19 DE JULIO – DOMINGO –
16ª –
SEMANA DEL T. O. – A –
Santa Áurea de Córdoba
Lectura del libro de la Sabiduría
(12,13.16-19):
Fuera
de ti, no hay otro dios al cuidado de todo, ante quien tengas que justificar tu
sentencia. Tu poder es el principio de la justicia, y tu soberanía universal te
hace perdonar a todos. Tú demuestras tu fuerza a los que dudan de tu poder
total, y reprimes la audacia de los que no lo conocen. Tú, poderoso soberano,
juzgas con moderación y nos gobiernas con gran indulgencia, porque puedes hacer
cuanto quieres. Obrando así, enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser
humano, y diste a tus hijos la dulce esperanza de que, en el pecado, das lugar
al arrepentimiento.
Salmo 85,5-6.9-10.15-16a
R/. Tú, Señor, eres bueno y clemente
Tú,
Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia, con los que te
invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende la voz de mi súplica. R/.
Todos
los pueblos vendrán
a postrarse en tu presencia, Señor;
bendecirán tu nombre:
«Grande eres tú, y haces maravillas;
tú eres el único Dios.» R/.
Pero
tú, Señor, Dios clemente y misericordioso,
lento a la cólera, rico en piedad y
leal,
mírame, ten compasión de mí. R/.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a
los Romanos (8,26-27):
El
Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir
lo que nos conviene, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos
inefables. Y el que escudriña los corazones sabe cuál es el deseo del Espíritu,
y que su intercesión por los santos es según Dios.
Lectura del santo evangelio según san Mateo
(13,24-43):
En
aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente:
«El reino de los cielos se parece a un
hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su
enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a
verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña.
Entonces fueron los criados a decirle al
amo:
"Señor, ¿no sembraste buena semilla
en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?"
Él les dijo:
"Un enemigo lo ha hecho."
Los criados le preguntaron:
"¿Quieres que vayamos a
arrancarla?"
Pero él les respondió:
"No, que, al arrancar la cizaña,
podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y,
cuando llegue la siega, diré a los segadores: Arrancad primero la cizaña y
atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero."»
Les propuso esta otra parábola:
«El reino de los cielos se parece a un
grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las
semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más
alto que las hortalizas y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.»
Les dijo otra parábola:
«El reino de los cielos se parece
a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina y basta para que
todo fermente.»
Jesús expuso todo esto a la gente en
parábolas y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del
profeta: «Abriré mi boca diciendo parábolas; anunciaré los secretos desde la
fundación del mundo.»
Luego dejó a la gente y se fue a casa.
Los discípulos se le acercaron a decirle:
«Acláranos la parábola de la cizaña en
el campo.»
Él les contestó:
«El que siembra la buena semilla es el
Hijo del Hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del
reino; la cizaña son los partidarios del maligno; el enemigo que la siembra es
el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo
mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será el fin del tiempo: el Hijo
del Hombre enviará sus ángeles y arrancarán de su reino a todos los corruptos y
malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar
de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su padre.
El que tenga oídos, que oiga.»
Parábolas para una crisis (2ª parte).
Mateo resume la crisis que atravesó su comunidad a
finales del siglo I en cinco preguntas a las que responde con siete parábolas.
El domingo pasado vimos la primera, - ¿por qué no aceptan todos el mensaje de
Jesús?, a la que respondía la parábola del sembrador. En este domingo se
plantean otras dos preguntas, a las que se responde en tres parábolas. La
primera de ellas (el trigo y la cizaña) debió considerarla Mateo difícil de
entender, y por eso ofrece su explicación. Sin embargo, no lo hace de inmediato.
Cuenta tres parábolas seguidas y más tarde, cuando los discípulos llegan a la
casa, interrogan a Jesús y éste aclara su sentido. En cambio, las parábolas
tercera (grano de mostaza) y cuarta (levadura) carecen de explicación en el
evangelio.
Por motivos de claridad expongo primero la parábola
del trigo y la cizaña, con su explicación, y luego las otras dos.
¿Qué
actitud adoptar con quienes no viven el mensaje?
En aquel tiempo, Jesús propuso otra
parábola a la gente:
― El reino de los cielos se parece a un hombre que
sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo
fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó…
La parábola puede leerse desde diversas perspectivas,
según pensemos que la finca es el pueblo de Israel, la comunidad cristiana, o
el mundo entero. Ya que esta parábola sólo la cuenta Mateo, vamos a verla
primero desde el punto de vista de su comunidad, seriamente enfrentada con los
judíos.
1ª
hipótesis: La finca es el pueblo de Israel
En ella, el Señor ha plantado buena semilla (los
cristianos). Pero el enemigo ha plantado también cizaña (los fariseos y demás
enemigos de la comunidad). La tentación de cualquiera de los dos grupos es
decidir por su cuenta y riesgo quién es trigo y quién cizaña. Pablo, por ejemplo,
antes de convertirse, pidió permiso a las autoridades de Jerusalén para
perseguir a los cristianos. Pero también la comunidad cristiana puede correr el
riesgo de intentar acabar con los que no forman parte de ella o no los tratan
como consideran justo. Así ocurrió cuando una aldea de Samaria no acogió a
Jesús y los discípulos: Juan y Santiago le propusieron hacer bajar un rayo del
cielo que acabase con todos (Lc 9,51-56). Con esta parábola, Mateo hace una
exhortación a la calma, a dejar a Dios la decisión en el momento final.
2ª
hipótesis: La finca es la comunidad cristiana
La parábola también podría entenderse dentro de la
comunidad cristiana (sola ésta sería la finca), donde hay gente que responde
al evangelio (trigo) y gente que no parece vivir de acuerdo con él (cizaña). El
mensaje es el mismo en este caso. Aunque las cosas parezcan claras, es fácil
que al arrancar la cizaña se lleven por delante el trigo. Porque cualquier de
nosotros, por muy preparado que se considere teológica y moralmente, puede
equivocarse. No son raros los casos de personas condenadas por la Iglesia que
terminaron no sólo rehabilitadas sino también canonizadas.
3ª
hipótesis: la finca es el mundo
Finalmente, la parábola se puede interpretar en un
contexto más general, donde la finca es el mundo, la buena semilla los ciudadanos
del Reino y la cizaña los secuaces del Malo. En esta línea se orienta la
explicación de los versículos 36-43.
Los
discípulos se le acercaron a decirle:
―
Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.
Él
les contestó:
―
El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la
buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del
Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del
tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se
quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y
arrancarán de su reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al
horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes.
Entonces
los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos,
que oiga.
En cualquiera de estas tres hipótesis (todas válidas),
Jesús advierte contra el peligro de que paguen justos por pecadores. Es
preferible tener paciencia y dejar la justicia a Dios, el único que puede
emitir un veredicto exacto, sin temor a equivocarse.
La
actitud de Dios, modelo de moderación e indulgencia
La primera lectura, tomada del libro de la Sabiduría,
se mueve en esta línea de bondad y tolerancia, poniéndonos a Dios como modelo.
Un Dios al que el poder impulsa, no a castigar sino a perdonar, que gobierna
con moderación e indulgencia, y que siempre da un voto de confianza al pecador,
esperando que se convierta.
¿Tiene
algún futuro esto tan pequeño?
Tras la explicación, volvemos al otro tema tratado por
las parábolas de hoy. La comunidad de Mateo es pequeña. Las otras comunidades
también. Han pasado ya cincuenta años de la muerte de Jesús, y aunque el
cristianismo se va extendiendo por el Imperio Romano, representan una minoría.
¿Qué futuro tiene este grupo tan pequeño? ¿Qué futuro tiene la iglesia actual,
que carece del influjo y el poder que tenía hace unos años? Mateo responde con
dos parábolas: la del grano de mostaza y la de la levadura. Ambos coinciden en
ser algo pequeño, pero más importante de lo que puede parecer a primera vista.
El
grano de mostaza
El
reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su
huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que
las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los
pájaros a anidar en sus ramas.
Esta parábola sólo se comprende a fondo cuando se
conoce una parábola del profeta Ezequiel que utiliza Jesús como modelo. A
comienzos del siglo VI a.C., cuando el pueblo de Israel se encontraba deportado
en Babilonia, para expresar que su suerte cambiaría y sería espléndida,
Ezequiel cuenta lo siguiente:
Cogeré
una guía del cogollo del cedro alto y encumbrado; del vástago cimero arrancaré
un esqueje y lo plantaré en un monte elevado y señero, lo plantaré en el monte
encumbrado de Israel.
Echará
ramas, se pondrá frondoso y llegará a ser un cedro magnífico; anidarán en él
todos los pájaros, a la sombra de su ramaje anidarán todas las aves. (Ez 17,22-23).
Jesús acepta la imagen del árbol y la idea de que
sirve para acoger a todas las aves del cielo. Pero introduce un cambio radical:
no elige como modelo el cedro alto y encumbrado, sino el modesto arbusto de
mostaza, que, cuando crece, «sale por encima de las hortalizas». Es un
ataque lleno de humor e ironía al triunfalismo. Lo importante no es que el
árbol sea grandioso, sino que pueda cumplir su función de acoger a los pájaros.
