de poder. De ahí, la necesidad de tomar distancia también del poder religioso, que se mueve en su ambiente en la medida en que somete. 
Juan se distanció del sacerdocio de su padre. Y
Jesús se distanció de los sacerdotes del Templo. Y así, Juan y Jesús terminaron mal, en muerte horrenda, que da miedo pensarla.

DEDICACION DE LA BASILICA DE SANTA MARIA DE LA MAYOR

Una de las cuatro basílicas mayores de Roma.

Historia de la Basílica
Después del Concilio de Éfeso (431), en el que la madre de Jesús fue proclamada Madre de Dios, el papa Sixto III (432-440) erigió en Roma, sobre el monte Esquilino, una basílica dedicada a la Santa Madre de Dios, basílica que fue llamada más tarde «Santa María la Mayor». Es la iglesia más antigua dedicada en Occidente a la Virgen María.
La basílica actual sigue siendo la más grande dedicada a la Madre de Dios en Roma y la más esplendorosa en Italia después de Loreto. Debido a su enorme tamaño y esplendor, pero sobre todo por ser la más antigua dedicada a la Virgen, recibió el título de Basílica de Santa María la Mayor. (Hay cuatro basílicas mayores, las otras tres siendo: San Pedro, San Juan de Letrán, San Pablo Extramuros).  
En esta basílica el Papa proclamó a la Virgen como Reina de cielos y tierra. Se alberga aquí a la Virgen María, salvadora del pueblo romano «salus populi romani». En varias situaciones de gran necesidad se le ha sacado en procesión. En una ocasión acabó con la plaga en Roma.
Desde el comienzo de su pontificado el Santo Padre Juan Pablo II quiso que una lámpara estuviera encendida de día y de noche bajo el icono de María, salus, como testimonio de su gran devoción. El mismo Papa, el 8 de diciembre del 2001, inauguró otra perla preciosa de la basílica: el Museo, cuya estructura moderna y la antigüedad de sus obras maestras ofrecen al visitador un "panorama" único.
Se le llama también Iglesia de Santa María de las Nieves. Un mosaico sobre la entrada recuerda el milagro de la nieve.

Aspectos de la Basílica
A través de los siglos, los Papas han considerado un honor y un privilegio el embellecer y adornar la basílica de Nuestra Madre Santísima. El carácter original de la capilla ha sido preservado, a pesar de la cantidad de decoraciones y mejoras que le han añadido. Los mosaicos de la parte cerca del altar y de las paredes de la nave, son de los más finos de Roma. Representan escenas de la vida de la Virgen María. El hermoso techo está decorado con el primer oro que trajo Colón de América.
La capilla del Santísimo Sacramento, construida por el Papa Sixto V, es una de las más espléndidas de Roma.
La Capilla Paulina fue construida por Pablo V para entronizar a la imagen de Nuestra Señora. Su riqueza de mármol, piedras preciosas y la iluminación hacen de ella la más rica de toda la ciudad y uno de los mejores monumentos del siglo XVI. En las Misas Solemnes hacen que caigan del techo pétalos de rosa blancos para simbolizar la caída milagrosa de nieve que indicó el sitio y el tamaño de la basílica. También representa las gracias que la Virgen sigue derramando sobre sus hijos. Es una costumbre conmovedora.
La fachada es una adición del siglo XVIII.





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