24 DE NOVIEMBRE
- VIERNES
33ª- SEMANA DEL T.O.-A
COMPAÑEROS MARTIRES
Lectura del santo evangelio según san Lucas 19, 45-48
En aquel
tiempo, entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores,
diciéndoles:
"Escrito está: Mi casa es casa de oración; pero vosotros la
habéis convertido en una cueva de bandidos'.
Todos los días enseñaba en el templo.
Los sumos sacerdotes, los letrados y los
senadores del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de
que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus
labios.
1. Este
episodio es uno de los que más han
impresionado a los cristianos de todos los tiempos.
Está atestiguado por los cuatro evangelios (Mt
21, 12-13; Mc 11, 16-17; Lc 19, 45-46; Jn 2, 13-16).
El hecho ocurrió cuando Jesús llegó a Jerusalén,
poco antes de su pasión. Juan lo adelanta
al comienzo de la vida pública de Jesús, para que sirviera de ventana a través
de la cual leer el resto del evangelio (J.
Murphy-O'Connor).
Pero no solo eso. Este hecho fue la acusación
definitiva que se adujo contra Jesús en el juicio religioso (Mt 26, 60-61par).
Y fue también el motivo de burla que le echaron en cara a Jesús cuando agonizaba
en la cruz (Mt 27, 40 par).
2.
Estamos, pues, ante el gesto simbólico más determinante de la historia
de Jesús. Porque el templo era el
corazón de la vida religiosa de Israel (X. Léon-
Dufour).
Allí acudían los judíos piadosos de todo el
mundo, como ahora acuden al muro de las lamentaciones, lo único que
queda en pie de aquel templo.
El templo era el lugar del culto y de los
sacrificios rituales. Pero era también un negocio fabuloso, con el que se enriquecían
los sacerdotes y del que vivía casi
toda
la ciudad de Jerusalén. Esto está perfectamente atestiguado (J. Jeremias).Y esto es,
obviamente, lo primero que denunció Jesús: la religión (representa-
da
en el templo) no puede convertirse en un "oficio" para vivir y menos
en un "negocio" para acumular capital.
3. Pero
en el gesto de Jesús hubo algo más radical. En contra de lo que se suele decir,
en los evangelios no hay ni un solo dato claro y seguro de que Jesús fuera al templo
a rezar o participar en su liturgia.
La religiosidad de Jesús no estaba ligada al
templo. Ni Jesús entendió la
religiosidad vinculada a templo alguno (Jn 4, 19-24).
Por eso el primer mártir, Esteban, afirma que
Dios
no habita en los templos que hacemos los hombres (Hech 7, 48). Ni los cristianos tuvieron
templos hasta el s. IV.
Para Jesús, lo sagrado no es un edificio o
determinados espacios. Lo sagrado, para Jesús, son las personas. Porque en cada
ser humano, sobre todo en los que sufren, ahí es donde está Dios (Mt 25,
31-46).
4. La
más decisiva desviación de la Iglesia, en su ya larga historia, ha sido centrarse
más en el templo (y lo sagrado) que en las personas (y lo humano). Así, se ha afirmado
el poder de los sacerdotes. Pero se ha debilitado la fuerza del Evangelio. ¿No
es urgente corregir este problema capital?
SAN ANDRES DUNG LAC Y
COMPAÑEROS MARTIRES
116 compañeros, Santos
Mártires de Vietnam
Memoria Litúrgica, Mártires de Vietnam
Memoria de los santos Andrés Dung Lac, presbítero, y sus
compañeros, mártires. En una común celebración se venera a los ciento
diecisiete mártires de las regiones asiáticas de Tonkin, Annam y Cochinchina,
ocho de ellos obispos, otros muchos presbíteros, amén de ingente número de
fieles de ambos sexos y de toda condición y edad, todos los cuales prefirieron
el destierro, las cárceles, los tormentos y finalmente los extremos suplicios,
antes que pisotear la cruz y desviarse de la fe cristiana.
Breve Reseña
Esta memoria obligatoria de los ciento diecisiete mártires
vietnamitas de los siglos XVIII y XIX, proclamados santos por Juan Pablo II en
la plaza de San Pedro el 19 de junio de 1988, celebra a mártires que ya habían
sido beatificados anteriormente en cuatro ocasiones distintas: sesenta (64) y
cuatro, en 1900, por León XIII; ocho (8), por Pío X, en 1906; veinte (20), en
1909, por el mismo Pío X y veinticinco (25) por Pío XII, en 1951.
No sólo son significativos el número insuperado en la historia de
las canonizaciones, sino también la calificación de los santos (ocho obispos,
cincuenta sacerdotes, cincuenta y nueve laicos), la nacionalidad (noventa y
seis vietnamitas; once españoles; diez franceses, el estado religioso (once
dominicos; diez de la Sociedad de las Misiones Extranjeras de París; otros del
clero local, más un seminarista, el estado laical (muchos padres de familia,
una madre, dieciséis catequistas, seis militares, cuatro médicos, un sastre;
además de campesinos, pescadores y jefes de comunidades cristianas).
Seis de ellos fueron martirizados en el siglo XV, los demás,
entre 1835 y 1862; es decir, en el tiempo del dominio de los tres señores que
gobernaban Tonkín, Annam y Cochinchina, hoy integradas en la nación de Vietnam.
En gran parte (setenta y cinco) fueron decapitados; los restantes
murieron estrangulados, quemados vivos, descuartizados, o fallecieron en
prisión a causa de las torturas, negándose a pisotear la cruz de Cristo o a
admitir la falsedad de su fe.
De estos ciento diecisiete mártires, la fórmula de canonización
ha puesto de relieve seis nombres particulares, en representación de las
distintas categorías eclesiales y de los diferentes orígenes nacionales. El
primero, del que encontramos una carta en el oficio de lectura, es Andrés
Dung-Lac. Nació en el norte de Vietnam en 1795; fue catequista y después
sacerdote. Fue muerto en 1839 y beatificado en 1900. Otros dos provienen del
centro y del sur del Vietnam. El primero, Tomás Tran-VanThien, nacido en 1820 y
arrestado mientras iniciaba su formación sacerdotal, fue asesinado a los
dieciocho años en 1838; el otro es Manuel Le-Van-Phung, catequista y padre de
familia, muerto en 1859 (beatificado en 1909).
Entre los misioneros extranjeros son mencionados dos españoles y
un francés. El dominico español Jerónimo Hermosilla, llegado a Vietnam en 1829,
vicario apostólico del Tonkín oriental, fue muerto en 1861 (beatificado en
1909); el otro dominico, el obispo vasco Valentín de Berriochoa, que llegó a
Tonkín en 1858, a los treinta y cuatro años, fue muerto en 1861 (beatificado en
1906).
El francés Jean-Théophane Vénard, de la Sociedad de las Misiones
Extranjeras de París, llegó a Tonkín en 1854 y fue asesinado a los treinta y
dos años (beatificado en 1906): sus cartas inspiraron a santa Teresa de Lisieux
a rezar por las misiones, de las que fue proclamada patrona junto con san
Francisco Javier.
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