25 DE AGOSTO - VIERNES –
20ª - SEMANA DEL T. O. - A
Evangelio según san Mateo
22, 34-40
En aquel tiempo,
los fariseos, al oír que había hecho callar a los saduceos, se acercaron a
Jesús y uno de ellos le preguntó para ponerlo a prueba:
"Maestro, - ¿cuál es el mandamiento
principal de la Ley?"
Él le dijo:
"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu
alma, con todo tu ser.
Este mandamiento es el principal y primero.
El segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y
los profetas".
1. A propósito
de este evangelio, se suelen plantear tres preguntas, de enorme interés para
quienes tienen creencias religiosas:
1) - ¿Qué hay que entender por "amor a
Dios"?
-
¿Cómo se puede "amar" a alguien al que no es posible comprender ni
ver?
2) - ¿Quién
es el "prójimo" y qué significa "amor" al prójimo?
3) - ¿Qué
relación guardan los dos preceptos supremos de amor a Dios y de amor al
prójimo?
-
¿Se trata de dos géneros de amor o son idénticos? (U. Luz).
Es verdad que mucha gente, aunque sea gente religiosa,
ni se plantea estas preguntas. Porque a muchos,
todo este lenguaje le suena a palabrería clerical, sin relación con la realidad
palpable. Hasta ese punto, la misma religión ha degradado estas cuestiones, tan
fundamentales.
2. A
Jesús le preguntaron solo por el "primer" mandamiento. Pero Jesús respondió uniendo el primero y el segundo.
Lo cual quiere decir, sin duda, que el primero es inseparable del segundo.
Es decir, no podemos ni entender, ni practicar,
lo que es el "amor a Dios", si lo separamos del "amor al
prójimo".
El mismo evangelio de Mateo pone esto en
evidencia cuando relata el llamado juicio final o juicio de las naciones (Mt
25, 31-46).
Si algo hay claro en ese texto famoso, es que
el principio determinante de nuestra correcta relación con
Dios,
o sea de nuestro amor a Dios, no es la relación y el amor que cada cual piensa
(o se imagina) que le tiene a Dios en sí, sino únicamente la relación que cada
cual ha mantenido en su vida con el prójimo.
Lo cual queda más patente cuando se trata precisamente
del prójimo que sufre, del que se ve más
desamparado, del que no puede pagar con nada el servicio que se le
presta.
3. La
tesis central del cristianismo, en este asunto capital, la deja muy clara la primera
carta de Juan: "quien no ama a su
hermano, a quien ve, no puede
amar
a Dios, a quien no ve".
El respeto, la estima y la bondad que
derrochamos
con
los demás, esa es la medida del amor que le tenemos a Dios.
En esto no hay, ni puede haber, engaño. Porque el
Dios de Jesús se identifica con el ser humano (Mt 25, 31-46).
De forma que quien acoge y escucha o rechaza a
un
ser
humano, a quien acoge, escucha o rechaza es a Dios (Mt 10, 40; Mc 9, 37; Mc 18,
5; Lc 10, 16; 9, 48; Jn 13, 20).
Es un hecho central de nuestra fe, que a los
"creyentes" nos cuesta lo indecible aceptar e integrar en nuestra
vida y en nuestra forma de tratar a los demás, como si fuera con Dios mismo con
quien nos relacionamos en los demás.
Santos José de Calasanz y Luis de Francia
Luis, rey
de Francia, es, ante todo, un Santo cuya figura angélica impresionaba a todos
con sólo su presencia. Vive en una época de grandes heroísmos cristianos, que
él supo aprovechar en medio de los esplendores de la corte para ser un dechado
perfecto de todas las virtudes. Nace en Poissy el 25 de abril de 1214, y a los
doce años, a la muerte de su padre, Luis VIII, es coronado rey de los franceses
bajo la regencia de su madre, la española Doña Blanca de Castilla. Ejemplo raro
de dos hermanas, Doña Blanca y Doña Berenguela, que supieron dar sus hijos, más
que para reyes de la tierra, para santos y fieles discípulos del Señor. Las
madres, las dos princesas hijas del rey Alfonso VIII de Castilla, y los hijos,
los santos reyes San Luis y San Fernando.
