martes, 30 de junio de 2020

Párate un momento: El Evangelio del dia 2 DE JULIO – JUEVES – 13ª – SEMANA DEL T. O. – A – San Otón de Bamberg






2 DE JULIO – JUEVES –
13ª – SEMANA DEL T. O. – A –
San Otón de Bamberg

Lectura de la profecía de Amós (7,10-17):

En aquellos días, Amasías, sacerdote de Casa-de-Dios, envió un mensaje a Jeroboam, rey de Israel:
«Amós conjura contra ti en medio de Israel; la tierra ya no puede soportar sus palabras.
Porque así predica Amós: "Morirá a espada Jeroboam. Israel saldrá de su país al destierro."»
Dijo Amasías a Amós:
«Vidente, vete y refúgiate en tierra de Judá; come allí tu pan y profetiza allí. No vuelvas a profetizar en Casa-de-Dios, porque es el santuario real, el templo del país.»
Respondió Amós:
«No soy profeta ni hijo de profeta, sino pastor y cultivador de higos. El Señor me sacó de junto al rebaño y me dijo: "Ve y profetiza a mi pueblo de Israel." Y, ahora, escucha la palabra del Señor: Tú dices: "No profetices contra la casa de Israel, no prediques contra la casa de Isaac." Pues bien, así dice el Señor: "Tu mujer será deshonrada en la ciudad, tus hijos e hijas caerán a espada; tu tierra será repartida a cordel, tú morirás en tierra pagana, Israel saldrá de su país al destierro."»

Palabra de Dios

Salmo: 18

R/. Los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos

La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante. R/.

Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos. R/.

La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R/.

Más preciosos que el oro,
más que el oro fino;
más dulces que la miel
de un panal que destila. R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 9, 1 – 8

En aquel tiempo, subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. Le presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico:
"¡Ánimo, hijo, tus pecados están perdonados!".  
Algunos de los letrados se dijeron:
"Este blasfema".
Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo:
"¿Por qué pensáis mal?
¿Qué es más fácil decir: "tus pecados están perdonados" o decir "levántate y anda?"
Pues para que veáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados -dijo dirigiéndose al paralítico-:
Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa".
Se puso en pie, y se fue a su casa.
Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.


1.  Dios ama y perdona sin condiciones. Pero la Iglesia, con el paso del tiempo, ha ido poniendo tantas condiciones para perdonar los pecados, que -como es bien sabido- la mayoría de la gente, que por lo demás se considera y dice que es creyente y practicante, no recibe el sacramento de la penitencia.
Según relata este evangelio, Jesús le perdonó los pecados a este paralítico, sin preguntarle nada, ni exigirle confesión alguna. Ni siquiera le preguntó sí
estaba arrepentido o si tenía propósito de enmendarse.
En las ideas religiosas de aquel tiempo, entraba el convencimiento de que "enfermedad" y "pecado" eran dos cosas que iban unidas.
La enfermedad era consecuencia del pecado Jn 9, 2; cf. Mt 4, 23-25; 1 Cor 11, 30; cf. Is 35, 1-8; 2 Bar 73, 1-2).
En realidad, lo que Jesús hizo con este paralítico fue devolverle la vida y la dignidad humana en toda su plenitud y sin limitación alguna. Le perdonó sus pecados (los que tuviera), le devolvió la salud. O sea, le dio la dignidad y la felicidad que buscaba y que necesitaba.

2.  Muchos cristianos no saben que el sacramento de la penitencia es el que ha tenido más modificaciones y, por cierto, muy profundas, en la historia de la Iglesia.
Resumiendo, la historia de este sacramento, se puede decir que, en los primeros siglos (hasta finales del s. VII), el perdón de los pecados tenía dos características:
1) Solo se sometían al sacramento los pecados "públicos" y "escandalosos", aunque variaban de unas diócesis a otras los pecados de los que se pensaba que reunían esas dos características.
2) La penitencia se administraba una sola vez en la vida. Por eso, se la llamaba la "penitencia segunda" (la primera era el bautismo). La presidía el obispo, ya que los presbíteros normalmente no administraban este ritual de perdón.
La segunda etapa de esta historia comienza en el s. VII. Dado que la penitencia antigua era tan severa, se introdujo (por influjo de los monjes irlandeses) la llamada "penitencia tarifada": los sacerdotes tenían unas listas de pecados, cada cual con una determinada "tarifa" de actos de penitencia. El confesor sacaba la cuenta, imponía la tarifa penitencial que se tenía que hacer. Y cuando el penitente había hecho la penitencia que se le imponía, era absuelto por el obispo.
Y la tercera etapa se produjo a finales del s. XII, cuando ya se empezó a practicar la penitencia mediante la confesión ante un sacerdote (B, Poschmann, C. Vogel, P. Browe...).

