martes, 8 de marzo de 2022

Párate un momento: El Evangelio del dia 10 - DE MARZO – JUEVES – 1ª SEMANA DE CUARESMA Stª Mª Eugenia Milleret, virgen

 



10 - DE MARZO – JUEVES –

1ª SEMANA DE CUARESMA

Stª Mª Eugenia Milleret, virgen

 

    Lectura del libro de Ester (14,1.3-5.12-14):

EN aquellos días, la reina Ester, presa de un temor mortal, se refugió en el Señor. Y se postró en tierra con sus doncellas desde la mañana a la tarde, diciendo:

 «¡Bendito seas, Dios de Abrahán, Dios de Isaac y Dios de Jacob! Ven en mi ayuda, que estoy sola y no tengo otro socorro fuera de ti, Señor, porque me acecha un gran peligro.

Yo he escuchado en los libros de mis antepasados, Señor, que tú libras siempre a los que cumplen tu voluntad. Ahora, Señor, Dios mío, ayúdame, que estoy sola y no tengo a nadie fuera de ti. Ahora, ven en mi ayuda, pues estoy huérfana, y pon en mis labios una palabra oportuna delante del león, y hazme grata a sus ojos. Cambia su corazón para que aborrezca al que nos ataca, para su ruina y la de cuantos están de acuerdo con él.

Líbranos de la mano de nuestros enemigos, cambia nuestro luto en gozo y nuestros sufrimientos en salvación».

 

Palabra de Dios

 

Salmo: 137,1-2a.2bc.3.7c-8

    R/. Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor

 

Te doy gracias, Señor, de todo corazón,

porque escuchaste las palabras de mi boca;

delante de los ángeles tañeré para ti,

me postraré hacia tu santuario. R/.

 

 Daré gracias a tu nombre:

por tu misericordia y tu lealtad,

porque tu promesa supera tu fama.

Cuando te invoqué, me escuchaste,

acreciste el valor en mi alma. R/.

 

 Tu derecha me salva.

El Señor completará sus favores conmigo.

Señor, tu misericordia es eterna,

no abandones la obra de tus manos. R/.

    Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,7-12):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre.

Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le dará una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden!

Así, pues, todo lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo vosotros con ellos; pues esta es la Ley y los Profetas».

 

Palabra del Señor

 

1.  La primera enseñanza, que Jesús deja aquí patente, es que la oración de petición nunca falla. Lo que, a juicio de Jesús es cierto, por más que tantas veces tengamos la impresión -y hasta la evidencia- de que las cosas no son así. La insistencia de Jesús queda fuera de duda.

Lo que no podemos saber es "cómo nos oye el Señor y cómo escucha nuestra petición". De la misma manera que no siempre pedimos lo que más nos conviene, igualmente el Padre del cielo nos concede lo que nosotros no vemos como lo que realmente más necesitamos.

 

2.  Para fundamentar nuestra fe en la oración, Jesús recurre al argumento de la relación "padre-hijo": un padre (al menos, así era en aquellos tiempos) no le niega la ayuda al hijo que suplica y necesita esa ayuda. Pero la argumentación de Jesús es más fuerte. Porque Jesús no se refiere a los padres "buenos", sino a los "malos". Y viene a decir: "si hasta los "malos" dan cosas buenas a sus hijos, - ¿cuánto más el Padre del cielo, que es "el más bueno" de todos los padres imaginables, dará lo mejor a sus hijos que le suplican?

 

3.  La "regla de oro", tal como la propone Jesús como final de este relato, se presenta en su formulación positiva, no la negativa, tal como la presentaba, por ejemplo, el rabino Hilel (J. Jeremías, U. Luz).

En la forma positiva, es más universal. Y, por eso, más totalizante. En esto se resume "la ley y los profetas". Es decir, todo lo que Dios nos pide y espera de nosotros. Todo, absolutamente todo, se condensa en que seamos siempre buenos.  Y no nos cansemos de serlo.

La bondad es la mayor fuerza para cambiar este mundo tan convulso. Y para hacer la vida más soportable.

 

Stª Mª Eugenia Milleret, virgen

 


 

   Santa María Eugenia de Jesús es fundadora de la Congregación de las Hermanas de la Asunción para la educación cristiana de niñas y adolescentes

   Santa María Eugenia de Jesús (Anna Milleret de Brou) nació en Metz (Francia) el 25 de agosto 1817 en una familia de origen italiano.     

