8 de OCTUBRE – MARTES –
27ª – SEMANA DEL T. O. – C –
Evodio de Antioquía
Lectura
del libro de profeta Jonás (3,1-10):
En aquellos días, el Señor volvió a hablar a Jonás y le dijo:
«Levántate
y vete a Nínive, la gran capital, para anunciar allí el mensaje que te voy a
indicar».
Se
levantó Jonás y se fue a Nínive, como le había mandado el Señor. Nínive era una
ciudad enorme: hacían falta tres días para recorrerla.
Jonás
caminó por la ciudad durante un día, pregonando:
«Dentro
de cuarenta días Nínive será destruida».
Los
ninivitas creyeron en Dios: ordenaron un ayuno y se vistieron de sayal, grandes
y pequeños.
Llegó
la noticia al rey de Nínive, que se levantó del trono, se quitó el manto, se
vistió de sayal, se sentó sobre ceniza y en nombre suyo y de sus ministros
mandó proclamar en Nínive el siguiente decreto:
«Que
hombres y animales, vacas y ovejas, no prueben bocado, que no pasten ni beban.
Que todos se vistan de sayal e invoquen con fervor a Dios, y que cada uno se
arrepienta de su mala vida y deje de cometer injusticias. Quizá Dios se
arrepienta y nos perdone, aplaque el incendio de su ira y así no moriremos».
Cuando
Dios vio sus obras y cómo se convertían de su mala vida, cambió de parecer y no
les mandó el castigo que había determinado imponerles.
Palabra
de Dios
Salmo:
129
R/. Si
llevas cuentas de los dleitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Desde el lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica. R/.
Si llevas cuentas de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el
perdón,
y así infundes respeto. R/.
Porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos. R/.
Lectura
del santo Evangelio según san Lucas (10,38-42):
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada
Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana llamada María que, sentada
a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Y
Marta, se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y
dijo:
«Señor,
¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me
eche una mano».
Pero
el Señor le contestó:
«Marta,
Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María
ha escogido la parte mejor y no se la quitarán.»
Palabra
del Señor
1.
Lo primero que llama la atención, en este breve episodio, es que en él
se relata un hecho que, en el judaísmo del s. I, tenía que resultar extraño y posiblemente
escandaloso. En aquella sociedad no se
veía bien que una mujer acogiera en su
casa a un hombre. Por ejemplo, en el libro cuarto de los Macabeos, se pone como
ejemplo a la madre de los siete mártires que, antes
de su matrimonio, no recibió una sola visita
masculina, ni siquiera en presencia de sus parientes (4 Mac 18, 7) (F. Bovon,
U. Ruegg).
Una vez más, se pone en evidencia la
libertad de Jesús, que se enfrenta al puritanismo y a los prejuicios morales de
aquel tiempo.
2.
Flavio Josefo indica que el verbo que utiliza Lucas, y “podéchomai”
significa "acoger", lo que implica hospitalidad. Como en el caso de
Zaqueo (Lc 19, 6) o de Jasón respecto a Pablo (Hech 17, 7).
Alguien ha pensado que aquí se apunta
a una "iglesia doméstica" (W. Magass). Pero eso no es probable, ya que el lenguaje
relativo a las "iglesias domésticas" es propio de las cartas de
Pablo, nunca de los evangelios. Este relato tiene más conexión con el
comportamiento de Jesús y su relación con las mujeres, que con las prácticas de
las "iglesias primitivas".
3.
El relato está compuesto de manera
que en él se presentan dos formas de relación con Jesús. De Marta se
destaca la sobre-actividad. El texto
utiliza el verbo “perispómai”, que significa "estar en tensión por todas
partes", "estar absorbido", "andar inquieto" o
"distraído" (Bauer, Jutta Brutscheck).
Mientras que, de María, lo que Jesús
elogia es la "escucha", la dedicación a estar con Jesús, la
concentración en acoger la palabra, que se entiende lógicamente la
"Palabra de Dios". Y esto es lo que Lucas pone como ejemplo. Al tiempo que se reprueba la tensión de
actividad en que vive Marta.