3.  En el s. XVI, el concilio de Trento, en la Ses. 14, y en su "declaración" (DH 1667) sobre el sacramento de la penitencia, estableció (contra los reformadores) la necesidad de la "confesión" ante un sacerdote, para recibir el perdón (DH 1679-1683).
Pero, para dar razón de esta necesidad, el concilio dijo que la confesión es necesaria porque la penitencia tiene carácter judicial (DH 1679,1685). Pero el sacerdote no actúa como un juez, sino como un representante de la misericordia y el perdón de Dios ("alieni beneficii dispensario". DH 1685).
No es cierto, como se ha dicho tantas veces, que la Iglesia exigiera desde sus primeros tiempos la confesión detallada de los pecados. Parece, pues, que la fórmula más acertada es la que estableció Pablo VI cuando explicó la posibilidad y la conveniencia de la penitencia pública y comunitaria.
Sería, por tanto, muy conveniente que la autoridad eclesiástica competente hiciera una renovación a fondo, más fiel a la historia y al Evangelio, de la práctica de la penitencia sacramental.

San Otón de Bamberg


En Bamberg, de Franconia, san Otón, obispo, que evangelizó con gran celo a los pomeranios.


Vida de San Otón de Bamberg

San Otón fue obispo de Bamberg y es llamado el Apóstol de Pomerania. Nació en Suabia, Alemania, y vivió en el siglo XII. Huérfano de padre y madre, enfrentó muchas dificultades para costear sus estudios en filosofía y ciencias humanas. Partió a Polonia para ganarse la vida. Poco a poco se estableció y fundó una escuela que ganó prestigio y le dio buenas ganancias.
Se hizo conocido y estimado en la corte polaca, amigo y consejero del emperador, que lo nombró obispo de Bomberg. San Otón, sin embargo, solamente quedó con la conciencia tranquila cuando fue consagrado obispo por el papa Pascual, alrededor del año 1106.
Es considerado el evangelizador de la Pomerania; fundó allí numerosos monasterios. Y apoyado por Boleslao, duque de Polonia que dominaba la región, y por Vratislao, duque cristiano de Pomerania, recorrió todas las ciudades instruyendo a los gentiles y bautizando a los que se adherían a la fe, intercediendo ante el príncipe por la liberación de los prisioneros, exhortando a todos a abandonar los ídolos y a convertirse al Dios de Jesucristo. Esparció misioneros por toda la Pomerania.




lunes, 29 de junio de 2020

Párate un momento: El Evangelio del dia 1 DE JULIO – MIÉRCOLES – 13ª – SEMANA DEL T. O. – A – Santa Esther




1 DE JULIO – MIÉRCOLES –
13ª – SEMANA DEL T. O. – A –
Santa Esther

Lectura de la profecía de Amós (5,14-15.21-24):
Buscad el bien y no el mal, y viviréis, y así estará con vosotros el Señor Dios de los ejércitos, como deseáis. Odiad el mal, amad el bien, defended la justicia en el tribunal. Quizá se apiade el Señor, Dios de los ejércitos, del resto de José.
«Detesto y rehúso vuestras fiestas –oráculo del Señor–, no quiero oler vuestras ofrendas. Aunque me ofrezcáis holocaustos y dones, no me agradarán; no aceptaré los terneros cebados que sacrificáis en acción de gracias. Retirad de mi presencia el estruendo del canto, no quiero escuchar el son de la cítara; fluya como el agua el juicio, la justicia como arroyo perenne.»
Palabra de Dios

Salmo: 49

R/. Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios
«Escucha, pueblo mío, que voy a hablarte;
Israel, voy a dar testimonio contra ti;
"yo, Dios, tu Dios".» R/.
«No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí.
Pero no aceptaré un becerro de tu casa,
ni un cabrito de tus rebaños.» R/.
«Pues las fieras de la selva son mías,
y hay miles de bestias en mis montes;
conozco todos los pájaros del cielo,
tengo a mano cuanto se agita en los campos.» R/.
«Si tuviera hambre, no te lo diría:
pues el orbe y cuanto lo llena es mío.
¿Comeré yo carne de toros,
beberé sangre de cabritos?» R/.
«¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos?» R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (8,28-34):
En aquel tiempo, llegó Jesús a la otra orilla, a la región de los gerasenos. Desde el cementerio, dos endemoniados salieron a su encuentro; eran tan furiosos que nadie se atrevía a transitar por aquel camino.
Y le dijeron a gritos:
 «¿Qué quieres de nosotros, Hijo de Dios?
¿Has venido a atormentarnos antes de tiempo?»
Una gran piara de cerdos a distancia estaba hozando. Los demonios le rogaron:
«Si nos echas, mándanos a la piara.»
Jesús les dijo:
«Id.»
Salieron y se metieron en los cerdos. Y la piara entera se abalanzó acantilado abajo y se ahogó en el agua. Los porquerizos huyeron al pueblo y lo contaron todo, incluyendo lo de los endemoniados. Entonces el pueblo entero salió a donde estaba Jesús y, al verlo, le rogaron que se marchara de su país.
Palabra de Señor

