jueves, 23 de noviembre de 2017

Párate un momento: El Evangelio del dia 24 DE NOVIEMBRE - VIERNES 33ª- SEMANA DEL T.O.-A SAN ANDRES DUNG LAC Y COMPAÑEROS MARTIRES





24  DE NOVIEMBRE  - VIERNES
33ª- SEMANA  DEL T.O.-A
COMPAÑEROS MARTIRES

Lectura del santo evangelio según san Lucas 19, 45-48
     En aquel tiempo, entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles:
"Escrito está: Mi casa es casa de oración; pero vosotros la habéis convertido en una cueva de bandidos'.
Todos los días enseñaba en el templo.
     Los sumos sacerdotes, los letrados y los senadores del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios.

1.   Este episodio es uno de los que más han   impresionado a los cristianos de todos los tiempos.
Está atestiguado por los cuatro evangelios (Mt 21, 12-13; Mc 11, 16-17; Lc 19, 45-46; Jn 2, 13-16).
El hecho ocurrió cuando Jesús llegó a Jerusalén, poco antes de su pasión.  Juan lo adelanta al comienzo de la vida pública de Jesús, para que sirviera de ventana a través de la cual leer el resto del evangelio (J.   Murphy-O'Connor).
Pero no solo eso. Este hecho fue la acusación definitiva que se adujo contra Jesús en el juicio religioso (Mt 26, 60-61par). Y fue también el motivo de burla que le echaron en cara a Jesús cuando agonizaba en la cruz (Mt 27, 40 par).

2.    Estamos, pues, ante el gesto simbólico más determinante de la historia de Jesús.  Porque el templo era el corazón de la vida religiosa de Israel (X. Léon-
Dufour). Allí acudían los judíos piadosos de todo el   mundo, como ahora acuden al muro de las lamentaciones, lo único que queda en pie de aquel templo.
El templo era el lugar del culto y de los sacrificios rituales. Pero era también un negocio fabuloso, con el que se enriquecían los sacerdotes y del que vivía casi
toda la ciudad de Jerusalén. Esto está perfectamente   atestiguado (J. Jeremias).Y esto es, obviamente, lo primero que denunció Jesús: la religión (representa-
da en el templo) no puede convertirse en un "oficio" para vivir y menos en un "negocio" para acumular capital.

3.  Pero en el gesto de Jesús hubo algo más radical. En contra de lo que se suele decir, en los evangelios no hay ni un solo dato claro y seguro de que Jesús fuera al templo a rezar o participar en su liturgia.
La religiosidad de Jesús no estaba ligada al templo.  Ni Jesús entendió la religiosidad vinculada a templo alguno (Jn 4, 19-24).
Por eso el primer mártir, Esteban, afirma que
Dios no habita en los templos que hacemos los hombres   (Hech 7, 48). Ni los cristianos tuvieron templos hasta el s. IV.
Para Jesús, lo sagrado no es un edificio o determinados espacios. Lo sagrado, para Jesús, son las personas. Porque en cada ser humano, sobre todo en los que sufren, ahí es donde está Dios (Mt 25, 31-46).

4.  La más decisiva desviación de la Iglesia, en su ya larga historia, ha sido centrarse más en el templo (y lo sagrado) que en las personas (y lo humano). Así, se ha afirmado el poder de los sacerdotes. Pero se ha debilitado la fuerza del Evangelio. ¿No es urgente corregir este problema capital?

SAN ANDRES DUNG LAC Y
COMPAÑEROS MARTIRES

116 compañeros, Santos
Mártires de Vietnam

Memoria Litúrgica, Mártires de Vietnam

Memoria de los santos Andrés Dung Lac, presbítero, y sus compañeros, mártires. En una común celebración se venera a los ciento diecisiete mártires de las regiones asiáticas de Tonkin, Annam y Cochinchina, ocho de ellos obispos, otros muchos presbíteros, amén de ingente número de fieles de ambos sexos y de toda condición y edad, todos los cuales prefirieron el destierro, las cárceles, los tormentos y finalmente los extremos suplicios, antes que pisotear la cruz y desviarse de la fe cristiana.

Breve Reseña
Esta memoria obligatoria de los ciento diecisiete mártires vietnamitas de los siglos XVIII y XIX, proclamados santos por Juan Pablo II en la plaza de San Pedro el 19 de junio de 1988, celebra a mártires que ya habían sido beatificados anteriormente en cuatro ocasiones distintas: sesenta (64) y cuatro, en 1900, por León XIII; ocho (8), por Pío X, en 1906; veinte (20), en 1909, por el mismo Pío X y veinticinco (25) por Pío XII, en 1951.
No sólo son significativos el número insuperado en la historia de las canonizaciones, sino también la calificación de los santos (ocho obispos, cincuenta sacerdotes, cincuenta y nueve laicos), la nacionalidad (noventa y seis vietnamitas; once españoles; diez franceses, el estado religioso (once dominicos; diez de la Sociedad de las Misiones Extranjeras de París; otros del clero local, más un seminarista, el estado laical (muchos padres de familia, una madre, dieciséis catequistas, seis militares, cuatro médicos, un sastre; además de campesinos, pescadores y jefes de comunidades cristianas).
Seis de ellos fueron martirizados en el siglo XV, los demás, entre 1835 y 1862; es decir, en el tiempo del dominio de los tres señores que gobernaban Tonkín, Annam y Cochinchina, hoy integradas en la nación de Vietnam.
En gran parte (setenta y cinco) fueron decapitados; los restantes murieron estrangulados, quemados vivos, descuartizados, o fallecieron en prisión a causa de las torturas, negándose a pisotear la cruz de Cristo o a admitir la falsedad de su fe.
De estos ciento diecisiete mártires, la fórmula de canonización ha puesto de relieve seis nombres particulares, en representación de las distintas categorías eclesiales y de los diferentes orígenes nacionales. El primero, del que encontramos una carta en el oficio de lectura, es Andrés Dung-Lac. Nació en el norte de Vietnam en 1795; fue catequista y después sacerdote. Fue muerto en 1839 y beatificado en 1900. Otros dos provienen del centro y del sur del Vietnam. El primero, Tomás Tran-VanThien, nacido en 1820 y arrestado mientras iniciaba su formación sacerdotal, fue asesinado a los dieciocho años en 1838; el otro es Manuel Le-Van-Phung, catequista y padre de familia, muerto en 1859 (beatificado en 1909).
Entre los misioneros extranjeros son mencionados dos españoles y un francés. El dominico español Jerónimo Hermosilla, llegado a Vietnam en 1829, vicario apostólico del Tonkín oriental, fue muerto en 1861 (beatificado en 1909); el otro dominico, el obispo vasco Valentín de Berriochoa, que llegó a Tonkín en 1858, a los treinta y cuatro años, fue muerto en 1861 (beatificado en 1906).
El francés Jean-Théophane Vénard, de la Sociedad de las Misiones Extranjeras de París, llegó a Tonkín en 1854 y fue asesinado a los treinta y dos años (beatificado en 1906): sus cartas inspiraron a santa Teresa de Lisieux a rezar por las misiones, de las que fue proclamada patrona junto con san Francisco Javier.





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