1 DE
SEPTIEMBRE - VIERNES -
21ª - SEMANA DEL T. O. – A
Evangelio según san Mateo 25, 1-13
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos
esta parábola:
"El Reino de los Cielos se parecerá a diez doncellas que
tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias
y cinco eran sensatas.
Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en
cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo
tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz:
"¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!"
Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a
preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas:
"Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las
lámparas".
Pero las sensatas contestaron:
"Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras,
mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis'.
Mientras iban a comprarlo llegó el esposo, y las que estaban
preparadas entraron con él al banquete de bodas y se cerró la puerta.
Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo:
"Señor, señor, ábrenos".
Pero él respondió:
"Os lo aseguro: no os conozco".
Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora".
1. Esta
parábola resulta incomprensible si se le da una interpretación de orden moral. La
prueba más clara de esto es que la parábola no habla de doncellas
"buenas" y "malas", sino "necias" (moral) y
"prudentes" (phrónimoi).
Dos
términos que no remiten directamente a la maldad o la bondad, sino a la actitud
que se tiene para acoger o no acoger las palabras de Jesús (Mt 7, 24-27; 24,
45; Billerbeck I, 547 s).
Por otra parte, si pensamos en comportamientos
éticos,
no sería ni humano ni caritativo negarse a prestar un poco de aceite a unas
compañeras que se ven necesitadas. Como igualmente sería una grosería dar con
la puerta en las narices a unas chicas que han esperado durante horas para ver
al novio, pero resulta que este ha tardado tanto, que a algunas de las
invitadas se les han apagado las velas.
2. ¿Qué
enseña esta parábola?
Una cosa hay clara: algunas de las invitadas se
sentían
seguras de que ellas entraban en la boda, estuvieran o no estuvieran debidamente
preparadas, porque ellas estaban invitadas. Mientras que las
otras
se dieron cuenta de que, si querían entrar a la boda, tenían que tenerlo todo
bien preparado.
Es decir, el problema estaba en la seguridad
que algunas personas tienen porque ellos se ven como los elegidos, los
llamados, los invitados. Eso puede resultar fatal. Porque se puede convertir en
un engaño espantoso, que le cierra a uno las puertas del encuentro con Dios. Es lo que pasó en aquel banquete.
3. Con
esto, Jesús no pretendió dar una "lección moral", en el sentido de que
"te puedes condenar".
Nada de eso. Jesús solo quiso romper las falsas
seguridades
de los que se ven como los elegidos, los preferidos o los selectos. Que era lo
que sentían muchos israelitas de aquel tiempo. Así, esta parábola encaja en los
enfrentamientos de denuncia profética que Jesús mantuvo con los dirigentes
religiosos de Israel, que se sentían seguros de que ellos eran los selectos y
escogidos por Dios.
Ninguna elección da derecho a desoír las palabras
de Jesús.
4. Por
tanto y resumiendo: esta parábola no es un aviso sobre la venida inesperada del
fin del mundo.
Tampoco es una parábola de juicio final o algo
parecido.
Es una advertencia, comparable con las
parábolas de la construcción de la torre y de la guerra (Lc 14, 28-32): el que
quiera seguir a Jesús en la alegría del Reino tendrá que poner de su parte, y
no imaginarse que él es un selecto elegido (U. Luz, A. Puig i Tarrech, C. Riniker).
SAN JOSUE
Patriarca
Martirologio Romano: Conmemoración
de san Josué, hijo de Nun, siervo del Señor, que al recibir la imposición de
manos por Moisés, fue lleno del espíritu de sabiduría, y a la muerte de Moisés
introdujo de modo maravilloso al pueblo de Israel, cruzando el Jordán, en la
tierra de promisión (Jos, 1, 1).Muerto Moisés, Josué es el capitán que
introducirá a su gente Tierra Prometida. Ya era la hora de poseer la tierra que
Dios prometió a los israelitas al sacarlos de Egipto. Han pasado cuarenta años.
Es un pueblo joven el que está en las proximidades de Canán. Son los hijos de
los que Yavé sacó con mano poderosa. Se han curtido en el desierto inhóspito
donde han vivido del mimo de Dios y presenciando a diario sus grandezas. Tienen
esculpida en su alma la idea de que sólo en la fidelidad a la Alianza tienen
garantía de la protección de Dios.
Breve Reseña
Josué es
un varón pletórico de fe y casto, joven y fuerte, que mantiene la seguridad de
que será Dios quien vencerá a los poderosos habitantes de la tierra que se les
da en posesión. Tienen que pelearla, pero sólo Dios les dará la victoria.
Jericó es
la plaza fuerte que les abrirá las puertas a la conquista. Posee murallas duras
y sus habitantes están aprestados a defenderla.
Es Dios
quien habla ahora con Josué, como antes lo hiciera con Moisés, dándole
instrucciones para la empresa. No se le pedirá pasividad, sino una disposición
absoluta al misterio. La táctica guerrera sugerida es la más impensada y la
menos descrita en las praxis de la guerra: hay que dar vueltas a la ciudad,
cantando y tocando las trompetas. Así se caerán las potentes murallas de
defensa.
Sin un
"pero" de Josué y con la presteza originada por la fe sucede como
Dios dice. Y es que Dios se ríe de las encuestas, la lógica humana se ve
superada en su potencia y las estadísticas de los hombres se tornan enanas en
su presencia. Sin embargo, la fe hace que se derriben las más altas murallas de
la tierra.
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