27 de Noviembre – Martes –
34ª – Semana del T.O. – B –
Lectura
del libro del Apocalipsis (14,14-19):
Yo, Juan, miré, y
apareció una nube blanca; y sentado sobre La nube alguien como un Hijo de
hombre, que tenía en la cabeza una corona de oro y en su mano una hoz afilada.
Salió
otro ángel del santuario clamando con gran voz al que estaba sentado sobre la nube:
«Mete
tu hoz y siega; ha llegado la hora de la siega, pues ya está seca la mies de la
tierra».
El que
estaba sentado encima de la nube metió su hoz sobre la tierra y la tierra quedó
segada.
Otro
ángel salió del santuario del cielo, llevando él también una hoz afilada. Y del
altar salió otro ángel, el que tiene poder sobre el fuego, y gritó con gran voz
al que tenía la hoz afilada, diciendo:
«Mete
tu hoz afilada y vendimia los racimos de la viña de la tierra, porque los
racimos están maduros».
El
ángel metió su hoz en la tierra y vendimió la viña de la tierra y echó las uvas
en el gran lagar de la ira de Dios.
Palabra de Dios
Salmo:
95,10.11-12.13
R/. Llega
el Señor a regir la tierra.
Decid a los pueblos:
«El Señor es rey:
él afianzó el orbe,
y no se moverá;
él gobierna a los
pueblos rectamente». R/.
Alégrese el cielo,
goce la tierra,
retumbe el mar y
cuanto lo llena;
vitoreen los campos
y cuanto hay en ellos,
aclamen los árboles
del bosque. R/.
Delante del Señor,
que ya llega,
ya llega a regir la
tierra:
regirá el orbe con
justicia
y los pueblos con
fidelidad. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Lucas (21,5-11):
En aquel tiempo, como
algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra de
calidad y exvotos, Jesús les dijo:
«Esto
que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea
destruida».
Ellos
le preguntaron:
«Maestro,
¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para
suceder?».
Él
dijo:
«Mirad
que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: “Yo soy”, o
bien: “Está llegando el tiempo”; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias
de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque es necesario que eso
ocurra primero, pero el fin no será enseguida».
Entonces
les decía:
«Se
alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y
en diversos países, hambres y pestes. Habrá también fenómenos espantosos y
grandes signos en el cielo».
Palabra
del Señor
1. El anuncio que hace Jesús, sobre la
destrucción de la belleza y la calidad del Templo, es el anuncio del fin del esplendor
y el boato como mediación para encontrar a Dios. La riqueza en oro y la belleza
consiguiente debió ser algo tan
asombroso que, después de la conquista de Jerusalén por parte de los
romanos, la provincia de Siria se vio inundada por una gigantesca oferta de
oro; lo que trajo como consecuencia, según el historiador F. Josefo, que
"la libra de oro se vendiese a la mitad de precio que antes" (J. Jeremías).
El esplendor de
nuestras basílicas y catedrales, empezando por la de san Pedro en Roma,
impresiona y admira. Pero todo eso no
lleva a la gente a ser más honrada, más justa y de mejor corazón. Eso ya no es mediación para encontrar a Dios.
2. Cuando se dicen estas cosas, hay personas
que sienten lo que sintieron los apóstoles cuando Jesús les dijo que todo lo
del Templo y sus grandezas estaba a
punto de hundirse para siempre.
Los discípulos
sintieron miedo.
Por eso se comprende todo lo que Jesús añade
sobre las situaciones en las que mucha gente piensa que se nos viene encima el
fin del mundo o poco menos.
En tales situaciones,
aparecen los "salvadores", los que dicen que ellos son los “auténticos”,
los que saben dónde y cómo hay que buscar la solución.
Jesús dice: No vayáis
tras ellos. Los "iluminados", que aprovechan los momentos de crisis y
desconcierto, para ofrecer soluciones seguras, son gente peligrosa.
3. Desgracias, calamidades, guerras y crisis
económicas las habrá siempre.
Hasta el fin de los
tiempos. Pero no perdamos la cabeza, ni nos dejemos invadir por la angustia y
el miedo. La vida es más fuerte que todo lo demás. Y la
historia sigue adelante. La peor de todas las
calamidades es el miedo, la pérdida de nuestras mejores ilusiones y, sobre
todo, el hundimiento de la bondad que contagia felicidad a quienes conviven con
nosotros.
La Medalla Milagrosa
Conmemoración de la aparición de la Virgen a Santa Catalina
Labouré. La imagen que vio Santa Catalina es la impresa en millones de medallas
y estampas: La Virgen vestida de blanco con sus palmas abiertas y rayos de luz
saliendo de sus dedos hacia la tierra, junto a Ella, un globo luciente con la
cruz encima. La Madre de Dios insistió a Catalina para que la humanidad rezara
más y así Ella poder prodigar más gracias.
Vida de La Medalla Milagrosa
Las apariciones
El
1830 es un año clave: tiene lugar en París la primera aparición moderna de la
Virgen Santísima. Comienza lo que Pío XII llamó la "era de María",
una etapa de repetidas visitaciones celestiales. Entre otras: La Salette,
Lourdes, Fátima ... Y como en su visita a Santa Isabel, siempre viene para
traernos gracia, para acercarnos a Jesús, el fruto bendito de su vientre.
También para recordarnos el camino de salvación y advertirnos las consecuencias
de optar por otros caminos.
Santa Catalina Labouré
Catalina
nació el 2 de mayo de 1806, en Fain-les-Moutiers, Borgoña ( Francia ). Entró a
la vida religiosa con la Hijas de la Caridad el 22 de enero de 1830 y después
de tres meses de postulantado, 21 de abril, fue trasladada al noviciado de
París, en la Rue du Bac, 140.
El Corazón de San
Vicente
La
novicia estaba presente cuando trasladaron los restos de su fundador, San
Vicente de Paul, a la nueva iglesia de los Padres Paules a solo unas cuadras de
su noviciado. El brazo derecho del santo fue a la capilla del noviciado. En
esta capilla, durante la novena, Catalina vio el corazón de San Vicente en
varios colores. De color blanco, significando la unión que debía existir entre
las congregaciones fundadas por San Vicente. De color rojo, significando el
fervor y la propagación que habían de tener dichas congregaciones. De color
rojo oscuro, significando la tristeza por el sufrimiento que ella padecería.
Oyó interiormente una voz: " el corazón de San Vicente está profundamente
afligido por los males que van a venir sobre Francia ". La misma voz
añadió un poco más tarde: " El corazón de San Vicente está más consolado
por haber obtenido de Dios, a través de la intercesión de la Santísima Virgen
María, el que ninguna de las dos congregaciones perezca en medio de estas
desgracias, sino que Dios hará uso de ellas para reanimar la fe ".
Visiones del Señor
en la Eucaristía
Durante
los 9 meses de su noviciado en la Rue du Bac, sor Catalina tuvo también la
gracia especial de ver todos los días al Señor en el Santísimo Sacramento.
El
domingo de la Santísima Trinidad, 6 de junio de 1830, el Señor se mostró
durante el evangelio de la misa como un Rey, con una cruz en el pecho. De
pronto, los ornamentos reales de Jesús cayeron por tierra, lo mismo que la
cruz, como unos despojos desperdiciarles. "Inmediatamente - escribió sor
Catalina - tuve las ideas más negras y terribles: que el Rey de la tierra
estaba perdido y sería despojado de sus vestiduras reales. Sí, se acercaban
cosas malas ".
Catalina sueña con
ver a la Virgen
El
domingo 18 de Julio 1930, víspera de la fiesta de San Vicente de Paúl, La
maestra de novicias les había hablado sobre la devoción a los santos, y en
particular a la Reina de todos ellos, María Santísima. Sus palabras,
impregnadas de fe y de una ardiente piedad, avivaron en el corazón de Sor
Laboure el deseo de ver y de contemplar el rostro de la Santísima Virgen. Como
era víspera de San Vicente, le habían distribuido a cada una un pedacito de
lienzo de un roquete del santo. Catalina se lo tragó y se durmió pensando que
S. Vicente, junto con su ángel de la guarda, le obtendrían esa misma noche la
gracia de ver a la Virgen como era su deseo. Precisamente, los anteriores
favores recibidos en las diversas apariciones de San Vicente a Sor Catalina
alimentaban en su corazón una confianza sin límites hacia su bienaventurado
padre, y su candor y viva esperanza no la engañaron. "La confianza
consigue todo cuanto espera" (San Juan de la Cruz).
El Ángel la
despierta
Todo
era silencio en la sala donde dormía Sor Catalina y cerca de las 11:30 PM oyó
que por tres veces la llamaban por su nombre. Se despertó y apartando un poco
las cortinas de su cama miro del lado que venía la voz y vio entonces un niño
vestido de blanco, que parecía tener como cuatro o cinco años, y el cual le
dijo: "Levántate pronto y ven a la capilla; la Santísima Virgen te
espera".
Sor
Catalina vacila; teme ser notada de las otras novicias; pero el niño responde a
su preocupación interior y le dice: "No temas; son las 11;30 p.m.; todas
duermen muy bien. Ven yo te aguardo".
Ella
no se detiene ya ni un momento; se viste con presteza y se pone a disposición
de su misterioso guía, "que permanecía en pie sin separarse de la columna
de su lecho."
Vestida
Sor Catalina, el niño comienza a andar, y ella lo sigue marchando a "su
lado izquierdo". Por donde quiera que pasaban las luces se encendían. El
cuerpo del niño irradiaba vivos resplandores y a su paso todo quedaba
iluminado.
Al
llegar a la puerta de la capilla la encuentra cerrada; pero el niño toca la
puerta con su dedito y aquella se abrió al instante.
Dice
Catalina: "Mi sorpresa fue más completa cuando, al entrar a la capilla, vi
encendidas todas las velas y los cirios, lo que me recordaba la Misa de media noche".
(todavía ella no ve a la Virgen)
El
niño la llevó al presbiterio, junto al sillón destinado al P. Director, donde
solía predicar a las Hijas de la Caridad, y allí se puso de rodillas, y el niño
permaneció de pie todo el tiempo al lado derecho.
La espera
le pareció muy larga, ya que con ansia deseaba ver a la Virgen. Miraba ella con
cierta inquietud hacia la tribuna derecha, por si las hermanas de vela, que
solían detenerse para hacer un acto de adoración, la veían.
Por
fin llegó la hora deseada, y el niño le dijo: "Ved aquí a la Virgen, vedla
aquí"
Sor
Catalina oyó como un rumor, como el roce de un traje de seda, que partía del
lado de la tribuna, junto al cuadro de San José. Vio que una señora de
extremada belleza atravesaba majestuosamente el presbiterio, "fue a
sentarse en un sillón sobre las gradas del altar mayor, al lado del
Evangelio".
Aparición de la
Virgen
Sor
Catalina en el fondo de su corazón dudaba si verdaderamente estaba o no en
presencia de la Reina de los Cielos, pero el niño le dijo: "Mira a la
Virgen".
Le
era casi imposible describir lo que experimentaba en aquel instante, lo que
paso dentro de ella, y le parecía que no veía a la Santísima Virgen.
Entonces
el niño le habló, no como niño, sino como el hombre más enérgico y palabras muy
fuertes: -"¿Por ventura no puede la Reina de los Cielos aparecerse a una
pobre criatura mortal en la forma que más le agrade?" "
Entonces,
mirando a la Virgen, me puse en un instante a su lado, me arrodillé en el
presbiterio, con las manos apoyadas en las rodillas de la Santísima Virgen.
"Allí pasé los momentos más dulces de mi vida; me sería imposible decir lo
que sentí".
Ella
me dijo cómo debía portarme con mi director, la manera de comportarme en las
penas y acudir (mostrándome con la mano izquierda) a arrojarme al pie del altar
y desahogar allí mi corazón, pues allí recibiría todos los consuelos de que
tuviera necesidad. Entonces le pregunté que significaban las cosa que yo había
visto, y ella me lo explicó todo ".
Instrucciones de la
Santísima Virgen
Fueron
muchas las confidencias que Sor Catalina recibió de los labios de María
Santísima, pero jamás podremos conocerlas todas, porque respecto a algunas de
ellas, le fue impuesto el más absoluto secreto.
La
Virgen le dio algunos consejos para su particular provecho espiritual: (La
Virgen es Madre y Maestra)
Como
debía comportarse con su director (humildad profunda y obediencia). Esto a
pesar de que su confesor, el padre Juan María Aladel, no creyó sus visiones y
le dijo que las olvidara.
La manera de comportarse en las penas,
(paciencia, mansedumbre, gozo)
Acudir siempre (mostrándole con la mano
izquierda) a arrojarse al pie del altar y desahogar su corazón, pues allí
recibiría todos los consuelos de que tuviese necesidad. (corazón indiviso, no
consuelos humanos)
La
Virgen también le explicó el significado de todas las apariciones y
revelaciones que había tenido de San. Vicente y del Señor.
