26 DE AGOSTO - SÁBADO –
20ª - SEMANA DEL T. O. - A
Santa
Teresa de Jesús Jornet Ibars
Evangelio según san Mateo 23, 1-12
En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a
sus discípulos diciendo:
"En la cátedra de Moisés se han sentado los letrados y los
fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen,
porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y
se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover
un dedo para empujar.
Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las
filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos
en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan
reverencias por la calle y que la gente los llame "maestros".
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno
solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo
es vuestro Padre, el del cielo.
No os dejéis llamar jefes, porque uno solo es vuestro Señor, Cristo.
El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se
enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido".
1. Se ha
dicho, con razón, que los cristianos hemos
generalizado este ataque como si fuera una condena contra todos los
judíos y dirigentes religiosos judíos de todos los tiempos. Pensar esto es
hacer una lectura torcida, que debe acabarse de una vez para siempre.
Ni este capítulo, ni el Evangelio, afirman que
Dios rechace a Israel ni que Israel rechace a Dios (W.Carter).
El ataque, que hace este capítulo, se dirige a
un grupo particular de dirigentes religiosos: los que se enfrentaron a Jesús
hasta la muerte.
Ampliar el ataque de Jesús a todo Israel no es
Evangelio, sino antisemitismo.
2. Lo
que sí hace el Evangelio es rechazar a todos los dirigentes religiosos, que
hacen lo que aquí denuncia Jesús. Es decir, Jesús no hablaba solo contra los
dirigentes del Templo judío de entonces, sino contra todos los dirigentes de
todos los templos del mundo y de la historia, que, se aprovechan de los cargos
que ocupan o de la autoridad que tienen ante la gente, para seguir
reproduciendo y justificando lo que aquí denuncia y rechaza Jesús.
3. Por
eso, es seguro que Jesús no quiere que los obispos (empezando por el de Roma)
que se ponen vestimentas (clericales o litúrgicas) solemnes y lujosas; que usan
títulos ("Monseñor", "Excelencia", "Eminencia", "Santidad",
"Padre", "Reverendo"...) que Jesús rechaza; que se ponen
siempre en sitios
privilegiados;
que admiten que les hagan reverencias. Y lo que menos soporta el Señor es que
le prediquen a la gente lo contrario de lo que ellos hacen.
Por ejemplo, que expliquen la pobreza de Jesús
los que manejan millones y exigen
millones a los poderes del Estado.
En lugar de hacer eso,
- ¿por qué no se van de sus palacios y se ponen
a vivir en cualquier casa de cualquier barrio?
- ¿Por qué no dejan ya de hablar de castidad y
sexo y viven de forma que no tengan que ocultar nada en ese asunto?
- ¿Por qué no dan cuenta hasta del último
céntimo que se gasta en cada parroquia, en cada curia y en el Vaticano?
Y que nadie diga que esto es demagogia.
Entonces, el primer demagogo anticlerical fue Jesús.
Santa Teresa de Jesús Jornet Ibars
En la
provincia y Diócesis de Lérida y en Aytona, España, de Francisco Jornet y de
Antonieta Ibars, agricultores, nace el 9 de enero de 1843, Teresa Jornet, hoy
ya canonizada y Patrona de la ancianidad Su caridad activa hacia los pobres, le
movía a llevarlos a casa de su tía en Lérida, a donde se había trasladado para
poder asistir a la escuela de la ciudad.
Estudia
magisterio en Argensola, provincia de Barcelona. Solicitó ser admitida en las clarisas
de Briviesca, cerca de Burgos, pero no pudo profesar por la prohibición de la
legislación en vigor. Se dedicó a la enseñanza y se hizo terciaria carmelita.
Una enfermedad que padeció después de la muerte de su padre, la obligó a
permanecer en su casa por algún tiempo.
Don
Saturnino López Novoa, canónigo de Huesca, su director, a quién confió la
dirección de su alma, la encauzó hacia la fundación de una obra destinada a
recoger a los ancianos sin familia y sin medios de subsistencia. Teresa, que
hasta el momento había tenido la impresión desagradable de no haber hecho nada
en su vida, se orientó decididamente hacia este ideal. En 1872, fundó la
primera casa en Barbastro, con la ayuda de algunas jóvenes, y de su hermana,
María.
Teresa se
adelantó a su tiempo, porque entonces, hace más de un siglo, aún dejaban en la
cocina a los abuelos, aunque con cuchara de madera, pero ahora, ni los quieren,
ni les cuidan, y se arman líos entre las familias para zafarse del engorro de
los viejos, según el refrán: “Parientes y trastos viejos, pocos y lejos”. En el
Continente africano carecen de frigoríficos y de muchos de nuestros cachivaches
de la modernidad; pasan hambre y toda clase de necesidades, pero conservan su
humanísima tradición de respetar al anciano y considerarle como una bendición.
Les minusvaloramos en esta cultura de la juventud, la belleza y el cultivo de
los cuerpos, pero en humanismo el tercer mundo va por delante con nota al mundo
que se cree supercivilizado.
El 27 de
enero de 1873, los miembros de la nueva congregación, recibieron el hábito
religioso y Teresa fue elegida superiora. Un grupo de buenos católicos de
Valencia propuso asegurar la vida de la pequeña comunidad. La madre Teresa
aceptó y, como está en Valencia, constituye Patrona a la Virgen de los
Desamparados, título muy apropiado para los ancianos Desamparados. Muy pronto
el número de ancianos fue aumentando y creciendo sin cesar. Para poder recibir
más, compró el antiguo convento de los Agustinos. Esta casa se convirtió en la
casa madre de la Congregación de las Hermanas de los Ancianos Desamparados. Se desarrolló
tan de prisa la Obra que, en 1887, cuando fue aprobada por la Santa Sede,
contaba ya con 58 casas.
María
Teresa de Jesús formó muy sólidamente a sus hijas en el cumplimiento de sus
obligaciones con los ancianos, hasta exponerse a la soledad, al frío y al
hambre, para poder darles abrigo y un verdadero cariño. Aprendió de las
terciarias carmelitas la devoción a la Virgen, y de las clarisas el amor a los
pobres, y en los ejercicios de San Ignacio, el ardiente deseo de identificar
sus sentimientos con la voluntad divina. Desarrolló una actividad incansable y
una inalterable confianza en Dios. A los que le reprochaban que se ocupara de
los más humildes oficios, respondía: "No hay nada pequeño cuando se trata
de la Gloria de Dios". Cuando le decían que emprendía obras con un
atrevimiento casi temerario, se sonreía diciendo: "Mientras más pobres
haya, habrá más bienhechores".
Tenía el
secreto de su paz interior inalterable en medio del tráfago continuo, en sus
palabras: "Dios en el corazón, la eternidad en la cabeza, y el mundo bajo
los pies".
Su
organismo no pudo resistir al régimen que se impuso. A las fatigas físicas se
juntaban los dolores mortales, como el de la epidemia del cólera, que acabó con
veinticuatro hermanas y setenta ancianos. Cuando la enfermedad la obligó a
detenerse, se retiró a Liria, Valencia, con la esperanza de que el buen aire le
devolviera la salud.
Murió ahí,
el 26 de Agosto de 1897, el 27 de abril de 1958 el Papa Pío XII la beatificó y
fue canonizada en 1974 por Pablo VI.
No hay comentarios:
Publicar un comentario