Para la comunidad de Mateo era una excelente lección, y también debe serlo para
nuestras tentaciones de triunfalismo eclesial.
La levadura
Les
dijo otra parábola:
El
reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres
medidas de harina, y basta para que todo fermente.
Algo parecido ocurre con la parábola de la levadura.
Se usa en poca cantidad, pero cumple su función, hace que fermente la masa. La
tentación de la comunidad cristiana es querer ocupar mucho espacio, ser masa,
llamar la atención por su volumen, por el número de miembros. Jesús dice que lo
importante es la función de fermentar la masa.
Resumiendo lo leído hasta ahora, Mateo ofrece una
explicación de la realidad (sembrador) y una llamada a la serenidad
(trigo y cizaña)
y a confiar en algo que tiene unos comienzos tan modestos (mostaza y levadura).
El próximo domingo, otras tres parábolas completarán esta enseñanza.
Santa Áurea
de Córdoba
En Córdoba, en la provincia hispánica de
Andalucía, santa Áurea, virgen, hermana de los santos mártires Adolfo y Juan,
la cual, en una de las persecuciones realizadas por los musulmanes fue llevada
ante el juez y, asustada, negó la fe, pero luego, arrepentida, se presentó de
nuevo ante el mismo juez y, repetido el juicio, se mantuvo firme, venciendo al
enemigo al derramar su sangre por Cristo.
Vida de Santa Áurea
Santa Áurea nació en Sevilla, en una
acomodada y noble familia en la que la mayor parte eran mahometanos, pero su
madre Artemia, era cristiana de probada virtud, fue ella quien la educó en las
santas verdades de los Evangelios, más tarde Áurea demostraría con su vida y
gloriosa muerte el ser digna de gozar de la eterna gracia. Sus hermanos Adulfo
y Juan, también alcanzaron el triunfo del martirio, en aquellos días Áurea
vivía en el monasterio de Cuteclara (Córdoba) dando ejemplo de devoción y
caridad.
Su elevada alcurnia y la dado que muchos
de sus parientes seguían la religión de Mahoma, fueron los motivos por los que
nadie se había atrevido a delatarla; pero habiendo llegado la noticia de su fe
a oídos de sus allegados en Sevilla, usando como subterfugio su parentesco,
fueron a visitarla para comprobar lo que habían escuchado.
Gobernaba por entonces el Califato de
Occidente, Mahomet, hijo de Abdrrahman, célebre por la terrible persecución que
había emprendido contra los cristianos. Los parientes Áurea descubrieron que ella
no solo era cristiana sino una ferviente religiosa, y apasionados por la
doctrina de sus creencias, procuraron convencerla de convertirse en seguidora
del falso profeta.
Fue fútil todos sus intentos, sus
palabras chocaban contra la inamovible fe que Áurea tan sinceramente profesaba.
Fue tal su enojo que tomaron la decisión de delatarla al cadi. El juez ordenó
la llevasen al tribunal, y al verla vestida con el hábito religioso se irritó
de tal modo que la amenazó con los más terribles castigos. Invocó, el juez, la
noble sangre mahometana que circulaba en sus venas y lo que su familia sufriría
por culpa de ella. Le prometió en cambio que si aceptaba las creencias
familiares borraría la mancha que afectaba su ilustre estirpe y se salvaría de
los duros tormentos que la esperaban si no aceptaba.
Áurea guardó silencio un momento
dejándose llevar tal vez por el miedo, o bien de la idea de disimular su fe lo
que no es lícito ni permitido a los cristianos en caso semejante, y el juez juzgándola
vencida le concedió la libertad.
Recapacitó Áurea sobre lo que había
acontecido, y avergonzada por su debilidad decidió no regresar al monasterio
prefiriendo quedarse en una casa, posiblemente de alguno de sus parientes
cristianos, donde sumergida en tiernas lágrimas confesó su pecado. Pidió a sus
hermanos intercedieran ante el Señor a fin de tener una posibilidad de
demostrar al mundo cuan profunda era su fe en Cristo.
No tuvo que esperar mucho para que su
místico anhelo se hiciera realidad, fue delatada nuevamente, y conducida por
segunda vez ante el cadi, en esta ocasión ella respondió, con un valor y una
fortaleza inspiradas por el Espíritu Santo. La firmeza de Áurea encendió el
colérico corazón de su juez, ordenando la encerraran en la más lóbrega prisión
y que al día siguiente fuera conducida al suplicio. Áurea fue decapitada y
luego su cuerpo colgado de los pies en un palo donde, pocos días antes había
sido ajusticiado un reo de homicidio, luego sus restos fueron arrojados, junto
con los de varios malhechores, al Guadalquivir.
fuente: Suplemento á la última edición
del Año Christiano
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