Luego continuó
diciéndole:
Dios
quiere confiarte una misión; te costara trabajo, pero lo vencerás pensando que
lo haces para la gloria de Dios. Tu conocerás cuan bueno es Dios. Tendrás que
sufrir hasta que los digas a tu director. No te faltaran contradicciones; más
te asistirá la gracia; no temas. Háblale a tu director con confianza y
sencillez; ten confianza no temas. Veras ciertas cosas; díselas. Recibirás
inspiraciones en la oración. Los tiempos son muy calamitosos. Han de llover
desgracias sobre Francia. El trono será derribado. El mundo entero se verá
afligido por calamidades de todas clases (al decir esto la Virgen estaba muy
triste). Venid a los pies de este altar, donde se prodigarán gracias a todos
los que las pidan con fervor; a todos, grandes y pequeños, ricos y pobres.
Deseo derramar gracias sobre tu comunidad; lo deseo ardientemente. Me causa
dolor el que haya grandes abusos en la observancia, el que no se cumplan las
reglas, el que haya tanta relajación en ambas comunidades a pesar de que hay
almas grandes en ellas. Díselo al que está encargada de ti, aunque no sea el
superior. Pronto será puesto al frente de la comunidad. El deberá hacer cuanto
pueda para restablecer el vigor de la regla. Cuando esto suceda otra comunidad
se unirá a las de ustedes. Vendrá un momento en que el peligro será grande; se
creerá todo perdido; entonces yo estaré contigo, ten confianza. Reconocerás mi
visita y la protección de Dios y de San Vicente sobre las dos comunidades. Mas
no será lo mismo en otras comunidades, en ellas habrá víctimas. (lágrimas en
los ojos). El clero de París tendrá muchas víctimas. Morirá el señor Arzobispo.
Hija mía, será despreciada la cruz, y el Corazón de mi Hijo será otra vez
traspasado; correrá la sangra por las calles (la Virgen no podía hablar del
dolor, las palabras se anudaban en su garganta; semblante pálido). El mundo
entero se entristecerá. Ella piensa: ¿cuándo ocurrirá esto? y una voz interior
asegura: cuarenta años y diez y después la paz.
La
Virgen, después de estar con ella unas dos horas, desaparece de la vista de Sor
Catalina como una sombra que se desvanece.
En
esta aparición la Virgen: - Le comunica una misión que Dios le quiere confiar.
- La prepara con sabios consejos para que hable con sumisión y confianza a su
director. - Le anuncia futuros eventos para afianzar la fe de aquellos que
pudieran dudar de la aparición. - Le Regala una relación familiar de
madre-hija: la ve, se acerca a ella, hablan con familiaridad y sencillez, la
toca y la Virgen no solo consiente, sino que se sienta para que Catalina pueda
aproximarse hasta el extremo de apoyar sus brazos y manos en las rodillas de la
Reina del Cielo.
Todas las profecías
se cumplieron:
La
misión de Dios pronto le fue indicada con la revelación de la medalla
milagrosa.
una semana después de esta aparición
estallaba la revolución. Los revoltosos ocupaban las calles de París, saqueos,
asesinatos, y finalmente era destronado Carlos X, sustituido por el "rey
ciudadano" Luis Felipe I, gran maestro de la masonería.
El P.
Aladel (director) es nombrado en 1846 director de las Hijas de la Caridad,
establece la observancia de la regla y hacia la década del 60 otra comunidad
femenina se une a las Hijas de la Caridad.
En
1870 (a los 40 años) llegó el momento del gran peligro, con los horrores de la
Comuna y el fusilamiento del Arzobispo Mons. Darboy y otros muchos sacerdotes.
Solo queda por cumplir la última parte.
Aparición del 27 de
noviembre del 1830
La
tarde el 27 de Nov. de 1830, sábado víspera del primer domingo de Adviento, en
la capilla, estaba Sor Catalina haciendo su meditación, cuando le pareció oír
el roce de un traje de seda que le hace recordar la aparición anterior.
Aparece
la Virgen Santísima, vestida de blanco con mangas largas y túnica cerrada hasta
el cuello. Cubría su cabeza un velo blanco que sin ocultar su figura caía por
ambos lados hasta los pies. Cuando quiso describir su rostro solo acertó a
decir que era la Virgen María en su mayor belleza.
Sus
pies posaban sobre un globo blanco, del que únicamente se veía la parte
superior, y aplastaban una serpiente verde con pintas amarillas. Sus manos
elevadas a la altura del corazón sostenían otro globo pequeño de oro, coronado
por una crucecita.
