20 de Noviembre – MARTES
–
33ª – SEMANA DEL T.O. –
B –
Lectura
del libro del Apocalipsis (3,1-6.14-22):
Yo, Juan, escuché al
Señor que me decía:
«Escribe
al ángel de la Iglesia en Sardes:
“Esto
dice el que tiene los siete Espíritus de Dios y las siete estrellas. Conozco
tus obras, tienes nombre como de quien vive, pero estás muerto.
Sé
vigilante y reanima lo que te queda y que estaba a punto de morir, pues no he
encontrado tus obras perfectas delante de mi Dios. Acuérdate de cómo has
recibido y escuchado mi palabra, y guárdala y conviértete. Si no vigilas,
vendré como ladrón y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. Pero tienes en
Sardes unas cuantas personas que no han manchado sus vestiduras, y pasearán
conmigo en blancas vestiduras, porque son dignos.
El
vencedor será vestido de blancas vestiduras, no borraré su nombre del libro de
la vida y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles. El
que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”.
Escribe
al ángel de la Iglesia en Laodicea:
“Esto
dice el Amén, el testigo fiel y veraz, el principio de la creación de Dios.
Conozco tus obras: no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente!
Pero porque eres tibio, ni frío ni caliente, estoy a punto de vomitarte de mi
boca. Porque dices:
‘Yo
soy rico, me he enriquecido, y no tengo necesidad de nada’; y no sabes que tú
eres desgraciado, digno de lástima, pobre, ciego y desnudo. Te aconsejo que me
compres oro acrisolado al fuego para que te enriquezcas; y vestiduras blancas
para que te vistas y no aparezca la vergüenza de tu desnudez; y colirio para
untarte los ojos a fin de que veas.
Yo,
a cuantos amo, reprendo y corrijo; ten, pues, celo y conviértete. Mira, estoy
de pie a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré
en su casa y cenaré con él y él conmigo.
Al
vencedor le concederé sentarse conmigo en mi trono, como yo he vencido y me he
sentado con mi Padre en su trono.
El
que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias».
Palabra
de Dios
Salmo:
14,2-3ab.3cd-4ab.5
R/. Al
vencedor le concederé sentarse conmigo en mi trono.
El que procede
honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones
leales
y no calumnia con su
lengua. R/.
El que no hace mal a su
prójimo
ni difama al vecino.
El que considera
despreciable al impío
y honra a los que temen
al Señor. R/.
El que no presta dinero a
usura
ni acepta soborno contra
el inocente.
El que así obra nunca fallará.
R/.
Lectura
del santo evangelio según san Lucas (19,1-10):
En aquel tiempo, Jesús
entró en Jericó e iba atravesando la ciudad.
En esto, un hombre
llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de ver quién era Jesús, pero
no lo lograba a causa del gentío, porque era pequeño de estatura. Corriendo más
adelante, se subió a un sicomoro para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús,
al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y le dijo:
«Zaqueo,
date prisa y baja, porque es necesario que hoy me quede en tu casa».
Él
se dio prisa en bajar y lo recibió muy contento.
Al
ver esto, todos murmuraban diciendo:
«Ha
entrado a hospedarse en casa de un pecador».
Pero
Zaqueo, de pie, dijo al Señor:
«Mira,
Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; y si he defraudado a
alguno, le restituyo cuatro veces más».
Jesús
le dijo:
«Hoy
ha sido la salvación de esta casa, pues también este es hijo de Abrahán. Porque
el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».
Palabra
del Señor
1.
Este episodio tiene mucho que ver con la vocación de Leví y el banquete
siguiente (Lc 5, 27-32). Y es una renovación resumida del capítulo
15 de Lucas, en el que Jesús explicó cómo se comporta Dios con los perdidos y
extraviados.
En esos relatos se explica la
atracción que Jesús ejercía sobre los pecadores y los recaudadores de
impuestos, que eran los grupos más despreciados social y religiosamente.
Sin duda, la gente sabía que Jesús, no
solo no rechazaba ni reprendía a esa clase de individuos, sino que tenía con
ellos tan buena relación, que solía comer con ellos, lo que era el signo más
claro de una amistad y
tina acogida sin condiciones.
2.
Por todo esto nos explica que Zaqueo tuviera tanto interés por ver a
Jesús. Y sus sentimientos llegaron al colmo de la admiración cuando Jesús le
dijo que tenía que ir a hospedarse en su casa. Era inimaginable que un profeta
de Dios se fuera a cenar y pasar la noche en la casa del hombre más despreciable
y despreciado del pueblo.
La reacción de Zaqueo impresiona:
1) Por lo que hizo, dar la mitad de su
fortuna a los pobres y devolver cuatro veces más que había robado.
2) Por lo que no dice el texto, ya que
el relato no habla ni de conversión, ni de arrepentimiento, ni se pondera la
contrición de aquel pecador.
Según este relato, al Evangelio no le interesan
los sentimientos, le interesan los hechos.
3.
- ¿De qué les sirven, a los que acumulan fortunas, sus sentimientos de
devolución, piedad, arrepentimiento y solidaridad, si no sueltan lo que han
robado
ellos o sus antepasados [San Jerónimo]), sabiendo que hay millones
de criaturas que tienen que vivir con menos de un euro al día, al tiempo que
ellos se gastan en consumismo innecesario cantidades que nadie se atreve a
declarar.
¡Necesitamos “Zaqueos” urgentemente!
San Edmundo rey
Comenzó
a gobernar sobre los anglos del Este cuando sólo tenía quince años, en el 855.
Habiéndolo tomado prisionero los daneses, propusiéronle que abandonase su
religión a lo que se negó resueltamente. En consecuencia, fue azotado y muerto
a flechazos, el año 870.
Vida
de San Edmundo rey
Offa
es rey de Estanglia. Un buen día decide pasar el último tramo de su vida
haciendo penitencia y dedicándose a la oración en Roma. Renuncia a su corona a
favor de Edmundo que a sus catorce años es coronado rey, siguiendo la costumbre
de la época, por Huberto, obispo de Elman, el día de la Navidad del año 855.
Pronto
da muestras de una sensatez que no procede sólo de la edad. Es modelo de los
buenos príncipes. No es amigo de lisonjas; prefiere el conocimiento directo de
los asuntos a las proposiciones de los consejeros; ama y busca la paz para su
pueblo; se muestra imparcial y recto en la administración de la justicia; tiene
en cuenta los valores religiosos de su pueblo y destaca por el apoyo que da a
las viudas, huérfanos y necesitados.
Reina
así hasta que llegan dificultades especiales con el desembarco de los piratas
daneses capitaneados por los hermanos Hingaro y Hubba que siembran pánico y
destrucción a su paso. Además, tienen los invasores una aversión diabólica a
todo nombre cristiano; con rabia y crueldad saquean, destruyen y entran al
pillaje en monasterios, templos o iglesias que encuentran pasando a cuchillo a
monjes, sacerdotes y religiosas. Una muestra es el saqueo del monasterio de
Coldinghan, donde la abadesa santa Ebba fue degollada con todas sus monjas.
Edmundo
reúne cómo puede un pequeño ejército para hacer frente a tanta destrucción pero
no quiere pérdidas de vidas inútiles de sus súbditos ni desea provocar la
condenación de sus enemigos muertos en la batalla. Prefiere esconderse hasta
que, descubierto, rechaza las condiciones de rendición por atentar contra la
religión y contra el bien de su gente. No acepta las estipulaciones porque
nunca compraría su reino a costa de ofender a Dios. Entonces es azotado,
asaeteado como otro san Sebastián, hasta que su cuerpo parece un erizo y, por
último, le cortan la cabeza que arrojan entre las matas del bosque.
Sus
súbditos buscaron la cabeza para enterrarla con su cuerpo, pero no la
encuentran hasta que escuchan una voz que dice: "Here", es decir,
"aquí".
Este
piadosísimo relato tardío colmado de adornos literarios en torno a la figura
del que fue el último rey de Estanglia exaltan, realzan y elevan la figura de
Edmundo hasta considerarlo mártir que, por otra parte, llegó a ser muy popular
en la Inglaterra medieval. Sus reliquias se conservaron en Bury Saint Edmunds,
en West Sufflok, donde en el año 1020 se fundó una gran abadía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario