20 DE JULIO – LUNES –
16ª –
SEMANA DEL T. O. – A –
SAN APOLINAR
Lectura
de la profecía de Miqueas (6,1-4.6-8):
Escuchad lo que dice el Señor:
«Levántate
y llama a juicio a los montes, que escuchen los collados tu voz.»
Escuchad,
montes, el juicio del Señor; atended, cimientos de la tierra: El Señor entabla
juicio con su pueblo y pleitea con Israel:
«Pueblo
mío, ¿qué te hice o en qué te molesté? Respóndeme. Te saqué de Egipto, de la
esclavitud te redimí, y envié por delante a Moisés, Aarón y María.»
«¿Con
qué me acercaré al Señor, me inclinaré ante el Dios de las alturas? ¿Me
acercaré con holocaustos, con novillos de un año? ¿Se complacerá el Señor en un
millar de carneros, o en diez mil arroyos de grasa? ¿Le daré un primogénito
para expiar mi culpa; el fruto de mi vientre, para expiar mi pecado?»
«Te
han explicado, hombre, el bien, lo que Dios desea de ti: simplemente, que
respetes el derecho, que ames la misericordia y que andes humilde con tu Dios.»
Palabra
de Dios
Salmo:
49
R/. Al
que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios
«Congregadme a mis fieles,
que sellaron mi pacto
con un sacrificio.»
Proclame el cielo su
justicia;
Dios en persona va a
juzgar. R/.
«No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus
holocaustos ante mí.
Pero no aceptaré un
becerro de tu casa,
ni un cabrito de tus
rebaños.» R/.
«¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la
boca mi alianza,
tú que detestas mi
enseñanza
y te echas a la espalda
mis mandatos?» R/.
«Esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré
en cara.
El que me ofrece acción
de gracias, ése me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación
de Dios.» R/.
Lectura del santo evangelio
según san Mateo 12, 38-42
En aquel
tiempo, un grupo de letrados y fariseos dijeron a Jesús:
"Maestro, queremos
ver un milagro tuyo".
Él les contestó:
"Esta generación
perversa y adúltera exige una señal, pues no se le dará más signo que el del
profeta Jonás.
Tres días y tres noches
estuvo Jonás en el vientre del cetáceo: pues tres días y tres noches estará el
Hijo del Hombre en el seno de la tierra.
Cuando juzguen a esta
generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen, porque
ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más
que Jonás.
Cuando juzguen a esta
generación, la reina del Sur se levantará y hará que la condenen, porque ella
vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y
aquí hay uno que es más que Salomón".
1. Se acercan a Jesús los
letrados y los fariseos, los hombres del estudio teológico y los hombres de la
observancia religiosa. - ¿Para qué? Para pedirle un
"milagro" (semeion), un hecho prodigioso.
Aquellos hombres de entonces, como tantos de ahora, se piensan que
a Dios se le encuentra en los hechos extraordinarios, en los prodigios. Esta
mentalidad, que busca a Dios en los milagros, expresa algo sobrecogedor. El
Gran Inquisidor (de F. Dostoyevski) le dice a Jesús: "Si te hubieras
prestado a realizar el milagro..., habrías calmado la inquietud eterna de la
humanidad, esa inquietud nacida del deseo de saber ante quién tiene uno que
inclinarse. Pues no hay para el hombre libre cuidado más continuo y acuciante
que el de hallar a un ser al que prestar acatamiento".
La gente quiere milagros.
Quiere "dioses", ante los que sus fieles y devotos desean quedar
extasiados. Y así, vivir sometidos. Lo que no soporta nadie es la libertad.
2. Jesús responde
calificando a aquellos hombres como "esta generación perversa y
adúltera". El término "generación" (genea) aparece 25 veces en
los evangelios, para designar al pueblo judío en tono amenazante.
Esta expresión está tomada de
la literatura apocalíptica judía, para indicar la última generación judía, que
fue infiel a Dios (Hen 93, 9; Hab 2, 6 s; Jub 23, 16 ss; Mt 11, 16 par; Sal 77,
8; 94, 10; Mt 23, 36).
3. Todo esto indica que
el cristianismo primitivo acusaba a la "última generación" de Israel
de haber colmado la medida de sus pecados (V. Hasler).
Es improbable que
Jesús dijera estas cosas. Lo que aquí se expresa es el conflicto entre
cristianos y judíos.
