lunes, 21 de marzo de 2022

Párate un momento: El Evangelio del dia 23 - DE MARZO – MIERCOLES – 3ª SEMANA DE CUARESMA – C Santo Toribio de Mogrovejo

 

 


23 - DE MARZO – MIERCOLES –

3ª SEMANA DE CUARESMA – C

Santo Toribio de Mogrovejo

 

Lectura del libro del Deuteronomio (4,1.5-9):

 

MOISÉS habló al pueblo, diciendo:

«Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os enseño para que, cumpliéndolos, viváis y entréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar.

Mirad: yo os enseño los mandatos y decretos, como me mandó el Señor, mi Dios, para que los cumpláis en la tierra donde vais a entrar para tomar posesión de ella.

Observadlos y cumplidlos, pues esa es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos, los cuales, cuando tengan noticia de todos estos mandatos, dirán:

“Ciertamente es un pueblo sabio e inteligente esta gran nación”.

Porque ¿dónde hay una nación tan grande que tenga unos dioses tan cercanos como el Señor, nuestro Dios, siempre que lo invocamos?

Y ¿dónde hay otra nación tan grande que tenga unos mandatos y decretos tan justos como toda esta ley que yo os propongo hoy?

Pero, ten cuidado y guárdate bien de olvidar las cosas que han visto tus ojos y que no se aparten de tu corazón mientras vivas; cuéntaselas a tus hijos y a tus nietos».

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 147,12-13.15-16.19-20

 

R/. Glorifica al Señor, Jerusalén

 

V/. Glorifica al Señor, Jerusalén;

alaba a tu Dios, Sión.

Que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,

y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R/.

 

V/. Él envía su mensaje a la tierra,

y su palabra corre veloz;

manda la nieve como lana,

esparce la escarcha como ceniza. R/.

 

V/. Anuncia su palabra a Jacob,

sus decretos y mandatos a Israel;

con ninguna nación obró así,

ni les dio a conocer sus mandatos. R/.

 

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,17-19):

 

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud.

En verdad os digo que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley.

El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.

Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos».

 

Palabra del Señor

 

1.  Para comprender la importancia y el significado de la advertencia sobre la ley, que aquí hace Jesús, conviene recordar que, en la formación del judaísmo, es determinante la reforma que llevó a cabo Esdras y que se afianzó en los siglos IV y III.

El punto capital de esta reforma consistió en establecer la Ley como el elemento constitutivo de la comunidad judía, toda ella fundamentada en la observancia exacta de la Ley (Torá) (J. Bright).

Por eso Jesús advierte que él no ha venido a abolir la Ley. Jesús era judío. Y, de no haber dejado muy clara su postura respeto a la Ley, el judaísmo del s. I ni le habría prestado atención.

 

2.  Pero el planteamiento de Jesús va mucho más lejos.  Porque afirma que "no ha venido a abolir la ley, sino a darle cumplimiento".

El verbo "pleróo", que utiliza este evangelio para hablar del "cumplimiento", significa dos cosas:

 

1) Hacer respetar la Ley.

 

2) Modificar la Ley mediante sus enseñanzas (G. Strecker, H. Hübner).

 

Jesús, en efecto, fue siempre un buen israelita. Pero no solo eso. Además, Jesús subordinó la observancia de la Ley a las necesidades y carencias de los seres humanos.

Las curaciones de enfermos son características en este sentido. Jesús curó enfermos precisamente en los días que eso estaba prohibido por la Ley religiosa.

Para Jesús, el problema humano de la salud estaba antes que el problema religioso de la observancia de la Ley Sagrada.

Para Jesús, lo más sagrado es el bien del ser humano.

 

3. ¿Qué significa esto? Este comportamiento de Jesús, y sus enseñanzas a este respecto, entrañan un criterio y un principio de acción, que es decisivo en la vida, a saber: la ética sin misericordia lleva directamente a la dictadura.

Así es. Todos los dictadores y tiranos, que en el mundo han sido, oprimieron, maltrataron y hasta mataron a la gente, explicando semejante conducta y justificando sus atrocidades con argumentos éticos de la más alta significación: la defensa de la justicia, de los derechos, del bien de la patria, de la dignidad de las clases trabajadoras, la protección de la propiedad, el fomento de la fe y de la religión, etc.

Pero de sobra sabemos que, cuando todo eso se hace sin entrañas de misericordia hacia cada ser humano en su situación concreta, lo que se impone no es la ética, sino la barbarie, que machaca literalmente a los individuos y a los pueblos.

