22 DE MAYO – VIERNES –
6ª - SEMANA DE PASCUA – A –
Santa Joaquina de Vedruna
Lectura
del libro de los Hechos de los apóstoles (18,9-18):
Cuando
estaba Pablo en Corinto, una noche le dijo el Señor en una visión:
«No
temas, sigue hablando y no te calles, pues yo estoy contigo, y nadie te pondrá
la mano encima para hacerte daño, porque tengo un pueblo numeroso en esta
ciudad».
Se
quedó, pues, allí un año y medio, enseñando entre ellos la palabra de Dios.
Pero,
siendo Gallón procónsul de Acaya, los judíos se abalanzaron de común acuerdo
contra Pablo y lo condujeron al tribunal diciendo:
«Este
induce a la gente a dar a Dios un culto contrario a la ley».
Iba
Pablo a tomar la palabra, cuando Gallón dijo a los judíos:
«Judíos,
si se tratara de un crimen o de un delito grave, sería razón escucharos con
paciencia; pero, si discutís de palabras, de nombres y de vuestra ley, vedlo
vosotros. Yo no quiero ser juez de esos asuntos».
Y les
ordenó despejar el tribunal.
Entonces
agarraron a Sóstenes, jefe de la sinagoga, y le dieron una paliza delante del
tribunal, sin que Galión se preocupara de ello.
Pablo
se quedó allí todavía bastantes días; luego se despidió de los hermanos y se
embarcó para Siria con Priscila y Aquila. En Cencreas se había hecho rapar la
cabeza, porque había hecho un voto.
Palabra
de Dios
Salmo:
46,2-3,4-5.6-7
R/.
Dios es el rey del mundo
Pueblos
todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de
júbilo;
porque el Señor altísimo es
terrible,
emperador de toda la
tierra. R/.
Él nos
somete los pueblos
y nos sojuzga las naciones;
él nos escogió por heredad
suya:
gloria de Jacob, su
amado. R/.
Dios
asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de
trompetas:
tocad para Dios, tocad;
tocad para nuestro Rey,
tocad. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Juan (16,20-23a):
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«En
verdad, en verdad os digo: vosotros lloraréis y os lamentaréis, mientras el
mundo estará alegre; vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se
convertirá en alegría.
La
mujer, cuando va a dar a luz, siente tristeza, porque ha llegado su hora; pero,
en cuanto da a luz al niño, ni se acuerda del apuro, por la alegría de que al
mundo le ha nacido un hombre.
También
vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro
corazón, y nadie os quitará vuestra alegría. Ese día no me preguntaréis nada».
Palabra
del Señor
1. Jesús
insiste en que se aproxima un cambio decisivo, que marcará un antes y un
después. La comparación con la mujer que va a dar a luz así lo indica. El parto es un
hecho definitivo: una vida nueva está en el mundo a partir del momento en que
la mujer da a luz. Pero a la alegría de la vida nueva precede la tristeza que
acompaña a los dolores del parto.
2. Las
palabras de Jesús, tal como las presenta el IV Evangelio, son una profecía, que
anuncia lo que va a suceder con el paso de la muerte a la vida en la
Resurrección. Pero Jesús hace algo más que anunciar el futuro. Lo que, de
inmediato, preocupa a Jesús es el estado de ánimo en que ve sumidos a sus
amigos. Les invade la tristeza, el miedo, la oscuridad de un futuro
que no saben en qué puede parar. Les preocupa el futuro de Jesús.
Pero, como es lógico, les preocupa también su propio futuro.
3. Y
ahí es donde se pone en evidencia la humanidad de Jesús. Él no soporta verlos
tristes, hundidos, desalentados. Jesús aquí, una vez más, se muestra como el
Hijo del Padre, imagen del Padre en el mundo. Pero, además de eso y
precisamente por eso, se muestra también como el ser humano más sensible al
sufrimiento y a la alegría. No quiere ver a sus amigos hundidos. De
ahí que su última palabra es alegría.
