viernes, 3 de noviembre de 2017

Párate un momento: El Evangelio del dia 4 DE NOVIEMBRE - SÁBADO 30ª - SEMANA DEL T.O.-A SAN CARLOS BORROMEO





4 DE NOVIEMBRE - SÁBADO
30ª - SEMANA DEL T.O.-A

Lectura del santo evangelio según san Lucas 14, 1.7-11
En aquel tiempo, entró Jesús un sábado en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso este ejemplo: 
"Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro, y te dirá:
"Cédele el puesto a este".
Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.
Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga:
"Amigo, sube más arriba'.
Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales.  
Porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido".

1.  Ya se ha dicho que, en las sociedades mediterráneas del s. I, el valor supremo (y lo que más apreciaba la gente) era el honor, bastante más que el dinero.
En nuestro tiempo -especialmente ahora cuando más aprieta la crisis económica- se suele decir que la felicidad de las personas depende sobre todo del
dinero que tienen o ganan. Sin embargo, esto es solo una verdad a medias.
Porque los ingresos representan mucho más que un medio para comprar cosas. También utilizamos nuestros ingresos, mediante su comparación con los de los demás, como una medida de cómo somos valorados. De ahí que la única situación en la que estamos dispuestos a aceptar un recorte de nuestro sueldo es cuando a los demás les pasa lo mismo (R.  Layard).

2.  Así somos los mortales. Lo que más apetecemos es estar los primeros, ocupar los puestos de honor y privilegio, poder situarnos por encima de los demás.
Y cada cual va por la vida colocando esa apetencia donde puede. 
Unos la ponen en el apellido que llevan, otros en el cargo que ocupan, otros en el dinero que ganan, otros en la ejemplaridad de su conducta, etc. Pero, cuando en todo este asunto entra en juego la religión, entonces el problema está en que las "apetencias de honor" se disfrazan de "apetencias de amor a la Iglesia" o de "apetencias de eficacia apostólica". Y así se produce la ridícula contradicción del "club de los selectos" erigido en el "grupo de los elegidos", para ser los más evangélicos, los que dan más gloria a Dios y otras fórmulas por el estilo.

3.  Jesús comprendió el enorme peligro que todo esto entraña. Y por eso se opuso a esta tendencia (o manía) como lo más peligroso que nos acecha.
La solución de Jesús es radical: aunque fueras el primero, ponte siempre el último. O sea, no quieras estar nunca por encima de alguien. Solo así podrás entender a Jesús.

SAN  CARLOS  BORROMEO


San Carlos Borromeo, un santo que tomó muy en serio las palabras de Jesús; "Quien ahorra su vida, la pierde, pero el que gasta su vida por Mí, la ganará".
Era de familia muy rica. Su hermano mayor, a quien correspondía la mayor parte de la herencia, murió repentinamente al caer de un caballo. El consideró la muerte de su hermano como un aviso enviado por el cielo, para estar preparado porque el día menos pensado llega Dios por medio de la muerte a pedirnos cuentas. Renunció a sus riquezas y fue ordenado sacerdote y más tarde arzobispo de Milán. Aunque no faltan las acusaciones de que su elección fue por nepotismo (era sobrino del Papa), sus enormes frutos de santidad demuestran que fue una elección del Espíritu Santo.
Como obispo, su diócesis que reunía a los pueblos de Lombardía, Venecia, Suiza, Piamonte y Liguria. Los atendía a todos. Su escudo llevaba una sola palabra: "Humilitas", humildad.  El, siendo noble y riquísimo, vivía cerca del pueblo, privándose de lujos. Fue llamado con razón "padre de los pobres"
       San Carlos Borromeo Decía que un obispo demasiado cuidadoso de su salud no consigue llegar a ser santo y que a todo sacerdote y a todo apóstol deben sobrarle trabajos para hacer, en vez de tener tiempo de sobra para perder.
Para con los necesitados era supremamente comprensivo. Para con sus colaboradores era muy amigable y atento, pero exigente. Y para consigo mismo era exigentísimo y severo.
Fue el primer secretario de Estado del Vaticano (en el sentido moderno).
Fue blanco de un vil atentado, mientras rezaba en su capilla, pero salió ileso, perdonando generosamente al agresor.
Fundó seminarios para formar sacerdotes bien preparados, y redactó para esos institutos unos reglamentos tan sabios, que muchos obispos los copiaron para organizar según ellos sus propios seminarios.
Fue amigo de San Pío V, San Francisco de Borja, San Felipe Neri, San Félix de Cantalicio y San Andrés Avelino y de varios santos más.
Murió joven y pobre, habiendo enriquecido enormemente a muchos con la gracia. ……murió diciendo: "Ya voy, Señor, ya voy". En Milán casi nadie durmió esa noche, ante la tremenda noticia de que su queridísimo Cardenal arzobispo, estaba agonizando.



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