4 DE DICIEMBRE - LUNES
1ª- SEMANA DE ADVIENTO - B
Lectura del santo evangelio según san Mateo 8,
5-11
En aquel
tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaúm, un centurión se le acercó diciéndole:
"Señor, tengo en casa un muchacho que está en cama
paralítico y sufre mucho'.
Jesús le contestó:
"Voy yo a curarlo".
Pero el centurión le replicó:
"Señor,
¿quién soy yo para que entres bajo mi techo? Basta que lo digas de palabra y mi
muchacho quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados
a mis órdenes y le digo a uno 've' y va; al otro 'ven' y viene; a mi muchacho, 'haz
esto', y lo hace".
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían:
"Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta
fe. Os digo que vendrán muchos de Oriente y Occidente y se sentarán con
Abrahán, Isaac y Jacob en el Reino de los Cielos".
1.
Estamos ante uno de los relatos más elocuentes de los evangelios, para
comprender el significado de la fe, a juicio de Jesús. Viene a él un centurión
romano. Era, pues, un cargo militar
importante (responsable de cien legionarios de las fuerzas de ocupación que
había en Palestina, dominada por Roma en aquel tiempo) que, como todos los
militares de entonces, tenía que hacer un juramento de fidelidad al Emperador
al que, en aquellos años, se veneraba como un "dios".
Tal como nosotros entendemos la fe y la
religión, aquel militar tenía una fe equivocada. No creía en Dios. Creía en el
emperador de Roma. Era un pagano, un
hereje. Diríamos que tenía una fe falsa. Pues bien, lo desconcertante es el
juicio que Jesús hace de la fe de este militar. - ¿Por qué? - ¿En qué sentido
se puede decir tal cosa?
2. Aquel
militar de alta graduación, o sea un hombre que tenía un cargo importante,
tenía además "un siervo" que estaba enfermo, que sufría mucho y
(según parece) estaba en peligro de muerte. Sin duda alguna, aquel centurión
era un hombre bueno. Profundamente bueno. Porque no podía soportar ver a un
siervo de su mansión sufriendo tanto y amenazado de muerte. Y eso era para él
lo más importante en la vida. Es decir, lo más importante no era la religión de
la fidelidad al emperador, sino la fuerza de la bondad ante el sufrimiento de
un siervo. Y esto es lo que llevó a aquel hombre importante a buscar a Jesús, a
suplicarle a Jesús, a fiarse de Jesús y poner en Jesús su esperanza. En esto
está la clave de la explicación de este relato genial.
3.
Porque esta actitud de bondad del centurión produjo en Jesús una
profunda admiración. Jesús se quedó
admirado. Nunca había visto tanta humanidad
y
tanta bondad en las personas más religiosas de su propio pueblo. Y es que, a
juicio de Jesús, lo decisivo no es la religión a la que uno pertenece, sino la
sensibilidad ante el sufrimiento, el empeño por remediarlo, y la confianza en
Jesús que puede darle solución. Jesús nunca antepuso las ideas a las personas.
Ni siquiera las ideas religiosas fueron lo primero para él.
Lo primero, para Jesús, fue siempre el comportamiento ético, la bondad de las
personas, la sensibilidad que los humanos tenemos ante el dolor ajeno.
Esto era la fe, para Jesús: Nunca he encontrado
en nadie tanta fe. Esto es lo decisivo para el Evangelio. Y en esto estuvo la
"revolución religiosa" que puso en marcha Jesús.
SANTA BARBARA
Martirologio Romano: Conmemoración de santa Bárbara, de la cual se dice que fue virgen y
mártir en Nocomedia (s. III/IV).
Etimología: Bárbara =
"Aquella que no es griega", es de origen griego.
Según la leyenda habría nacido en Nicomedia, cerca del mar de
Mármara, hija de un sátrapa de nombre Dióscuro, que la encierra en una torre;
según una leyenda, esto es para evitar que los hombres admiraran su belleza y
la sedujeran, según otra para evitar el proselitismo cristiano.
En ausencia de su padre, Bárbara es convertida al catolicismo, y
manda construir tres ventanas en su torre simbolizando la Trinidad; su padre se
entera del significado de estas ventanas, se enfada y quiere matarla, por lo
que ella huye y se refugia en una peña milagrosamente abierta para ella.
Atrapada pese al milagro, se enfrenta a su destino.
Su martirio fue el mismo que el de San Vicente Mártir: habría sido
atada a un potro, flagelada, desgarrada con rastrillos de hierro, colocada en
un lecho de trozos de cerámica cortantes, quemada con hierros al fuego... Cada
versión distinta cambia, añade o quita torturas. Finalmente, el mismo Dióscuro
la habría decapitado en la cima de una montaña, por lo que un rayo le alcanza a
él, muriendo.
También existe la versión de que su padre la habría enviado al juez,
quien la mandó decapitar, versión que no incluye el rayo; por ello la primera
versión es más explicativa de los patronatos que ejerce.
Es la patrona de las profesiones que manejan explosivos (debido a la
leyenda del rayo) y muy especialmente de los mineros. En las Cuencas Mineras
Asturianas le dedican un himno llamado Santa Bárbara Bendita. Así mismo, es
también patrona de los militares que pertenecen al Arma de Artillería de la
mayoría de los ejércitos del mundo, ¡incluidos los de algunos países
musulmanes! Se celebra la onomástica el 4 de diciembre.
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