Santa Joaquina de Vedruna
Año
1854
Joaquina Vedruna y de
Mas nació en Barcelona (España) en el año 1783. Como esposa y madre fue modelo
de abnegación, prudencia y delicadeza.
En el año 1826 fundó
el Instituto de las Hermanas Carmelitas de la Caridad, dedicado al cuidado de
los enfermos y a la educación de las jóvenes.
Murió en Barcelona en
1854 y fue canonizada por Juan XXIII en 1959.
Esta es una santa que duró casada hasta los 33 años.
Tuvo ocho hijos y bastantes nietos. A los 47 años fundó la Comunidad de las
hermanas Carmelitas de la Caridad, y al morir a los 61 años había fundado
conventos, escuelas y hospitales en diversos sitios de España.
Nació
en Barcelona, España, en 1773. Su padre, Don Lorenzo de Vedruna, era rico y
alto empleado del gobierno. Su familia era muy católica.
La
niña desde muy pequeña tuvo mucha devoción al Niño Jesús y a las benditas
almas.
Algo
que la caracterizó desde sus primeros años fue un gran amor a la limpieza. No
toleraba ninguna mancha de mugre en sus vestidos. Y esto la fue llevando a no tolerar
tampoco mancas de pecado en su alma.
A los
doce años sintió un gran deseo de ser religiosa carmelita. Pero las monjitas no
la aceptaron porque les parecía muy niña todavía para decidirse por la vocación
religiosa.
A los 26 años, en 1799, contrae matrimonio con un rico
hacendado, don Teodoro de Mas, muy amigo de su padre, y empleado oficial como
él. Teodoro estimaba mucho a las tres hijas de Don Lorenzo y para decidirse por
una de ellas les llevó un pequeño paquetico de dulces de regalo. Las dos primeras
lo rechazaron como un regalo demasiado infantil, pero Joaquina lo aceptó con
alegría exclamando: "Me encantan las almendras". Este gesto de
humildad decidió al joven a elegirla como esposa.
Al
principio de su matrimonio sentía a veces serios escrúpulos por no haber
seguido la vocación de religiosa que de niña tanto le llamaba la atención, pero
su esposo la consolaba diciéndole que en la vida de hogar se puede llegar a tan
alta santidad como en un convento y que con sus buenas obras de piedad iría
reemplazando las que iba a hacer en la vida religiosa. Esto la tranquilizó. 16
años vivió con su esposo, y Dios le regaló ocho hijos. Y como premio a sus
sacrificios, cuatro hijas se hicieron religiosas, y varias de sus nietas
también.
Cuando
Napoleón invadió España; el esposo de Joaquina se fue al ejército a defender la
patria y participó valerosamente en cinco batallas contra los invasores.
Joaquina y sus niños tuvieron que abandonar la ciudad de Barcelona y huir hacia
la pequeña ciudad de Vich.
Cuando
Joaquina y sus hijos andaban por la llanura huyendo, de pronto apareció una
misteriosa señora y la condujo hasta Vich a casa de una familia muy buena, que
los recibió con gran cariño. Enseguida la Señora desapareció y nadie pudo dar
razón de ella. Joaquina creyó siempre que fue la Sma. Virgen quien llegó a
auxiliarla.
Un
día mientras estaba rodeada de su familia, le pareció oír una voz que le decía:
"Pronto te vas a quedar viuda". Ella se preparó a aceptar la voluntad
de Dios, y a los dos meses, aunque su esposo gozaba de buena salud, y apenas
tenía 42 años, murió imprevistamente. Joaquina quedaba viuda a los 33 años, y
encargada de ocho hijitos.
Desde
aquel día dejó todos sus vestidos de señora rica. Y se dedicó por completo a
ayudar a los pobres y a asistir a los enfermos en los hospitales. Al principio
la gente creía que se había vuelto loca por la tristeza de la muerte de su
esposo, pero pronto se dieron cuenta de que lo que se estaba volviendo era una gran
santa. Y admiraban su generosidad con los necesitados. Ella vivía como la gente
más pobre, pero todas sus energías eran para ayudar a los que padecían miseria
o enfermedad.