Lo decisivo, para Jesús, no fue la ética, sino la misericordia.

 

Santo Toribio de Mogrovejo

 

Santo Toribio de Mogrovejo, obispo de Lima, que siendo laico, de origen español y licenciado en leyes, fue elegido para esta sede y se dirigió a América donde, inflamado en celo apostólico, visitó a pie varias veces la extensa diócesis, proveyó a la grey a él encomendada, fustigó en sínodos los abusos y los escándalos en el clero, defendió con valentía la Iglesia, catequizó y convirtió a los pueblos nativos, hasta que finalmente en Saña, del Perú, descansó en el Señor.

 

Vida de Santo Toribio de Mogrovejo

 

Toribio, arzobispo de Lima, es uno de los eminentes prelados de la hora de la evangelización. El concilio plenario americano del 1900 lo llamó "totius episcopatus americani luminare maius", que en vernácula hispana quiere decir "la lumbrera mayor de todo el episcopado americano". Era la hora de llevar la fe cristiana al imperio inca peruano lo mismo que en México se cristianizaba a los aztecas.

Nació en Mayorga (Valladolid), el 16 de noviembre de 1538. No se formó en seminarios, ni en colegios exclusivamente eclesiásticos, como era frecuente entonces; Toribio se dedicó de modo particular a los estudios de Derecho, especialmente del Canónico, siendo licenciado en cánones por Santiago de Compostela y continuó luego sus estudios de doctorado en la universidad de Salamanca. También residió y enseñó dos años en Coimbra.

En Diciembre de 1573 fue nombrado por Felipe II para el delicado cargo de presidente de la Inquisición en Granada, y allí continuó hasta 1579; pero ya en agosto de 1578 fue presentado a la sede de Lima y nombrado para ese arzobispado por Gregorio XIII el 16 de marzo de 1579, siendo todavía un brillante jurista, un laico, o sólo clérigo de tonsura, cosa tampoco infrecuente en aquella época.

Recibió las órdenes menores y mayores en Granada; la consagración episcopal fue en Sevilla, en agosto de 1579.

Llegó al Perú en el 1581, en mayo. Se distinguió por su celo pastoral con españoles e indios, dando ejemplo de pastor santo y sacrificado, atento al cumplimiento de todos sus deberes. La tarea no era fácil. Se encontraba con una diócesis tan grande como un reino de Europa, con una población nativa india indócil y con unos españoles muy habituados a vivir según sus caprichos y conveniencias.

Celebró tres concilios provinciales Limense: el III (1583), el IV (1591) y el V (1601). Sobresalió por su importancia el III Limense, que señaló pautas para el mexicano de 1585 y que en algunas cosas siguió vigente hasta el año 1900. Fue de los pocos que intentaron poner al pie de la letra las disposiciones del concilio de Trento; pero se vio imposibilitado para cumplirlas todas, como la de los sínodos anuales, en aquellas circunstancias por la imposibilidad de las comunicaciones.

Aprendió el quechua, la lengua nativa, para poder entenderse con los indios. Se mostró como un perfecto organizador de la diócesis. Reunió trece sínodos diocesanos. Ayudó a su clero dando normas precisas para que no se convirtieran en servidores comisionados de los civiles. Visitó tres veces todo su territorio, confirmando a sus fieles y consolidando la vida cristiana en todas partes. Alguna de sus visitas a la diócesis duró siete años.

Prestó muy pacientemente atención especial a la formación de los ya bautizados que vivían como paganos. Llevado de su celo pastoral, publicó el Catecismo en quechua y en castellano; fundó colegios en los que compartían enseñanzas los hijos de los caciques y los de los españoles; levantó hospitales y escuelas de música para facilitar el aprendizaje de la doctrina cristiana, cantando.

No se vio libre de los inevitables roces con las autoridades en puntos de aplicación del Patronato Real en lo eclesiástico; es verdad que siempre se comportó con una dignidad y con unas cualidades humanas y cristianas extraordinarias; pero tuvo que poner en su sitio a los encomenderos, proteger los derechos de los indios y defender los privilegios eclesiásticos.

Atendido por uno de sus misioneros, murió en Saña, mientras hacía uno de sus viajes apostólicos, en 1606. Fue beatificado en 1679 y canonizado en 1726.

Quien tenga la suerte de tener entre sus manos un facsímil del catecismo salido del Tercer Concilio Limense, aprenderá a llamar mejor evangelización que colonización a la principal obra de España en el continente recién descubierto.

 

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