1.   Se discute el lugar o ciudad en el que ocurrió este episodio. Pudo ser Gerasa, Gadara o Gergesa (Warren Carter). En cualquier caso, fue en un país
que tenía otras costumbres y otras creencias religiosas, distintas de las que se tenían en Israel.
Jesús no teme, ni duda, ir también a visitar y convivir con otros pueblos, otras culturas y otras religiones. Para Jesús, las fronteras nacionales, culturales y religiosas, que nos dividen, han de ser   superadas.
Son frecuentes los enfrentamientos de violencia y   muerte que se producen cuando se traspasan las fronteras. Lo estamos viendo en los conflictos con
los inmigrantes que intentan pasar de África a Europa.  O los "espaldas mojadas" que, desde México, quieren entrar en Estados Unidos.  Estas dificultades se plantean con los pobres. Los ricos no tienen problemas para circular por todo el mundo.

2.   Según este relato, los demonios son fuerzas de muerte (salen del cementerio) y de violencia (eran furiosos y nadie se atrevía a acercarse a ellos).
Al expulsar a los demonios, Jesús muestra con vigor que su proyecto es acabar con la muerte y la violencia que son origen de tanto sufrimiento. La postura, tan frecuente, de quienes asumen una posición de pasividad o de imposible neutralidad ante los poderes de muerte y violencia, que actúan a sus anchas en nuestra sociedad, es una forma de comportamiento más cercano a lo   demoníaco que a Jesús.

3.   El episodio de los cerdos no se limita al obvio significado económico que tiene, ya que una piara de miles de cerdos era una inmensa fortuna. Pero, además del interés de las gentes de aquella región por sus cerdos, al interpretar este extraño relato, hay que recordar también que los cerdos eran utilizados en ritos religiosos con los que se buscaba la protección divina para la producción agraria (E. Firmage,  F. J. Stendebach).
Al permitir que los demonios se metiesen en los cerdos, Jesús expresaba su oposición a los extraños rituales que tenían un carácter mágico. Y así tranquilizaban las conciencias de gentes que, como suele ocurrir, querían llevarse bien con la religión y con el dinero.
Una conducta así es indigna del Evangelio de Jesús.

Santa Esther



Personaje bíblico: reina de Persia e intercesora del pueblo Judío, al que salvó del exterminio. Prefiguración de la Virgen María como auxilio del Pueblo de Dios.


Vida de Santa Ester o Esther

El libro de Ester contiene una de las más emocionantes escenas de la Historia Sagrada. Habiendo el rey Asuero (Jerjes) repudiado a la reina Vasti, la judía Ester vino a ser su esposa y reina de Persia. Ella, confiada en Dios y sobreponiéndose a su debilidad, intercedió por su pueblo cuando el primer ministro Amán concibió el proyecto de exterminar a todos los judíos, comenzando por Mardoqueo, padre adoptivo de Ester. En un banquete, Ester descubrió al rey su nacionalidad hebrea y pidió protección para sí y para los suyos contra su perseguidor Amán. El rey concedió lo pedido: Amán fue colgado en el mismo patíbulo que había preparado para Mardoqueo, y el pueblo judío fue autorizado a vengarse de sus enemigos el mismo día en que según el edicto de Amán, debía ser aniquilado en el reino de los persas. En memoria de este feliz acontecimiento los judíos instituyeron la fiesta de Purim (Fiesta de las Suertes).
El texto masorético que hoy tenemos en la Biblia hebrea, sólo contiene 10 capítulos, y es más corto que el originario, debido a que la Sinagoga omitió ciertos pasajes religiosos, cuando la fiesta de Purim, en que se leía este libro al pueblo, tomó carácter mundano. San Jerónimo añadió los últimos capítulos (10, 4-16, 24), que contienen los trozos que se encuentran en la versión griega de Teodoción, pero faltan en la forma actual del texto hebreo.
El carácter histórico del libro siempre ha sido reconocido, tanto por la tradición judaica, como por la cristiana. Un hecho manifiesto nos muestra la historicidad del libro, y es la existencia de la mencionada fiesta de Purim, que los judíos celebran aún en nuestros días. Sin embargo, han surgido no pocos exégetas, sobre todo acatólicos, que relegan el libro de Ester a la categoría de los libros didácticos o le atribuyen solamente un carácter histórico en sentido lato. Es éste un punto que debe estudiarse a la luz de las normas trazadas en la Encíclica "Divino Afflante Spiritu". Hasta aclararse la cuestión damos preferencia a la opinión tradicional.
En cuanto al tiempo de la composición se deciden algunos por la época de Jerjes I (485-465 a. C.), otros por el tiempo de los Macabeos.
La canonicidad del libro de Ester está bien asegurada. El Concilio de Trento ha definido también la canonicidad de la segunda parte del libro de Ester (cap. 10, vers. 4 al cap. 16, vers. 24), mientras los judíos y protestantes conservan solamente la primera parte en su canon de libros sagrados.
Los santos Padres ven en Ester, que intercedió por su pueblo, una figura de la Santísima Virgen María, auxilium christianorum. Lo que Ester fue para su pueblo por disposición de Dios, lo es María para el pueblo cristiano.



