16 de Noviembre –
VIERNES –
32ª – Semana del T.O. –
B –
Lectura de la segunda carta del apóstol san Juan (4-9):
Señora
elegida:
Me alegré mucho al enterarme de que tus hijos caminan en la
verdad, según el mandamiento que el Padre nos dio. Ahora tengo algo que
pedirte, señora. No pienses que escribo para mandar algo nuevo, sino sólo para
recordaros el mandamiento que tenemos desde el principio, amarnos unos a otros.
Y amar significa seguir los mandamientos de Dios. Como oísteis desde el
principio, éste es el mandamiento que debe regir vuestra conducta.
Es que han salido en el mundo muchos embusteros, que no
reconocen que Jesucristo vino en la carne. El que diga eso es el embustero y el
anticristo. Estad en guardia, para que recibáis el pleno salario y no perdáis
vuestro trabajo. Todo el que se propasa y no permanece en la doctrina de Cristo
no posee a Dios; quien permanece en la doctrina posee al Padre y al Hijo.
Palabra de Dios
Salmo:118,1.2.10.11.17.18
R/. Dichoso el que camina en la voluntad del Señor
Dichoso el
que, con vida intachable,
camina en
la voluntad del Señor. R/.
Dichoso el
que, guardando sus preceptos,
lo busca
de todo corazón. R/.
Te busco
de todo corazón,
no
consientas que me desvíe de tus mandamientos. R/.
En mi
corazón escondo tus consignas,
así no
pecaré contra ti. R/.
Haz bien a
tu siervo: viviré
y
cumpliré tus palabras. R/.
Ábreme los
ojos, y contemplaré
las
maravillas de tu voluntad. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,26-37):
En aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días
del Hijo del hombre: comían, bebían y se casaban, hasta el día que Noé entró en
el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos. Lo mismo sucedió en
tiempos de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero
el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con
todos. Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del hombre. Aquel día, si
uno está en la azotea y tiene sus cosas en casa, que no baje por ellas; si uno
está en el campo, que no vuelva. Acordaos de la mujer de Lot. El que pretenda
guardarse su vida la perderá; y el que la pierda la recobrará.
Os digo esto: aquella noche estarán dos en una cama: a uno se lo
llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la
llevarán y a la otra la dejarán.»
Ellos le preguntaron:
«¿Dónde, Señor?»
Él contestó:
«Donde se reúnen los buitres, allí está el cuerpo.»
Palabra del Señor
1. Se ha
dicho con razón que no podemos afirmar con seguridad que Jesús pronunció estas
palabras, camino de Jerusalén. De forma que esta instrucción
sobre
"los días del Hijo del Hombre", con su sombría tonalidad escatológica
(lo que se refiere al fin de los tiempos), es una añadidura del propio Lucas
ante
el
evidente retraso de la venida del Señor, venida que la comunidad cristiana
esperaba, pero que no llegaba (J. A. Fitzmyer).
2. Con
frecuencia las religiones orientan sus discursos en la dirección de amenazas
tremendistas que no pueden tener otra finalidad que atemorizar a los
fieles.
El contenido de este discurso, que Lucas puso en labios de Jesús, tiene
claramente esta orientación. A eso sin duda se refieren los recuerdos
tenebrosos de Noé y el diluvio, de Lot y el fuego que arrasó Sodoma, el
recuerdo de la mujer de Lot convertida en estatua de sal, etc. Por desgracia y
desde muy pronto, el cristianismo tomó el camino de la sombría temática de
"el pecado y el miedo", que tan profundamente ha marcado la cultura
de Occidente (J. Delumeau).
3. El
Padre del Cielo, que se nos reveló en Jesús, no coincide con este Dios del
terror. Todo este pasaje nos viene a decir, en definitiva, que, a juicio del redactor
de este evangelio (Lucas), "no habrá gloria sin crucifixión, no habrá futuro
sin pasado, ni gloria sin humildad" (F. Bovon).
