lunes, 4 de mayo de 2020

Párate un momento: El Evangelio del dia 5 DE MAYO – MARTES – 4ª - SEMANA DE PASCUA – A – San Ángel de Sicilia






5 DE MAYO – MARTES –
4ª - SEMANA DE PASCUA – A –
San Ángel de Sicilia

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (11,19-26):
En aquellos días, los que se habían dispersado en la persecución provocada por lo de Esteban llegaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, sin predicar la palabra más que a los judíos. Pero algunos, naturales de Chipre y de Cirene, al llegar a Antioquía, se pusieron a hablar también a los griegos, anunciándoles la Buena Nueva del Señor Jesús. Como la mano del Señor estaba con ellos, gran número creyó y se convirtió al Señor.
Llegó la noticia a oídos de la Iglesia de Jerusalén, y enviaron a Bernabé a Antioquía; al llegar y ver la acción de la gracia de Dios, se alegró y exhortaba a todos a seguir unidos al Señor con todo empeño, porque era un hombre bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe. Y una multitud considerable se adhirió al Señor.
Bernabé salió para Tarso en busca de Saulo; cuando lo encontró, se lo llevó a Antioquía. Durante todo un año estuvieron juntos en aquella Iglesia e instruyeron a muchos. Fue en Antioquía donde por primera vez los discípulos fueron llamados cristianos.

Palabra de Dios

Salmo: 86,1-3.4-5.6-7

R/. Alabad al Señor, todas las naciones
Él la ha cimentado sobre el monte santo;
y el Señor prefiere las puertas de Sión
a todas las moradas de Jacob.
¡Qué pregón tan glorioso para ti,
ciudad de Dios! R/.
«Contaré a Egipto y a Babilonia
entre mis fieles;
filisteos, tirios y etíopes
han nacido allí».
Se dirá de Sión: «Uno por uno
o dos han nacido en ella;
el Altísimo en persona la ha fundado». R/.
El Señor escribirá en el registro de los pueblos:
«Éste ha nacido allí».
Y cantarán mientras danzan:
«Todas mis fuentes están en ti». R/.

Lectura del evangelio según san Juan (10,22-30):
Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación del templo. Era invierno, y Jesús se paseaba en el templo por el pórtico de Salomón.
Los judíos, rodeándolo, le preguntaban:
«¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? Si tú eres el Mesías, dínoslo francamente».
Jesús les respondió:
«Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, esas dan testimonio de mí. Pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas. Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano.
Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno».

Palabra del Señor

1.  Cuando se trata de cargos o tareas civiles (políticas, sociales, de enseñanza...), cada cual se autentifica por los títulos, documentos, nombramientos  y otros papeles que puede enseñar a quien se los pida.
Cuando se trata de actuar en nombre de Dios y para representar a Dios, no hay más credenciales que la propia vida, la vida que uno lleva, las obras que hace y los frutos que produce.  Por eso dice Jesús: Las obras que yo hago, dan testimonio de mí.

2.  En la cultura antigua se decía que la coordinación entre ergon (tarea, obra) y lógos (palabra) expresa la unidad y armonía de la persona (Jenofonte, Epicteto, Edo 3, 8; 4 Mac 5, 38; Josefo).
Cuando una persona habla defendiendo unas creencias y se comporta al revés de lo que dice,  - ¿qué credibilidad puede tener para que la gente acepte su enseñanza?  Y tiene que ser así.
Porque las verdaderas convicciones de una persona se manifiestan en lo que hace (cómo vive, lo que hace, cómo lo hace...), no en lo que dice.

3.  De lo dicho se sigue una consecuencia fuerte: la predicación religiosa tendría que plantearse de forma que el predicador se dedicara y se limitara a explicar su propia vida. O sea, decirle a la gente, en catequesis, homilías y sermones:
"Mirad, yo vivo así y hago lo que hago porque creo en el Evangelio y lo he tomado en serio.”
Solo así se podría asegurar y garantizar la unidad y armonía entre el lógos (la palabra) y el ergon (la tarea y la conducta). Eso es lo que hizo Jesús. Dar un testimonio de su vida.
En realidad, el Sermón del Monte no fue sino una explicación de lo que Jesús hacía y de cómo vivía. No se trata de ser ingenuamente vanidoso, hablando uno de sí mismo. Se trata de que la propia vida sea una transparencia del Evangelio, en el que está patente lo mismo la grandeza de Jesús que la pequeñez de publicanos y pecadores. Jesús transmitió conocimientos, que fueron la explicación de su propia vida.

San Ángel de Sicilia


Nació en Jerusalén, en el seno de una familia de judíos conversos.
A la temprana muerte de su hermano gemelo, San Ángel decide ingresar a la Orden Carmelita, y es admitido en el monasterio en el Monte Carmelo, en Palestina.
En el siglo trece, los Carmelitas pasaron de ser una orden contemplativa a ser una orden de mendicantes; recordemos que era el siglo de la revolución espiritual de San Francisco de Asís y de Santo Domingo de Guzmán.
San Ángel es enviado eventualmente a Roma, para llevar un mensaje al papa Honorio III. A continuación, recibe la encomienda de dirigirse a Sicilia, para ayudar a predicar contra la herejía de los cátaros, que habían tomado control de la isla.
Sin embargo, a poco de haber desembarcado en Sicilia, San Ángel fue asesinado a traición con cinco puñaladas por la espalda, ordenadas por el líder de los herejes. En el sitio donde murió se edificó una iglesia, y su sepulcro se convirtió muy pronto en sitio de peregrinación.
La Orden Carmelita venera a San Ángel como santo por lo menos desde 1456. En 1459, el papa Pío II aprobó su culto.
Ángel se cuenta entre los primeros Carmelitas que vinieron del Monte Carmelo a Sicilia, donde, según las fuentes tradicionales dignas de fe, murió apuñalado a muerte en Licata a manos de hombres impíos, en la primera mitad del siglo XIII.
Venerado como mártir, muy pronto se edificó una iglesia sobre el lugar de su martirio, y allí fue colocado su cuerpo.
Sólo en 1662 sus restos mortales fueron trasladados a la iglesia de los Carmelitas de Licata.
El culto a san Ángel se difundió por toda la Orden y también entre el pueblo. Él y san Alberto de Trápani son considerados los "padres" de la Orden por ser los dos primeros santos que recibieron culto en la Orden, y por esto fueron representados muchas veces en la iconografía medieval al lado de la Virgen María.
En Sicilia existen muchos lugares que tienen a san Ángel como patrono, y el pueblo lo invoca en las necesidades, dirigiéndose a él con mucho afecto y cariño.


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