10 DE JULIO – VIERNES –
14ª – SEMANA DEL T. O. – A –
San Cristóbal de Licia
Lectura
de la profecía de Oseas (14,2-10):
Así
dice el Señor:
«Israel,
conviértete al Señor Dios tuyo, porque tropezaste por tu pecado. Preparad
vuestro discurso, volved al Señor y decidle: "Perdona del todo la
iniquidad, recibe benévolo el sacrificio de nuestros labios.
No
nos salvará Asiria, no montaremos a caballo, no volveremos a llamar Dios a la
obra de nuestras manos. En ti encuentra piedad el huérfano." Yo curaré sus
extravíos, los amaré sin que lo merezcan, mi cólera se apartará de ellos. Seré
para Israel como rocío, florecerá como azucena, arraigará como el Líbano.
Brotarán
sus vástagos, será su esplendor como un olivo, su aroma como el Líbano. Vuelven
a descansar a su sombra: harán brotar el trigo, florecerán como la viña; será
su fama como la del vino del Líbano. Efraín, ¿qué te importan los ídolos? Yo le
respondo y le miro: yo soy como un ciprés frondoso: de mí proceden tus frutos.
¿Quién es el sabio que lo comprenda, el prudente que lo entienda? Rectos son
los caminos del Señor: los justos andan por ellos, los pecadores tropiezan en
ellos.»
Palabra
de Dios
Salmo:
50
R/.
Mi boca proclamará tu alabanza, Señor
Misericordia,
Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión
borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R/.
Te
gusta un corazón sincero,
y en mi interior me
inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo:
quedaré limpio;
lávame: quedaré más
blanco que la nieve. R/.
Oh
Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con
espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu
rostro,
no me quites tu santo
espíritu. R/.
Devuélveme
la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu
generoso.
Señor, me abrirás los
labios,
y mi boca proclamará tu
alabanza. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Mateo (10,16-23):
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:
«Mirad
que os mando como ovejas entre lobos; por eso, sed sagaces como serpientes y
sencillos como palomas. Pero no os fieis de la gente, porque os entregarán a
los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante
gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los
gentiles.
Cuando
os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su
momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que
habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.
Los
hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos;
se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por
mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará.
Cuando
os persigan en una ciudad, huid a otra. Porque os aseguro que no terminaréis
con las ciudades de Israel antes de que vuelva el Hijo del hombre.»
Palabra
del Señor
1. El
proyecto del Reino, tal como lo presenta Jesús, es intolerable para los poderes
de este mundo. Un proyecto que desmotiva a la gente ante el dinero, y los valores que lleva
consigo el afán por el dinero desencadena la persecución contra los apóstoles.
Jesús
es muy claro en este punto. Por tanto, cuando los apóstoles del Reino no
encuentran rechazo y persecución sino aplauso y privilegios, tales apóstoles
tienen que preguntarse si son "auténticos" o si, por el contrario, son
"falsos" apóstoles, como ya en el antiguo
Israel hubo "falsos" profetas.
2. Dice
Jesús que la persecución vendrá de las "sinagogas"; y de los
"gobernadores y reyes". O sea, será persecución religiosa
y persecución civil. Ambas cosas.
En
cuanto a la persecución religiosa, lo más sorprendente
es que no vendrá de los paganos o de otras religiones, sino de la propia
religión.
Exactamente
como le ocurrió al propio Jesús, que fue asesinado por la misma religión en la
que fue educado, la religión a la que socialmente perteneció durante toda su vida.
En
asuntos de persecución religiosa, lo primero que hay que preguntarse es si nos
persiguen por causa del apego al dinero (y a quienes lo tienen) o por causa del
Evangelio.
3. La
familia es la institución que trasmite los valores establecidos, las costumbres
de siempre, los intereses de toda la vida. Por eso, el Evangelio del Reino puede llegar a
desencadenar tanto conflicto dentro de la propia casa.
De
sobra sabemos que el dinero divide a las familias y siembra el odio entre
hermanos de la misma sangre.
San Cristóbal de Licia
San Cristóbal (Portador de Cristo) es
venerado por la Iglesia católica y la ortodoxa como un mártir asesinado durante
el reinado de Decio (Decius), emperador de Roma (que reinó del 249 al 251) o
durante el reinado del emperador romano Maximino Daya (Maximinus II Dacianus)
(que reinó del 308 al 313). Patrón de transportistas y conductores.
