23 - DE MARZO – MIERCOLES –
3ª SEMANA DE CUARESMA – C
Santo Toribio
de Mogrovejo
Lectura del libro del Deuteronomio
(4,1.5-9):
MOISÉS habló
al pueblo, diciendo:
«Ahora, Israel, escucha los mandatos y
decretos que yo os enseño para que, cumpliéndolos, viváis y entréis a tomar
posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar.
Mirad: yo os enseño los mandatos y
decretos, como me mandó el Señor, mi Dios, para que los cumpláis en la tierra
donde vais a entrar para tomar posesión de ella.
Observadlos y cumplidlos, pues esa es
vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos, los cuales,
cuando tengan noticia de todos estos mandatos, dirán:
“Ciertamente es un pueblo sabio e
inteligente esta gran nación”.
Porque ¿dónde hay una nación tan grande
que tenga unos dioses tan cercanos como el Señor, nuestro Dios, siempre que lo
invocamos?
Y ¿dónde hay otra nación tan grande que
tenga unos mandatos y decretos tan justos como toda esta ley que yo os propongo
hoy?
Pero, ten cuidado y guárdate bien de olvidar las cosas que han visto tus
ojos y que no se aparten de tu corazón mientras vivas; cuéntaselas a tus hijos
y a tus nietos».
Palabra de Dios
Salmo: 147,12-13.15-16.19-20
R/. Glorifica al Señor, Jerusalén
V/. Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión.
Que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R/.
V/. Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza. R/.
V/. Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo
(5,17-19):
EN aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No creáis que he venido a abolir la Ley
y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.
En verdad os digo que antes pasarán el
cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la
ley.
El que se salte uno solo de los
preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos
importante en el reino de los cielos.
Pero quien los cumpla y enseñe será
grande en el reino de los cielos».
Palabra del Señor
1. Para comprender la
importancia y el significado de la advertencia sobre la ley, que aquí hace
Jesús, conviene recordar que, en la formación del judaísmo, es determinante la
reforma que llevó a cabo Esdras y que se afianzó en los siglos IV y III.
El punto capital de esta reforma
consistió en establecer la Ley como el elemento constitutivo de la comunidad
judía, toda ella fundamentada en la observancia exacta de la Ley (Torá) (J.
Bright).
Por eso Jesús advierte que él no ha
venido a abolir la Ley. Jesús era judío. Y, de no haber dejado muy clara su
postura respeto a la Ley, el judaísmo del s. I ni le habría prestado atención.
2. Pero el planteamiento de
Jesús va mucho más lejos. Porque afirma que "no ha venido a
abolir la ley, sino a darle cumplimiento".
El verbo "pleróo", que utiliza
este evangelio para hablar del "cumplimiento", significa dos
cosas:
1) Hacer respetar la Ley.
2) Modificar la Ley mediante sus
enseñanzas (G. Strecker, H. Hübner).
Jesús, en efecto, fue siempre un buen
israelita. Pero no solo eso. Además, Jesús subordinó la observancia de la Ley a
las necesidades y carencias de los seres humanos.
Las curaciones de enfermos son
características en este sentido. Jesús curó enfermos precisamente en los días
que eso estaba prohibido por la Ley religiosa.
Para Jesús, el problema humano de la
salud estaba antes que el problema religioso de la observancia de la Ley
Sagrada.
Para Jesús, lo más sagrado es el bien
del ser humano.
3. ¿Qué significa esto? Este
comportamiento de Jesús, y sus enseñanzas a este respecto, entrañan un criterio
y un principio de acción, que es decisivo en la vida, a saber: la ética sin
misericordia lleva directamente a la dictadura.
Así es. Todos los dictadores y tiranos,
que en el mundo han sido, oprimieron, maltrataron y hasta mataron a la gente, explicando
semejante conducta y justificando sus atrocidades con argumentos éticos de la
más alta significación: la defensa de la justicia, de los derechos, del bien de
la patria, de la dignidad de las clases trabajadoras, la protección de la
propiedad, el fomento de la fe y de la religión, etc.
Pero de sobra sabemos que, cuando todo
eso se hace sin entrañas de misericordia hacia cada ser humano en su situación
concreta, lo que se impone no es la ética, sino la barbarie, que machaca
literalmente a los individuos y a los pueblos.
Lo decisivo, para Jesús, no fue la
ética, sino la misericordia.
Santo Toribio
de Mogrovejo, obispo de Lima, que siendo laico, de origen español y licenciado
en leyes, fue elegido para esta sede y se dirigió a América donde, inflamado en
celo apostólico, visitó a pie varias veces la extensa diócesis, proveyó a la
grey a él encomendada, fustigó en sínodos los abusos y los escándalos en el
clero, defendió con valentía la Iglesia, catequizó y convirtió a los pueblos
nativos, hasta que finalmente en Saña, del Perú, descansó en el Señor.
Vida de Santo Toribio de Mogrovejo
Toribio,
arzobispo de Lima, es uno de los eminentes prelados de la hora de la
evangelización. El concilio plenario americano del 1900 lo llamó "totius
episcopatus americani luminare maius", que en vernácula hispana quiere
decir "la lumbrera mayor de todo el episcopado americano". Era la
hora de llevar la fe cristiana al imperio inca peruano lo mismo que en México
se cristianizaba a los aztecas.
Nació en
Mayorga (Valladolid), el 16 de noviembre de 1538. No se formó en seminarios, ni
en colegios exclusivamente eclesiásticos, como era frecuente entonces; Toribio
se dedicó de modo particular a los estudios de Derecho, especialmente del
Canónico, siendo licenciado en cánones por Santiago de Compostela y continuó
luego sus estudios de doctorado en la universidad de Salamanca. También residió
y enseñó dos años en Coimbra.
En Diciembre
de 1573 fue nombrado por Felipe II para el delicado cargo de presidente de la
Inquisición en Granada, y allí continuó hasta 1579; pero ya en agosto de 1578
fue presentado a la sede de Lima y nombrado para ese arzobispado por Gregorio
XIII el 16 de marzo de 1579, siendo todavía un brillante jurista, un laico, o
sólo clérigo de tonsura, cosa tampoco infrecuente en aquella época.
Recibió las
órdenes menores y mayores en Granada; la consagración episcopal fue en Sevilla,
en agosto de 1579.
Llegó al Perú
en el 1581, en mayo. Se distinguió por su celo pastoral con españoles e indios,
dando ejemplo de pastor santo y sacrificado, atento al cumplimiento de todos
sus deberes. La tarea no era fácil. Se encontraba con una diócesis tan grande
como un reino de Europa, con una población nativa india indócil y con unos
españoles muy habituados a vivir según sus caprichos y conveniencias.
Celebró tres
concilios provinciales Limense: el III (1583), el IV (1591) y el V (1601).
Sobresalió por su importancia el III Limense, que señaló pautas para el
mexicano de 1585 y que en algunas cosas siguió vigente hasta el año 1900. Fue
de los pocos que intentaron poner al pie de la letra las disposiciones del
concilio de Trento; pero se vio imposibilitado para cumplirlas todas, como la
de los sínodos anuales, en aquellas circunstancias por la imposibilidad de las
comunicaciones.
Aprendió el
quechua, la lengua nativa, para poder entenderse con los indios. Se mostró como
un perfecto organizador de la diócesis. Reunió trece sínodos diocesanos. Ayudó
a su clero dando normas precisas para que no se convirtieran en servidores
comisionados de los civiles. Visitó tres veces todo su territorio, confirmando
a sus fieles y consolidando la vida cristiana en todas partes. Alguna de sus
visitas a la diócesis duró siete años.
Prestó muy
pacientemente atención especial a la formación de los ya bautizados que vivían
como paganos. Llevado de su celo pastoral, publicó el Catecismo en quechua y en
castellano; fundó colegios en los que compartían enseñanzas los hijos de los
caciques y los de los españoles; levantó hospitales y escuelas de música para
facilitar el aprendizaje de la doctrina cristiana, cantando.
No se vio
libre de los inevitables roces con las autoridades en puntos de aplicación del
Patronato Real en lo eclesiástico; es verdad que siempre se comportó con una
dignidad y con unas cualidades humanas y cristianas extraordinarias; pero tuvo
que poner en su sitio a los encomenderos, proteger los derechos de los indios y
defender los privilegios eclesiásticos.
Atendido por
uno de sus misioneros, murió en Saña, mientras hacía uno de sus viajes
apostólicos, en 1606. Fue beatificado en 1679 y canonizado en 1726.
Quien tenga la
suerte de tener entre sus manos un facsímil del catecismo salido del Tercer
Concilio Limense, aprenderá a llamar mejor evangelización que colonización a la
principal obra de España en el continente recién descubierto.
https://www.santopedia.com/
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