lunes, 14 de marzo de 2022

Párate un momento: El Evangelio del dia 16 - DE MARZO – MIERCOLES – 2ª SEMANA DE CUARESMA – C Santo Patriarca Abraham

 


16 - DE MARZO – MIERCOLES –

2ª SEMANA DE CUARESMA – C

Santo Patriarca Abraham

 

    Lectura del libro de Jeremías (18,18-20):

 

ELLOS dijeron:

«Venga, tramemos un plan contra Jeremías porque no faltará la ley del sacerdote, ni el consejo del sabio, ni el oráculo del profeta. Venga, vamos a hablar mal de él y no hagamos caso de sus oráculos».

Hazme caso, Señor,

escucha lo que dicen mis oponentes.

¿Se paga el bien con el mal?,

¡pues me han cavado una fosa!

Recuerda que estuve ante ti,

pidiendo clemencia por ellos,

para apartar tu cólera.

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 30,5-6.14.15-16

 

R/. Sálvame, Señor, por tu misericordia

 

V/. Sácame de la red que me han tendido,

porque tú eres mi amparo.

A tus manos encomiendo mi espíritu:

tú, el Dios leal, me librarás. R/.

 

V/. Oigo el cuchicheo de la gente,

y todo me da miedo;

se conjuran contra mí

y traman quitarme la vida. R/.

 

V/. Pero yo confío en ti, Señor;

te digo: «Tú eres mi Dios».

En tu mano están mis azares:

líbrame de los enemigos que me persiguen. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (20,17-28):

 

EN aquel tiempo, subiendo Jesús a Jerusalén, tomando aparte a los Doce, les dijo por el camino:

«Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, y lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen; y al tercer día resucitará».

Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos y se postró para hacerle una petición.

Él le preguntó:

«¿Qué deseas?».

Ella contestó:

«Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda».

Pero Jesús replicó:

«No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber?».

Contestaron:

«Podemos».

Él les dijo:

«Mi cáliz lo beberéis; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre».

Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra los dos hermanos. Y llamándolos, Jesús les dijo:

«Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo.

Igual que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos».

 

Palabra del Señor

 

1. Si leemos atentamente este relato y además, lo completamos con el episodio de Jesús y los niños (Mt 18, 1-4), tendríamos que estar ciegos para no advertir enseguida que en la Iglesia ha existido, desde sus mismos orígenes, una resistencia y hasta un rechazo muy fuerte a vivir como Jesús nos enseñó a vivir.

La Iglesia siempre pensó que sus dirigentes tienen que ser los primeros, mientras que Jesús vio las cosas de manera que tomó la decisión de ser el último.

Lo de Jesús es muy claro: solo desde abajo se arregla el mundo. Por eso, lo más claro y lo más fuerte, que se advierte en este relato, es un contraste que impresiona: Jesús se encamina hacia el despojo del fracaso, justamente cuando los Doce se encaminan hacia el ascenso del éxito.

Son dos proyectos literalmente contradictorios que, además, están así consignados en los tres evangelios sinópticos: en Mateo y Marcos, en relatos estrictamente paralelos, cuando Jesús se encamina hacia Jerusalén (Mt 20, 17-28; Mc 10, 32-45): en Lucas, desplazando la disputa entre los Doce, por sus ambiciones de ser cada cual el más importante (Lc 22, 24-27), al momento mismo en que Jesús acababa de instituir la eucaristía, en la cena de despedida (Lc 22, 14-23).

 

2. El proyecto de Jesús y el proyecto de los Doce son dos proyectos, no solo distintos, sino -lo que es más sorprendente- literalmente contradictorios. Tan contradictorios como el fracaso y el éxito.

Es claro que, si los evangelios ordenaron estos materiales de esta manera, en ello se quiso poner de manifiesto una intencionalidad.

- ¿En qué sentido?

Jesús vio claramente que lo bueno, que puede aportar el Evangelio en este mundo, solo se puede hacer viviendo de forma que uno termina abajo.

Los Doce, por el contrario, veían las cosas de forma que estaban convencidos de que, para aportar lo bueno que entraña el Evangelio, hay que vivir de forma que uno termina arriba.

 

3. Esto significa que, en estos relatos, no está en juego un simple problema de humildad contra orgullo; ni de desprendimiento frente a ambición. El problema está en saber cómo y dónde se hace presente en esta vida el Dios de Jesús.

No ciertamente en el poder y la gloria, sino en la sencillez del que, ni por los más sublimes motivos pastorales, jamás pretende ser el primero o el más importante.

