10 - DE MARZO – JUEVES –
1ª SEMANA DE CUARESMA
Stª Mª Eugenia Milleret, virgen
Lectura del libro de Ester (14,1.3-5.12-14):
EN aquellos
días, la reina Ester, presa de un temor mortal, se refugió en el Señor. Y se
postró en tierra con sus doncellas desde la mañana a la tarde, diciendo:
«¡Bendito seas, Dios de Abrahán, Dios de Isaac y Dios de Jacob! Ven
en mi ayuda, que estoy sola y no tengo otro socorro fuera de ti, Señor, porque
me acecha un gran peligro.
Yo he escuchado en los libros de mis
antepasados, Señor, que tú libras siempre a los que cumplen tu voluntad. Ahora,
Señor, Dios mío, ayúdame, que estoy sola y no tengo a nadie fuera de ti. Ahora,
ven en mi ayuda, pues estoy huérfana, y pon en mis labios una palabra oportuna
delante del león, y hazme grata a sus ojos. Cambia su corazón para que
aborrezca al que nos ataca, para su ruina y la de cuantos están de acuerdo con
él.
Líbranos de la mano de nuestros
enemigos, cambia nuestro luto en gozo y nuestros sufrimientos en salvación».
Palabra de
Dios
Salmo: 137,1-2a.2bc.3.7c-8
R/. Cuando te invoqué, me
escuchaste, Señor
Te doy
gracias, Señor, de todo corazón,
porque escuchaste las palabras de mi boca;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario. R/.
Daré gracias a tu nombre:
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera tu fama.
Cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma. R/.
Tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo.
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (7,7-12):
EN aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Pedid y se os dará, buscad y
encontraréis, llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, quien busca
encuentra y al que llama se le abre.
Si a alguno de vosotros le pide su hijo
pan, ¿le dará una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues
si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos,
¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le
piden!
Así, pues, todo lo que deseáis que los
demás hagan con vosotros, hacedlo vosotros con ellos; pues esta es la Ley y los
Profetas».
Palabra del
Señor
1. La primera enseñanza, que
Jesús deja aquí patente, es que la oración de petición nunca falla. Lo que, a
juicio de Jesús es cierto, por más que tantas veces tengamos la impresión -y
hasta la evidencia- de que las cosas no son así. La insistencia de Jesús queda
fuera de duda.
Lo que no podemos saber es "cómo
nos oye el Señor y cómo escucha nuestra petición". De la misma manera que
no siempre pedimos lo que más nos conviene, igualmente el Padre del cielo nos
concede lo que nosotros no vemos como lo que realmente más necesitamos.
2. Para fundamentar nuestra
fe en la oración, Jesús recurre al argumento de la relación
"padre-hijo": un padre (al menos, así era en aquellos tiempos) no le
niega la ayuda al hijo que suplica y necesita esa ayuda. Pero la argumentación
de Jesús es más fuerte. Porque Jesús no se refiere a los padres
"buenos", sino a los "malos". Y viene a decir: "si
hasta los "malos" dan cosas buenas a sus hijos, - ¿cuánto más el
Padre del cielo, que es "el más bueno" de todos los padres
imaginables, dará lo mejor a sus hijos que le suplican?
3. La "regla de
oro", tal como la propone Jesús como final de este relato, se presenta en
su formulación positiva, no la negativa, tal como la presentaba, por ejemplo,
el rabino Hilel (J. Jeremías, U. Luz).
En la forma positiva, es más universal.
Y, por eso, más totalizante. En esto se resume "la ley y los
profetas". Es decir, todo lo que Dios nos pide y espera de nosotros. Todo,
absolutamente todo, se condensa en que seamos siempre buenos. Y no
nos cansemos de serlo.
La bondad es la mayor fuerza para
cambiar este mundo tan convulso. Y para hacer la vida más soportable.
Stª Mª Eugenia Milleret, virgen
Santa María Eugenia de Jesús es fundadora de la Congregación de las
Hermanas de la Asunción para la educación cristiana de niñas y adolescentes |
Santa María Eugenia de Jesús (Anna Milleret de Brou) nació en Metz
(Francia) el 25 de agosto 1817 en una familia de origen italiano.
