domingo, 17 de diciembre de 2017

Párate un momento: El Evangelio del dia 19 DE DICIEMBRE - MARTES – 3ª -SEMANA DE ADVIENTO - B San Anastasio





19  DE  DICIEMBRE - MARTES –
3ª -SEMANA DE ADVIENTO - B

Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 5-25
    En tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, del turno de Abías, casado con una descendiente de Aarón llamada Isabel.
    Los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de edad avanzada. 
Una vez que oficiaba delante de Dios con el grupo de su turno, según el ritual de los sacerdotes, le tocó a él entrar en el santuario del Señor a ofrecer el incienso: la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la ofrenda del incienso. Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor.
Pero el ángel le dijo:
"No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría y muchos se alegrarán de su nacimiento, pues será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor; se llenará de Espíritu Santo ya en el vientre materno, y convertirá muchos israelitas al Señor, su Dios.
Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, para convertir los corazones de los padres hacia los hijos, y a los desobedientes a la sensatez de los justos, preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto".
Zacarías replicó al ángel:
    "¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo soy viejo y mi mujer es de edad avanzada'. 
El ángel le contestó:
"Yo soy Gabriel, que sirvo en presencia de Dios; he sido enviado a hablarte para darte esta buena noticia. Pero mira: guardarás silencio, sin poder hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento".
    El pueblo estaba aguardando a Zacarías sorprendido de que tardase tanto en el santuario. Al salir no podía hablarles, y ellos comprendieron que había tenido una visión en el santuario.
Él les hablaba por señas, porque seguía mudo.
      Al cumplirse los días de su servicio en el templo volvió a casa.
Días después concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin salir cinco meses, diciendo:
"Así me ha tratado el Señor cuando se ha dignado quitar mi afrenta ante los hombres'.

1.  Ya hemos dicho que la "originalidad" del cristianismo está en que no se limita a ofrecer una "representación" humana de Dios.  Una más, entre las muchas que ya había en el siglo primero, en la cultura del Imperio. El Dios del cristianismo se nos dio a conocer en Jesús. Es decir, los cristianos, que creemos en Jesús, por eso mismo creemos en Dios: en Jesús vemos, oímos y tocamos a Dios. Por tanto, en Jesús aprendemos quién es Dios y cómo es Dios.

2.  Pero lo más importante y original del cristianismo no se reduce a esto. Hay otra cuestión, que mucha gente no suele pensar, pero que es una cuestión capital.
Se trata de que el cristianismo nos enseña no solo la presencia de Dios en lo humano, sino además cómo tenemos que relacionarnos con ese Dios.
La cuestión capital está en esto: si a Dios lo encontramos en "lo humano", el medio fundamental    para encontrar a Dios tiene que ser también "lo humano", no "lo religioso".
A Dios lo encontramos haciéndonos cada día "más humanos". Y, por eso, desterrando de nosotros "lo in-humano".

3. ¿Qué tiene que ver todo esto con el relato del sacerdote Zacarías en el Templo?   Zacarías fue el padre de Juan Bautista. Y Juan Bautista fue el "pre-cursor" de Jesús. Fue el "presentador" de la desconcertante novedad que representa el Evangelio de Jesús. Por eso, esta desconcertante novedad se nos presentó de una forma tan   desconcertante.
El desconcierto que representa el hecho de que:
1) El sacerdote no cree.
2) El sacerdote se queda mudo.
3) El sacerdote no tiene nada que decir.

4.  El Templo, lo sagrado, lo ritual..., todo eso no produce nada más que extrañeza.  Todo eso ya no lleva a Dios, ni habla de Dios, ni desde ahí se nos dice lo que Dios quiere.
Se acabó la separación de "lo sagrado" y "lo profano", porque Dios ya está en la vida, en lo cotidiano de la vida, en la honradez de la vida.
"Lo sagrado" nos ayuda en la medida, y solo en la medida, en que nos lleva a Dios y nos hace buenas personas. Aunque nos cueste entenderlo, como le ocurrió al sacerdote Zacarías.

San Anastasio

XXXIX Papa

Martirologio Romano: En Roma, en el cementerio Ponciano, en la vía Portuense, sepultura de san Anastasio I, papa, varón de gran pobreza y de apostólica solicitud, que se opuso firmemente a las doctrinas heréticas († 401)

Breve Biografía
Fue de nación romano; su padre se llamó Máximo. Fue elegido Sumo Pontífice imperando Graciano, y sucedió en la silla apostólica a San Siricio en diciembre del 398. Tuvo el sumo pontificado tres años, diez meses y veinticinco días.
Constituyó que los sacerdotes no estuviesen sentados, sino en pie e inclinados, cuando se leyese o cantase el Evangelio en la Iglesia, y que ningún peregrino, mayormente si era transmarino, fuese admitido en la clerecía si no traía fe de quién era, sellada y firmada de cinco obispos. Esto mandó por los Maniqueos, que entonces eran muy estimados en África, y para corromper a los católicos enviaban muchos de los suyos a diversas partes donde pudiesen sembrar sus herejías. Constituyó también que los débiles o mancos, o cualesquiera otros que careciesen de algún miembro, no fuesen clérigos.
Consagró la Iglesia llamada Crescentina en la región segunda, en la via Mamertina. Celebró dos veces órdenes por el mes de diciembre, y ordenó en ellas a 8 presbíteros, 5 diáconos y 10 obispos; y habiendo servido al Señor fielmente (porque no fue digno el mundo de gozarlo mucho tiempo, como dice San Jerónimo, su contemporáneo, pues fue hecho Pontífice por su gran santidad y pobreza apostólica a los 70 años y más de su edad, y también porque en su tiempo no viese rendida a la siempre triunfante Roma, señora del mundo), pasó de esta presente vida a tomar posesión eterna a los 27 de abril del año 401, imperando Graciano, según algunos Arcadio y Honorio.
San Anastasio combatió la herejía donatista en el África septentrional y condenó los errores de Orígenes.
Su santo cuerpo fue sepultado en el Cementerio de San Pedro junto al Oso Pleato y estuvo por su muerte vacante la silla aspostólica 21 días.


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