viernes, 24 de noviembre de 2017

Párate un momento: El Evangelio del dia 25 DE NOVIEMBRE - SÁBADO 33ª- SEMANA DEL T.O.-A Stª CATALINA DE ALENJANDRIA, virgen y mártir





25  DE  NOVIEMBRE - SÁBADO
33ª- SEMANA DEL T.O.-A
virgen y mártir

Lectura del santo evangelio según san Lucas 20, 27-40
       En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección y le preguntaron:
"Maestro, Moisés nos dejó escrito: "Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano".
Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último, murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete han estado casados con ella'.
Jesús les contestó:
"En esta vida los hombres y mujeres se casan; pero los que sean
    juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos, no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en su resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor: "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob".
No es Dios de muertos sino de vivos; porque para Él todos están vivos'.
Intervinieron unos letrados:
"Bien dicho, Maestro".
Y no se atrevían a hacerle más preguntas.

1.   Los que ahora acuden a Jesús son los saduceos, el partido opuesto a los fariseos. Los saduceos pertenecían a la nobleza sacerdotal (sumos sacerdotes) y laica (senadores o ancianos). Todos ellos eran de tendencia fuertemente materialista. Y, en consecuencia, no admitían la resurrección de los muertos.  Por eso acudieron a Jesús para comprometerlo con una pregunta extravagante. 
Como es lógico, ellos pretendían ridiculizar a Jesús y, al mismo tiempo, seguir adelante con sus ideas de   materialismo puro y duro.

2.   El caso que le plantean a Jesús es un esperpento, tomado de la llamada ley del levirato (del latín "levir", que significa cuñado). Esta ley parece que
estaba en vigor en tiempos de Jesús (F. Josefo, J.Jeremias).
La finalidad de semejante ley era meramente    económica: asegurar la estabilidad de la herencia familiar.
Los más altos funcionarios del templo eran expertos en esa clase de casuística. Sus horizontes no llegaban más lejos.

3.   Jesús reafirma la fe en la resurrección. Y les hace caer en la cuenta de que la vida de los resucitados no se puede, ni plantear ni entender, como una especie de prolongación de la vida terrenal.
Al hablar de "ángeles", de los que ya no se puede hablar como si fueran "casados", Jesús no pretende, en    modo alguno, contraponer la presunta castidad angélica a la sexualidad conyugal.
Semejante lectura sugiere un puritanismo que no estaba en la mentalidad de Jesús.  Lo que el Evangelio quiere dejar muy claro es que la resurrección no es una "prolongación" de la vida terrena (por más que la imaginemos mejorada), sino una "transformación" que consiste en otra forma de existencia.
Porque será la vida sin limitación alguna. Será la vida en plenitud.

Stª CATALINA DE ALENJANDRIA,
virgen y mártir
(† 308)

Santa Catalina de Alejandría
Alejandría fue fundada por Alejandro Magno, que no quería pasar sólo a la historia como guerrero, sino también como mecenas de los sabios. Alejandría será conocida en el mundo de las letras por su famosa universidad, por su célebre escuela y por su biblioteca de unos 700.000 volúmenes. Una de las siete maravillas del mundo estaba también aquí, el faro de Alejandría. Hubo otros faros luminosos, como Plotino, Filón, Porfirio, Orígenes, Tertuliano, Atanasio, Cirilo.

Alejandría era una algarabía de pueblos y razas, de sectas y sistemas filosóficos. «Griegos y judíos, dice la condesa de Pardo Bazán, andaban a la greña continuamente. Con el advenimiento de los cristianos se complicó el asunto. La confusión de sectas y teologías se hizo formidable».
La colonia judía era muy importante. Sus Libros Sagrados eran muy apreciados. Fue aquí en Alejandría donde Tolomeo II mandó que setenta intérpretes tradujeran del hebreo al griego el Antiguo Testamento.
La religión cristiana también empezó a tener mucha influencia. Según una antigua tradición, la Iglesia de Alejandría fue fundada por el evangelista San Marcos. Tuvo luego la mejor escuela catequética de su tiempo, el Didascaleo, donde enseñaron grandes maestros: Tertuliano, Orígenes, Lactancio, San Clemente Alejandrino y San Dionisio de Alejandría.
Aquí nació nuestra Santa, faro más luminoso que el faro de Alejandría y que todos los sabios. La leyenda áurea la presenta con grandes elogios. El nombre de Catalina -la pura, la blanca- respondería a una linda princesa, hija del rey siciliano Costo, nacida en Alejandría a fines del siglo III.
Posee Catalina una personalidad radiante y popular por cuádruple motivo: como hermosa, como sabia, como virgen y como mártir. «Catalina, escribe la Pardo Bazán, no fue sólo una filósofa. Su alma es una historia de amor. Grandes artistas, como Van Dyck, Memling, Leonardo y el Veronés, plasmaron en sus lienzos los Desposorios de la virgen alejandrina con Jesucristo».
Catalina tenía pasión por la verdad. A los dieciocho años descuella por sus conocimientos filosóficos. Es docta y elocuente, bella y con muchos pretendientes, apasionada y enamorada de la belleza.
Había recorrido todas las escuelas. Su favorito era Platón. Discute, analiza, rechaza. La cautiva sobre todo la enseñanza del obispo Pedro el Patriarca. Aquella moral tan pura, aquel Maestro tan sublime, el Sermón de la montaña, aquella Virgen Madre, de tan divina grandeza. Así, por la belleza tangible llegó Catalina a la Belleza increada: Dios.
Un providencial encuentro con el ermitaño Trifón allanó las dificultades. Catalina creyó y se bautizó. Y se dice que Cristo aquella misma noche celebró con ella los místicos Desposorios. Ya es filósofa cristiana.
La intrépida virgen Catalina se presenta audazmente ante el sanguinario Maximino Daia para recriminarle su conducta con los cristianos. Maximino se siente deslumbrado por su elocuencia. Concierta una disputa pública. Se enfrenta Catalina a cincuenta renombrados doctores. Con versos de Homero, con citas de Platón, con textos de los profetas, unidos a su gracia y elocuencia, no sólo deshace los argumentos de sus adversarios, sino que les convierte a casi todos, y sellan su fe con el martirio.
A Catalina le aplican la rueda con cuchillos. Pero se rompe en vez de lastimarla. Finalmente le llega la muerte por la espada. La desposada se iba al cielo a celebrar las bodas con su celestial Esposo. El martirologio romano dice que los ángeles trasladaron los virginales restos al Sinaí.



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