Durante
diez años estuvo dedicada a penitencias, muchas oraciones y continuas obras de
caridad, pidiéndole a Dios que le iluminara lo que más le convenía hacer para
el futuro. Cuatro de sus hijas se fueron de religiosas y los otros cuatro hijos
se fueron casando, y al fin ella quedó libre de toda responsabilidad hogareña.
Ahora iba a poder realizar su gran deseo de cuando era niña: ser religiosa.
Se
encontró providencialmente con un sacerdote muy santo, el Padre Esteban,
capuchino, el cual le dijo que Dios la tenía destinada para fundar una
comunidad de religiosas dedicada a la vida activa de apostolado. El sabio Padre
Esteban redacta las constituciones de la nueva comunidad, y en 1826, ante el
Sr. Obispo de Vich, que las apoya totalmente, empieza con ocho jovencitas su
nueva comunidad a la cual le pone el nombre de "Carmelitas de la Caridad".
Pronto
ya las religiosas son trece y más tarde cien. Su comunidad, como el granito de
mostaza, empieza siendo muy pequeña, y llega a ser un gran árbol lleno de
buenos frutos. Ella va fundando casas de religiosas por toda la provincia.
Tuvo
Santa Joaquina la dicha de encontrarse también con el gran apóstol San Antonio
María Claret cuyos consejos le fueron de gran provecho para el progreso de su
nueva congregación.
Vino
luego la guerra civil llamada "Guerra Carlista" y nuestra santa,
perseguida por los izquierdistas, tuvo que huir a Francia donde estuvo
desterrada por tres años. Allí recibió la ayuda muy oportuna de un joven
misteriosos que ella creyó siempre haber sido San Miguel Arcángel, y Dios le
preparó en estas tierras a una familia española que la trató con verdadera
caridad.
Al
volver a España, quizás como fruto de los sufrimientos padecidos y de tantas
oraciones, empezó a crecer admirablemente su comunidad y las casas se fueron
multiplicando como verdadera bendición de Dios.
En
1850 empezó a sentir los primeros síntomas de la parálisis que la iba a
inmovilizar por completo. Aconsejada por el Vicario Episcopal renunció a todos
sus cargos y se dedicó a vivir humildemente como una religiosa sin puesto
ninguno. Aunque conservaba plenamente sus cualidades mentales, sin embargo dejó
a otras personas que dirigieran la Congregación. Dios le suscitó un nuevo y
santo director para su comunidad, el Padre Bernardo Sala, benedictino, quien se
propuso dirigir a las religiosas según el espíritu de la santa fundadora.
Durante
cuatro años la parálisis se fue extendiendo y la fue inmovilizando por completo
hasta quitarle también el habla. Vino luego una epidemia de cólera, la cual
acabó con su vida y el 28 de agosto de 1854 pasó santamente a la eternidad.
Antes
había tenido el gusto de ver aprobada su Comunidad religiosa por la Santa
Iglesia en 1850. Y desde entonces ha venido ayudando de manera prodigiosa a sus
religiosas que se han extendido por muchos países.
La
Comunidad de Carmelitas de la Caridad tiene ahora 290 casas en el mundo con
2,724 religiosas. 40,079 niñas son educadas en sus colegios y 4,443 personas
son atendidas en sus hospitales.
Fue
declarada santa por el Papa Juan XXIII en 1959 (siendo ella la primera persona
que canonizó este Pontífice).
Santa
Joaquina: sin hacer milagros en vida, y siendo una sencilla madre de familia,
una esposa afectuosa, y una mujer que tuvo que sufrir mucho en la tierra, y que
dedicó sus grandes energías en ayudar a los necesitados, sea para nosotros un
modelo para imitar, y una poderosa protectora que ruegue por nuestra
santificación y la salvación. Que Dios nos mande muchas santas como ésta,
muchas Joaquinas más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario