10 de OCTUBRE – JUEVES –
27ª – SEMANA DEL T. O. – C –
Lectura
de la profecía de Malaquías (3,13-20a):
«Vuestros discursos son arrogantes contra mí –oráculo del Señor–.
Vosotros objetáis:
"¿Cómo
es que hablamos arrogantemente?"
Porque
decís:
"No
vale la pena servir al Señor; ¿qué sacamos con guardar sus mandamientos?; ¿para
qué andamos enlutados en presencia del Señor de los ejércitos?
Al
contrario: nos parecen dichosos los malvados; a los impíos les va bien; tientan
a Dios, y quedan impunes."
Entonces
los hombres religiosos hablaron entre sí:
"El
Señor atendió y los escuchó."
Ante
él se escribía un libro de memorias a favor de los hombres religiosos que
honran su nombre. Me pertenecen –dice el Señor de los ejércitos– como bien
propio, el día que yo preparo.
Me
compadeceré de ellos, como un padre se compadece del hijo que lo sirve.
Entonces veréis la diferencia entre justos e impíos, entre los que sirven a
Dios y los que no lo sirven. Porque mirad que llega el día, ardiente como un
horno: malvados y perversos serán la paja, y los quemaré el día que ha de venir
–dice el Señor de los ejércitos–, y no quedará de ellos ni rama ni raíz. Pero a
los que honran mi nombre los iluminará un sol de justicia que lleva la salud en
las alas.»
Palabra
de Dios
Salmo: 1
R/. Dichoso el hombre
que ha puesto su confianza
en el Señor
Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de
los pecadores,
ni se sienta en la
reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la
ley del Señor,
y medita su ley día y
noche. R/.
Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus
hojas;
y cuanto emprende tiene
buen fin. R/.
No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata
el viento.
Porque el Señor protege
el camino de los justos,
pero el camino de los
impíos acaba mal. R/.
Lectura del santo evangelio
según san Lucas (11,5-13):
En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos:
«Si
alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche para decirle:
"Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y
no tengo nada que ofrecerle." Y, desde dentro, el otro le responde:
"No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados;
no puedo levantarme para dártelos." Si el otro insiste llamando, yo os
digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la
importunidad se levantará y le dará cuanto necesite.
Pues
así os digo a vosotros: Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os
abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre.
¿Qué
padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra?
¿O
si le pide un pez, le dará una serpiente?
¿O
si le pide un huevo, le dará un escorpión?
Si
vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos,
¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo
piden?»
Palabra
del Señor
1.
En este evangelio, Jesús no solo recomienda la oración de petición, sino
que además elogia la insistencia en esta forma
de oración. Y la elogia hasta el punto de dar la impresión de que atribuye la
eficacia de la oración precisamente a esa insistencia, sin cansarse, sin
desfallecer, incluso haciéndose pesado en la repetición machacona de quien ora
y reza sin tregua ni descanso.
¿Por qué es esa precisamente la forma
de orar que Jesús recomienda?
2.
Deberíamos tener presente que orar, en forma de petición, es expresar un
deseo. Por tanto, oramos con insistencia cuando nuestro deseo es insistente y
no se cansa en el anhelo que nos impulsa.
En la insistencia del que no se cansa de
repetir la misma petición, superando todo desaliento, se demuestra, ante todo,
la fuerza del deseo: quien tanto pide la misma cosa, es que la desea
mucho. Pero, sobre todo, al insistir
tanto, el orante demuestra, no solo el deseo intenso, sino además la confianza.
Lo cual es clave. Porque quien se fía ciegamente de otro, eso es lo que mejor
indica que ese otro significa tanto en la vida, que el "exceso de
aprecio" lleva derechamente al "exceso de identificación" con lo
que el otro quiere, desea o necesita.
Cuando dos personas se aprecian
enormemente, la identificación entre ambas produce la identificación de deseos
o necesidades: lo que uno desea o anhela, lo desea y anhela el otro igualmente.
3.
La poca fe que tenemos en la oración es la señal más clara de la poca fe
que nos guía en la vida.