Párate un momento: El Evangelio del dia 30 DE JUNIO – MARTES – 13ª – SEMANA DEL T. O. – A – PROTOMARTIRES DE ROMA

 

 

30 DE JUNIO – MARTES –

13ª – SEMANA DEL T. O. – A –

PROTOMARTIRES DE ROMA

 

Lectura de la profecía de Amós (3,1-8;4,11-12):

 

Escuchad esta palabra que dice el Señor, hijos de Israel, a todas las familias que saqué de Egipto:

«A vosotros solos os escogí, entre todas las familias de la tierra; por eso os tomaré cuentas por vuestros pecados. ¿Caminan juntos dos que no se conocen? ¿Ruge el león en la espesura sin tener presa? ¿Alza su voz el cachorro en la guarida sin haber cazado? ¿Cae el pájaro por tierra si no hay una trampa? ¿Salta la trampa del suelo sin haber atrapado? ¿Suena la trompeta en la ciudad sin que el pueblo se alarme? ¿Sucede una desgracia en la ciudad que no la mande el Señor? Que no hará cosa el Señor sin revelar su plan a sus siervos, los profetas. Ruge el león, ¿quién no teme? Habla el Señor, ¿quién no profetiza? Os envié una catástrofe como la de Sodoma y Gomorra, y fuisteis como tizón salvado del incendio, pero no os convertisteis a mí –oráculo del Señor–. Por eso, así te voy a tratar, Israel, y, porque así te voy a tratar, prepárate a encararte con tu Dios.»

 

Palabra de Dios

 

Salmo 5,5-8

 

R/. Señor, guíame con tu justicia

 

Tú no eres un Dios que ame la maldad,

ni el malvado es tu huésped,

ni el arrogante se mantiene en tu presencia. R/.

 

Detestas a los malhechores,

destruyes a los mentirosos;

al hombre sanguinario y traicionero

lo aborrece el Señor. R/.

 

Pero yo, por tu gran bondad,

entraré en tu casa,

me postraré ante tu templo santo

con toda reverencia. R/.

 

 Lectura del santo evangelio según san Mateo 8, 23-27

 

      En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron. De pronto se levantó un temporal tan fuerte, que la barca desaparecía entre las olas; él dormía.

Se acercaron los discípulos y lo despertaron gritándole:

"¡Señor, sálvanos, que nos hundimos!"

Él les dijo:

"¡Cobardes! ¡Qué poca fe!"

Se puso en pie, increpó a los vientos, al lago, y vino una gran calma.

Ellos se preguntaban admirados: 

"¿Quién es este? ¡Hasta el viento y el agua le obedecen!"

 

Palabra del Señor

 

 

1.  No entramos aquí en la interminable discusión sobre si este episodio ocurrió tal y como aquí se relata. No se trata de que le tengamos miedo a discutir el valor histórico del relato. Se trata de recordar -una vez más- que el Evangelio no es una "recopilación de relatos históricos", sino "un proyecto de vida", presentado en forma de teología narrativa.

Este relato, tal como quedó situado en el evangelio de Mateo, está colocado inmediatamente después de la llamada de Jesús al "seguimiento" (Mt 8, 18-22). Y, a renglón seguido, se relatan simbólicamente las consecuencias que exige y entraña la decisión de seguir a Jesús.

 

2.  ¿Qué quiere enseñar el evangelio de Mateo en este relato de la tempestad calmada? 

La clave está en que la tempestad viene inmediatamente a continuación de la llamada al seguimiento.

