lunes, 5 de noviembre de 2018

Parate un momento: El Evangelio del dia 6 de Noviembre – MARTES – 31ª – Semana del T.O. – B – San Severo de Barcelona



6 de Noviembre – MARTES –
31ª – Semana del T.O. – B –

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (2,5-11):
Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús. Él, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el «Nombre sobre todo nombre»; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Palabra de Dios

Salmo: 21,26b-27.28-30a.31-32

R/. El Señor es mi alabanza en la gran asamblea
Cumpliré mis votos delante de sus fieles.
Los desvalidos comerán hasta saciarse,
alabarán al Señor los que lo buscan:
viva su corazón por siempre. R/.
Lo recordarán y volverán al Señor
hasta de los confines del orbe;
en su presencia se postrarán
las familias de los pueblos. R/.
Porque del Señor es el reino,
el gobierna a los pueblos.
Ante él se postrarán las cenizas de la tumba. R/.
Mi descendencia le servirá,
hablarán del Señor a la generación futura,
contarán su justicia al pueblo que ha de nacer:
todo lo que hizo el Señor. R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (14,15-24):
En aquel tiempo, uno de los comensales dijo a Jesús:
«¡Dichoso el que coma en el banquete del reino de Dios!»
Jesús le contestó:
«Un hombre daba un gran banquete y convidó a mucha gente; a la hora del banquete mandó un criado a avisar a los convidados: "Venid, que ya está preparado." Pero ellos se excusaron uno tras otro.
El primero le dijo: "He comprado un campo y tengo que ir a verlo. Dispénsame, por favor."
Otro dijo: "He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas. Dispénsame, por favor."
Otro dijo: "Me acabo de casar y, naturalmente, no puedo ir."
El criado volvió a contárselo al amo.
Entonces el dueño de casa, indignado, le dijo al criado:
"Sal corriendo a las plazas y calles de la ciudad y tráete a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos."
El criado dijo:
 "Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía queda sitio."
Entonces el amo le dijo:
"Sal por los caminos y senderos e insísteles hasta que entren y se me llene la casa."
Y os digo que ninguno de aquellos convidados probará mi banquete.»

Palabra del Señor

1.  Las parábolas son pequeñas historias, tomadas   de la vida diaria, pero contadas de tal forma que, en el relato, se produce inesperadamente un "corte" con lo que suele ocurrir en la vida cotidiana. Ese "corte" es un elemento de "sorpresa", que constituye una auténtica   extravagancia con lo normal, con lo que sucede en la vida diaria de los seres humanos normales (Paul Ricoeur, W. Harnisch).
Este corte sorpresivo es tan importante que en eso está la clave para entender lo que la parábola quiere enseñar, y para interpretar su significado.

2.  Según lo dicho, lo primero que queda claro en esta parábola es que el gran banquete es la imagen del Reino de Dios. Un banquete es fiesta, gozo, disfrute. Y todo eso compartido, vivido y disfrutado con los demás. Pero lo sorprendente es que en el gran banquete de Dios no entran los que, según las normas de lo establecido y de lo "razonable", tendrían que entrar.  Esos no entran porque, en realidad, no les interesa el banquete.  Todos ellos tienen asuntos que les interesan más. Asuntos relacionados con sus intereses económicos o con su disfrute privado.
Por el contrario, los que entran en el banquete
de Dios son los que nadie diría que son los invitados: pobres, lisiados, ciegos, cojos, y hasta los vagabundos   de los caminos.

3.  Jesús trastorna todos nuestros criterios, nuestros esquemas de pensamiento, nuestras escalas de valores. En el gran banquete de Dios no entran
los que "oficial" y "socialmente" se consideran los invitados, los que tienen títulos, cargos, dignidades y tareas religiosas o apostólicas, que hacen pensar a la gente que ellos son los que van a ir al cielo con pleno derecho.
Jesús era más laico y más secular que todo cuanto   nosotros podemos imaginar. Jesús puso el gran banquete de Dios, no donde nosotros ponemos la gran   solemnidad del boato sagrado, sino donde el mundo ha puesto la gran exclusión de los que nosotros pensamos    que no tienen entrada para esa gran solemnidad, tan pomposa como falsa. Por eso hay que preguntarse: - ¿quiénes son los que van actualmente a misa?  - ¿Van los que se podrían considerar como los actuales marginados y excluidos?  - ¿Por qué los más desamparados y los sin techo y sin papeles no encuentran en nuestros templos la acogida que encontraron los vagabundos de entonces en el gran banquete del Reino de Dios?