Nuestro aprecio de Jesús es más
teórico que vital. En teoría, en teología, en nuestras lecturas, Jesús nos
admira, nos entusiasma incluso. Pero la verdad es que no pasamos de eso. Y si
hablamos del Padre del cielo, es un hecho que tenemos que vernos en apuros muy
graves para acudir con insistencia y fe ciega en el Padre.
Nos conviene revisar nuestra
oración de petición. Porque eso es, en definitiva, revisar nuestra
auténtica relación con
Jesús. Y con Dios.
Santo Tomás de Villanueva
Aun cuando
sus padres vivieron en Villanueva de los Infantes, Tomás nació en Fuenllana
(Ciudad Real, España) en 1486. Estudió en la universidad de Alcalá, de la que,
más tarde, fue maestro preclaro, dada su gran preparación en las ciencias
humanas y sagradas.
Nombrado arzobispo de
Valencia fue un verdadero modelo de buen pastor, sobresaliendo por su caridad,
pobreza, prudencia y celo apostólico.
Murió el 8 de septiembre de
1555, y fue canonizado en el año 1658.
Le llamaban
"el divino Tomás", Era un inmenso predicador, que había nacido en
Fuenllana (Ciudad Real) en 1486, de padres caritativos, de los que heredó su
amor por los pobres: “Madre, le dijo Tomás, ya podéis dejar pan abundante en la
panera; pues si no tenéis cuidado, pronto no habrá una sola gallina en el
gallinero”. Vivió sus primeros años en Villanueva de los Infantes, de donde
recibirá el “nombre”. A los quince años, fue enviado a estudiar a la
Universidad renacentista de Alcalá, de la que llegó a ser maestro, con una
vasta competencia en las ciencias humanas y sagradas. Allí obtuvo, el título de
“Maestro” de lógica, física y metafísica. Continuó estudiando teología durante
tres cursos. Bachiller en artes y Licenciado en Teología, le encargaron la
Cátedra de Lógica. Sus estudios en Alcalá, le habían dejado una profunda
impronta humanística. Poseía una inteligencia excepcionalmente lúcida y un
criterio muy práctico para dar opiniones sobre temas difíciles. Pero tuvo que
ejercitarse continuamente para adquirir una buena memoria y luchar mucho para que
las distracciones no le alejaran de los temas que quería tratar.
FRAILE
AGUSTINO
En Salamanca
viste el hábito de la Orden de San Agustín, que, por aquellos mismos días,
Lutero tira a las zarzas. Se ordena de Sacerdote en 1518. Fue nombrado Prior de
Salamanca, Provincial de Andalucía, Prior de Burgos; Provincial de Castilla,
Prior de Burgos. Carlos V, que siente por él una especial predilección y le
considera una persona clave para la reforma de su reino, le nombra predicador y
consejero suyo.
El emperador
Carlos V le había ofrecido el nombramiento de arzobispo de Granada, pero él no
lo aceptó. Un día el emperador le dijo a su secretario: Escriba:
"Arzobispo de Valencia, será el Padre...", y le dictó el nombre de
otro sacerdote. Cuando fue a firmar el decreto leyó que el secretario había
escrito: "Arzobispo de Valencia, Tomás de Villanueva". "¡Pero
este no fue el que yo le dicté!", dijo el emperador. "Perdone,
señor" – le respondió el secretario. "Me pareció haberle oído ese
nombre. Pero lo borraré". "No, no lo borre, dijo Carlos V, el otro
era el que yo pensaba elegir, pero éste es el que Dios quiere que sea
elegido". Y mandó que lo llamaran para darle noticia del nombramiento.
Tomás se negó a obedecer al emperador. Sólo aceptó tan alto cargo cuando su superior
se lo mandó bajo obediencia.
