martes, 6 de noviembre de 2018

Párate un momento: El Evangelio del dia 7 de Noviembre – MIERCOLES – 31ª – Semana del T.O. – B – San Ernesto



7 de Noviembre – MIERCOLES –
31ª – Semana del T.O. – B –

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (2,12-18):
Ya que siempre habéis obedecido, no sólo cuando yo estaba presente, sino mucho más ahora en mi ausencia, seguid actuando vuestra salvación con temor y temblor, porque es Dios quien activa en vosotros el querer y la actividad para realizar su designio de amor.
Cualquier cosa que hagáis, sea sin protestas ni discusiones, así seréis irreprochables y límpidos, hijos de Dios sin tacha, en medio de una gente torcida y depravada, entre la cual brilláis como lumbreras del mundo, mostrando una razón para vivir.
El día de Cristo, eso será una honra para mí, que no he corrido ni me he fatigado en vano. Y, aun en el caso de que mi sangre haya de derramarse, rociando el sacrificio litúrgico que es vuestra fe, yo estoy alegre y me asocio a vuestra alegría; por vuestra parte, estad alegres y asociaos a la mía.

Palabra de Dios

Salmo: 26,1.4.13-14

R/. El Señor es mi luz y mi salvación
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R/.
Una cosa pido al Señor, eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo. R/.
Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (14,25-33):
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:
 «Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.
Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío.
Así, - ¿quién de vosotros, sí quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla?
No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo:
"Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar."
- ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.»

Palabra del Señor

1.  Jesús pronunció estas palabras cuando iba de camino hacia Jerusalén (Lc 14, 25). Jesús sabía que iba derecho al enfrentamiento final que le llevaría a la cruz. Él sabía esto, no porque tuviera ciencia divina (cosa que no consta en ninguna parte, ni nadie sabe, ni puede saber, lo que es eso), sino porque tenía sensatez humana, con la que había aprendido que quienes se enfrentan a un sistema religioso-político, como él lo venía haciendo, terminaban sus días de la peor manera.
Así aceptó Jesús "la función más baja que una sociedad puede adjudicar: la de delincuente ejecutado" (Gerd Theissen). Y conste que lo que Jesús vio que era una constante en su tiempo, lo sigue siendo hoy.

2.  Jesús tomó esta decisión y echó por este camino    porque se dio cuenta de que solo quienes llegan a este radicalismo son los que mantienen el ideal y la esperanza de que este mundo pueda ser distinto: un mundo con menos egoísmo y ambiciones y con más     humanidad y gente más honrada.  Con un ejemplo   basta: desde hace un siglo, los que han logrado que este    mundo sea más soportable no han sido los que han organizado y ganado las guerras; ni los que han acumulado enormes capitales, y menos aun los que han   matado a todos sus enemigos. 
Los que han hecho algo determinando y definitivo por el bien de este mundo, algo que ha quedado como     memoria de esperanza, han sido los que tomaron decisiones que les han llevado a la muerte: Gandhi,
Martin L. King, Oscar Romero, Maximiliano Kolbe y tantos otros cuyos nombres nadie conoce.

3.  Jesús dice que para llegar a esto hay que superar y pasar por encima de todos los lazos humanos que nos condicionan la libertad y nos incapacitan para superar el miedo. Es duro esto. Pero es posible. A partir de una mística que se traduce en fuerza. La fuerza que solo entienden los que la tienen.
Se trata de la fuerza que tiene la BONDAD. La bondad de los débiles, de los descalificados, de los que fracasan. Los que viven de forma que así se "autoes-tigmatizan", esos son los que hacen este mundo más humano, más habitable, más gozoso para vivir en él.

San Ernesto


Nace en Suiza (actual Alemania) en el siglo XII. Fue abad del monasterio benedictino de Zwiefalten en la región de Wurttemberg entre 1141 y 1146. Renuncia para ir a la segunda cruzada. Predica en Persia y Arabia. Es apresado por los sarracenos, torturado y muere en La Meca en 1148 mártir.

Vida de San Ernesto
El joven Ernesto, muerto en el año 1147, vivió de lleno en la época de la primera cruzada (1099).
Fue ella la que permitió abrir nuevos caminos para los Lugares santos a todos los peregrinos. Y, además, permitió la fundación de cuatro pequeños estados cristianos en tierras del Islám: Jerusalén, Antioquía, Edesa y Trípoli. Sin embargo, desde 1144, la caída de Edesa mostró que los musulmanes podían volver a coger lo que los franceses les habían arrebatado anteriormente, incluida Jerusalén. Esto dio lugar a la segunda cruzada (1147-1149).
Se sabe por la historia que fue un desatino.
De los 200.000 hombres y mujeres que partieron para el Oriente, volvieron sólo algunos miles.
Ernesto de Steisslingen fue uno de ellos. En su juventud entró de monje en la abadía de Zwiefalten, que da al bello lago de Constanza.
Lo eligieron abad durante cinco años para dirigir humana y espiritualmente a los sesenta y dos monjes que la habitaban.
Al término de su mandato, se marchó de nuevo a la cruzada con el ejército alemán, comandado por el emperador Conrado III.
Cuando se despidió de sus hermanos religiosos, les dijo: "Creo que no volveré a veros en esta tierra, pues Dios me concederá que vierta mi sangre por él. Poco importa la muerte que me reserva, si me permite sufrir por el amor de Cristo".
Sus predicciones se cumplieron. Y desde entonces no se supo nunca cómo y dónde murió.

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