La
Stma. Virgen mantenía una actitud suplicante, como ofreciendo el globo. A veces
miraba al cielo y a veces a la tierra. De pronto sus dedos se llenaron de
anillos adornados con piedras preciosas que brillaban y derramaban su luz en
todas direcciones, circundándola en este momento de tal claridad, que no era
posible verla.
Tenía
tres anillos en cada dedo; el más grueso junto a la mano; uno de tamaño mediano
en el medio, y no más pequeño, en la extremidad. De las piedras preciosas de
los anillos salían los rayos, que se alargaban hacia abajo; llenaban toda la
parte baja.
Mientras
Sor Catalina contemplaba a la Virgen, ella la miró y dijo a su corazón:
Este
globo que ves (a los pies de la Virgen) representa al mundo entero,
especialmente Francia y a cada alma en particular. Estos rayos simbolizan las
gracias que yo derramo sobre los que las piden. Las perlas que no emiten rayos
son las gracias de las almas que no piden.
Con estas palabras La Virgen se da a
conocer como la mediadora de las gracias que nos vienen de Jesucristo.
El
globo de oro (la riqueza de gracias) se desvaneció de entre las manos de la
Virgen. Sus brazos se extendieron abiertos, mientras los rayos de luz seguían
cayendo sobre el globo blanco de sus pies.
La Medalla
Milagrosa:
En
este momento se apareció una forma ovalada en torno a la Virgen y en el borde
interior apareció escrita la siguiente invocación: "María sin pecado
concebida, ruega por nosotros, que acudimos a ti"
Estas
palabras formaban un semicírculo que comenzaba a la altura de la mano derecha,
pasaba por encima de la cabeza de la Santísima Virgen, terminando a la altura
de la mano izquierda.
Oyó
de nuevo la voz en su interior: "Haz que se acuñe una medalla según este
modelo. Todos cuantos la lleven puesta recibirán grandes gracias. Las gracias
serán más abundantes para los que la lleven con confianza".
La
aparición, entonces, dio media vuelta y quedo formado en el mismo lugar el
reverso de la medalla.
En el
aparecía una M, sobre la cual había una cruz descansando sobre una barra, la
cual atravesaba la letra hasta un tercio de su altura, y debajo los corazones
de Jesús y de María, de los cuales el primero estaba circundado de una corona
de espinas, y el segundo traspasado por una espada. En torno había doce
estrellas.
La
misma aparición se repitió, con las mismas circunstancias, hacia el fin de
diciembre de 1830 y a principios de enero de 1831. La Virgen dijo a Catalina:
"En adelante, ya no veras, hija mía; pero oirás mi voz en la
oración".
Un
día que Sor Catalina estaba inquieta por no saber que inscripción poner en el
reverso de la medalla, durante la oración, la Virgen le dijo: "La M y los
dos corazones son bastante elocuentes".
Símbolos de la
Medalla y mensaje espiritual:
En el Anverso:
-María
aplastando la cabeza de la serpiente que esta sobre el mundo. Ella, la
Inmaculada, tiene todo poder en virtud de su gracia para triunfar sobre
Satanás. -El color de su vestuario y las doce estrellas sobre su cabeza: la
mujer del Apocalipsis, vestida del sol. -Sus manos extendidas, transmitiendo
rayos de gracia, señal de su misión de madre y mediadora de las gracias que
derrama sobre el mundo y a quienes pidan. -Jaculatoria: dogma de la Inmaculada
Concepción (antes de la definición dogmática de 1854). Misión de intercesión,
confiar y recurrir a la Madre. -El globo bajo sus pies: Reina del cielos y
tierra. -El globo en sus manos: el mundo ofrecido a Jesús por sus manos.
En el reverso:
-La
cruz: el misterio de redención- precio que pagó Cristo. obediencia, sacrificio,
entrega -La M: símbolo de María y de
su maternidad espiritual. –
La barra: es una letra
del alfabeto griego, "yota" o I, que es monograma del nombre, Jesús.
Agrupados
ellos: La Madre de Jesucristo Crucificado, el Salvador.
-Las
doce estrellas: signo de la Iglesia que Cristo funda sobre los apóstoles y que
nace en el Calvario de su corazón traspasado. -Los dos corazones: la
corredención. Unidad indisoluble. Futura devoción a los dos y su reinado.
Nombre:
La
Medalla se llamaba originalmente: "de la Inmaculada Concepción", pero
al expandirse la devoción y haber tantos milagros concedidos a través de ella,
se le llamó popularmente "La Medalla Milagrosa".
(Fuente:
corazones.org)
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