Por tanto, seamos consecuentes y valientes, para preguntarnos sin miedo:

- "¿Puede haber estructuras "superiores" y "súbditos", "sacerdotes" y "laicos", en una Iglesia que se orienta en la dirección que marca aquí Jesús, tal como lo indica Mateo, que pone a Jesús y a la Iglesia "abajo", jamás "arriba", siempre en el servicio de un esclavo, jamás en la gloria de un poderoso?

- ¿Será cierto que en la Iglesia estamos totalmente equivocados en todo cuanto toca al ejercicio del poder y del gobierno?

Antes que ninguna otra cosa, esto es lo que el Papa, el Concilio, tendrían que poner en claro y aplicarlo con todas sus consecuencias.

 

Santo Patriarca Abraham

 


Abraham es el patriarca de las tres grandes religiones monoteístas. Gran profeta del Antiguo Testamento

 

Vida de Santo Patriarca Abraham

 

La historia de Abraham se encuentra en el primer libro de la Biblia, el Libro del Génesis.

Con Abraham fundó Dios en el mundo la verdadera religión.

Vivía en la ciudad de Hur, cerca de los ríos Tigris y Eufrates, cuando Dios le pidió el sacrificio de alejarse de su tierra, que era muy fértil, y de su hermosa ciudad e irse a un país desconocido y desértico, lejos de familiares y amigos. Abraham aceptó este sacrificio, y Dios en pago le prometió que sus descendientes poseerían por siempre aquel país.

Abraham deseaba tener un hijo que prolongara su familia, y Dios permitió que su esposa fuera estéril y que a la edad de 90 años Abraham todavía no lograra tener el hijo que tanto deseaba. Sin embargo, Nuestro Señor le prometió que su descendencia sería tan numerosa como las arenas del mar y Abraham creyó a esta promesa de Dios, y esta fe le fue apreciada y recompensada.

Dios se le aparece en forma de viajero peregrino (acompañado de dos ángeles disfrazados también) y Abraham los atiende maravillosamente bien. Dios le promete que dentro de un año tendrá un hijo. Sara la esposa, que está oyendo detrás de una cortina, se ríe de esta promesa, porque le parece imposible ya que ellos dos son muy viejos. Dios manda que al niño le pongan por nombre "Isaac", que significa "el hijo de la sonrisa". Y cuando el jovencito tiene 12 años, Dios pide a Abraham que vaya a un monte y le ofrezca el hijo en sacrificio. Abraham acepta esto que le cuesta muchísimo y cuando ya va a matar a Isaac, un ángel le detiene la mano y oye una voz del cielo que le dice: "He visto cuán grande es tu generosidad. Ahora te prometo que tu descendencia nunca se acabará en el mundo". Y luego ve un venado enredado entre unas matas de espinas y lo ofrece en sacrificio a Dios.

Los enemigos atacaron a la ciudad donde vivía Lot, el sobrino de Abraham, llevándose a todos prisioneros. Entonces el patriarca reunió a sus obreros (318) y atacó por sorpresa a los enemigos y libertó a todos los cautivos. En acción de gracias llevó a Melquisedec, sacerdote de Jerusalén, la décima parte de todo lo que había conseguido. Desde entonces quedó la costumbre de dar para Dios y para los pobres el diezmo, o sea la décima parte de lo que cada uno gana.

Nuestro Señor le comunicó a su amigo Abraham que iba a destruir a Sodoma por que en esa ciudad se cometían pecados de homosexualidad. Abraham le rogó a Dios que no la destruyera si había allí siquiera diez personas buenas. Pero como no las había, cayó una lluvia de fuego y los mató a todos. Solo se salvó Lot, por ser el sobrino de Abraham. Pero la mujer de Lot desobedeció la orden de los ángeles y al salir de la ciudad se puso a mirar hacia atrás y quedó convertida en estatua de sal.

Abraham fue padre de Isaac, del cual nacieron Esaú y Jacob. Los hijos de Jacob se llaman los doce Patriarcas, de los cuales se formó el pueblo de Israel. Dios le cambió el nombre de Abrán, que significa "padre", por el nombre de "Abraham", que significa: padre de muchos pueblos.

La Sta. Biblia alaba a Abraham porque creyó contra toda esperanza y porque nunca dudó de que Dios sí cumple lo que promete, aunque parezca imposible.

Santo Patriarca Abraham, pídele a Dios que nos conceda una fe tan grande como la tuya, y el perseverar fieles a nuestra religión hasta la muerte.

 

Fuente: http://www.churchforum.org.mx

   

 

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