lunes, 25 de diciembre de 2017

Párate un momento: El Evangelio del dia 26 DE DICIEMBRE - MARTES SAN ESTEBAN, PROTOMÁRTIR




26  DE DICIEMBRE -  MARTES 
SAN  ESTEBAN, PROTOMÁRTIR

Lectura del santo evangelio según san Mateo 10, 17-22
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
"No os fieis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles.
Cuando os arresten no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.
Los hermanos entregarán a sus hermanos para   que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra los padres y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará'.

1.   Cuando uno se convence en serio de que Dios es como el "Niño acostado en el pesebre", es seguro que entonces uno se verá metido en situaciones inesperadas, impensables, quizá desesperadas.   Porque un Dios así no interesa y pone nerviosos a gobernadores y reyes, a los jefes de las sinagogas y a los dirigentes de la religión. Es más, los altos cargos de la religión, y los fanáticos de la misma, los de entonces y los de ahora, llegan a sentir un peligro y una amenaza en el "nuevo Dios", el Dios de la humildad y el despojo. 
¿Por qué en este momento hay tantos hombres   de Iglesia que no soportan al papa Francisco?  
¿Por qué ven en la humilde sencillez de este Papa un peligro?
Esta historia empezó con Esteban, asesinado por los sacerdotes y por el fariseo Saulo, que estaba allí (Hch 7, 1 - 8, 1).

2.   Las divisiones y enfrentamientos en la primera comunidad de los cristianos empezaron pronto.  Los helenistas, de los que habla el libro de los Hechos de los Apóstoles (Hch 6-7) fueron un grupo disidente, que no estaba de acuerdo ni con el Templo, ni con la Ley que defendían y observaban
las autoridades religiosas oficiales de Jerusalén. La tensión llegó a ser tan fuerte que Esteban se atrevió a decirles que eran rebeldes, infieles de corazón y reacios de oído (Hch 7, 51).
El problema, que había (y hay) detrás de estas   posturas es más fuerte de lo que imaginamos. Porque lo que se pone en cuestión es cómo ve y vive cada cual a Dios.   
El Dios de los sacerdotes es el Dios del Templo y de la Ley (J. D. G. Dunn). 
El Dios de Esteban (y del papa Francisco) es el Dios que se nos revela, no en el Templo, sino en el establo; no en el poder, sino en la debilidad; no en la riqueza del Templo, sino en la pobreza de los últimos (pobres, pastores...): no en la solemne grandeza de los salones de los palacios del Vaticano, sino en la cocina y en el modesto comedor    de los trabajadores, como hace el papa Bergoglio    tantas mañanas.

3.   Pero lo peor de todo es cuando el poder se disfraza de religión que rompe los lazos de la carne, y divide y enfrenta a los hermanos, a los padres y a los hijos, hasta crear odio entre ellos.
Es la religión que genera intolerancia hasta el extremo de despreciar al que no piensa y vive "como Dios manda", aunque eso le cueste a tu hermano sentirse solo y despreciado.  
Es la religión que destroza a todo el que no se somete al modelo oficial.  - ¿Por qué no somos más
libres para ser fieles al Evangelio?

SAN  ESTEBAN, PROTOMÁRTIR

Esteban era de origen judío. Su nombre significa: "coronado" (Esteb: corona) Dio honra a su nombre coronando su vida con el martirio.
Se le llama "protomartir" porque tuvo el honor de ser el primer mártir que derramó su sangre por proclamar su fe en Jesucristo. Se desconoce por completo su conversión al cristianismo. La S. Biblia se refiere a él por primera vez en los Hechos de los Apóstoles. Narra que en Jerusalén hubo una protesta de las viudas helenistas (de origen griego).  Las viudas decían que, en la distribución de la ayuda diaria, se les daba más preferencia a los que eran de Israel, que a los pobres del extranjero. Cuando esa comunidad creció, los apóstoles, para no dejar su labor de predicar, confiaron el servicio de los pobres a siete ministros de la caridad llamados diáconos (que significa "ayudante", "servidor", grado inmediatamente inferior al sacerdote). Estos fueron elegidos por voto popular, por ser hombres de buena conducta, llenos del Espíritu Santo y de reconocida prudencia. Los elegidos fueron Esteban, Nicanor y otros. Esteban además de ser administrador de los bienes comunes, no renunciaba a anunciar la buena noticia. La palabra del Señor se difundió y el número de discípulos se multiplicó extraordinariamente en Jerusalén; también un gran número de sacerdotes se sometieron a la fe.
Esteban hablaba de Jesucristo con un espíritu tan sabio que ganaba los corazones y los enemigos de la fe no podían hacerle frente. Al ver los ancianos la influencia que ejercía sobre el pueblo, lo llevaron ante el Tribunal Supremo de la nación llamado Sanedrín y, recurriendo a testigos falsos que lo acusaron de blasfemia contra Moisés y contra Dios.  Estos afirmaron que Jesús iba a destruir el templo y a acabar con las leyes, puesto que Jesús de Nazaret las había sustituido por otras. Todos los del tribunal, al observarlo, vieron que su rostro brillaba como el de un ángel. Por esa razón, lo dejaron hablar, y Esteban pronunció un poderoso discurso recordando la historia de Israel.
(Hechos 7, 2-53)
Demostró que Abraham, el padre y fundador de su nación, había dado testimonio y recibido los mayores favores de Dios en tierra extranjera; que a Moisés se le mandó hacer un tabernáculo, pero se le vaticinó también una nueva ley y el advenimiento de un Mesías; que Salomón construyó el templo, pero nunca imaginó que Dios quedase encerrado en casas hechas por manos de hombres. Afirmó que tanto el Templo como las leyes de Moisés eran temporales y transitorias y debían ceder el lugar a otras instituciones mejores, establecidas por Dios mismo al enviar al mundo al Mesías.
Demostró no haber blasfemado contra Dios, ni contra Moisés, ni contra la ley o el templo; que Dios se revela también fuera del Templo. Confrontó a sus acusadores con estas palabras: (Hch 7, 51-54)
¡Duros de cerviz, incircuncisos de corazón y de oídos! ¡Vosotros siempre resistís al Espíritu Santo! ¡Como vuestros padres, así vosotros! ¿A qué profeta no persiguieron vuestros padres? Ellos mataron a los que anunciaban de antemano la venida del Justo, de aquel a quien vosotros ahora habéis traicionado y asesinado; vosotros que recibisteis la Ley por mediación de ángeles y no la habéis guardado.
La reacción de Esteban y sus enemigos pone en relieve que se trata de una batalla espiritual, cada bando con sus características propias: Dios y el demonio (54-60)
Al oír esto, sus corazones se consumían de rabia y rechinaban sus dientes contra él.  Pero él (Esteban), lleno del Espíritu Santo, miró fijamente al cielo y vio la gloria de Dios y a Jesús que estaba en pie a la diestra de Dios; y dijo: «Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del hombre que está en pie a la diestra de Dios.» Entonces, gritando fuertemente, se taparon sus oídos y se precipitaron todos a una sobre él; le echaron fuera de la ciudad y empezaron a apedrearle. Los testigos pusieron sus vestidos a los pies de un joven llamado Saulo. Mientras le apedreaban, Esteban hacía esta invocación: «Señor Jesús, recibe mi espíritu.» Después dobló las rodillas y dijo con fuerte voz: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado.» Y diciendo esto, se durmió.
La violencia contra Esteban se propagó contra toda la Iglesia (Hch 8,1-3)
Saulo aprobaba su muerte. Aquel día se desató una gran persecución contra la Iglesia de Jerusalén. Todos, a excepción de los apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaria. Unos hombres piadosos sepultaron a Esteban e hicieron gran duelo por él. Entretanto Saulo hacía estragos en la Iglesia; entraba por las casas, se llevaba por la fuerza hombres y mujeres, y los metía en la cárcel.  
Las circunstancias del martirio indican que la lapidación de San Esteban no fue un acto de violencia de la multitud sino una ejecución judicial.  De entre los que estaban presentes consintiendo su muerte, uno, llamado Saulo, el futuro Apóstol de los Gentiles, supo aprovechar la semilla de sangre que sembró aquel primer mártir de Cristo.
Los restos de Esteban fueron encontrados por el sacerdote Luciano en Gamala de Palestina, en diciembre del año 415. El hallazgo suscitó gran conmoción en el mundo cristiano. Las reliquias se distribuyeron por todo el mundo, lo cual contribuyó a propagar el culto de San Esteban, obrando Dios numerosos milagros por la intercesión del protomartir.
San Evodio, obispo de Uzalum, en Africa y San Agustín, dejaron descripción de muchos de los milagros. San Agustín dijo en un sermón: "Bien está que deseemos obtener por su intercesión los bienes temporales, de suerte que, imitando al mártir, consigamos finalmente los bienes eternos". Ciertamente, la misión principal del Mesías no es remediar los males temporales, pero a pesar de ello, durante su vida mortal, Jesús sanó a los enfermos, libró a los posesos y socorrió a los miserables a fin de darnos pruebas sensibles de su amor y de su poder divino.  Las sanaciones físicas son además una señal de la obra de sanación espiritual que Jesús hace.  Sabemos que, aunque no otorga una sanación física, siempre sana los corazones que a Él se abren.

La fiesta de San Esteban siempre fue celebrada inmediatamente después de la Navidad para que, siendo el protomartir, fuese lo más cercano a la manifestación del Hijo de Dios. 

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