   Después de la muerte de su madre en 1832 Anna experimentó un período de fuerte apatía, la cual tuvo una especial sacudida por medio de la predicación del Padre Lacordaire, durante la Cuaresma de 1836. Impulsado por religiosas, Anna-Maria cumplió con el deseo del abad Teodoro Combalot, quien había querido fundar, desde mucho, una comunidad de monjas para la educación de las hijas de la burguesía liberal.    

    Después de un período de "aprendizaje" y el estudio de la teología, el 30 de abril 1839 nació en París, la nueva congregación "Instituto de la Asunción de María." En 1844, Anna Milleret de Brou, toma el nombre María Eugenia de Jesús y asumió la conducción de esta Obra hasta su muerte el 10 de marzo de 1898.

 

    Biografía de Santa María Eugenia de Jesús

   Anna Milleret de Brou, nació en Metz (Francia) el 25 de agosto 1817, creció en una familia de origen italiano, y en un clima determinante por la actitud radical del Padre, quien era un liberal que despreciaba la religión.

Por el contrario, su madre era profundamente religiosa, y se las ingenió para educar a su hija de acuerdo a los principios cristianos.

   Anna pasó su adolescencia en el Colegio de Metz, donde recibía educación católica, tenía una iluminación especial en el día de su primera comunión que anunciaba su vocación; lamentablemente a 13 años sufrió una grave enfermedad y la obligó a interrumpir sus estudios

   En 1930, durante el periodo de la revolución contra el rey Carlos X (que llevará al trono de Francia a Philippe de Orleans), el papá de Anna perdió su propiedad, y dos años más tarde en 1832, cuando tenía 15 años, su madre murió, víctima del cólera.

   Las desgracias sufridas, las limitaciones financieras, la escasa asistencia a las prácticas religiosas de la familia en la que se fue a vivir, se la llevaron total de apatía y frialdad, no sólo iba a carecer de la falta de piedad y sentido religioso, sino también sufriría en su alma una profunda insatisfacción.

 

     La verdadera conversión del corazón

 

   Una predicación en la Cuaresma de 1836, realizada por el Padre Lacordaire, sacudió su alma. Tan profunda fue la predicación de este Padre que Anna rompió con su apatía, y la empujó para cumplir votos con el abad Teodoro Combalot, con la dirección espiritual del Padre que le predicó este mensaje que le tocó su corazón.

   El Abad Teodoro, tenía en mente desde hace algún tiempo, fundar una comunidad de religiosas dedicadas a la educación de las niñas de la buena sociedad, por lo que estaba buscando un alma sensible e inteligente que le ayudará a cumplir esa meta.

   El Padre Teodoro, vio en Anna Milleret una fuerte vocación, y la invitó a que asistiera a una especie de noviciado que dictaban las monjas benedictinas en París, y que luego se dirigiera a las monjas de la Visitación en la Dauphine, donde podría perfeccionarse en el estudio de la teología dogmática y moral, la pedagogía y en las Sagradas Escrituras.

   Luego de esto el Padre Combalot convence a Anna para que asuma este proyecto, y ella lo acepta como un designio divino del Creador y se deja guiar por el Abad Teodoro.

   El 30 de abril 1839, nace la nueva congregación "Instituto de la Asunción de María" dedicada a la educación de las jóvenes de la aristocracia y la burguesía liberal que estaban siendo educadas de manera hostil contra la religión, y así, a sus 22 años, María Eugenia se convierte en Fundadora de esta congregación

   En la Navidad de 1844 las primeras hermanas hicieron sus votos y Anna Milleret tomó el nombre de María Eugenia de Jesús.

   Años más tarde la comunidad contará con 16 hermanas de cuatro nacionalidades. María Eugenia quería para sus hijas una completa "acción contemplativa", el rezo del Oficio Divino como la devoción principal, porque es la oración oficial de la Iglesia, y el centro de su espiritualidad sería centrada en Jesús Eucaristía.

   El Instituto finalmente fue aprobado por la Santa Sede el 11 de abril de 1888, la madre fundadora gobernó hasta su muerte.

   En sus últimos años de su vida, María Eugenia de Jesús experimentará poco a poco el debilitamiento físico, vivido en la humildad y en el silencio, en una vida totalmente centrada en Jesucristo.

   Su muerte ocurrió el 10 de marzo 1898 en Auteuil (París)

   María Eugenia de Jesús fue beatificada el 09 de febrero 1975 por el Papa Pablo VI y finalmente canonizada por Benedicto XVI 03 de junio 2007

 

 

 

 

   

 

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