Martirologio Romano: En Licia, san Cristóbal, mártir.
Etimológicamente: Cristóbal = Aquel que es el Portador de Cristo, es de origen griego
Patronazgo: Viajeros, transportistas y conductores.
Breve Biografía
San Cristóbal, popularísimo gigantón que antaño podía verse con su barba y su cayado en
todas las puertas de las ciudades: era creencia común que bastaba mirar su
imagen para que el viajero se viese libre de todo peligro durante aquel día.
Hoy que se suele viajar en coche, los automovilistas piadosos llevan una medalla
de san Cristóbal junto al volante.
¿Quién
era? Con la historia en la mano poco puede decirse de él, como mucho que quizá
un mártir de Asia menor a quien ya se rendía culto en el Siglo V. Su nombre
griego, «el portador de Cristo», es enigmático, y se empareja con una de las
leyendas más bellas y significativas de toda la tradición cristiana. Nos lo
pintan como un hombre muy apuesto de estatura colosal, con gran fuerza física,
y tan orgulloso que no se conformaba con servir a amos que no fueran dignos de
él.
Cristóbal
sirvió primero a un rey, aparente señor de la tierra, a quién Cristóbal vio
temblando un día cuando le mencionaron al demonio.
Cristóbal
entonces decidió ponerse al servicio del diablo, verdadero príncipe de este
mundo, y buscó a un brujo que se lo presentará. Pero en el camino el brujo pasó
junto a una Cruz, y temblando la evitó. Cristóbal le pregunto entonces si él le
temía a las cruces, contestándole el brujo que no, que le temía a quién había
muerto en la Cruz, Jesucristo. Cristóbal le pregunto entonces si el demonio
temía también a Cristo, y el brujo le contestó que el diablo tiembla a la sola
mención de una Cruz donde murió él tal Jesucristo.
¿Quién
podrá ser ese raro personaje tan poderoso aun después de morir? Se lanza a los
caminos en su busca y termina por apostarse junto al vado de un río por donde
pasan incontables viajeros a los que él lleva hasta la otra orilla a cambio de
unas monedas. Nadie le da razón del hombre muerto en la cruz que aterroriza al
Diablo.
Hasta
que un día cruza la corriente cargado con un insignificante niño a quien no se
molesta en preguntar; ¿qué va a saber aquella frágil criatura? A mitad del río
su peso se hace insoportable y sólo a costa de enormes esfuerzos consigue
llegar a la orilla: Cristóbal llevaba a hombros más que el universo entero, al
mismo Dios que lo creó y redimió. Por fin había encontrado a Aquél a quien
buscaba.
--¿Quién eres, niño, que me pesabas tanto que parecía que transportaba el mundo
entero? --Tienes razón, le dijo el Niño. Peso más que el mundo entero, pues soy
el creador del mundo. Yo soy Cristo. Me buscabas y me has encontrado. Desde
ahora te llamarás Cristóforo, Cristóbal, el portador de Cristo. A cualquiera
que ayudes a pasar el río, me ayudas a mí.
Cristóbal
fue bautizado en Antioquía. Se dirigió sin demora a predicar a Licia y a Samos.
Allí fue encarcelado por el rey Dagón, que estaba a las órdenes del emperador
Decio. Resistió a los halagos de Dagón para que se retractara. Dagón le envió
dos cortesanas, Niceta y Aquilina, para seducirlo. Pero fueron ganadas por
Cristóbal y murieron mártires. Después de varios intentos de tortura, ordenó
degollarlo. Según Gualterio de Espira, la nación Siria y el mismo Dagón se
convirtieron a Cristo.
San
Cristóbal es un Santo muy popular, y poetas modernos, como García Lorca y
Antonio Machado, lo han cantado con inspiradas estrofas. Su efigie, siempre
colosal y gigantesca, decora muchísimas catedrales, como la de Toledo, y nos
inspira a todos protección y confianza.
Sus
admiradores, para simbolizar su fortaleza, su amor a Cristo y la excelencia de
sus virtudes, le representaron de gran corpulencia, con Jesús sobre los hombros
y con un árbol lleno de hojas por báculo.
Esto
ha dado lugar a las leyendas con que se ha oscurecido su vida. Se le considera
patrono de los transportadores y automovilistas.
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