domingo, 19 de julio de 2020

Párate un momento: El Evangelio del dia 20 DE JULIO – LUNES – 16ª – SEMANA DEL T. O. – A – SAN APOLINAR






20 DE JULIO – LUNES –
16ª – SEMANA DEL T. O. – A – 
SAN   APOLINAR

Lectura de la profecía de Miqueas (6,1-4.6-8):

Escuchad lo que dice el Señor:
«Levántate y llama a juicio a los montes, que escuchen los collados tu voz.»
Escuchad, montes, el juicio del Señor; atended, cimientos de la tierra: El Señor entabla juicio con su pueblo y pleitea con Israel:
«Pueblo mío, ¿qué te hice o en qué te molesté? Respóndeme. Te saqué de Egipto, de la esclavitud te redimí, y envié por delante a Moisés, Aarón y María.»
«¿Con qué me acercaré al Señor, me inclinaré ante el Dios de las alturas? ¿Me acercaré con holocaustos, con novillos de un año? ¿Se complacerá el Señor en un millar de carneros, o en diez mil arroyos de grasa? ¿Le daré un primogénito para expiar mi culpa; el fruto de mi vientre, para expiar mi pecado?»
«Te han explicado, hombre, el bien, lo que Dios desea de ti: simplemente, que respetes el derecho, que ames la misericordia y que andes humilde con tu Dios.»

Palabra de Dios

Salmo: 49

R/. Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios

«Congregadme a mis fieles,
que sellaron mi pacto con un sacrificio.»
Proclame el cielo su justicia;
Dios en persona va a juzgar. R/.

«No te reprocho tus sacrificios,
pues siempre están tus holocaustos ante mí.
Pero no aceptaré un becerro de tu casa,
ni un cabrito de tus rebaños.» R/.

«¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos?» R/.

«Esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara.
El que me ofrece acción de gracias, ése me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios.» R/.

Lectura del santo evangelio según san Mateo 12, 38-42
        En aquel tiempo, un grupo de letrados y fariseos dijeron a Jesús:
"Maestro, queremos ver un milagro tuyo".
Él les contestó:
"Esta generación perversa y adúltera exige una señal, pues no se le dará más signo que el del profeta Jonás.
       Tres días y tres noches estuvo Jonás en el vientre del cetáceo: pues tres días y tres noches estará el Hijo del Hombre en el seno de la tierra.
Cuando juzguen a esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen, porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.
Cuando juzguen a esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que la condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón".

1.  Se acercan a Jesús los letrados y los fariseos, los hombres del estudio teológico y los hombres de la observancia religiosa.  - ¿Para qué?  Para pedirle un "milagro" (semeion), un hecho prodigioso.
Aquellos hombres de entonces, como tantos de ahora, se piensan que a Dios se le encuentra en los hechos extraordinarios, en los prodigios. Esta mentalidad, que busca a Dios en los milagros, expresa algo sobrecogedor. El Gran Inquisidor (de F. Dostoyevski) le dice a Jesús: "Si te hubieras prestado a realizar el milagro..., habrías calmado la inquietud eterna de la humanidad, esa inquietud nacida del deseo de saber ante quién tiene uno que inclinarse. Pues no hay para el hombre libre cuidado más continuo y acuciante que el de hallar a un ser al que prestar acatamiento".
La gente quiere milagros. Quiere "dioses", ante los que sus fieles y devotos desean quedar extasiados. Y así, vivir sometidos. Lo que no soporta nadie es la libertad.

2.  Jesús responde calificando a aquellos hombres como "esta generación perversa y adúltera". El término "generación" (genea) aparece 25 veces en los evangelios, para designar al pueblo judío en tono amenazante.
Esta expresión está tomada de la literatura apocalíptica judía, para indicar la última generación judía, que fue infiel a Dios (Hen 93, 9; Hab 2, 6 s; Jub 23, 16 ss; Mt 11, 16 par; Sal 77, 8; 94, 10; Mt 23, 36).

3.  Todo esto indica que el cristianismo primitivo acusaba a la "última generación" de Israel de haber colmado la medida de sus pecados (V. Hasler).
     Es improbable que Jesús dijera estas cosas. Lo que aquí se expresa es el conflicto entre cristianos y judíos.
Jesús no quería enfrentamientos y conflictos.
Todo eso proviene de nuestras torpes inclinaciones y resentimientos.
De este evangelio tendríamos que aprender a no decir lo que aquí se pone en boca de Jesús. Y conste que tiene una buena dosis de verdad lo que ha dicho Denis Guénoun:  "La religión se constituye como la diferencia entre religiones".
De ahí que el cristianismo, "al constituirse como religión, necesitó de la diferencia religiosa, necesitó que el judaísmo fuera su otro: la religión falsa" (Daniel Boyarin). Pero es triste nacer así. Para vivir luego enfrentado con quienes no se identifican conmigo. Si fuera cierto que la religión lleva a eso, prefiero vivir
sin religión.
La fe en Jesús y el amor a su proyecto, basta.

SAN   APOLINAR 


Elogio: San Apolinar, obispo, que, al mismo tiempo que propagaba entre los gentiles las insondables riquezas de Cristo, iba delante de sus ovejas como buen pastor, y es tradición que honró con su ilustre martirio a la iglesia de Classe, cerca de Rávena, en la vía Flaminia, donde pasó al banquete eterno el día veintitrés de julio.
San Apolinar fue el primer obispo de Rávena (o Ravena) y el único mártir de dicha ciudad cuyo nombre se conoce. Según las actas de su martirio, Apolinar nació en Antioquía, dondé fue discípulo de san Pedro, y el Príncipe de los Apóstoles le nombró obispo de Rávena. Pero se trata de una fábula del siglo VII, inventada para dar prestigio a la sede episcopal de dicha ciudad. San Apolinar fue uno de los mártires más famosos en la Iglesia primitiva, y la gran veneración que se le profesaba es el mejor testimonio de su santidad y espíritu apostólico, pero ello no nos autoriza a prestar crédito a la leyenda.
Según ésta, Apolinar curó milagrosamente a la esposa de un oficial, y tanto el marido como la mujer se convirtieron al cristianismo. También sanó a un sordo llamado Bonifacio y obtuvo tal cantidad de conversiones, que las autoridades le desterraron de la ciudad. Entonces, Apolinar fue a predicar el Evangelio a Bolonia, donde convirtió a todos los miembros de la familia del patricio Rufino. Partió al exilio nuevamente y durante la travesía, naufragó en las costas de Dalmacia, donde fue maltratado por predicar el Evangelio. Apolinar volvió tres veces a su sede, y otras tantas fue capturado, torturado y desterrado nuevamente. En su cuarta visita el emperador Vespasiano publicó un decreto por el que ordenaba el destierro a todos los cristianos. San Apolinar consiguió esconderse algún tiempo con la ayuda de un centurión cristiano, pero finalmente fue descubierto por el populacho, que le condujo al barrio de Classis, donde le golpeó hasta dejarle por muerto.
San Pedro Crisólogo, el más ilustre de los sucesores de san Apolinar, le calificó de mártir en uno de sus sermones, pero añadió que Dios preservó la vida de Apolinar durante largo tiempo para bien de su Iglesia y no permitió que los perseguidores le quitasen la vida. En tal caso, sólo puede decirse que fue mártir a causa de los tormentos que sufrió por Cristo, lo que habitualmente llamaríamos un «confesor».
En sus sermones, san Pedro Crisólogo afirma que san Apolinar fue obispo de Rávena y mártir; prácticamente a eso se reduce todo lo que sabemos sobre él. La biografía de Acta Sanctorum, julio, vol. V, no es ciertamente anterior al siglo VII, y no parece que se apoye en una tradición auténtica. Mons. Lanzoni, Le fonti della leggenda di Sant'Apollinare di Ravenna (1915) y Le diocesi d'Italia (1923), pp. 455 as., discute a fondo el problema. En el canon de la misa del rito de Milán se menciona a san Apolinar.
En la imagen: el bellísimo mosaico bizantino del siglo VI que muestra la figura de san Apolinar, obispo, en uno de los ábsides de la basílica a él dedicada: San Apollinar in Classe, en Rávena.
Oración: Conduce, Señor, a tus fieles por el camino de la eterna salvación, que tu obispo san Apolinar enseñó con su doctrina y martirio, y haz que, perseverando en tus mandamientos, merezcamos ser coronados con él. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén (oración litúrgica).


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