6 DE JULIO – LUNES –
14ª –
SEMANA DEL T. O. – A –
Santa María Goretti
Lectura de la profecía de Oseas
(2,16.17b-18.21-22):
Así
dice el Señor:
«Yo la cortejaré, me la llevaré al
desierto, le hablaré al corazón. Y me responderá allí como en los días de su
juventud, como el día en que la saqué de Egipto.
Aquel día –oráculo del Señor–, me
llamará Esposo mío, no me llamará ídolo mío. Me casaré contigo en matrimonio
perpetuo, me casaré contigo en derecho y justicia, en misericordia y compasión,
me casaré contigo en fidelidad, y te penetrarás del Señor.»
Palabra
de Dios
Salmo:144
R/. El Señor es clemente y misericordioso
Día
tras día, te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.
Grande es el Señor, merece toda
alabanza,
es incalculable su grandeza. R/.
Una
generación pondera tus obras a la otra,
y le cuenta tus hazañas.
Alaban ellos la gloria de tu majestad,
y yo repito tus maravillas. R/.
Encarecen
ellos tus temibles proezas,
y yo narro tus grandes acciones;
difunden la memoria de tu inmensa
bondad,
y aclaman tus victorias. R/.
El
Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus
criaturas. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo
(9,18-26):
En
aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se acercó un personaje que se arrodilló
ante él y le dijo:
«Mi hija acaba de morir. Pero ven tú,
ponle la mano en la cabeza, y vivirá.»
Jesús lo siguió con sus discípulos.
Entretanto, una mujer que sufría flujos de sangre desde hacía doce años se le
acercó por detrás y le tocó el borde del manto, pensando que con sólo tocarle
el manto se curaría.
Jesús se volvió y, al verla, le dijo:
«¡Ánimo, hija! Tu fe te ha curado.»
Y en aquel momento quedó curada la
mujer.
Jesús llegó a casa del personaje y, al
ver a los flautistas y el alboroto de la gente, dijo:
«¡Fuera! La niña no está muerta, está
dormida.»
Se reían de él. Cuando echaron a la
gente, entró él, cogió a la niña de la mano, y ella se puso en pie. La noticia
se divulgó por toda aquella comarca.
Palabra
del Señor
1. El relato de Mateo, en este
evangelio, se centra en tres personas que se destacan sobre los demás: un
"personaje" de la clase dominante, una mujer enferma y Jesús.
El texto paralelo de Mc5, 22 presenta al "personaje"
como "jefe de la sinagoga", pero se trata de una traducción
incorrecta.
Lo que se puede decir de este hombre
distinguido, según este relato, es que era un jefe gobernante (archón), es
decir, un miembro de la clase gobernante, un hombre distinguido y con poder.
Pero, tal como lo presenta el evangelio, en realidad era un hombre humilde (que
se postra delante de Jesús) y además un hombre de fe, que se fía
totalmente de Jesús.
Es ejemplar que una persona así no duda en
acudir, entre el público, a pedir vida para una hija ya difunta.
Pide vida ante la evidencia de la muerte.
Así y una vez más, el Evangelio nos
presenta un nuevo y ejemplar modelo de la vida que
lucha contra la muerte.
2. La segunda persona que destaca este
episodio es "una mujer que padecía flujos de sangre".
La enfermedad de esta mujer se indica
mediante el verbo "aimorreó", que en Lev 15,33 indica flujos
corporales (el seminal o el menstrual) que, en las culturas antiguas, eran
causa de impureza. Pero podía denotar cualquier tipo de hemorragia
(Liddell-Scott; Hipócrates, Coac. 292, 300).
Por el comportamiento de la mujer, al
acercarse como a escondidas, para tocar el manto de Jesús, parece que se
trataba de una mujer que padecía, no solo una "enfermedad", sino,
además, una "impureza" legal.
El hecho es que el solo contacto con Jesús
le devolvió la "salud" y la "dignidad".
Se cumple, al pie de la letra, el
admirable hecho de la curación por contagio. Cuando vivimos de tal manera, que
contagiamos salud y dignidad, eso es el indicador más elocuente de que nuestra
vida está de parte de lo que más anhela todo ser humano: vida y dignidad.
