23 DE NOVIEMBRE -JUEVES
33ª- SEMANA DEL T.O.-A
SAN CLEMENTE – I
Lectura del santo evangelio según san Lucas 9,
41-44
En aquel tiempo, al acercarse Jesús a
Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando:
"¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a
la paz! Pero no: está escondido a tus ojos.
Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te
sitiarán, apretarán el cerco, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán
piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento de mi venida".
1. Como es
fácil entender, este evangelio se presta a la duda: ¿Jesús pronunció estas
palabras realmente así, como aquí se dice? ¿No será esto un "vaticinium ex
evento", es decir, una profecía que se le atribuye a Jesús "después
de saber lo que había ocurrido en Jerusalén"? Téngase en cuenta que la
caída de Jerusalén sucedió el año 70, pero esta redacción definitiva del evangelio
de
Lucas
es posterior a ese año.
En todo caso, la cuestión que aquí se plantea
es
esta:
¿Pronunció Jesús realmente unas palabras
semejantes a las que aquí se recogen, o quizá en términos menos específicos?
2. Hay
indicios de que esto se dijo antes de lo que pasó en el cerco y la invasión de la
ciudad. Parece que, si esto se hubiera escrito después del desastre bélico, se
podría haber aludido a las trincheras cavadas por los romanos (Josefo, De Bell.
5, 11, 4), a la circunvalación de la ciudad con una muralla de más de dos
kilómetros (De Bell. 5, 12, 2), al incendio de las puertas del templo
(De
Bell. 6, 4, 1) o a la demolición de la torre Antonia (De Bell. 6, 1, 3) (J. A.
Fitzmyer).
El silencio sobre estos datos, y la generalidad
de lo que se pone en boca de Jesús, ambas cosas parecen favorecer la
autenticidad del lamento de Jesús.
3. En
todo caso, hay que admitir que, por lo menos, lo que este episodio nos revela
es que Jesús, al llegar a Jerusalén, se preocupa, sobre todo, no por el fin dramático
que la aguarda a él, sino por el destino dramático que le espera a la ciudad. Y
con la ciudad, al pueblo entero, su patria y su pueblo.
Jesús, hasta el final, centrado más en el
sufrimiento de los otros que en el sufrimiento propio. Es una de las características
fundamentales del Evangelio. Pero, en todo caso, digamos (una vez más) que,
ante estos pasajes de denuncia ante Israel, debemos ser sumamente cuidadosos.
Para no culpar al pueblo como tal. Eso sería una falsedad. Y no serviría sino
para fomentar el anti-semitismo.
Cualquier forma de intolerancia religiosa no está de acuerdo con el
Evangelio.
SAN CLEMENTE – I
IV - Papa de la Iglesia Católica
Martirologio Romano: San Clemente I, papa y mártir, tercer sucesor del apóstol san Pedro,
que rigió la Iglesia romana y escribió una espléndida carta a los corintios,
para fortalecer entre ellos los vínculos de la paz y la concordia. Hoy se
celebra el sepelio de su cuerpo en Roma († c. 101).
Breve Biografía
La comunidad cristiana de Corinto, radicada en una de las ciudades
más cosmopolitas, dio -mezclados con muchas alegrías-, algunos motivos de
preocupación; ya en tiempos del apóstol Pablo que adoctrinó a los primeros hubo
problemas con algunos cristianos que perdían su fuerza por la boca y se
mostraron indisciplinados. Años después se repitió la historia de los
carismáticos que no aceptaban someterse a la autoridad de los legítimos
pastores. El papa Clemente tuvo que intervenir en esos episodios poco
agradables, molestos y preocupantes; era preciso corregir la desunión y evitar
el peligro cismático.
Clemente I, obispo de Roma durante diez años, mandó a aquellos fieles
una espléndida carta que llevaron Claudio Efebo, Valerio y Fortunato. Está
escrita en griego, que era entonces el idioma oficial, y transportaba a Corinto
la paternal recomendación de practicar la caridad fraterna. No figura en el
escrito el nombre de su autor, pero el análisis interno induce a pensar casi
con certeza que el autor, al ser obispo y de Roma, debe ser el papa Clemente,
el cuarto papa, tercer sucesor de Pedro, después de Lino y Cleto, por eso se le
atribuye con toda probabilidad. De hecho, así lo entendieron Eusebio de Cesarea
que califica la carta como "universalmente admitida, larga y
admirable", Orígenes y el resto de los escritores eclesiásticos.
Clemente está incluido en el Canon de la Misa y aparece mencionado en
los antiguos calendarios.
Algunas Actas legendarias -con toda probabilidad falsas- lo presentan
emparentado con la familia imperial, como si fuera primo de Domiciano, o
pariente de aquel Flavio Clemente al que mandó matar el emperador por el crimen
de "ateísmo". Otros testimonios aducen su condición de liberto de la
casa Flavia; unos afirman que procedía del paganismo, mientras que otros lo
presentan con ascendencia judía. Hay quien lo quiere identificar con el
homónimo mencionado por al Apóstol Pablo en la carta a los filipenses como
colaborador suyo, y hasta afirma alguno más que fue convertido en Roma por la
predicación de Pedro.
Sea como fuere, a través del escrito se ve la fina figura de un papa
conocedor del Antiguo y Nuevo Testamento y bien experimentado en el espíritu de
oración. Habla de forma arrebatada de la fe, origen de la disposición humilde
de donde nace la aceptación de la autoridad; expone -con la seguridad que dan
las disposiciones divinas y no las componendas humanas- la existencia de la
autoridad jerárquica proveniente de la voluntad fundacional de Cristo, y llama
a la comunidad universal de los creyentes "cuerpo de Cristo" y
"rebaño"; no falta el recurso a la "tradición recibida"
para llegar a la concordia de la fe y recuperar la paz.
Es admirable descubrir con nitidez la conciencia de su autoridad y de
su obligación universal al intervenir en uno de los primeros conflictos, en
virtud de su suprema autoridad. Con tono dignísimo y de gran solicitud paternal,
Roma ordenó y fue obedecida.
La carta se considera tan autorizada por los destinatarios que
sesenta años más tarde aún se leía a los fieles, en la asamblea dominical,
según consta por testimonio de Dionisio de Corinto.
Párrafos de la carta de Clemente dan a entender que se escribió al
finalizar una de las persecuciones, probablemente la de Domiciano, emperador al
que el poder lo cambió inesperadamente de pacífico a cruel.
Clemente ¿murió mártir al final del siglo I?.
En torno a su muerte tampoco falta el relato imaginativo de las actas
tardías (s. IV) configuradas con una frondosa literatura que intenta realzar la
figura del santo. Suponen que el emperador Trajano le desterró al Quersoneso,
en Crimea, condenándole a trabajos forzados en una cantera, por negarse a dar
culto a los ídolos. La leyenda referirá abundancia de hechos prodigiosos como
el haber sido arrojado al agua en el mar Negro con un ancla atada a su cuello;
pero un ángel enviado por Dios hizo en el fondo del mar un magnífico sepulcro
de mármol; cada aniversario de su muerte podían los fieles visitarlo a pie seco
y cuando una madre olvidó en una ocasión allí a su hijo, lo encontró al año
siguiente vivo.
El ancla que está presente en su iconografía más bien nos sugiere la
firmeza de la fe y la seguridad de la unidad de las que fue Clemente eminente
campeón con su enérgica defensa al mantener el principio de la autoridad
primacial de la sede romana. En medio de las persecuciones, es el obispo de
Roma la indiscutible voz suprema del magisterio.
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