10 DE AGOSTO - JUEVES –
18a -SEMANA DEL T.O.-A
SAN LORENZO
Evangelio según san Mateo 16, 13-23
En aquel tiempo, llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo y
preguntaba a sus discípulos:
"¿Quién dice la gente que es el Hijo del
Hombre?"
Ellos contestaron:
"Unos que Juan Bautista, otros que
Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas".
Él les preguntó:
"Y vosotros, ¿quién decís que soy
yo?"
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
"Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios
vivo".
Jesús le respondió:
"¡Dichoso tú, ¡Simón, hijo de Jonás!,
porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está
en el cielo.
Ahora te digo yo:
Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré
mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del Reino de los Cielos;
lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la
tierra, quedará desatado en el cielo'.
Y les mandó a los discípulos que no dijesen a
nadie que él era el Mesías.
Desde entonces empezó
Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer allí
mucho por parte de los senadores, sumos sacerdotes y letrados, y que tenía que
ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a
increparlo:
"¡No lo permita Dios, Señor! Eso no
puede pasarte".
Jesús se volvió y dijo a Pedro:
"Quítate de mí vista, Satanás, que me
haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios".
1. La liturgia de la Iglesia recoge hoy, en
este evangelio, dos episodios que Mateo y Marcos unieron el uno inmediatamente después
del otro: la confesión de Pedro, como portavoz de los demás apóstoles (Mc 8,
27-30; Mt 16, 13-20; Lc 9, 18-21) y el rechazo de la mentalidad de Pedro, que
se opuso al fracaso final de Jesús en Jerusalén (Mc 8, 31-33; Mt 16,21-23).
El contraste es
fuerte. Porque la singularidad de Pedro, que confiesa la fe de los apóstoles en
Jesús como
Mesías, se asocia inmediatamente a la singularidad
de Pedro en el enfrentamiento a la pasión y muerte del Mesías.
2. Como es lógico, si
los evangelios vincularon la confesión de Pedro y el rechazo de Pedro, sin duda
es que lo uno tiene que ver con lo otro. No solo tiene que ver, sino que ambos
episodios se explican mutuamente.
Técnicamente esto se
denomina un "quiasmo". Lo que quiere decir que la enseñanza del segundo
relato no se puede comprender nada más que teniendo en cuenta la enseñanza del
primero. Y también al revés: lo que se dice en el primer episodio no se puede comprender
si no se tiene presente lo que se dice en el segundo.
Está claro que Pedro,
primero, confiesa el "hecho" de que Jesús es el Mesías, el Salvador.
Pero está igualmente claro que, inmediatamente después, Pedro
rechaza el "modo" como Jesús va a
realizar su misión de Mesías y Salvador.
3. Los evangelios nos dejaron constancia de la
"misión" de Pedro. Y de la "contradicción" de Pedro. Porque
Pedro aceptaba el mesianismo de Jesús. Pero
rechazaba que ese mesianismo se realizara en el
fracaso y la muerte.
En esta misma tensión
vive la Iglesia: aceptamos a Jesús como Salvador; y rechazamos a Jesús como
perseguido, excluido y fracasado.
Jesús es un solo
proyecto, no dos, Aceptar el primero y rechazar el segundo, eso es
"Satanás", según nos explica el Evangelio.
Lo dramático es que
la misma Iglesia, que confiesa a Jesús como Mesías, es la Iglesia que se
organiza y se hace presente como Jerarquía con "potestad plena y
universal" (LG 22) y con todas las consecuencias que
eso entraña. Los creyentes en Jesús lo aceptamos,
pero también es cierto que vemos (y sufrimos) la contradicción que ya se indica
en el Evangelio.
SAN LORENZO
Martirologio Romano: Fiesta de san Lorenzo,
diácono y mártir, que deseó ardientemente acompañar al papa Sixto II en su
martirio. Según cuenta san León Magno, recibió del tirano la orden de entregar
los tesoros de la Iglesia, y él, burlándose, le presentó a los pobres en cuyo
sustento y abrigo había gastado abundantes riquezas. Por la fe de Cristo, tres
días más tarde superó el tormento del fuego, y el instrumento de su tortura se
convirtió en distintivo de su triunfo, siendo enterrado su cuerpo en el
cementerio de Campo Verano, que desde entonces fue llamado con su nombre (258).
Breve Biografía
San Lorenzo (mártir), uno
de los diáconos de la iglesia romana, fue una de las víctimas de la persecución
de Valeriano en el año 258, al igual que lo fueron el Papa Sixto II y muchos
otros clérigos romanos. A comienzos del mes de agosto del año 258, el emperador
emitió un edicto ordenando matar inmediatamente a todos los obispos, curas y
diáconos ("episcopi et presbyteriet diacones incontinenti
animadvertantur" -- Cipriano, Epist. lxxx, 1). Esta orden imperial se ejecutó
inmediatamente en Roma. El 6 de agosto, el Papa Sixto II fue capturado en una
catacumba y ejecutado de inmediato ("Xistum in cimiterio animadversum
sciatis VIII id. Augusti et cum eo diacones quattuor." Cipriano, ep. lxxx,
1). Otros dos diáconos, Felicísimo y Agapito, fueron ejecutados el mismo día.
En el calendario romano de
fiestas del siglo IV su fiesta coincide con dicha fecha. Cuatro días más tarde,
el 10 de agosto del mismo año, Lorenzo, el último de los siete diáconos,
también sufrió la muerte de un mártir. La muerte de este santo mártir es en esa
fecha según el calendario de Filocalo para el año 354.
Este almanaque es un
inventario de las principales fiestas de los mártires romanos de mitad del
siglo IV; también menciona la calle donde se encontraría su tumba, la Vía
Tiburtina ("III id. Aug. Laurentii in Tibertina"; Ruinart, "Acta
sincera", Ratisbona, 1859, 632). Los itinerarios de las tumbas de los
mártires romanos, como se dieron a conocer en el siglo VII, mencionan que este
mártir fue enterrado en la Catacumba de Ciriaca en agro Verano (De Rossi,
"Roma Sott.", I, 178).
Desde el siglo IV, San
Lorenzo ha sido uno de los mártires más venerados de la iglesia romana.
Constantino el Grande fue el primero en erigir un pequeño oratorio sobre el
lugar donde fue enterrado. El Papa Pelagio II (579-90) amplió y embelleció el
lugar. El Papa Sixto III (432-40) construyó, en la cima de la colina donde fue
enterrado, una gran basílica de tres naves cuyo ábside está apoyado en la vieja
iglesia. En el siglo XIII, el Papa Honorio III convirtió los edificios en uno y
así es como se encuentra la Basílica de San Lorenzo hoy en día. El Papa San
Dámaso (366-84) escribió un panegírico en verso que se grabó en mármol y se
colocó sobre su tumba. Dos contemporáneos de este Papa, San Ambrosio de Milán y
el poeta Prudencio, dieron detalles concretos sobre la muerte de San Lorenzo.
Ambrosio relata (De officiis min. Xxviii) cuando se le preguntó a San Lorenzo
por los tesoros de la Iglesia, este, hizo comparecer a los pobres entre los
que, en lugar de darles limosna, había repartido el tesoro; también contó que
cuando se llevaban al Papa Sixto II para ejecutarlo, éste reconfortó a San
Lorenzo que deseaba compartir su martirio, diciéndole que le seguiría en tres
días. El santo Obispo de Milán también explica que San Lorenzo fue quemado
hasta la muerte en una parrilla de hierro (De offic., xli). De igual manera,
pero con más detalles poéticos, Prudencio describe el martirio del diácono
romano en su himno a San Lorenzo ("Peristephanon", Hymnus II).
El encuentro entre San Lorenzo
y el Papa Sixto II, cuando éste último iba a ser ejecutado, según el relato de
San Ambrosio, no es compatible con los informes contemporáneos sobre la
persecución de Valeriano. La forma en que fue ejecutado –quemado en una
parrilla de hierro al rojo vivo—también hace surgir importantes dudas. Las
narraciones de Ambrosio y Prudencio se basan más en la tradición oral que en
escritos. Es bastante posible que entre el año 258 y el final del siglo IV
surgieran leyendas populares sobre esté diácono romano tan venerado y que
algunas de esas historias hayan sido preservadas por estos dos autores. En
cualquier caso, nosotros carecemos de medios para verificar en fuentes
anteriores los detalles que derivan de San Ambrosio y Prudencio, o para
establecer hasta que punto esos detalles se basan en la tradición histórica
anterior. Probablemente, a principios del siglo VI se crearon otras versiones
más completas sobre el martirio de San Lorenzo, y en estas narraciones muchos
de los mártires de la Vía Tiburtina y de las dos Catacumbas de San Ciriaca en
agro Verano y San Hipólito estaban relacionados de una forma romántica y
totalmente legendaria.
Martirio de San Lorenzo detalles
que se dan en estas Actas sobre el martirio de San Lorenzo y su actividad antes
de su muerte carecen de credibilidad. Sin embargo, a pesar de las críticas a
las últimas versiones de su martirio, no cabe duda de que San Lorenzo fuera un
personaje histórico real ni de que el diácono fue martirizado; tampoco existen
dudas sobre el lugar donde ocurrió ni sobre la fecha de su entierro. El Papa
Dámaso construyó una basílica en Roma dedicada a San Lorenzo; ésta es la
iglesia conocida como San Lorenzo en Dámaso. La iglesia de San Lorenzo en
Lucina, también dedicada a este santo, aún existe. El día de San Lorenzo sigue
siendo el 10 de agosto (fecha de su muerte). Aparece dibujado con la parrilla
de hierro en la que se supone que fue asado hasta la muerte.
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