3. La persona central de todo el relato es
Jesús.
En este caso, Jesús es fuente de
vida, de salud y de dignidad.
Una vez más, el Evangelio nos presenta a
Jesús dando vida, felicidad, motivos de gozo, alegría y sentimientos positivos
a quienes se ven privados de todo eso.
Así entendió Jesús la vida. Así presentó
sus convicciones, su ética, su espiritualidad y su mística.
Todo lo que sea entender y vivir la
religiosidad de otra manera es andar extraviados, por mucha categoría
religiosa que se tenga; o por muchas devociones y piedades que se vivan y
fomenten.
Ni la finalidad o intención más
noble de obtener obediencia, sumisión, observancia..., nada
de eso puede justificar que vayamos por la vida contagiando sufrimiento,
preocupaciones o sentimientos de culpa e indignidad.
Santa María Goretti
Santa
María Goretti nació en Corinaldo, Italia el 16 de octubre de 1890 hija de Luis
Goretti y Assunta Carlini, ambos campesinos. María fue la segunda de seis
hijos.
Vivió
en el seno de una familia humilde y perdió a su padre a los diez años por causa
del paludismo.
Como
consecuencia de la muerte de su padre, la madre de María Goretti tuvo que
trabajar dejando la casa y los hermanos menores a cargo de ésta quien realizaba
sus obligaciones con alegría y cada semana asistía a clases de catecismo.
A los once años hizo su primera comunión haciéndose, desde entonces, el firme
propósito de morir antes que cometer un pecado.
En la
misma finca donde vivía María trabajaba Alejandro Serenelli, quien se enamoró
de María que en ese entonces contaba con doce años.
Serenelli,
a causa de lecturas impuras, se dedicó a buscar a María haciéndole propuestas
que la santa rechazaba haciendo que Serenelli se sintiera despreciado.
El 5
de julio de 1902 Serenelli fue en busca de María quien estaba sola en su casa y
al encontrarla la invitó a ir a una recámara de la casa a lo que María se negó
por lo que aquél se vio obligado a forzarla.
María
se negaba advirtiéndole a Serenelli que lo que pretendía era pecado y que no
accedería a sus pretensiones por lo que éste la atacó con un cuchillo
clavándoselo catorce veces.
María no
murió inmediatamente, fue trasladada al hospital de San Juan de Dios donde los
médicos la operaron sin entestecía porque no había y durante dos horas la santa
soportó el sufrimiento ofreciendo a Dios sus dolores.
Antes
de morir, un día después del ataque, María alcanzó a recibir la comunión y la
unción de los enfermos e hizo público su perdón a Serenelli.
El
asesino fue condenado a 30 años de prisión donde al principio no daba muestras
de arrepentimiento. La tradición cuenta que después de un sueño donde María le
dijo que él también podía ir al cielo, Serenelli cambió completamente
volviéndose hacia Dios y ofreciendo sus trabajos y sufrimientos en reparación
de sus pecados.
Después
de 27 años de cárcel fue liberado y acudió a pedir perdón a la madre de la
santa, quien no solo lo perdonó, sino que lo defendió en público alegando que
si Dios y su hija lo habían perdonado, ella no tenía porque no perdonarlo.
La
fama de María Goretti se extendía cada vez más y fueron apareciendo las
muestras de santidad, que fue fruto de su cercanía a Dios y su devoción a la
Virgen María.
Después
de numerosos estudios, la Santa Sede la canonizó el 24 de junio de 1950 en una
ceremonia que se tuvo que realizar en la Plaza de San Pedro debido a la
cantidad de asistentes que se calculaban en más de quinientas mil personas.
En la
ceremonia de canonización acompañaron a Pío XII la madre, dos hermanas y un
hermano de María. Durante esta ceremonia Su Santidad Pío XII exaltó la virtud
de la santa y sus estudiosos afirman que por la vida que llevó aun cuando no
hubiera sido mártir habría merecido ser declarada santa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario