jueves, 22 de noviembre de 2018

Párate un momento: El Evangelio del dia 23 DE NOVIEMBRE - VIERNES – 33ª – SEMANA DEL T.O. – B – SAN COLUMBANO




23  DE  NOVIEMBRE -   VIERNES –
33ª – SEMANA DEL T.O. – B –

Lectura del libro del Apocalipsis (10,8-11):

Yo, Juan, escuché la voz del cielo que se puso a hablarme de nuevo diciendo:
«Ve a tomar el librito abierto de la mano del ángel que está de pie sobre el mar y la tierra».
Me acerqué al ángel y le pedí que me diera el librito. Él me dice:
«Toma y devóralo; te amargará en el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel».
Tomé el librito de mano del ángel y lo devoré; en mi boca sabía dulce como la miel, pero, cuando lo comí, mi vientre se llenó de amargor.
Y me dicen:
«Es preciso que profetices de nuevo sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reinos».

Palabra de Dios

Salmo: 118,14.24.72.103.111.131

R/. ¡Qué dulce al paladar tu promesa, Señor!
Mi alegría es el camino de tus preceptos,
más que todas las riquezas. R/.
Tus preceptos son mi delicia,
tus enseñanzas son mis consejeros. R/.
Más estimo yo la ley de tu boca
que miles de monedas de oro y plata. R/.
¡Qué dulce al paladar tu promesa:
más que miel en la boca! R/.
Tus preceptos son mi herencia perpetua,
la alegría de mi corazón. R/.
Abro la boca y respiro,
ansiando tus mandamientos. R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (19,45-48):
En aquel tiempo, Jesús entró en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles:
«Escrito está: “Mi casa será casa de oración”; pero vosotros la habéis hecho una “cueva de bandidos”».
Todos los días enseñaba en el templo.
Por su parte, los sumos sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo buscaban acabar con él, pero no sabían qué hacer, porque todo el pueblo estaba pendiente de él, escuchándolo.

Palabra del Señor

1.  La interpretación más difundida sobre este episodio consiste en decir que Jesús quiso la "purificación" del Templo.  Pero esta explicación tropieza con una dificultad:
- ¿qué había que purificar en el Templo? Los sacrificios de animales eran parte esencial del culto religioso. Y para sacrificar los animales, como es lógico, había que adquirirlos.
- ¿Es que los vendían demasiado caros?
- ¿Es que con eso hacían negocio los sacerdotes?  No hay indicio alguno de estas cosas.
No parece, pues, que fuera necesaria ninguna "purificación del Templo".

2.  Entonces, - ¿por qué hizo Jesús una acción tan provocativa, que resultó ser la acusación más fuerte   que se hizo contra Jesús en el juicio religioso (Mt 26,
60 s par) y el motivo de burla cuando estaba en la cruz (Mt 27, 39 s par)?
Para responder a esta cuestión, se ha dicho que el gesto de Jesús fue una "acción simbólica" (J. Roloff, J. P. Meier...).  
- ¿En qué sentido?
Es evidente que la acción de Jesús fue un "ataque" al Templo.  No simplemente a "aquel" Templo.  
Jesús se enfrentó directamente a la religión que tiene su centro en el templo, el que sea, y sea la que sea esa religión. Lo que relata este evangelio fue un ataque
que se vio como un anuncio de la "destrucción" de la religión del Templo.
Los primeros cristianos estaban convencidos de esto.  De ahí la acusación que contra Esteban (Hch 6, 14).
Lo que Jesús pretendía era la desaparición del templo, que sería sustituido por el templo nuevo y perfecto (E. R Sanders).

3.-   El templo nuevo y perfecto es Jesús mismo (Jn 2, 19-22). La presencia de Dios ya no está circunscrita a un espacio sagrado. Dios está en Jesús, es el Dios humanizado. Y por eso está en todo ser humano.  De ahí que el autor de la carta a los Hebreos afirma que la muerte de Jesús, interpretada como "sacrificio introdujo un "cambio radical en la condición religiosa de la   humanidad".  La nueva religiosidad, a partir de Jesús, no consiste en el culto y respeto en el templo, al margen de la vida en su totalidad, sino que consiste en la vida entera, en el respeto a todo ser humano y en el amor sin condiciones. He aquí el cambio de religiosidad que la Iglesia no acepta y que los cristianos no entendemos.     Por eso tampoco entendemos, ni vivimos, el Evangelio.

SAN COLUMBANO

Abad – 545 – 615

Martirologio Romano: San Columbano, abad, irlandés de nacimiento, que por Cristo se hizo peregrino para evangelizar a las gentes de las Galias. Fundó, entre otros muchos, el monasterio de Luxeuil, que él mismo rigió con estricta observancia, y obligado después a exiliarse, atravesó los Alpes y construyó el cenobio de Bobbio, en la Liguria, famoso por su disciplina y estudios, en el cual se durmió en paz, lleno de méritos para con la Iglesia. Su cuerpo recibió sepultura en este día († 615).

Breve Biografía

Nació en Irlanda en el 543. Desde pequeño mostró una clara inclinación para la vida consagrada.
Al salir de Irlanda en compañía del monje y San Galo, recorrió Europa Occidental. Unas veces era rechazado, otras acogido, pero de lo que no cabe duda es que fue el fundador de monasterios y abadías desde las cuales salía un resplandor cultural y religioso dignos de toda loa.
Fueron el foco para culturización y cristianización de la época merovingia. Su estilo de vida fue austero y así se lo exigía a los monjes, pues gracias a ella, encontraron un camino para la santidad al menos trece santos que no es el caso de enumerar.
El monasterio más célebre fue el de Luxeuil, al que confluyeron monjes francos, galos y burgondes. Fue durante dos siglos el centro de vida monástica más importante en todo el Occidente.
En el año 610 tuvo que salir pitando de Francia porque la cruel reina Brunehaut lo perseguía, porque le había echado en cara todos sus vicios y sus crímenes.
Pensaba volver a Irlanda pero se quedó en Nantes. También que tuvo que huir por los Alpes hasta que encontró acogida y refugio en Bobio, al norte de Italia, en la región de la Emilia Romagna, provincia de Piacenza.
Aquí fundó su último monasterio y en él murió en el año 615. La regla monástica original que dio a sus monasterios tuvo una influencia por toda Europa durante más de dos siglos.
Muchos pueblos, regiones y lugares están bajo su patrocinio.
También tuvo dificultades con los obispos franceses. Estos mandan en su diócesis, pero no en los monasterios que desde siempre han estado exentos, es decir, no dependen del obispo.
Hubo alguien que lo trató bien. Fue el rey Aguilulfo. Menos mal que los cuatro últimos años de su vida pudo vivir tranquilo.
Fuente: Catholic.net

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