El grupo de discípulos, que subieron con Jesús a la barca, eran hombres que habían aceptado la llamada de Jesús al seguimiento. Por eso habían abandonado sus trabajos, sus familias, su instalación

(Mc 1, 18-20; Mt 4, 12-17; Lc 4, 14-15; Mc 2, 14 par): "Lo hemos dejado todo y te hemos seguido" (Mt 19, 27 par).

Ahora bien, una persona que lo primero y lo central, que pone en su vida, es el seguimiento de Jesús va directamente a un mar de tempestades, oscuridades, peligros... Mateo lo dice así, al colocar el relato de la tempestad a renglón seguido del llamamiento a seguir a Jesús.

Pero, - ¿por qué el "seguimiento" lleva al "peligro"?

 

3.  Jesús fue un hombre incomprendido por los poderosos y amenazado por ellos.

Jesús quería la igualdad entre todos, ya que eso es lo que nos humaniza a todos por igual.

Los poderosos no toleran eso en modo alguno. Y buscan razones y argumentos para mantener sus privilegios y su dominación.

El instrumento más eficaz para eso es "la voluntad de Dios", la "religión". Eso fue lo que Jesús tocó. Y lo intentó desplazar, del Templo y sus notables, a la calle y sus gentes. Pero esto es muy peligroso. Más peligroso que el mar encrespado en la noche y sin más defensa que una barca frágil como una pobre patera.

Por eso el Evangelio nos dice, en este extraño relato, que Jesús, por más que parezca dormirse y ausentarse, no da lugar al miedo. Si seguimos a Jesús, Jesús nos da la seguridad que necesitamos en la vida.

 

PROTOMARTIRES   DE   ROMA

 

 

En la primera persecución contra la Iglesia, desencadenada por el emperador Nerón, después del incendio de la ciudad de Roma en el año 64, muchos cristianos sufrieron la muerte en medio de atroces tormentos.

Este hecho está atestiguado por el escritor pagano Tácito (Annales, 15, 44) y por Clemente, obispo de Roma, en su carta a los Corintios (caps. 5-6).

 

Elogio: Santos Protomártires de la santa Iglesia Romana, que, acusados de haber incendiado la Urbe, por orden del emperador Nerón unos fueron asesinados después de crueles tormentos, otros, cubiertos con pieles de fieras, entregados a perros rabiosos, y los demás, tras clavarlos en cruces, quemados para que, al caer el día, alumbrasen la oscuridad. Eran todos discípulos de los Apóstoles y fueron las primicias del martirio que la iglesia de Roma presentó al Señor.

Aquellos confesores de los que sólo Dios sabe el número y los nombres se mencionan en el Martirologio Romano como «primicias del martirio que la iglesia de Roma presentó al Señor». Es interesante hacer notar que el primero de los césares que persiguió a los cristianos fue Nerón, el más vil, despiadado y falto de principios entre los emperadores romanos. En el mes de julio del 64, cuando habían transcurrido diez años desde que ascendió al trono, un terrible incendio destruyó a Roma. El fuego nació junto al Gran Circo, en un sector de cobertizos y almacenes atestados de productos inflamables, y de ahí se propagó rápidamente en todas direcciones. Las llamas lo devoraron todo durante seis días y siete noches, cuando pareció que habían sido sofocadas por la demolición de numerosos edificios; pero volvieron a surgir de entre los escombros y continuaron su obra devastadora durante tres días más. Cuando por fin fueron ahogadas definitivamente, las dos terceras partes de Roma eran una masa informe de ruinas humeantes.

En el tercer día del incendio, Nerón llegó a Roma, procedente de Ancio, para contemplar la escena. Se afirma que se recreó en aquella contemplación y que, ataviado con la vestimenta que usaba para aparecer en los teatros, subió a lo más alto de la torre de Mecenas y ahí, con el acompañamiento de la lira que él mismo pulsaba, recitó el lamento de Príamo por el incendio de Troya. El bárbaro deleite del emperador que cantaba al contemplar el fuego destructor, hizo nacer la creencia de que él había sido el autor de la catástrofe y que, no sólo había mandado quemar a Roma, sino que había dado órdenes para que no se combatiese el fuego. El rumor corrió de boca en boca hasta convertirse en una abierta acusación. Las gentes afirmaban haber visto a numerosos individuos misteriosos arrojar antorchas encendidas dentro de las casas, por mandato expreso del emperador. Hasta hoy se ignora si Nerón fue responsable o no de aquel incendio. En vista de los numerosos incendios que se han declarado en Roma desde entonces, puede decirse que también aquél, quizá el más devastador entre todos, se debió a un simple accidente. Sin embargo, quedaba el hecho de la complacencia de Nerón y, tanto se divulgaron las sospechas contra él, que se alarmó y, para desviar las acusaciones que se hacían en su contra, señaló a los cristianos como autores directos del incendio.