ENTRADA EN
VALENCIA
Llegó a Valencia
de noche mientras caía un fortísimo aguacero, acompañado solamente por un
religioso. Pidió que lo hospedaran por caridad en el convento de los Padres
Agustinos, diciendo que le bastaba una estera en el suelo para dormir. Antes de
tomar posesión del arzobispado hizo seis días de retiro, oración y penitencia
en el convento. Los sacerdotes de la ciudad le obsequiaron con 4000 monedas de
plata que entregó al hospital diciendo: "los pobres necesitan esto más que
yo. ¿Qué lujos y comodidades puede necesitar un sencillo fraile y religioso
como soy yo?". Lo criticaban porque usaba una sotana muy vieja y
desteñida, y él respondía: "Lo importante no es una sepultura. Lo
importante es embellecer el alma que nunca se va a morir". Le costó mucho
al clero catedralicio que aceptara un sombrero de seda, pero a él le parecía
que los pobres se lo reclamaban. Y muchas veces enseñaba el sombrero con
sonrisa de burla, diciendo:”Aquí tenéis mí dignidad episcopal. Mis señores, los
canónigos, han creído que no podía ser obispo sin esto”.
SITUACION DE
LA DIOCESIS
Valencia, vivía
unas condiciones espirituales deplorables, después de un siglo sin un Obispo
residente, con muchos clérigos en situación irregular y atenazada por la
agitación morisca. Tomás busca la recristianización de la diócesis. Para ello
funda el colegio-seminario de la Presentación en 1550, para formar al clero.
Tiene muy claro que un Arzobispo sin la ayuda de los sacerdotes, limita mucho su
influencia pastoral. Debe cuidar, atender, animar, santificar a sus sacerdotes.
Eso, que cuesta tanto a ciertas personas y que yo no puedo entender. Lo que más
le interesaba era transformar a sus sacerdotes. A los menos cumplidores se los
ganaba a base de consejos y peticiones amables y los hacía mejorar. A uno que
no quería cambiar, lo llamó a su palacio y le dijo: "Yo soy el que tengo
la culpa de que usted no quiera enmendarse. Porque no he hecho penitencias por
su conversión, por eso no ha cambiado". Y quitándose la camisa empezó a
darse latigazos hasta derramar sangre. El otro se arrodilló llorando y le pidió
perdón y mejoró totalmente su conducta. ¿Qué no puede hacer un Arzobispo si se
gana la confianza sincera y cordial de sus sacerdotes? No se debe preocupar de
que los sacerdotes no le quieran sino de si es él el que quiere de verdad a sus
sacerdotes.
PREDICADOR
FORMIDABLE
El emperador
Carlos V al oírle predicar exclamaba: "Este obispo conmueve hasta las
piedras". Y cuando estaba en la ciudad, nunca faltaba a sus sermones. Su
predicación producía cambios impresionantes en los oyentes, y aun hoy día
conmueven a quienes los leen. La gente decía que Tomás de Villanueva era como
un nuevo apóstol San Pablo. Fue el “predicador” más grande de su tiempo, pero
su fuerza más que en la palabra, la ejercía con el ejemplo de su vida, que es
lo que definitivamente convencía. Contemporáneo suyo será Fray Juan de Sahagún
en Salamanca. Los dos impresionantes predicadores, éste más gracioso, hasta
quizá pasarse, Tomás más serio, como fiel cumplidor de las normas dadas a los
predicadores por Fray Luís de Granada: “Nada digan de lo que puedan con razón
ofenderse los oyentes; nada digan con insolencia, nada con arrogancia, nada con
descaro, nada con desvergüenza, nada injurioso, nada soez, nada
chocarreramente, nada bajo, nada licenciosa, indecente y viciosamente, sino que
todo el carácter de la oración represente modestia, humanidad, caridad, celo y
un deseo fervoroso de la verdadera caridad.
SUS
ACTIVIDADES COMO ARZOBISPO
El Arzobispo
convoca un Sínodo y visita todas las parroquias, actuando con mano enérgica y
paternal. Envió misioneros al Perú. Encuentra su inspiración en las enseñanzas
del Buen Pastor, en San Pablo y en los grandes obispos. Será llamado el “San
Bernardo español” por su profundidad teológica sobre la Virgen. Se distinguió
por su asistencia a los pobres y enfermos y decía que la cama de un enfermo es
como la zarza ardiente de Moisés, en la cual se logra encontrar con Dios y
hablar con Él, entre las espinas de incomodidad que lo rodean. La
evangelización a los moriscos y la dedicación a la juventud, también acaparó
parte de sus energías. La intensa actividad afianzada en su gran erudición, le
consagra como uno de los hombres más respetados de su tiempo y modelo del
obispo. En Valencia, se mostró como verdadero modelo de buen pastor,
sobresaliendo por su caridad, pobreza, prudencia y celo apostólico. Se le
reconoce como “El Obispo de los pobres”, envió a América los primeros Padres
Agustinos que llegaron a México.
SU ORACION
MISTICA
Frecuentemente
mientras celebraba la Santa Misa o rezaba los Salmos, le sobrevenían los
éxtasis y se olvidaba de todo lo que lo rodeaba y sólo pensaba en Dios. En esos
momentos el rostro le brillaba intensamente. Predicando en Burgos contra el
pecado, tomó en sus manos un crucifijo y levantándolo gritó "¡Pecadores,
mírenlo!", y no pudo decir más, porque se quedó en éxtasis, y así estuvo
un cuarto de hora, mirando hacia el cielo, contemplando lo sobrenatural. Al
volver en sí, dijo a la multitud que estaba maravillada: "Perdonen
hermanos por esta distracción. Trataré de enmendarme". En un sermón de la
Transfiguración, dijo: “En cuanto a mí me ha sido dado, sin ningún mérito mío,
subir con él hasta la santa montaña y contemplar la gracia de su rostro, aunque
sólo fuese de lejos, ¡con qué lágrimas, con qué entusiasmo gritaba entonces:
Señor, ¡bueno es estar aquí! No permitáis que descienda jamás. No os alejéis,
por favor. ¡Que sea así toda mi vida, todos los días de mi vida! ¿Para qué
quiero más?” Pero el camino de la perfección no se ha de recorrer al vuelo,
sino paso a paso: “Non pervolanda, sed perambulanda est”.
ATIENDE A
TODOS
Aunque dedicaba
muchas horas a rezar y a meditar, su secretario tenía la orden de llamarlo
cuando alguna persona necesitara consultarle o pedirle algo. A su palacio
arzobispal acudían cada día centenares de pobres a pedir ayuda, y nadie se iba
sin recibir algún regalo o algún dinero. Especial cuidado tenía el prelado para
ayudar a los niños huérfanos. Y las muchachas pobres de la ciudad, el día de su
matrimonio recibía un buen regalo del arzobispo. A quienes lo criticaban por
dar demasiadas ayudas incluso a vagos, les decía: "mi primer deber es no
negar un favor a quien lo necesita, si en mi poder está el hacerlo. Si abusan
de lo que reciben, ellos responderán ante Dios". A los ricos les insistía
continua y fuertemente sobre el deber tan grave que cada uno tiene de dar
limosnas de todo lo que le sobre, en vez de gastarlo en lujos y cosas inútiles.
Decía a la gente: "¿En qué otra cosa puedes gastar mejor tu dinero que en
pagar tus pecados, haciendo limosna? Si quieres que Dios oiga tus oraciones,
tienes que escuchar la petición de ayuda que te hacen los pobres. Debes
anticiparte a repartir ayudas a los que no se atreven a pedir".
Algunos le decían
que debía ser más fuerte y lanzar maldiciones contra los que vivían
amancebados. Él respondía: "Hago todo lo que me es posible por animarlos a
que se pongan en paz con Dios y que no vivan en pecado. Pero nunca quiero
emplear métodos agresivos contra nadie". Si oía hablar de otro respondía:
"Quizás lo que hizo fue malo, pero probablemente sus intenciones eran
buenas".
SU MUERTE
En septiembre de
1555 sufrió una angina de pecho e inflamación de la garganta. Mandó repartir
entre los pobres todo el dinero que había en su casa. Hizo que le celebrara la
Misa en su habitación, y exclamó: "Que bueno es Nuestro Señor: a cambio de
que lo amemos en la tierra, nos regala su cielo para siempre". Y murió
cuando tenía 66 años, el 8 de septiembre de 1555. Beatificado en 1618, el Papa
Alejandro VII lo canonizó en 1658. Sus restos se conservan en la iglesia catedral
de Valencia. Su fiesta se celebra el 10 de Octubre.
(Fuente: jmarti.ciberia.es)
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