3 DE NOVIEMBRE
- VIERNES
30ª -SEMANA DEL T.O.-A
Lectura del santo evangelio según san Lucas 14,
1-6
Un sábado,
entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le
estaban espiando. Jesús se encontró delante de un hombre enfermo de hidropesía
y, dirigiéndose a los letrados y fariseos, preguntó:
"¿Es lícito curar los sábados o no?"
Ellos se quedaron callados.
Jesús, tocando al enfermo, lo curó y lo despidió. Y a ellos les
dijo:
"Si a uno de vosotros se le cae el burro o el buey, ¿no lo
saca enseguida, aunque sea sábado?"
Y se quedaron sin respuesta.
1. Una
vez más, nos encontramos con el mismo problema. El problema de la observancia
del sábado, que, en definitiva, es el problema de la religión.
No por lo que se refiere a la práctica o al abandono
de la religión, sus creencias y sus ceremonias.
Jesús nunca puso esas cosas en
cuestión.
Lo que Jesús cuestiona, y es lo que les plantea
a los fariseos observantes, consiste en saber si lo primero en la vida es la
obediencia a la religión o el respeto a la vida humana. Porque ese era el
problema que se planteaba constantemente en Israel.
2. Si
intentamos profundizar más en este asunto, pronto nos damos cuenta de que
resolver esta cuestión no es solucionar una simple curiosidad. En esto hay en juego algo mucho más
serio. A fin de cuentas, la religión
consiste en esa serie de verdades absolutas, de normas de conducta y de
prácticas sagradas o rituales y ceremonias del culto.
En la mentalidad de los entendidos en cosas de religión,
las verdades que se creen, las normas que se
cumplen y las ceremonias que se practican, todo eso, no es sino un
conjunto de "mediaciones" de las que pensamos que nos ponen en
contacto con Dios y, si se observan, nos hacen buenas personas y nos acercan al
Señor.
Pues bien, esto supuesto, la pregunta que se
plantea constantemente en el Evangelio es si las "mediaciones" decisivas,
entre el hombre y Dios, son las mediaciones "de la religión" o son
las mediaciones "de la vida": la defensa de la vida humana, su
dignidad, su felicidad, etc.
3. La
respuesta de Jesús es clara y tajante: lo primero es la vida humana y todo lo
que la defiende, la protege, la dignifica, la hace feliz. Todo lo demás, incluida
la observancia religiosa, queda en segundo plano.
Y este relato termina diciendo que, ante esta
cuestión, la religión no tiene nada que decir.
SAN MARTIN DE PORRES
San Martín de Porres, también conocido
como fray Escoba, nace en Lima el 9 de diciembre de 1579, hijo de Juan de
Porres, caballero español de la Orden de Calatrava y de Ana Velázquez, negra
libre panameña. Juan de Porres marcha a Guayaquil, Ecuador, comisionado por el
Virrey Don García Hurtado de Mendoza. Allí reclama a sus dos hijos que salen
para Ecuador. Años más tarde, Don Juan Porres es nombrado Gobernador de Panamá
por lo que los niños, Martín y Juana, regresan con su madre a Lima; es el año
1590, Martín tiene once años. A los doce Martín está de aprendiz de peluquero,
y asistente dentista. La fama de su santidad corre de boca en boca por la
ciudad de Lima.
Conoce a Fray Juan de Lorenzana, famoso
dominico como teólogo y hombre de virtudes. Le invita a entrar en el Convento
de Nuestra Señora del Rosario.
La legislación de entonces impedía ser
religioso por el color y por la raza, por lo que Martín de Porres ingresa como
Donado, pero él se entrega a Dios y su vida está presidida por el servicio, la
humildad, la obediencia y un amor sin medida.
San Martín tiene un sueño que Dios le
desbarata: “Pasar desapercibido y ser el último”. Su anhelo es seguir a Jesús
de Nazaret. Se le confía la limpieza de la casa; su escoba será, con la cruz,
la gran compañera de su vida.
Sirve y atiende a todos, pero no es de todos
comprendido. Un día cortaba el pelo y hacía el cerquillo a un estudiante: éste
molesto ante la mejor sonrisa de Fray Martín, no duda en insultarle: ¡Perro
mulato! ¡Hipócrita! La respuesta fue una generosa sonrisa.
San Martín lleva dos años en el convento,
hace ya seis que no ve a su padre, éste le visita y… después de dialogar con el
P. Provincial, éste y el Consejo Conventual deciden que Fray Martín sea hermano
cooperador.
San Martín de Porres es el primer santo mulato
de América y el patrono de la Justicia Social
El 2 de junio de 1603 San Martín de Porres se
consagra a Dios por su profesión religiosa. El P. Fernando Aragonés
testificará: “Se ejercitaba en la caridad día y noche, curando enfermos, dando
limosna a españoles, indios y negros, a todos quería, amaba y curaba con
singular amor”. La portería del convento es un reguero de soldados humildes,
indios, mulatos, y negros; él solía repetir: “No hay gusto mayor que dar a los
pobres”.
San Martín de Porres es un amor desbordante y
universal. Su hermana Juana disfruta de buena posición social, por lo que, en
una finca de ésta, da cobijo a enfermos y pobres. Y en su patio acoge a perros,
gatos y ratones.
Los religiosos de la Ciudad Virreinal van de
sorpresa en sorpresa. El Superior le prohíbe realizar nada extraordinario sin
su consentimiento. Un día, cuando regresaba al Convento, un albañil le grita al
caer del andamio; el Santo le hace señas y corre a pedir permiso al superior,
éste y el interesado quedan cautivados por su docilidad. Su vida termina en
loor de multitudes el 3 de noviembre de 1639.
Semblanza Espiritual de San Martín de Porres
Juan XXIII sentía verdadera devoción por San
Martín de Porres, una pequeña imagen de marfil preside la mesa de su despacho y
él mismo lo canoniza el 6 de mayo de 1962.
San Martín de Porres ve confirmado en su
persona el Evangelio: “El que se humilla será ensalzado”. Este hombre que
sintonizaba con la oscuridad de su piel y que disfrutaba en Dios al verse
humillado y postergado, pasados los siglos será un Santo que centre en su
persona los dos continentes: Europa y América, San Martín es querido por todos,
invocado por ricos y pobres, enfermos y menesterosos, por hombres de ciencia y
por ignorantes. Su imagen o su estampa va en los viajes, está en las casas y en
los hospitales, en los libros de rezo y en los de estudio. Todo porque fue
humilde, obediente, y, como dijera Juan XXIII, “Es Martín de la Caridad”. A
nadie extraña que sea Patrono de los Hermanos Cooperadores Dominicos, del
Gremio de los Peluqueros, de la Limpieza Pública, Farmacéuticos y Enfermeros.
Una Congregación sudafricana le tiene por abogado: Son las Hermanas Dominicas
de San Martín de Porres y muchos más. Todos ellos se gozan de que “Fray Escoba”
sea su patrono y su ejemplo.
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