4
de Junio - Jueves -
9ª
– Semana del T. O. – A
Jesucristo,
sumo y eterno sacerdote
Lectura del libro del Génesis (22, 9
-18):
En
aquellos días, llegaron Abrahán e Isaac al sitio que la había dicho Dios,
Abrahán levantó allí el altar y apiló la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo
puso sobre el altar, encima de la leña. Entonces Abrahán alargó la mano y tomó
el cuchillo para degollar a su hijo. Pero el ángel del Señor le gritó desde el
cielo:
«¡Abrahán, Abrahán!».
Él contestó:
«Aquí estoy».
El ángel le ordenó:
«No alargues la mano contra el muchacho
ni le hagas nada. Ahora he comprobado que temes a Dios, porque no te has
reservado a tu hijo, a tu único hijo».
Abrahán levantó los ojos y vio un
carnero enredado por los cuernos en la maleza. Se acercó, tomó el carnero y lo
ofreció en holocausto en lugar de su hijo.
Abrahán llamó aquel sitio «El Señor ve»,
por lo que se dice aún hoy, «En el monte el Señor es visto».
El ángel del Señor llamó a Abrahán por
segunda vez desde el cielo y le dijo:
«Juro por mí mismo, oráculo del Señor:
por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo, tu hijo único, te
colmaré de bendiciones y multiplicaré a tus descendientes como las estrellas
del cielo y como la arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las
puertas de sus enemigos. Todas las naciones de la tierra bendecirán con tu
descendencia, porque has escuchado mi voz».
Salmo: Sal 39, 6. 7. 8-9. 10. 11
R./ Aquí estoy, Señor, para hacer
tu voluntad
Tú
no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios
expiatorios;
entonces yo digo. «Aquí estoy». R/.
«- Como está escrito en mi libro - para hacer tu voluntad.
Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en
las entrañas». R/.
He
proclamado tu justicia ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios, Señor, tú lo
sabes. R/.
No
me he guardado en el pecho tu justicia,
he contado tu fidelidad y tu
salvación. R/.
Alégrense
y gocen contigo
todos los que te buscan;
digan siempre: «Grande es el Señor»,
los que desean tu salvación. R/.
Evangelio según san Mateo (26, 36-42):
Jesús
fue con sus discípulos a un huerto, llamado Getsemaní, y le dijo:
«Sentaos aquí, mientras voy allá a
orar».
Y llevándose a Pedro y a los dos hijos
de Zebedeo, empezó a sentir tristeza y angustia.
Entonces les dijo:
«Mi alma está triste hasta la muerte;
quedaos aquí y velad conmigo».
Y adelantándose un poco cayó rostro en
tierra y oraba diciendo:
«Padre mío, si es posible, que pase de
mí este cáliz. Pero no se haga como yo quiero, sino como quieres tú».
Y volvió a los discípulos y los encontró
dormidos.
Dijo a Pedro:
«¿No habéis podido velar huna hora
conmigo? Velad y orad para no caer en la tentación, pues el espíritu está
pronto, pero la carne es débil».
De nuevo se apartó por segunda vez y
oraba diciendo:
«Padre mío, si este cáliz no puede pasar
sin que yo lo beba, hágase tu voluntad».
1.- La fiesta de Jesucristo,
Sumo y Eterno Sacerdote, es «reciente» en nuestro calendario litúrgico. En
España se celebró por primera vez el 6 de junio de 1974. No todos los países la
celebran, y las fechas para celebrarlo tampoco coinciden. El trasfondo de la
fiesta (con muchas resonancias al Jueves Santo) es el ministerio sacerdotal,
una Jornada por la santificación de los sacerdotes.
Sin embargo, en la
sensibilidad eclesial de hoy día, donde hay una fuerte llamada al compromiso de
todos en la evangelización, y especialmente de los laicos.
Por ejemplo, el video-mensaje del Papa para este mes
de mayo:
“Los laicos están en primera línea de la vida de la
Iglesia. Necesitamos su testimonio sobre la verdad del Evangelio y su ejemplo
al expresar su fe con la práctica de la solidaridad. Demos gracias por los
laicos que arriesgan, que no tienen miedo y que ofrecen razones de esperanza a
los más pobres, a los excluidos, los marginados.
Pidamos juntos este mes para que los fieles laicos
cumplan su misión específica, la misión que han recibido en el bautismo,
poniendo su creatividad al servicio de los desafíos del mundo actual.”