Jesús no quería enfrentamientos y conflictos.
Todo eso proviene de nuestras
torpes inclinaciones y resentimientos.
De este evangelio tendríamos que aprender a no decir lo que aquí
se pone en boca de Jesús. Y conste que tiene una buena dosis de verdad lo que
ha dicho Denis Guénoun: "La religión se constituye como la diferencia
entre religiones".
De ahí que el cristianismo,
"al constituirse como religión, necesitó de la diferencia religiosa,
necesitó que el judaísmo fuera su otro: la religión falsa" (Daniel Boyarin). Pero
es triste nacer así. Para vivir luego enfrentado con quienes no se identifican
conmigo. Si fuera cierto que la religión lleva a eso, prefiero vivir
sin religión.
La fe en Jesús y el amor a su
proyecto, basta.
SAN
APOLINAR
Elogio: San
Apolinar, obispo, que, al mismo tiempo que propagaba entre los gentiles las
insondables riquezas de Cristo, iba delante de sus ovejas como buen pastor, y
es tradición que honró con su ilustre martirio a la iglesia de Classe, cerca de
Rávena, en la vía Flaminia, donde pasó al banquete eterno el día veintitrés de
julio.
San
Apolinar fue el primer obispo de Rávena (o Ravena) y el único mártir de dicha
ciudad cuyo nombre se conoce. Según las actas de su martirio, Apolinar nació en
Antioquía, dondé fue discípulo de san Pedro, y el Príncipe de los Apóstoles le
nombró obispo de Rávena. Pero se trata de una fábula del siglo VII, inventada
para dar prestigio a la sede episcopal de dicha ciudad. San Apolinar fue uno de
los mártires más famosos en la Iglesia primitiva, y la gran veneración que se
le profesaba es el mejor testimonio de su santidad y espíritu apostólico, pero
ello no nos autoriza a prestar crédito a la leyenda.
Según
ésta, Apolinar curó milagrosamente a la esposa de un oficial, y tanto el marido
como la mujer se convirtieron al cristianismo. También sanó a un sordo llamado
Bonifacio y obtuvo tal cantidad de conversiones, que las autoridades le
desterraron de la ciudad. Entonces, Apolinar fue a predicar el Evangelio a
Bolonia, donde convirtió a todos los miembros de la familia del patricio
Rufino. Partió al exilio nuevamente y durante la travesía, naufragó en las
costas de Dalmacia, donde fue maltratado por predicar el Evangelio. Apolinar
volvió tres veces a su sede, y otras tantas fue capturado, torturado y
desterrado nuevamente. En su cuarta visita el emperador Vespasiano publicó un
decreto por el que ordenaba el destierro a todos los cristianos. San Apolinar
consiguió esconderse algún tiempo con la ayuda de un centurión cristiano, pero
finalmente fue descubierto por el populacho, que le condujo al barrio de
Classis, donde le golpeó hasta dejarle por muerto.
San
Pedro Crisólogo, el más ilustre de los sucesores de san Apolinar, le calificó
de mártir en uno de sus sermones, pero añadió que Dios preservó la vida de
Apolinar durante largo tiempo para bien de su Iglesia y no permitió que los
perseguidores le quitasen la vida. En tal caso, sólo puede decirse que fue
mártir a causa de los tormentos que sufrió por Cristo, lo que habitualmente
llamaríamos un «confesor».
En sus
sermones, san Pedro Crisólogo afirma que san Apolinar fue obispo de Rávena y
mártir; prácticamente a eso se reduce todo lo que sabemos sobre él. La
biografía de Acta Sanctorum, julio, vol. V, no es ciertamente anterior al siglo
VII, y no parece que se apoye en una tradición auténtica. Mons. Lanzoni, Le
fonti della leggenda di Sant'Apollinare di Ravenna (1915) y Le diocesi d'Italia
(1923), pp. 455 as., discute a fondo el problema. En el canon de la misa del
rito de Milán se menciona a san Apolinar.
En la
imagen: el bellísimo mosaico
bizantino del siglo VI que muestra la figura de san Apolinar,
obispo, en uno de los ábsides de la basílica a él dedicada: San Apollinar in
Classe, en Rávena.
Oración: Conduce,
Señor, a tus fieles por el camino de la eterna salvación, que tu obispo san
Apolinar enseñó con su doctrina y martirio, y haz que, perseverando en tus
mandamientos, merezcamos ser coronados con él. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por
los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).
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