jueves, 31 de octubre de 2019

Párate un momento: El Evangelio del dia 1 de NOVIEMBRE – VIERNES – 30ª – SEMANA DEL T. O. – C –




1 de NOVIEMBRE – VIERNES –
30ª – SEMANA DEL T. O. – C –

Lectura del libro del Apocalipsis (7,2-4.9-14):
Yo, Juan, vi a otro Ángel que subía del Oriente y tenía el sello de Dios vivo; y gritó con fuerte voz a los cuatro Ángeles a quienes había encomendado causar daño a la tierra y al mar:
«No causéis daño ni a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta que marquemos con el sello la frente de los siervos de nuestro Dios.»
Y oí el número de los marcados con el sello: ciento cuarenta y cuatro mil sellados, de todas las tribus de los hijos de Israel.
Después miré y había una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y el Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos.
Y gritan con fuerte voz:
«La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero.»
Y todos los Ángeles que estaban en pie alrededor del trono de los Ancianos y de los cuatro Vivientes, se postraron delante del trono, rostro en tierra, y adoraron a Dios diciendo:
«Amén, alabanza, gloria, sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fuerza, a nuestro Dios por los siglos de los siglos, amén.»
Uno de los Ancianos tomó la palabra y me dijo:
«Esos que están vestidos con vestiduras blancas quiénes son y de dónde han venido?»
Yo le respondí:
«Señor mío, tú lo sabrás.»
Me respondió:
«Esos son los que vienen de la gran tribulación; han lavado sus vestiduras y las han blanqueado con la Sangre del Cordero.»

Palabra de Dios

Salmo: 23,1-2.3-4ab.5-6

R/. Este es el grupo que viene a tu presencia, Señor
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R/.

¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R/.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R/.

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan (3,1-3):
Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a él.
Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él porque le veremos tal cual es.
Todo el que tiene esta esperanza en él se purificará a sí mismo, como él es puro.

Palabra de Dios

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,1-12):
Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo:
«Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.»

Palabra del Señor

1.  La primera impresión que se tiene, al leer las bienaventuranzas, es una
impresión desconcertante.   Porque se trata de un texto contradictorio y "contracultural".
¿En qué cultura se puede afirmar que los "dichosos" son todos los desgraciados   de este mundo?
Es verdad que Jesús dijo las bienaventuranzas pensando en su comunidad de discípulos y, por tanto, dirigiéndose a ellos. Pero, cuando se leen los evangelios hasta el final, nos    encontramos con la inesperada sorpresa de constatar que, en el juicio último y definitivo de Dios sobre la historia, las naciones y los seres humanos, entonces     encontramos la clave del mensaje que contienen las bienaventuranzas.  Y esa clave nos dice que Dios se identifica con todo el que sufre.
El que encuentra el dolor y el desamparo, lo que realmente encuentra   es a Dios. En esto consiste el mensaje    más profundo de las bienaventuranzas.

2.  Pero, además de eso, las   bienaventuranzas expresan los efectos sorprendentes y las inesperadas consecuencias que produce el mensaje del Evangelio cuando este llega a ser la "convicción" que determina la vida de un   grupo dijo Jesús, es un espacio humano en el que se producen hechos increíbles: los pobres dejan de ser unos desgraciados y se sienten felices; los que sufren y lloran encuentran el remedio para sus males; los perseguidos y calumniados se dan cuenta  de que el odio y la maldad de los demás no les hacen daño y que vale la pena pasar por encima de todo eso. Porque la dicha que se vive en la comunidad de discípulos vale más que cualquier otra cosa.   

3.  Si, efectivamente, las bienaventuranzas expresan los frutos que   se producen en una comunidad de personas que "creen" en Jesús y lo "siguen", entonces hay que llegar a la conclusión según la cual Jesús no pensó, ni pudo pensar, en que su mensaje podría (y tendría que) abarcar a toda la sociedad.  Porque es absurdo pensar que toda la sociedad va a pensar así y va a vivir así.
Un "mensaje profético" puede configurar a una sociedad entera, a una cultura, a millones de personas.  Las bienaventuranzas no pueden abarcar tanto.  Para eso sería necesario modificar la condición humana.
El cristianismo y la Iglesia han preferido la "extensión" a costa de la "autenticidad".
Hablamos de más de mil millones de cristianos. Pero, realmente, ¿somos tantos? 
Los pobres "cristianos" ¿son felices?; ¿y los que sufren y lloran?, ¿qué hemos   hecho del Evangelio? 
Mera palabrería, vacía de contenido, si nos atenemos a nuestras conductas.
   Lo más urgente -ahora y siempre- es que la Iglesia crea en el Evangelio. Y viva de acuerdo con él. Esto es lo primero y principal.  

Fiesta de todos los santos


La Iglesia peregrina en la tierra celebra, en un único gozo, la memoria de los que alegran el cielo; recibe de ello estímulo y ejemplo, a la espera de alcanzar la corona del triunfo en la visión eterna de Dios.

Se hicieron santos por los medios que también nosotros podemos emplear, y que por los méritos de Jesucristo se nos ha prometido la misma gloria que ellos gozan en el cielo.   
Hoy, primero de noviembre se celebra la fiesta de Todos los Santos. Para toda la Iglesia es una gran celebración porque hay gran fiesta en el cielo. Para nosotros es una gran oportunidad de agradecer todos los beneficios, todas las gracias que Dios ha derramado en personas que han vivido en esta tierra y que han sido como nosotros, con las mismas debilidades, y con las fortalezas que vienen del mismo Dios. Celebremos este día con un corazón agradecido, porque Dios ha estado grande con nosotros y estamos alegres.
Hoy es un buen día para reflexionar todo el bien espiritual y material que por intercesión de los santos hemos obtenido y tenemos hasta el día de hoy, pues los santos que desearon la Gloria de Dios desde aquí en la tierra lo siguen deseando en la visión beatifica, y comparten el mismo deseo de Nuestro Señor Jesucristo de que todos los hombres se salven, que todos los hombres glorifiquen a Nuestro Señor.
La Iglesia ha instituido la Fiesta de Todos los santos por las siguientes razones:

1.- Para alabar y agradecer al Señor la merced que hizo a sus siervos, santificándolos en la tierra y coronándolos de gloria en el cielo.

2.- Para honrar en este día aun a los Santos de que no se hace fiesta particular durante el año.

3.- Para procurarnos mayores gracias multiplicando los intercesores.

4.- Para reparar en este día las faltas que en el transcurso del año hayamos cometido en las fiestas particulares de los Santos.

5.- Para animarnos más a la virtud con los ejemplos de tantos Santos de toda edad, sexo y condición, y con la memoria de la recompensa que gozan en el cielo.
Ha de alentarnos a imitar a los Santos el considerar que ellos eran tan débiles como nosotros y sujetos a las mismas pasiones; que, fortalecidos con la divina gracia, se hicieron santos por los medios que también nosotros podemos emplear, y que por los méritos de Jesucristo se nos ha prometido la misma gloria que ellos gozan en el cielo.
Se celebra la fiesta de Todos los Santos con tanta solemnidad porque abraza todas las otras fiestas que en el año se celebran en honor de los Santos y es figura de la fiesta eterna de la gloria.
Para celebrar dignamente la fiesta de Todos los Santos debemos:

1.- Alabar y glorificar al Señor por las mercedes que hizo a sus siervos y pedirle que asimismo nos las conceda a nosotros.

2.- Honrar a todos los Santos como a amigos de Dios e invocar con más confianza su protección.
3.- Proponer imitar sus ejemplos para ser un día participante de la misma gloria.
Es importante en este día tan importante para toda la Iglesia detenernos a pensar en todo el bien que Dios ha dado a la humanidad por medio de tantos hombres y mujeres que fieles a la voluntad de Dios, fieles a su amor fueron testigos del Reino del Señor. La cantidad de santos, santas y mártires que dejaron una huella tan profunda en su paso por esta tierra que ni el tiempo ni los cambios de generaciones han podido borrar. Y si decimos que es de todos los Santos es porque también celebramos a tantos Santos y Mártires que Dios ha querido tener en el anonimato, y que nosotros no conocemos por su nombre, pero sabemos por la fe que están dando gloria a Dios.
Celebremos con gozo este día, y pidámosle a Dios Nuestro Señor nos conceda disfrutar en esta tierra de la protección de sus santos y que un día nos conceda estar con ellos para glorificarlo en su eternidad.
Que Santa María Reina de los santos nos conceda la alegría de servir con humildad a Dios esta tierra para verle y gozarle en la vida eterna.
Fuente: Catholic.net

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