Por eso me parece que es
conveniente poner el acento en algo de lo que se habla poco, y de lo que se
desprenden muchas consecuencias para la pastoral de la Iglesia e incluso parala
teología: el SACERDOCIO COMÚN DE LOS FIELES (de todos), aunque algunos (muy pocos)
sean llamados al ministerio sacerdotal sacramental (los presbíteros). Así está
fiesta tendrá una dimensión mucho más universal, más inclusiva, más de todos.
2.- Todos los cristianos,
por el hecho de estar bautizados, gozan y participan de la consagración
sacerdotal de Cristo, tal como nos dice el Ritual del Bautismo:
Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que te ha liberado del pecado y dado nueva vida por el agua y el Espíritu
Santo, te consagre con el crisma de la salvación para que entres a formar parte
de su pueblo y seas para siempre miembro de Cristo, sacerdote, profeta y rey.
(Del Ritual del Bautismo)
Jesús fue un laico. No
formó parte de la casta sacerdotal, con la que, por otra parte, chocó
directamente; tanto, que ella misma le condenó a muerte. Cierto que acudió en
diversas ocasiones al Templo de Jerusalén, lugar de culto por excelencia, con
la mediación de los «sacerdotes». Pero no estaba de acuerdo con el culto y los
sacrificios que allí se llevaban a cabo. Dios quiere «misericordia y no
sacrificios». Y también «habéis convertido la casa de mi Padre en una cueva de
ladrones».
En su bello diálogo junto al pozo de Sicar, con la
samaritana, anuncia que llegará la «hora» en que los que den «culto auténtico
al Padre», lo harán "en espíritu y verdad". Precisamente, cuando
llegó su «hora» en la cruz, el velo del templo (símbolo de su sacralidad y de
la Alianza con el culto que conllevaba) se rasgó en dos, es decir, perdió su
sentido. Algo nuevo quedaba estrenado, con la vida y muerte de Jesús: un nuevo
modo de relacionarse con Dios y darle culto. No en los templos, sino con la
vida.
- ¿Por qué hablamos entonces de
Jesús como Sumo y Eterno Sacerdote?
La Carta a los Hebreos, tratando de responder a los
que añoraban las viejas ceremonias judías, y el culto sacerdotal del templo en
el que todos los judíos habían sido educados, nos presenta a Jesús como un
Nuevo Sacerdote. Sin pretender decirlo todo aquí, resaltemos algunos
aspectos de este nuevo sacerdocio en el que todos participamos (aunque lo
hagamos de distintas maneras, según nuestra vocación y estado de vida).
3.- Jesús hizo de su existencia
una continua ofrenda, un permanente acto de culto al Padre. De manera que al
estar pendiente de hacer en todo momento la voluntad del Padre, y de hacer en
todo presente a Dios Padre, la vida cotidiana la convierte en espacio sagrado y
en lugar de encuentro con Dios.
Así pues, cuando
acogemos a un hermano, le escuchamos, le ayudamos, le amamos... cuando luchamos
por la justicia, cuando hacemos bien nuestro trabajo, cuando creamos
fraternidad, cuando liberamos a alguien de sus demonios, cuando oramos por
otros... estamos dando culto a Dios, estamos siendo sacerdotes.
Como dice el Salmo 39:
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas... no
pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: “Aquí estoy... para hacer tu
voluntad”.
De eso se trata: de hacer su voluntad. Como Cristo en
toda su vida y en su muerte, ofreciéndose: «En tus manos encomiendo mi
espíritu»
- Jesús, desde su Bautismo
en el Jordán, fue un «consagrado por el Espíritu», de modo que cada una de sus
palabras, opciones, gestos y actitudes se convierten en transparencia y
revelación del Padre. También los bautizados somos templos del Espíritu, somos
sagrados, pertenecemos a Dios que nos ha elegido y nos envía. Y esto significa
que continuamente podemos y debemos hacer presente a Dios en medio de todas
nuestras cosas, consagrando el mundo, haciendo posible que se abra paso el
bien, sobre todo allí donde hay más marginación, sufrimiento e injusticia.
Inspirado por el único Espíritu, todo el Pueblo de
Dios participa de las funciones de Jesucristo, "Sacerdote, Rey y
Profeta", y tiene las responsabilidades de misión y servicio que se
derivan de ellas (cf. CCC, 783-786).
- ¿Qué significa participar en el sacerdocio real y
profético de Cristo?
Significa hacer de sí mismo una oferta agradable a
Dios (cf. Rm 12,1), dando testimonio a través de una vida de fe y de caridad
(cf. Lumen Gentium, 12), poniéndola al servicio de los demás, siguiendo el
ejemplo del Señor Jesús (ver Mt 20: 25-28; Jn 13: 13-17).
Papa Francisco, Mayo ‘18
- En la última noche con sus discípulos, Jesús hizo un
Gesto que resumía toda su vida y daba sentido a su muerte: Una vida entregada,
amante, servidora, agradecida, reconciliadora, fraternal, sacrificada,
continuamente pendiente de lo que el Padre le pedía... y encomendó a sus
discípulos que le tomaran el relevo, que vivieran y entregaran su vida como él,
que hicieran «aquello mismo» en memoria suya, en su nombre. De modo
que estamos llamados a convertir nuestra vida en una continua celebración
eucarística... que haga posible que, cuando nos reunamos en su nombre, el
partir el pan sea expresión de que continuamente nos partimos, compartimos,
repartimos y entregamos a los hermanos. Cada uno desde su situación
existencial, desde su propia vocación y opción de vida, desde su propio
ministerio y compromiso comunitario.
Jesucristo, sumo y
eterno sacerdote
Jesucristo ejerce su
sacerdocio durante toda su vida terrena y, sobre todo, en su pasión, muerte y
resurrección. El sacrificio perfecto es el que ofreció en la cruz en ofrenda
total como respuesta amorosa al amor del Padre y por nuestra salvación, y es el
mismo Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote de la Nueva Alianza, quien, por el
ministerio de los sacerdotes, ofrece el sacrificio eucarístico, que es el mismo
de la cruz.
El
jueves posterior a la Solemnidad de Pentecostés en algunos países se celebra la
fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote. Esta festividad no aparece en el
calendario de la Iglesia universal, pero se ha expandido por muchos países.
La
celebración fue introducida en España en 1973 y tiene textos propios para la
Santa Misa y el Oficio. En algunas diócesis este día es también la Jornada de
Santificación de los Sacerdotes.
San
Juan Pablo II, en el documento “Ecclesia de Eucharistia” señala que “el Hijo de
Dios se ha hecho hombre, para reconducir todo lo creado, en un supremo acto de
alabanza, a Aquél que lo hizo de la nada”.
“De
este modo, Él, el sumo y eterno Sacerdote, entrando en el santuario eterno
mediante la sangre de su Cruz, devuelve al Creador y Padre toda la creación
redimida. Lo hace a través del ministerio sacerdotal de la Iglesia y para
gloria de la Santísima Trinidad”.
Oración a Cristo, Sumo Sacerdote
Señor,
Jesucristo, nuestro magnífico y supremo Sacerdote.
Por
tu Muerte y Resurrección te hemos reconocido como el Cordero sacrificial,
mediador entre el Padre y nosotros mismos.
Nos llamas a participar en tu Muerte y Resurrección te
hemos reconocido como el Cordero
sacrificial, mediador entre el Padre y
nosotros mismos.
Nos
llamas a participar en tu Muerte y Resurrección por los sacramentos del
Bautismo y Confirmación, para unirnos en el ofrecimiento del
sacrificio de Ti mismo por la
participación de tu Sacerdocio en la Eucaristía. Así pertenecemos a tu
Reino en la tierra, haciéndonos tu pueblo santo.
Señor
Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote, concédenos tu Espíritu de Amor y Vida que
nos una a ti, Sacerdote y Víctima, para que el plan de salvación para todos los
pueblos se establezca dentro de nosotros.
Señor,
Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote, concédenos tu Espíritu de Sabiduría y
unión, que a todos nos unifique en tu Cuerpo Místico, la Iglesia, para ser tus
testigos en el mundo.
Señor,
Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote, tu cruz remedie nuestros males, tu
Resurrección nos renueve, tu Espíritu Santo nos santifique, tu Realeza nos
glorifique y nos redima tu Sacerdocio, para que podamos unirnos contigo como tú
lo estás con el Padre en el Espíritu Santo.
Señor,
Jesús, reúnenos a todos en tu Persona –Víctima, Sacerdote, Rey – por el
banquete salvador de la Eucaristía que tú y nosotros ofrecemos en el altar del
Sacrificio, ahora y durante todos los días de nuestra peregrinación por este
mundo. Cuando nos llames a tu Reino celestial, entonces podamos participar con
todos los santos de tu gloria, amor y vida en unión con el Padre y el Espíritu
Santo por toda la eternidad.
Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario