domingo, 18 de noviembre de 2018

Párate un momento: El Evangelio del dia 19 DE NOVIEMBRE – LUNES 33ª – SEMANA DEL T.O. – B – Santo Profeta Abdías




19 DE NOVIEMBRE – LUNES
33ª – SEMANA DEL T.O. – B –

Comienzo del libro del Apocalipsis (1,1-4;2,1-5a):
Revelación de Jesucristo, que Dios le encargó mostrar a sus siervos acerca de lo que tiene que suceder pronto. La dio a conocer enviando su ángel a su siervo Juan, el cual fue testigo de la palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo de todo cuanto vio.
Bienaventurado el que lee, y los que escuchan las palabras de esta profecía, y guardan lo que en ella está escrito, porque el tiempo está cerca.
Juan a las siete iglesias de Asia:
«Gracia y paz a vosotros de parte del que es, el que era y ha de venir; de parte de los siete Espíritus que están ante su Trono».
Escuché al Señor que me decía:
Escribe al ángel de la Iglesia en Éfeso:
«Esto dice el que tiene las siete estrellas en su derecha, el que camina en medio de los siete candelabros de oro. Conozco tus obras, tu fatiga, tu perseverancia, que no puedes soportar a los malvados, y que has puesto a prueba a los que se llaman apóstoles, pero no lo son, y has descubierto que son mentirosos. Tienes perseverancia y has sufrido por mi nombre y no has desfallecido. Pero tengo contra ti que has abandonado tu amor primero. Acuérdate, pues, de dónde has caído, conviértete y haz las obras primeras».

Palabra de Dios

Salmo: 1,1-2.3.4.6

R/. Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida.

Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R/.
Será como un árbol,
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R/.
No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,35-43):
Cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le informaron:
«Pasa Jesús el Nazareno».
Entonces empezó a gritar:
«¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!».
Los que iban delante lo regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte:
«Hijo de David, ten compasión de mí!».
Jesús se paró y mandó que se lo trajeran.
Cuando estuvo cerca, le preguntó:
«¿Qué quieres que haga por ti?».
Él dijo:
«Señor, que recobre la vista».
Jesús le dijo:
«Recobra la vista, tu fe te ha salvado».
Y enseguida recobró la vista y lo seguía, glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alabó a Dios.

Palabra del Señor

1.  Jesús se acerca ya a Jerusalén. Y antes de llegar, en Jericó, le devuelve la vista a un ciego. Esta curación se relata también en los otros sinópticos (Mc 10, 46-52; Mt 9, 27-31 y 20, 29-34). Estamos ante un hecho que interesó   vivamente a la Iglesia primitiva. Sin duda porque indica que Jesús hizo todo su camino, hacia el conflicto y la muerte, aliviando sufrimientos, dando luz y vida a quienes van por la vida sin posibilidad de ver la realidad que les rodea.

2.  Además el relato termina diciendo que el mendigo   que recobró la vista y "todo el pueblo", al ver lo que Jesús había hecho, glorificaba ya/ababa a Dios.
Como es bien sabido, la glorificación y la alabanza a Dios son dos experiencias y dos manifestaciones fundamentales de la religiosidad en casi todas las tradiciones religiosas de la humanidad.  Pero lo notable, en este caso, es que la gloria y la alabanza no se expresan en el culto sagrado del templo, sino cuando la gente ve la alegría de quien se siente liberado de sus limitaciones y sufrimientos.

3.  ¿No tendríamos que pensar la religión de otra manera y practicarla de forma distinta?
 Cada día que pasa, la gente es más insensible al culto sagrado y a las ceremonias rituales de los templos. Y esto ocurre de forma que, a medida que decrece el interés por lo sagrado, en esa misma medida se acentúa y aumenta el interés por lo humano.
Pues bien, si algo nos dejó claro Jesús, es que él vio que la gente (la de entonces y la de ahora) alaba a Dios en experiencias que representan el desplazamiento de lo sagrado a lo humano.

Santo Profeta Abdías


Abdías, cuyo nombre significa "siervo de Dios" aparece mencionado el cuarto de los doce llamados “profetas menores” del Antiguo Testamento. Vivió acerca del año 500 antes de Cristo, reinando Ozías.
Su obra, de la que solo conservamos un capítulo, pero que probablemente fue más extensa versa sobre Edom (símbolo de los que se alejan de Dios y su promesa) y el anuncio del castigo que habría de caer sobre los edomitas, por volverse "contra su hermano Jacob". El caso es que Edom en primer lugar se había aliado con Israel frente a Babilonia, pero cuando vio que este imperio asolaba Jerusalén con éxito, traicionó y se pasó al bando vencedor. Y no solo eso, sino que entró a la ciudad santa saqueando como los babilonios. Es la eterna pugna entre los hijos de Jacob y los de Esaú, entre los hijos de Dios que le permanecen fieles al Señor y los que le traicionan. Finalmente, Israel resplandecerá y Edom será destruido.
En ocasiones a San Abdías se le representa con un pan y una jarra de agua, pero esto es porque se le confunde con Abdías, mariscal de Acab que aparece en 1 Reyes 18, y que alimentó a los profetas perseguidos por Jezabel. Es este error muy antiguo, pues incluso San Jerónimo (30 de septiembre y 9 de mayo, traslación de las reliquias) cae en él. El mismo Doctor habla de su sepultura junto a la de San Eliseo (14 de junio) en Sebaste, que él mismo veneró, y donde Dios realizaba estupendos milagros. En el siglo IV, Juliano el Apóstata profanó el sepulcro y quemó las reliquias, pero unos monjes lograron salvar unos pocos huesos y se fueron con ellos a Alejandría, desde donde pasó la supuesta cabeza de Eliseo y algunas reliquias de Abdías a la basílica de San Apolinar, en Rávena.

Fuentes:

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