7 DE
NOVIEMBRE - MARTES
31ª - SEMANA DEL T.O.-A
Lectura del santo evangelio según san Lucas 14,
15-24
En aquel
tiempo, uno de los comensales dijo a Jesús:
"¡Dichoso el que coma en el banquete del Reino de
Dios!"
Jesús le contestó:
"Un hombre daba un gran banquete y convidó a mucha gente; a
la hora del banquete mandó un criado a avisar a los convidados: "Venid,
que ya está preparado". Pero ellos se excusaron uno tras otro.
El primero le dijo: "He comprado un campo y tengo que ir a
verlo. Dispénsame, por favor".
Otro dijo: "He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a
probarlas. Dispénsame, por favor".
Otro dijo: "Me acabo de casar y, naturalmente, no puedo
ir".
El criado volvió a contárselo al amo.
Entonces el dueño de la casa, indignado, le
dijo al criado:
"Sal corriendo a las plazas y calles de la ciudad y tráete
a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos'.
El criado dijo:
"Señor, se ha hecho
lo que mandaste y todavía queda sitio".
Entonces el amo dijo:
"Sal por los caminos
y senderos, e ínstales hasta que entren y se me llene la casa. Y os digo que
ninguno de aquellos convidados probará mi banquete".
1. Esta
parábola tiene su paralelo en Mt 22, 1-10.
Esta historia tiene, por tanto, su origen en la fuente Q, previa y común
a Mt y Lc (S. Schulz).
La parábola, por eso, tiene una fuente o un
origen común, a partir del cual se tiene que buscar la enseñanza que nos quiere
transmitir. Por tanto, lo que menos
interesa aquí es precisar las diferencias de redacción entre el texto de Lucas
y el de Mateo.
Lo que debe centrar nuestra atención es la
enseñanza central de la parábola en ambas redacciones.
2. Lo
mismo en el evangelio de Mateo que en el de Lucas, la parábola se encuentra en
contextos de confrontación o de enfrentamiento de Jesús con los líderes
religiosos de Israel.
En Mt es evidente, ya que esta parábola es la
tercera
de las tres parábolas de denuncia: los dos hermanos (Mt 21, 28-31), los viñadores
homicidas (Mt 21, 33-46), los invitados al banquete (Mt 22, 1-10).
En Lc, la parábola está a continuación de otra
denuncia, la que hace Jesús "en casa de uno de los jefes de los
fariseos" (Lc 14, 1), por causa del afán de aquellos jefes de situarse los
primeros (Lc 14, 7).
Por lo tanto, es seguro que esta parábola del
banquete es la manifestación fuerte del conflicto de Jesús con la religión, tal
como la vivían y la dirigían los líderes religiosos de Jerusalén. ¿En qué sentido?
3. El
relato del banquete es extravagante. Todos los invitados oficiales rechazan la
invitación. Mientras que al banquete asisten los que ni estaban invitados, ni
nadie los invitaría: los mendigos, los "sin techo", los vagabundos...
La lección es sorprendentemente clara y
asombrosa: el Evangelio nos presenta y ofrece un banquete, o sea, nos presenta
la vida como una gran fiesta de satisfacción, de gozo y alegría. Pero resulta
que a esa fiesta no entran los que están en el centro de todas las fiestas de
este mundo, las fiestas del sistema, los festines del "orden
presente".
Mientras que quienes entran, a juicio de Jesús,
son los excluidos y marginados, los "nadies" a los que no quiere
nadie. Los que carecen de derechos y están en el último lugar.
Por consiguiente: el Reino de Dios le da la vuelta
y pone del revés el "orden" de este mundo. El Evangelio
es
la denuncia total de nuestro total desorden. Por eso, la gran pregunta es esta:
- ¿por dónde anda nuestro pensamiento, nuestras preferencias y nuestras
convicciones?
- ¿Por el camino de Jesús? - ¿Por el camino del sistema que nos está
destrozando a todos?
Estamos tocando el fondo.
SAN
FLORENCIO
La leyenda dice que san Florencio era un irlandés que se estableció
en Alsacia (donde se le venera como mártir), en una ermita situada en un valle
de las colinas del Ringelberg. Solía salir de allí a evangelizar a las gentes
de los alrededores. Como hubiese sanado a la hija del rey Dagoberto, que era
sordomuda, el monarca le ayudó a fundar un monasterio en Haslach. El santo fue
nombrado obispo de Estasburgo hacia el año 678, y muchos monjes irlandeses
fueron entonces a establecerse en su diócesis. Para ellos construyó un
monasterio dedicado a Santo Tomás Apóstol, en las afueras de la ciudad. Dicho
monasterio, que estuvo gobernado mucho tiempo por irlandeses, se convirtió más
tarde en capítulo colegial de canónigos.
Sin embargo, es imposible determinar con exactitud la fecha de muerte
del santo, que es probable que haya ocurrido a fines del siglo VII o inicios
del VIII, pero si se acepta que su sucesor fue Ansoaldo (que asistió al
Concilio de París del 614), debe adelantarse la muerte a fin del VI o inicios del
VII. Como se ve, el arco es muy amplio. Los monasterios de Santo Tomás y de
Niederhaslach afirmaban, cada uno, poseer sus reliquias.
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