«Puesto que circulaban rumores de que el incendio de Roma había sido doloso, Nerón presentó como culpables, castigándolos con penas gravísimas, a aquellos que, odiados por sus abominaciones, el pueblo llamaba 'cristianos'» (Tácito, Anales, XV). No obstante que nadie creyó que fuesen culpables del crimen, los cristianos fueron perseguidos, detenidos, expuestos al escarnio y la cólera del pueblo, encarcelados y entregados a las torturas y a la muerte con increíble crueldad. Algunos fueron envueltos en pieles frescas de animales salvajes y dejados a merced de los perros hambrientos para que los despedazaran; muchos fueron crucificados; otros quedaron cubiertos de cera, aceite y pez, atados a estacas y encendidos para que ardiesen como teas. Muchas de estas atrocidades tuvieron lugar durante una fiesta nocturna que ofreció Nerón en los jardines de su palacio. El martirio de los cristianos fue un espectáculo extra en las carreras de carros, donde el propio Nerón, vestido con las plebeyas ropas de un auriga, divertía a sus invitados al mezclarse con ellos y al manejar a los caballos que tiraban de un carro. Entre muchos de los romanos que presenciaron la salvaje crueldad de aquellas torturas, surgió el sentimiento de horror y el de piedad por las víctimas, no obstante que la población entera tenía encallecidos sus sentimientos, acostumbrada, como estaba, a los sangrientos combates de los gladiadores.

Tácito, Suetonio, Dion Casio, Plinio el Viejo y el satírico Juvenal, hacen mención del incendio; pero solamente Tácito se refiere al intento de Nerón para que la culpa recayera sobre una secta determinada. Tácito específica a los cristianos por su nombre, pero Gibbon y otros investigadores sostienen que el historiador incluye a los judíos en la denominación, puesto que, por aquella época, los que habían abrazado la religión de Cristo no eran tan numerosos como para causar alarma entre las autoridades de Roma. Sin embargo, este punto de vista, que parece destinado a disminuir la influencia del cristianismo, no tiene muchos adeptos. Debe apuntarse que los cristianos, aunque eran una minoría en Roma, no estaban bien distinguidos de los judíos en ese momento -es conocida la frase que trae Suetonio: «en el barrio judío se pelean por un tal Cresto»...-, y se les atribuían monstruosidades, como las de realizar sacrificios humanos, comer carne de niños, etc, los cristianos, como decía Tácito, eran «odiados por sus abominaciones», así que aunque no estuvieran dispuestos a creer que habían provocado el incendio, seguramente era creencia popular que el castigo era igualmente merecido.

 

Oración:

Señor, Dios nuestro, que santificaste los comienzos de la Iglesia romana con la sangre abundante de los mártires, concédenos que su valentía en el combate nos infunda el espíritu de fortaleza y la santa alegría de la victoria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).

 

 


domingo, 28 de junio de 2020

Párate un momento: El Evangelio del dia 29 de Junio – LUNES – Solemnidad SAN PEDRO Y SAN PABLO




29 de Junio – LUNES – 
Solemnidad 
SAN PEDRO Y SAN PABLO

     Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (12,1-11):
En aquellos días, el rey Herodes se puso a perseguir a algunos miembros de la Iglesia. Hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan. Al ver que esto agradaba a los judíos, decidió detener a Pedro. Era la semana de Pascua. Mandó prenderlo y meterlo en la cárcel, encargando su custodia a cuatro piquetes de cuatro soldados cada uno; tenía intención de presentarlo al pueblo pasadas las fiestas de Pascua. Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él.
La noche antes de que lo sacara Herodes, estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con cadenas. Los centinelas hacían guardia a la puerta de la cárcel. De repente, se presentó el ángel del Señor y se iluminó la celda.
Tocó a Pedro en el hombro, lo despertó y le dijo: «Date prisa, levántate.»
Las cadenas se le cayeron de las manos y el ángel añadió:
«Ponte el cinturón y las sandalias.»
Obedeció y el ángel le dijo:
 «Échate el manto y sígueme.»
Pedro salió detrás, creyendo que lo que hacía el ángel era una visión y no realidad. Atravesaron la primera y la segunda guardia, llegaron al portón de hierro que daba a la calle, y se abrió solo. Salieron, y al final de la calle se marchó el ángel.
Pedro recapacitó y dijo:
«Pues era verdad: el Señor ha enviado a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de la expectación de los judíos.»
Palabra de Dios


Salmo:33,2-3.4-5.6-7.8-9

R/. El Señor me libró de todas mis ansias
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.
Proclamad conmigo la grandeza del Señor,
ensalcemos juntos su nombre.
Yo consulté al Señor, y me respondió,
me libró de todas mis ansias. R/.
Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha y lo salva de sus angustias. R/.
El ángel del Señor acampa
en torno a sus fieles y los protege.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R/.


      Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo (4,6-8.17-18):
Yo estoy a punto de ser sacrificado y el momento de mi partida es inminente. He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe. Ahora me aguarda la corona merecida, con la que el Señor, juez justo, me premiará en aquel día; y no sólo a mí, sino a todos los que tienen amor a su venida. El Señor me ayudó y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo. A él la gloria por los siglos de los siglos. Amén
Palabra de Dios

      Lectura del santo evangelio según san Mateo (16,13-19):
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
 «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?»
Ellos contestaron:
«Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.»
Él les preguntó:
«Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»
Simón Pedro tomó la palabra y dijo:
«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió:
 «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás! porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.
Ahora te digo yo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.»
Palabra del Señor

1.  Casi todos los estudiosos del evangelio de Mateo están hoy de acuerdo en que la respuesta de Jesús a Pedro no fue pronunciada por Jesús, sino que se introdujo más tarde. Jesús nunca habló de la ekklesía, la Iglesia. Este término pertenece al vocabulario propio de la democracia de Atenas (A.  Hilhorst).
Un léxico que un modesto galileo, como era el caso de Jesús, no podía conocer.
En Mt 18, 17, la ekklesía se refiere a la "comunidad". Pero esa palabra fue introducida en las primeras comunidades cristianas por el apóstol Pablo (1 Tes 1, 1; 2 Tes 1, 4; 1 Cor 1, 2; Gal 1, 2...), que fue educado en Tarso, ciudad de cultura griega.
Jesús, por otra parte, no fundó la Iglesia (Ulrich Luz). Lo más que se puede decir es que, al anunciar el Reino de Dios, "puso el comienzo" (Conc. Vat. II: LG 5) de lo que después de Pentecostés empezó a ser la Iglesia.

2.  Pedro tuvo el puesto más destacado entre los apóstoles y en la comunidad primitiva de Jerusalén.  Con el paso del tiempo, el obispo de Roma alcanzó
un puesto preeminente en la Iglesia universal. Es lógico que, en una institución de ámbito universal, exista una instancia suprema que pueda tomar decisiones y resolver problemas que a nivel local tienen difícil solución.
En este sentido, el Papa es fuente de cohesión y unidad en la Iglesia.

3.  Sobre todo, a partir de Gregorio VII (s. XI), el papado ha asumido y concentrado en la Curia Vaticana un poder tan pleno y universal, y ha alcanzado tal protagonismo en la vida y organización de la Iglesia, que con seguridad se puede afirmar que ni ese poder viene de Jesús, ni es lo mejor para la Iglesia, entre otras razones porque, mientras el papado siga acumulando los poderes que ahora tiene, la unidad de los cristianos será imposible.  
Juan Pablo II pidió, repetidas veces, a los obispos y teólogos de todo el mundo, que colaborasen en la búsqueda de formas de ejercer el "ministerio de Pedro" que sean más coherentes con lo que Dios quiere para su Iglesia y también para hacer viable el diálogo entre cristianos y con otras religiones.

SAN PEDRO Y SAN PABLO


San Pedro y San Pablo de Peter Paul Rubens / Museo del Prado

Simón, hijo de Juan, pescador de Galilea, fue uno de los primeros llamados por el Señor y puesto al frente de los Doce para servir y confirmar en la fe a sus hermanos. Tras confesar a Jesús como Mesías, el Maestro le dio un nuevo nombre, Pedro, expresión de su función de piedra visible y fundamento de la unidad de la Iglesia.
Desarrolló su actividad apostólica en Jerusalén, Antioquía de Siria y Roma, como primer obispo de esa ciudad. Allí, durante la persecución de Nerón, fue crucificado en el año 64. Fue sepultado en la colina Vaticana.
Pablo, natural de Tarso, observante celoso de la ley mosaica, fue perseguidor de los cristianos y, de camino a Damasco, Jesús le salió al encuentro. Convertido a Cristo fue apóstol y viajero infatigable por Asia Menor y Europa oriental, donde fundó numerosas comunidades cristianas.
Sus cartas a diversas Iglesias son alimento para la Iglesia de todos los tiempos. Fue decapitado a las afueras de Roma en el año 67.

Hoy 29 de junio la Iglesia celebra la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, sin embargo, hay algunas dudas sobre las verdaderas razones de por qué la fiesta de ambos apóstoles se celebra el mismo día.
Aquí 7 claves que permiten acercarse a la respuesta: 
1. San Agustín de Hipona expresó que eran “uno solo”
En un sermón del año 395, el Doctor de la Iglesia, San Agustín de Hipona, expresó que San Pedro y San Pablo “eran en realidad una sola cosa, aunque fueran martirizados en días diversos; primero lo fue Pedro, luego Pablo. Celebramos la fiesta del día de hoy, sagrado para nosotros por la sangre de los apóstoles. Procuremos imitar su fe, su vida, sus trabajos, sus sufrimientos, su testimonio y su doctrina”.
2. Ambos padecieron en Roma
Fueron detenidos en la prisión Mamertina, también llamada el Tullianum, ubicada en el foro romano en la Antigua Roma. Además, fueron martirizados en esa misma ciudad, posiblemente por orden del emperador Nerón.
San Pedro pasó sus últimos años en Roma liderando a la Iglesia durante la persecución y hasta su martirio en el año 64. Fue crucificado cabeza abajo a petición propia, por no considerarse digno de morir como su Señor. Fue enterrado en la colina del Vaticano y la Basílica de San Pedro está construida sobre su tumba.
San Pablo fue encarcelado y llevado a Roma, donde fue decapitado en el año 67. Está enterrado en Roma, en la Basílica de San Pablo de Extramuros.

3. Son fundadores de la Iglesia de Roma
En la homilía del 2012 por la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, el Papa Benedicto aseguró que en Roma “su vinculación como hermanos en la fe ha adquirido un significado particular. En efecto, la comunidad cristiana de esta ciudad los consideró una especie de contrapunto de los míticos Rómulo y Remo, la pareja de hermanos a los que se hace remontar la fundación de Roma”.
4. Son patronos de Roma y representantes del Evangelio
En la misma homilía, el Santo Padre llamó a estos dos apóstoles “patronos principales de la Iglesia de Roma”.
“La tradición cristiana siempre ha considerado inseparables a San Pedro y a San Pablo: juntos, en efecto, representan todo el Evangelio de Cristo”, detalló.
5. Son la versión contraria de Caín y Abel
El Santo Padre también presentó un paralelismo opuesto con la hermandad presentada en el Antiguo Testamento entre Caín y Abel.
“Mientras que la primera pareja bíblica de hermanos nos muestra el efecto del pecado, por el cual Caín mata a Abel, Pedro y Pablo, aunque humanamente muy diferentes el uno del otro, y a pesar de que no faltaron conflictos en su relación, han constituido un modo nuevo de ser hermanos, vivido según el Evangelio, un modo auténtico hecho posible por la gracia del Evangelio de Cristo que actuaba en ellos”, relató el Santo Padre Benedicto XVI.
6. Porque Pedro es la “roca”
Esta celebración recuerda que San Pedro fue elegido por Cristo: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”, quien con humildad aceptó la misión de ser “la roca” de la Iglesia y apacentar el rebaño de Dios a pesar de sus debilidades humanas.
Los Hechos de los Apóstoles ilustran su papel como cabeza de la Iglesia después de la Resurrección y Ascensión de Cristo. Pedro dirigió a los Apóstoles como el primer Papa y aseguró que los discípulos mantuvieran la verdadera fe.
Como explicó en su homilía el Sumo Pontífice Benedicto XVI, “en el pasaje del Evangelio de San Mateo (…), Pedro hace la propia confesión de fe a Jesús reconociéndolo como Mesías e Hijo de Dios; la hace también en nombre de los otros apóstoles. Como respuesta, el Señor le revela la misión que desea confiarle, la de ser la ‘piedra’, la ‘roca’, el fundamento visible sobre el que está construido todo el edificio espiritual de la Iglesia”.
7. San Pablo también es columna del edificio espiritual de la Iglesia
San Pablo fue el apóstol de los gentiles. Antes de su conversión era llamado Saúl, pero después de su encuentro con Cristo y conversión, continuó hacia Damasco donde fue bautizado y recobró la vista. Tomó el nombre de Pablo y pasó el resto de su vida predicando el Evangelio sin descanso a las naciones del mundo mediterráneo.
“La tradición iconográfica representa a San Pablo con la espada, y sabemos que ésta significa el instrumento con el que fue asesinado. Pero, leyendo los escritos del apóstol de los gentiles, descubrimos que la imagen de la espada se refiere a su misión de evangelizador. Él, por ejemplo, sintiendo cercana la muerte, escribe a Timoteo: «He luchado el noble combate» (2 Tm 4,7). No es ciertamente la batalla de un caudillo, sino la de quien anuncia la Palabra de Dios, fiel a Cristo y a su Iglesia, por quien se ha entregado totalmente. Y por eso el Señor le ha dado la corona de la gloria y lo ha puesto, al igual que a Pedro, como columna del edificio espiritual de la Iglesia”, expresó Benedicto XVI en su homilía.