miércoles, 1 de mayo de 2019

Párate un momento: El Evangelio del dia 2 de MAYO – JUEVES – 2ª – SEMANA DE PASCUA – C – San Atanasio




2 de MAYO – JUEVES –
2ª – SEMANA DE PASCUA – C –


Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (5,27-33):

EN aquellos días, los apóstoles fueron conducidos a comparecer ante el Sanedrín y el sumo sacerdote los interrogó, diciendo:
«¿No os habíamos ordenado formalmente no enseñar en ese Nombre? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre».
Pedro y los apóstoles replicaron:
«Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. Dios lo ha exaltado con su diestra, haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la conversión y el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que lo obedecen».
Ellos, al oír esto, se consumían de rabia y trataban de matarlos.

Palabra de Dios

Salmo: 33,2.9.17-18.19-20

R/. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha

Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R/.

El Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias. R/.

El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
Aunque el justo sufra muchos males,
de todos lo libra el Señor. R/.

Lectura del santo evangelio según san Juan (3,31-36):

EL que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz.
El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.

Palabra del Señor

1.  En este texto, de la conversación de Jesús con Nicodemo, el propio Jesús
establece una distinción fundamental entre "lo del cielo" y lo "de la tierra". Es
la distinción entre "lo trascendente" y "lo inmanente". O sea, la distinción entre
"lo divino" y "lo humano". Esto supuesto, Jesús nos viene a recordar el principio
determinante de la hermenéutica o el principio de "interpretación" de la realidad. El "desde dónde" está uno situado, condiciona radicalmente "cómo ve la realidad".
Desde un palacio no se ve la realidad, la vida, el mundo, la situación de la gente... como se ve todo eso desde una   chabola o un barrio marginal.

2.   Este criterio es fundamental para la teología, para la lectura del Evangelio,
para interpretar y explicar lo que sucede en la vida.
El que ve la vida desde los intereses propios de una empresa financiera, inevitablemente justifica el capitalismo y las desigualdades sociales.
El que ve la vida y piensa en la gente
desde el orden de un convento o un palacio episcopal, lo piensa todo desde
los intereses de la religión, de lo sagrado, de lo eclesiástico. Por eso pensamos,
hablamos y vemos las cosas y las personas de formas contrarias y hasta contradictorias.

3.   Jesús le dice al fariseo Nicodemo que, si quiere ver la vida, las personas y las cosas, como las ve Jesús, tiene que tomar las debidas distancias del fariseísmo, que es el "desde dónde" todo religioso fanáticamente observante ve la realidad.
No seremos objetivos, realistas y lucidamente transparentes, si no
rompemos con el "desde donde" que   condiciona la mentalidad y la posición
que tenemos y que condiciona nuestra manera de pensar y de vivir.

San Atanasio


Memoria de san Atanasio, obispo y doctor de la Iglesia, quien, preclaro por su santidad y doctrina, en Alejandría de Egipto defendió con valentía la fe católica desde el tiempo del emperador Constantino hasta Valente, soportando numerosas asechanzas por parte de los arrianos y siendo desterrado en varias ocasiones. Finalmente, regresó a la Iglesia que se le había confiado y, después de muchos combates y de haber conseguido muchas victorias por su paciencia, descansó en la paz de Cristo en el cuarenta y seis aniversarios de su ordenación episcopal. Principal opositor al arrianismo. Padre de la Ortodoxia. Aclamado doctor el año 1568 por [Pío V].

Vida de San Atanasio

Nació en Egipto, Alejandría, en el año 295. Estudió derecho y teología. Se retiró por algún tiempo a la vida solitaria, haciendo amistad con los ermitaños del desierto. Regresando a la ciudad, se dedicó totalmente al servicio de Dios.
En su tiempo, Arrio, clérigo de Alejandría, propagaba la herejía de que Cristo no era Dios por naturaleza. Para enfrentarlo se celebró el primero de los ecuménicos, en Nicea, ciudad del Asia Menor. Atanasio, que era entonces diácono, acompañó a este concilio a Alejandro, obispo de Alejandría. Con doctrina recta y gran valor sostuvo la verdad católica y refutó a los herejes. El concilió excomulgó a Arrio y condenó su doctrina arriana.
Pocos meses después de terminado el concilio murió san Alejandro y Atanasio fue elegido patriarca de Alejandría. Los arrianos no dejaron de perseguirlo hasta que lo desterraron de la ciudad e incluso de Oriente. Cuando la autoridad civil quiso obligarlo a que recibiera de nuevo a Arrio en la Iglesia a Arrio a pesar de que este se mantenía en la herejía, Atanasio, cumpliendo con gran valor su deber, rechazó tal propuesta y perseveró en su negativa, a pesar de que el emperador Constantino, en 336, lo desterró a Tréveris.
Durante dos años permaneció Atanasio en esta ciudad, al cabo de los cuales, al morir Constantino, pudo regresar a Alejandría entre el júbilo de la población. Inmediatamente renovó con energía la lucha contra los arrianos y por segunda vez, en 342, sufrió el destierro que lo condujo a Roma.
Ocho años más tarde se encontraba de nuevo en Alejandría con la satisfacción de haber mantenido en alto la verdad de la doctrina católica. Pero sus adversarios enviaron un batallón para prenderlo. Providencialmente, Atanasio logró escapar y refugiarse en el desierto de Egipto, donde le dieron asilo durante seis años los anacoretas, hasta que pudo volver a reintegrarse a su sede episcopal; pero a los cuatros meses tuvo que huir de nuevo. Después de un cuarto retorno, se vio obligado, en el año 362, a huir por quinta vez. Finalmente, pasada aquella furia, pudo vivir en paz en su sede.
Falleció el 2 de mayo del año 373. Escribió numerosas obras.

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