11 - DE MARZO – VIERNES –
1ª SEMANA DE CUARESMA –
San Vicente de LEÓN, abad
Lectura de la profecía de Ezequiel
(18,21-28):
ESTO dice el
Señor Dios:
«Si el malvado se convierte de todos los
pecados cometidos y observa todos mis preceptos, practica el derecho y la
justicia, ciertamente vivirá y no morirá. No se tendrán en cuenta los delitos
cometidos; por la justicia que ha practicado, vivirá. ¿Acaso quiero yo la
muerte del malvado —oráculo del Señor Dios—, y no que se convierta de su
conducta y viva?
Si el inocente se aparta de su inocencia
y comete maldades, como las acciones detestables del malvado, ¿acaso podrá
vivir? No se tendrán en cuenta sus obras justas. Por el mal que hizo y por el
pecado cometido, morirá.
Insistís: No es justo el proceder del
Señor. Escuchad, casa de Israel: ¿Es injusto mi proceder? ¿No es más bien
vuestro proceder el que es injusto?
Cuando el inocente se aparta de su
inocencia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que cometió. Y cuando
el malvado se convierte de la maldad que hizo y practica el derecho y la
justicia, él salva su propia vida. Si recapacita y se convierte de los delitos
cometidos, ciertamente vivirá y no morirá».
Palabra de
Dios
Salmo: 129,1-2.3-4.5-7a.7bc-8
R/. Si llevas cuenta de los delitos,
Señor,
¿quién podrá resistir?
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica. R/.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes temor. R/.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora. R/.
Porque del Señor viene la
misericordia,
la redención copiosa;
y el redimirá a Israel
de todos sus delitos. R/.
Lectura del santo evangelio según
san Mateo (5,20-26):
EN aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si vuestra justicia no es mayor que la
de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.
Habéis oído que se dijo a los antiguos:
“No matarás”, y el que mate será reo de juicio. Pero yo os digo: todo el que se
deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado. Y si uno llama a su
hermano “imbécil” tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama
“necio”, merece la condena de la “gehena” del fuego.
Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas
allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante
el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a
presentar tu ofrenda.
Con el que te pone pleito procura
arreglarte enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue
al juez y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. En verdad te digo que
no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo».
Palabra del
Señor
1. Los escribas y fariseos
eran los hombres más religiosos y observantes que había en Israel, en
tiempos de Jesús. Se puede asegurar que, si nos atenemos al "hecho religioso" en sí, nadie estaba (ni podía estar) por
encima de estos dos grupos de observantes, que, en su fidelidad a la religión,
llegaban al "fanatismo". Y, por supuesto, a la
intolerancia. Sin embargo, Jesús afirma que los discípulos del
Evangelio tienen que superar a los escribas y fariseos.
- ¿En qué? -
¿Cómo?
Jesús va a presentar una superación, que
no es "cuantitativa", sino "cualitativa". Jesús no pide
"más observancia", sino que insiste en "otra observancia".
El Evangelio no pide fidelidad a los "ritos", sino amor y bondad con las "personas". Este es el cambio que Jesús le dio a la religión. Así, el Evangelio supera al hecho religioso.
2. Por eso, es decir, porque el centro del "Proyecto de vida" de Jesús, ya no está en las observancias religiosas (ritos, ceremonias, lo sagrado), sino en el amor a las personas, por eso, Jesús plantea un problema, que nos tendría que hacer temblar. Se trata de esto: si estás en el templo, y vas hacia el altar, para presentar tu ofrenda al Señor (esto es un hombre religioso), pero en ese momento te acuerdas de que alguien tiene algo contra ti (no si tú tienes algo contra tu hermano), mira, lo que tienes que hacer es dar media vuelta y no te acerques al altar. Vete, ante todo, y arreglas con tu hermano lo que él tenga contra ti. Y cuando eso esté resuelto, entonces vete a misa, vete al rezo, a la cofradía, al acto religioso, en definitiva.
3. Lo primero, las personas.
Después, las ceremonias religiosas. Por eso, yo no me explico cómo nos han (o
nos hemos) organizado la conciencia, de forma que vamos a actos religiosos, con
una conciencia tan deforme, que -a juicio de Jesús- hacemos una monstruosidad detrás
de otra. Y nos quedamos con la conciencia tranquila.
Empresarios que les roban a sus
trabajadores, políticos que se hacen millonarios a costa del hambre de las
clases bajas, obispos que viven en palacios sabiendo que hay criaturas
durmiendo en la calle, etc. Y luego, esa gente (los culpables de que las cosas
estén así), el domingo, a misa, o sea al altar.
Somos cristianos deformes.
San Vicente de LEÓN, abad
Vicente de León (muerto en León, 11 de
marzo de 554) fue un monje benedictino, abad del monasterio de San Clodio de
León.
Se significó por
su lucha contra la herejía arriana. Durante una invasión de los suevos
arrianos, comandados per Reciano, éste atacó el monasterio, que se encontraba
en los alrededores de León, y detuvieron al abad. Torturado,
mantuvo su posición hacia la herejía y fue condenado, muriendo de un golpe de
espada en la cabeza.
Dos días después, también murieron el prior
del monasterio, Ramiro, y doce monjes que permanecieron allí, mientras el resto
de la comunidad huyó.
Sus restos fueron
enterrados en el monasterio, pero con el tiempo se perdieron, excepto las de
Vicente y Ramiro. Las de Vicente fueron trasladadas a la catedral de Oviedo,
donde se depositaron en un arca de plata, hoy en la Cámara Santa.
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