Santa Margarita de Escocia
Santa Margarita, nacida en
Hungría y casada con Malcolm III, rey de Escocia, que dio a luz ocho hijos, fue
sumamente solícita por el bien del reino y de la Iglesia, y a la oración y a los
ayunos añadía la generosidad para con los pobres, dando así un óptimo ejemplo
como esposa, madre y reina.
Vida de Santa Margarita de Escocia
De estirpe regia y de santos. Por parte de padre emparenta con la
realeza inglesa y por parte de madre con la de Hungría. Los santos son, por
parte de padre, san Eduardo Confesor que era su bisabuelo y, por parte de
madre, san Esteban, rey de Hungría.
Nació del matrimonio habido entre Eduardo y Agata, en Hungría, con
fecha difícil de determinar. Su padre nunca llegó a reinar, porque al ser
llamado por la nobleza inglesa para ello, resulta que el normando Guillermo el
Conquistador invade sus tierras, se corona rey e impone el juramento de
fidelidad; al poco tiempo murió Eduardo de muerte natural.
Pero esta situación fue la que hizo que Margarita llegara a ser reina
de Escocia por casarse con el rey. Su madre había previsto y dispuesto que la
familia regresara al continente al quedarse viuda tras la muerte de su esposo
y, bien sea por necesidad de puerto a causa de tempestades, bien por la
confianza en la buena acogida de la casa real escocesa, el caso es que
atracaron en Escocia y allí se enamoró el rey Malcon III de Margarita y se casó
con ella.
Es una mujer ejemplar en la corte y con la gente paño de lágrimas. Se
la conoce delicada en el cumplimiento de sus obligaciones de esposa; esmerada
en la educación de los hijos, les dedica todo el tiempo que cada uno necesita;
sabe estar en el sitio que como a reina le corresponde en el trato con la
nobleza y asume responsabilidades cristianas que le llenan el día. Señalan sus
hagiógrafos las continuas preocupaciones por los más necesitados: visita y
consuela enfermos llegando a limpiar sus heridas y a besar sus llagas; ayuda
habitualmente a familias pobres y numerosas; socorre a los indigentes con
bienes propios y de palacio hasta vender sus joyas. Lee a diario los Libros
Santos, los medita y lo que es mejor ¡se esfuerza por cumplir las enseñanzas de
Jesús! De ellos saca las luces y las fuerzas. De hecho, su libro de rezos, un
precioso códice decorado con primor —milagrosamente recuperado sin sufrir daño
del lecho del río en que cayó— se conserva en la biblioteca bodleiana de Oxford
(Inglaterra).
También se ocupó de restaurar iglesias y levantar templos, destacando
la edificación de la abadía de Dunferline.
Puso también empeño en eliminar del reino los abusos que se cometían
en materia religiosa y se esforzó en poner fin a las abundantes supersticiones;
para ello, convocó concilios con la intención de que los obispos determinaran
el modo práctico de exponer todo y sólo lo que manda la Iglesia y las
enseñanzas de los Padres.
"Gracias, Dios mío, porque me das paciencia para soportar tantas
desgracias juntas". Esta fue su frase cuando le comunicaron la muerte de
su esposo y de su hijo Eduardo en una acción bélica. Fue cuando marcharon a
recuperar el castillo de Aluwick, en Northumberland, del que se había apoderado
el usurpador Guillermo. Ella soportaba en aquellos momentos la larga y
penosísima enfermedad que le llevó a la muerte el año 1093, en Edimburgo.
Es la reina Margarita la patrona de Escocia, canonizada por el papa
Inociencio IV en el año 1250. Pero no pueden venerarse sus reliquias por
desconocerse el lugar donde reposan. Por la manía que tenían los antiguos de
desarmar los esqueletos de los santos, su cráneo —que perteneció a María
Estuardo— se perdió con la Revolución francesa, porque lo tenían los jesuitas
en Douai y, desde luego, no salieron muy bien parados sus bienes. El cuerpo
tampoco se pudo encontrar cuando lo pidió Gelliers, arzobispo de Edimburgo, a
Pío XI, aunque se sabe que se trasladó a España por empeño de Felipe II quien
mandó tallar un sepulcro en El Escorial para los restos de Margarita y de su
esposo.
Fuente: http://es.catholic.net/santoral/
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