14 de OCTUBRE – LUNES –
28ª – SEMANA DEL T. O. – C –
Comienzo
de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos (1,1-7):
Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, escogido
para anunciar el Evangelio de Dios. Este Evangelio, prometido ya por sus
profetas en las Escrituras santas, se refiere a su Hijo, nacido, según la
carne, de la estirpe de David; constituido, según el Espíritu Santo, Hijo de
Dios, con pleno poder por su resurrección de la muerte: Jesucristo, nuestro
Señor.
Por
él hemos recibido este don y esta misión: hacer que todos los gentiles
respondan a la fe, para gloria de su nombre. Entre ellos estáis también
vosotros, llamados por Cristo Jesús.
A
todos los de Roma, a quienes Dios ama y ha llamado a formar parte de los
santos, os deseo la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y del Señor
Jesucristo.
Palabra
de Dios
Salmo:
97
R/. El
Señor da a conocer su victoria
Cantad al Señor un cantico nuevo,
porque ha hecho
maravillas:
su diestra le ha dado la
victoria,
su santo brazo. R/.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su
justicia:
se acordó de su
misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de
Israel. R/.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro
Dios.
Aclamad al Señor, tierra
entera;
gritad, vitoread, tocad.
R/.
Lectura
del santo evangelio según san Lucas (11,29-32):
En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se
puso a decirles:
«Esta
generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más
signo que el signo de Jonás.
Como Jonás fue un signo para los habitantes de
Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación.
Cuando
sean juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se levantará y
hará que los condenen; porque ella vino desde los confines de la tierra para
escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.
Cuando
sea juzgada esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los
condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay
uno que es más que Jonás.»
Palabra
del Señor
1.
Cuando en los evangelios se habla de "generación" (frecuente
en los sinópticos), es término, sobre todo cuando va precedido de
"esta" o seguido del calificativo "perversa", que sin duda procede
de la redacción más tardía de la fuente Q, de origen helenista, y tiene un
sentido claramente despectivo y condenatorio.
Es una expresión que se refiere a la porción del pueblo de Israel,
que, a juicio de los primeros cristianos,
rechazó al Mesías, es decir, a Jesús.
Se trata, por tanto, de una
interpretación particular de la que, sin duda, participaron bastantes
cristianos de la Iglesia antigua. Por eso, cuando aparece en los evangelios esa
expresión, es siempre con sentido despectivo o de rechazo.
2.
Aquella "generación" exigía un "signo" (semeion).
Esta palabra designaba
una "señal espectacular" que tuviera
fuerza probatoria, para demostrar sin
lugar a dudas que Jesús venía de parte de
Dios. Pero, según los evangelios Jesús nunca quiso hacer signos de este tipo o
con intenciones apologéticas.
Por eso Jesús rechazó siempre la
petición de que hiciera milagros para probar que venía de Dios (Mt 12, 38 s; Lc
11, 29-32; Mt 16, 1. 4; Mc 8, 11 s; Lc 17, 20 s).
Esto quiere decir, como es lógico, que
Jesús nunca pretendió hacer cosas prodigiosas para demostrar su condición
divina o cosas parecidas.
3.
Con los ejemplos de Salomón y de Jonás, lo que Jesús pretende es dejar
claro que lo que nos tiene que importar a los
creyentes no es ver signos
extraordinarios (apariciones, milagros,
revelaciones, portentos...). Lo que nos
tiene que interesar es escuchar "la
Palabra de Dios", acoger esa Palabra, hacerla vida en nuestras vidas. Y
vivir de acuerdo con lo que nos exige la Palabra
del Señor.
La gente va gustosamente a Lourdes,
Fátima... y tantos otros sitios famosos de piadosas peregrinaciones.
La gente, sin embargo, no se pone a
leer, estudiar, meditar el contenido y el
mensaje de los evangelios. Esto también da que pensar.
San Calixto I
San Calixto I (siglo III)
Se cuenta que en un
tiempo fue esclavo; habiendo alcanzado la libertad, fue ordenado diácono por el
papa Ceferino, a quien sucedió
más tarde en la cátedra de Pedro.
Combatió a los herejes adopcionistas y modalistas. Recibió la
corona del martirio en el año 222 y fue sepultado en la vía Aurelia.
Breve Biografía
Las catacumbas son una meta obligatoria para los peregrinos y
turistas que van a Roma. Particularmente célebres y frecuentadas son las de San
Calixto, que el Papa Juan XXIII definió “las más importantes y las más célebres
de Roma”. Quedan cerca de las también famosas catacumbas de San Sebastián y de
Santa Domitila. Comprenden un área de 400 metros por 300, con cuatro pisos
sobrepuestos; se ha calculado que tienen no menos de 20 kilómetros de
corredores.
Esta obra colosal recuerda para siempre a San Calixto, porque fue él
quien se preocupó por su realización, primero como diácono del Papa Ceferino y
después como Papa. Pero este lugar no es precioso sólo por sus dimensiones,
sino por el gran número y la importancia de los mártires que fueron
“depositados” allí: particularmente célebres son las criptas de Santa Cecilia y
la contigua de los Papas Ponciano, Antero, Fabián, etc. Por eso, puede parecer
raro que falsee precisamente la de San Calixto que fue quien hizo construir esa
cripta.
La tumba de San Calixto se encuentra en el corazón de la antigua y
genuina Roma: en la basílica de Santa María en Trastévere, que fue construida
por el Papa Julio a mediados del siglo IV, intitulada también a San Calixto.
Calixto nació en Trastévere en la segunda mitad del siglo II, y su
padre era un tal Domicio. Era de humilde condición, pero muy apreciado por el correligionario
o Carpóforo, que le confió la administración de sus bienes. Pero algo no marchó
bien, pues poco después el pobre Calixto fue condenado a hacerle dar vueltas a
una rueda de molino para pagar al patrón y a la comunidad cristiana los
perjuicios ocasionados. Poco tiempo después Calixto tuvo que soportar otra dura
condena, la flagelación y la deportación a Cerdeña, por las acusaciones de los
judíos.
La comunidad cristiana lo rescató, incluso con la intervención de
Marcia, la concubina de Commodo, y entonces Calixto colaboró con el Papa Víctor
y con Ceferino, a quien sucedió como Papa en el 217.
Su elección provocó el cisma de Hipólito, que reprochaba a Calixto su
origen servil y sobre todo su flexibilidad con los pecadores. San Calixto tuvo también
que luchar contra la herejía sabeliana. Murió “mártir”, no a mano de la
autoridad imperial como asegura el Martirologio Romano, sino durante una
sublevación popular.
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