San Severo de Barcelona
Son escasos los datos históricos que nos han llegado de este santo obispo. Vivió en la provincia romana tarraconense y se le sitúa en Barcelona hacia el año 300. Durante las persecuciones de Diocleciano, San Severo es elegido obispo de Barcelona, pero debe huir ante la persecución. No obstante, es capturado junto con otros sacerdotes y son hechos mártires en lo que hoy es San Cugat.

Vida de San Severo de Barcelona
No tenemos datos sobre su nacimiento e infancia. También se desconocen testimonios históricos de su acción pastoral, de su muerte y de su sepultura. Algún historiador ha llegado a negar, por estos motivos, incluso la existencia de San Severo.
Se conocen las actas de su martirio redactadas en tiempo posterior y con añadiduras e interpolaciones, habituales en este tipo de relatos de mediados del siglo VI. Es frecuente encontrar mezclas de elementos que bien pueden ser adecuados a la veracidad de los hechos con otros elementos apócrifos provenientes del cariño, respeto y simpatía con que los creyentes adornan con imágenes que, provenientes de la fantasía —por una parte, convincentes y por otra parte ejemplarizantes—, acercan al momento presente la personalidad del modelo del que se habla. Se incluyen en este tipo de relato aderezos que pretenden resaltar la Providencia de Dios complacido en la actitud decidida hasta la muerte del mártir o del santo.

Al relator nos atenemos.
La época del acontecimiento está situada durante la persecución de Diocleciano, soliviantado por el césar Galerio, que se propone, para depurar el ejército, eliminar del imperio el nombre cristiano. El presidente Daciano, que centra su atención en quienes hacen cabeza para escarmiento del pueblo, ha tomado muy a pecho la orden de exterminio.
San Severo es obispo de Barcelona por el año 300. Se le conoce como un pastor entregado ejemplar y completamente a su rebaño que ha sabido distinguirse por su celo y fidelidad a la fe. Sabe que las órdenes de Daciano son tajantes en lo que atañe a poner por obra los edictos del emperador. Piensa en un primer momento esconderse para seguir ayudando a los fieles desde la clandestinidad y pasa al Castro Octaviano, al otro lado de la montaña. En su marcha se encuentra con Emeterio, que siembra sus tierras y a quien reconoce como cristiano. El obispo le anima a perseverar en la fe aún en la persecución presente, encargándole de decir la verdad a sus perseguidores, en el caso de que se presenten.
Al separarse —cándida narración—, Dios interviene haciendo que las habas del campo recién sembrado crezcan y se pongan en flor. Al acercarse los soldados pidiendo información a Emeterio, él les dirá: "ha pasado por aquí" y, cuando le pregunten por el tiempo contestará enfáticamente: "cuando sembraba estas habas". El buen cristiano no ha querido ofender a Dios con la mentira, ha obedecido a su obispo, y, al mismo tiempo, ha puesto los recursos humanos para salvar la vida del fugitivo. Pero nada de esto impide que los soldados, furiosos, se sientan burlados, lo apresen y lleven ante el tribunal del presidente.
El obispo Severo, acompañado de otros sacerdotes, ha tomado la decisión de presentarse voluntariamente a los romanos.
Donde hoy es San Cugat, son decapitados los sacerdotes acompañantes del obispo y Emeterio; se espera la claudicación de Severo obispo a la vista de tanta atrocidad. Ante su pertinaz resistencia en la tortura y en los azotes con látigos emplomados, un verdugo coloca un clavo en su cabeza y otro sayón la atraviesa de un mazazo.
Bien hacen los barceloneses en honrar hoy la memoria de este obispo santo en la conocidísima y barroca Iglesia de San Severo, cercana a la catedral. Antes que ellos, ya le tuvo devoción el rey Fernando el Católico y, antes aún, el rey Martín de Aragón fue curado de gangrena en una pierna próxima a la amputación.



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