14 DE NOVIEMBRE -
MARTES
32ª- SEMANA DEL T.O.-A
Lectura del santo evangelio según san Lucas 17,
7-10
"En aquel
tiempo, dijo el Señor:
"Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como
pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice:
"¿Enseguida, ven y ponte a la mesa?"
- ¿No le diréis: "Prepárame de
cenar, cíñete y sírveme mientras cómo y bebo; y después comerás y beberás
tú?" - ¿Tenéis que estar
agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo
lo mandado, decid: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos
que hacer".
1. Lo
primero que se destaca, en estas palabras de Jesús, es la conciencia de la
propia responsabilidad ante el deber del trabajo a realizar. El
"siervo" (literalmente, el doulos = "esclavo") es la persona
que, ante todo, había de tener muy claro el sentido del cumplimiento fiel y estricto de la tarea que cada día se
le imponía. Se sabe que, entre los judíos y en tiempo de Jesús, existía la
esclavitud,
aunque más atenuada que en el Imperio (J. Jeremías).
Todos estamos de acuerdo en que el fin de la
esclavitud legal fue una de las muchas y excelentes conquistas de la Ilustración
y de la modernidad. La Declaración de los Derechos del hombre y del ciudadano (1789-1791).
El ser humano no debe ser esclavo de nadie. Ni
debe tener que soportar una jornada laboral interminable, como era el caso de
los esclavos.
2. El
evangelio de hoy no justifica la esclavitud y sus inhumanas consecuencias. Se
limita a describir una situación de hecho que existía en aquel tiempo. Lo que Jesús hace, en este texto, es tomar
aquella situación como punto de referencia
para destacar la "actitud interior" que el creyente ha de tener ante
Dios".
No podemos vivir nuestra relación con Dios con
los criterios con que se rige la moderna relación laboral. En el fondo, se
trata de que, "en nuestra conciencia", vivamos siempre como el que tiene
que cumplir sus deberes; ante todo, sus deberes cívicos, con un sentido de
responsabilidad incondicional.
3. Pero,
dando un paso más, es de suma importancia tener siempre muy claro que la
"actitud interior" no se refiere solo a nuestros deberes "ante
Dios", sino igualmente a nuestra responsabilidad "ante
la propia profesión". En el fondo, lo que aquí está en juego es la
concepción luterana de la "profesión" como "vocación". Es
esta una mentalidad que aún no ha entrado de lleno en la conciencia de los
países de tradición católica, a diferencia de los que han sido influenciados
por la tradición protestante (M. Weber).
Por eso, entre otras razones, la productividad laboral en los países católicos
es más baja que en los protestantes. Y es que, como bien dijo el mismo Weber,
"el más noble contenido de la propia conducta moral consiste precisamente
en sentir como un deber el cumplimiento de la tarea profesional en el
mundo".
San José de Pignatelli,
presbítero
San José Pignatelli
Restaurador de los Jesuitas
Año 1811
San José Pignatelli: El
mérito especial de este santo fue el de conservar lo que quedaba de la Compañía
de Jesús (que es la Comunidad religiosa más numerosa en la Iglesia Católica) y
tratar de que los religiosos de esa comunidad pudieran sobrevivir, a pesar de
una terrible persecución.
De familia italiana, nació en
Zaragoza (España) en 1737. Se hizo jesuita y empezó a trabajar en los
apostolados de su Comunidad, especialmente en enseñar catecismo a los niños y a
los presos.
En 1767 la masonería mundial
se puso de acuerdo para pedir a todos los gobernantes que expulsaran de sus
países a los Padres Jesuitas. El rey Carlos III de España obedeció las órdenes
masónicas y declaró que de España y de todos los territorios de América que
dependían de ese país quedaban expulsados los jesuitas. Con este decreto
injusto le hizo un inmenso mal a muchas naciones y a la Santa Iglesia Católica.
El Padre José Pignatelli y su
hermano, que eran de familia de la alta clase social, recibieron la oferta de
poder quedarse en España pero con la condición de que se salieran de la
Compañía de Jesús. Ellos no aceptaron esto y prefirieron irse al destierro. Se
fueron a la Isla de Córcega, pero luego los franceses invadieron esa isla y de
allá también los expulsaron.
En 1774 Clemente XIV por
petición de los reyes de ese tiempo dio un decreto suprimiendo la Compañía de
Jesús. Como efecto de ese Decreto 23,000 jesuitas quedaron fuera de sus casas
religiosas.
El Padre Pignatelli y sus demás
compañeros, cuando oyeron leer el terrible decreto exclamaron: "Tenemos
voto de obediencia al Papa. Obedecemos sin más, y de todo corazón".
Durante los 20 años
siguientes la vida del Padre José y la de los demás jesuitas será de tremendos
sufrimientos. Pasando por situaciones económicas sumamente difíciles (como los
demás jesuitas dejados sin su comunidad), pero siempre sereno, prudente,
espiritual, amable, fiel.
Se fue a la ciudad de Bolonia
y allí estuvo dedicado a ayudar a otros sacerdotes en sus labores sacerdotales,
y a coleccionar libros y manuscritos relacionados con la Compañía de Jesús y a
suministrar ayuda a sus compañeros de religión. Muchos de ellos estaban en la
miseria y si eran españoles no les dejaban ni siquiera ejercer el sacerdocio. Un
día al pasar por frente a una obra del gobierno, alguien le dijo que aquello lo
habían construido con lo que les habían quitado a los jesuitas, y Pignatelli
respondió: "Entonces deberían ponerle por nombre "Haceldama",
porque así se llamó el campo que compraron con el dinero que Judas consiguió al
vender a Jesús.
Cuando los gobiernos de
Europa se declaraban en contra de los jesuitas, la emperatriz de Rusia,
Catalina, prohibió publicar en su país el decreto que mandaba acabar con la
Compañía de Jesús, y recibió allá a varios religiosos de esa comunidad. El
Padre Pignatelli con permiso del Papa Pío VI se afilió a los jesuitas que
estaban en Rusia y con la ayuda de ellos empezó a organizar otra vez a los
jesuitas en Italia. Conseguía vocaciones y mandaba los novicios a Rusia y allá
eran recibidos en la comunidad. El jefe de los jesuitas de Rusia lo nombró
provincial de la comunidad en Italia, y el Papa Pío VII aprobó ese
nombramiento. Así la comunidad empezaba a renacer otra vez, aunque fuera bajo
cuerda y en gran secreto.
El Padre Pignatelli oraba y
trabajaba sin descanso por conseguir que su Comunidad volviera a renacer. En
1804 logró con gran alegría que en el reino de Nápoles fuera restablecida la
Compañía de Jesús. Fue nombrado Provincial. Con las generosas ayudas que le
enviaban sus familiares logró restablecer casas de Jesuitas en Roma, en
Palermo, en Orvieto y en Cerdeña.
Ya estaba para conseguir que
el Sumo Pontífice restableciera otra vez la Compañía de Jesús, cuando Napoleón
se llevó preso a Pío VII al destierro.
El Padre Pignatelli murió en
1811 sin haber logrado que su amada Comunidad religiosa lograra volver a
renacer plenamente, pero tres años después de su muerte, al quedar libre de su
destierro el Papa Pío VII y volver libre a Roma, decretó que la Compañía de
Jesús volvía a quedar instituida en todo el mundo, con razón Pío XI llamaba a
San José Pignatelli "el anillo que unió la Compañía de Jesús que había
existido antes, con la que empezó a existir nuevamente". Los Jesuitas lo
recuerdan con inmensa gratitud, y nosotros le suplicamos a Dios que a esta
comunidad y a todas las demás comunidades religiosas de la Iglesia Católica las
conserve llenas de un gran fervor y de grandísima santidad.
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