En 1235 se
casó Margarita de Provenza y con ella tuvo 11 hijos. Fue un esposo y padre
ejemplar. San Luis se distinguió por espíritu de penitencia y oración. No se
dejó engreír por su poder. Se preocupó por la paz entre las naciones, fue un
rey energético que supo defender a la Iglesia y buscar la justicia. Era considerado,
especialmente con los pobres. Perteneció a la Orden Tercera Franciscana. Fundó
muchos monasterios y construyó la famosa Saint-Chapelle en Paris, cerca de la
catedral, para albergar una gran colección de reliquias.
Supo guiar
a sus ejércitos para defender a Francia. Venció al Rey Enrique III de
Inglaterra en Tailebourg en 1242. Dirigió dos cruzadas con el propósito de
arrestar la invasión de los musulmanes y liberar el sepulcro de Cristo. En la
primera cayó prisionero en Egipto y durante la segunda murió de disentería
cerca de Cartagena (norte de Africa) en 1270. Tenía 55 años, de estos reinó por
44.
Fue
canonizado en 1297.
San José de Calasanz, presbítero
«Fundador
de los escolapios. Devoto de María, gran pedagogo, comprometido por la
enseñanza de la niñez y la juventud. Pionero en el mundo con la creación de
escuelas populares y gratuitas, Pío XII lo declaró patrón de todos los centros
cristianos de este cariz»
Nació el
11 de septiembre de 1556 en el castillo de Calasanz, cerca de Peralta de la
Sal, Aragón(España). Hijo del gobernador de la región, Pedro Calasanza y de
María Gastonia.
Cursó
estudios en la escuela de Peralta y tras sus estudios clásicos en Estadilla,
estudió filosofía y leyes en Lérida, recibiendo el doctorado en leyes.
Posteriormente, completó con honores cursos de teología en Valencia y Alcalá de
Henares (España).
Sufrió una
enfermedad en 1582 que lo llevó al borde de la muerte y prometió que si Dios le
concedía la curación, se dedicaría a trabajar por la salvación de las almas. Se
curó y fue ordenado sacerdote el 17 de diciembre de 1583, por Hugo Ambrosio de
Moncada, obispo de Urgel.
Inicia su
ministerio sacerdotal en la Diócesis de Albarracín, donde el obispo de la
Figuera lo envío a una región montañosa. El obispo de Urgel lo nombró su
teólogo y confesor y vicario general. Cuando el obispo fue transferido a Lérida
lo acompañó. Posteriormente fue vicario-general del distrito de Trempe.
Renuncia a
sus cargos, y repartiendo entre los pobres las grandes riquezas que había
heredado de sus padres, se dirigió a pie a Roma en 1592, donde el Cardenal
Marcantonio Colonna, lo escogió como su teólogo e instructor para su sobrino.
Entró en la Cofradía de la Doctrina Cristiana que se dedicaba a enseñar
catecismo a los niños.
En
noviembre de 1597, abrió la primera escuela pública gratuita en Europa. En poco
tiempo, tenía mil niños bajo su cuidado. En 1602 alquiló una casa en San Andrea
de la Valle y comenzó la vida comunitaria con sus asistentes. A sus institutos
educativos los llamó "Escuelas Pías" y los padres que acompañaban al
padre Calasanz se llamaron Escolapios.
Fue
llevado a los tribunales y le quitaran el cargo de Superior General, la Santa
Sede determinó acabar con la congregación que había fundado. Le fueron
restituidos sus cargos y la Comunidad volvió a ser aprobada.
San José
de Calasanz falleció en Roma el 25 de agosto del año 1648, a la edad de 92
años.
Fue
beatificado el 7 de agosto de 1748, y canonizado por Clemente XIII, el 16 de
julio del 1767.
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