No es lo mismo el "ser para"
que el "estar con". Marta estaba para servir a Jesús. María
"estaba con" Jesús.
A todos nos gusta más que nos escuchen que el simple hecho de que
alguien nos preste un servicio. "Estar
atento a todos", "escuchar siempre",
"interesarse por lo que piensa o dice el
otro". En eso está "la mejor parte", lo
que contagia la mejor convivencia.
En Antioquía, san
Evodio, el cual, como escribe san Ignacio a los Antioquenos, fue el primer
Obispo, ordenado allí por el Apóstol san Pedro, y terminó la vida con glorioso
martirio. († c.69)
Breve Biografía
Primer obispo de
Antioquía después de San Pedro. Eusebio lo menciona así en su
"Historia": "Y Evodio habiendo sido establecido como primer
[obispo] de Antioquía, Ignacio floreció en este momento" (III, 22). El
tiempo mencionado es el de Clemente de Roma y de Trajano, de los cuales Eusebio
acaba de hablar. Harnack ha demostrado (después de descartar una teoría propia
anterior) que Eusebio tenía una lista de los obispos de Antioquía, que no tenía
sus fechas, y que se vio obligado a sincronizarlos aproximadamente con los
Papas. Parece seguro que él tomó las tres listas episcopales de Roma,
Alejandría y Antioquía de la "Cronografía", que Julio Africano
publicó en 221. La "Crónica de Eusebio" se ha perdido, pero en la
traducción de San Jerónimo de la misma encontramos en tres años sucesivos las
tres entradas
- que
Pedro, habiendo fundado la Iglesia de Antioquía, es enviado a Roma, donde
persevera como obispo durante 25 años;
- que Marcos, el
intérprete de Pedro, predica a Cristo en Egipto y Alejandría, y
- que
Evodio es ordenado primer obispo de Antioquía.
No tenemos
ninguna mención de Evodio antes de la de Africano, pero ésta se ve confirmada
por su contemporáneo, Orígenes, quien llama Ignacio al segundo obispo después
de Pedro (Hom. IV, en Luc., III, 938A). Es curioso que la ordenación de Evodio
no debiera haber sido dada en la "Cronografía" en el mismo año que la
fundación de la Iglesia Antioqueña por Pedro, y Hort supone que las tres
entradas deben haber pertenecido a un solo año en Eusebio; pero la evidencia no
está a favor de esta simplificación. El año de la accesión de Ignacio, que es
el de la muerte de Evodio, era desconocido para Eusebio, pues simplemente lo
coloca en la "Crónica", junto con la muerte de Pedro y la accesión de
Lino en Roma (Nerón 14-68), mientras que en la "Historia" lo menciona
al comienzo del reinado de Trajano.
La fama de
Ignacio causó que escritores posteriores, como San Atanasio y San Juan
Crisóstomo, hablasen de él como si hubiese sido el sucesor inmediato de los
Apóstoles. Jerónimo (De Vir. Ill., 16) y Sócrates (HE, VI, 8) lo llaman el
"tercer" obispo después de San Pedro, pero esto es sólo porque
ilógicamente incluyen a Pedro entre sus propios sucesores. Teodoreto y
Pseudo-Ignacio representan a Ignacio como consagrado por Pedro. La dificultad
que surgió así sobre Evodio se resolvió en las Constituciones Apostólicas que
afirman que Evodio fue ordenado por Pedro e Ignacio por Pablo. El cronógrafo
bizantino, Juan Malalas (X, 252), relata que cuando Pedro iba de camino a Roma
pasó por la gran ciudad de Antioquía, sucedió que Evodo (sic), el obispo y
patriarca, murió y lo sucedió Ignacio; él le atribuye a Evodio la invención del
nombre cristiano. Salmon no parece estar justificado en suponer que Malalas le
atribuye cualquiera de esta información a Teófilo, el obispo de Antioquía del
siglo II. Podemos estar seguros que Evodio es un personaje histórico, y
realmente fue el predecesor de San Ignacio, pero las fechas de su ordenación y
muerte son realmente inciertas. Ningún testigo anterior lo menciona como
mártir.
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