Después de la muerte de su madre en 1832 Anna experimentó un período de
fuerte apatía, la cual tuvo una especial sacudida por medio de la predicación
del Padre Lacordaire, durante la Cuaresma de 1836. Impulsado por religiosas,
Anna-Maria cumplió con el deseo del abad Teodoro Combalot, quien había
querido fundar, desde mucho, una comunidad de monjas para la educación de las
hijas de la burguesía liberal. Después de un período de "aprendizaje" y el estudio de la
teología, el 30 de abril 1839 nació en París, la nueva congregación
"Instituto de la Asunción de María." En 1844, Anna Milleret de
Brou, toma el nombre María Eugenia de Jesús y asumió la conducción de esta
Obra hasta su muerte el 10 de marzo de 1898. Biografía de Santa María
Eugenia de Jesús Anna Milleret de Brou, nació en Metz
(Francia) el 25 de agosto 1817, creció en una familia de origen italiano, y
en un clima determinante por la actitud radical del Padre, quien era un
liberal que despreciaba la religión. Por el contrario, su madre era
profundamente religiosa, y se las ingenió para educar a su hija de acuerdo a
los principios cristianos. Anna pasó su adolescencia en el Colegio de Metz, donde recibía educación
católica, tenía una iluminación especial en el día de su primera comunión que
anunciaba su vocación; lamentablemente a 13 años sufrió una grave enfermedad
y la obligó a interrumpir sus estudios En 1930, durante el periodo de la
revolución contra el rey Carlos X (que llevará al trono de Francia a
Philippe de Orleans), el papá de Anna perdió su propiedad, y dos años
más tarde en 1832, cuando tenía 15 años, su madre murió, víctima del cólera. Las desgracias sufridas, las limitaciones financieras, la escasa
asistencia a las prácticas religiosas de la familia en la que se fue a vivir,
se la llevaron total de apatía y frialdad, no sólo iba a carecer de la falta
de piedad y sentido religioso, sino también sufriría en su alma una profunda
insatisfacción. La verdadera
conversión del corazón Una predicación en la Cuaresma de
1836, realizada por el Padre Lacordaire, sacudió su alma. Tan profunda fue la
predicación de este Padre que Anna rompió con su apatía, y la empujó para
cumplir votos con el abad Teodoro Combalot, con la dirección espiritual del
Padre que le predicó este mensaje que le tocó su corazón. El Abad Teodoro, tenía en mente desde hace algún tiempo, fundar una
comunidad de religiosas dedicadas a la educación de las niñas de la buena
sociedad, por lo que estaba buscando un alma sensible e inteligente que le
ayudará a cumplir esa meta. El Padre Teodoro, vio en Anna Milleret una fuerte vocación, y la invitó a
que asistiera a una especie de noviciado que dictaban las monjas benedictinas
en París, y que luego se dirigiera a las monjas de la Visitación en la
Dauphine, donde podría perfeccionarse en el estudio de la teología dogmática
y moral, la pedagogía y en las Sagradas Escrituras. Luego de esto el Padre Combalot convence a Anna para que asuma este
proyecto, y ella lo acepta como un designio divino del Creador y se deja
guiar por el Abad Teodoro. El 30 de abril 1839, nace la
nueva congregación "Instituto de la Asunción de María" dedicada a
la educación de las jóvenes de la aristocracia y la burguesía liberal que
estaban siendo educadas de manera hostil contra la religión, y así, a sus 22
años, María Eugenia se convierte en Fundadora de esta congregación En la Navidad de 1844 las primeras hermanas hicieron sus votos y Anna
Milleret tomó el nombre de María Eugenia de Jesús. Años más tarde la comunidad contará
con 16 hermanas de cuatro nacionalidades. María Eugenia quería para sus hijas
una completa "acción contemplativa", el rezo del Oficio Divino como
la devoción principal, porque es la oración oficial de la Iglesia, y el centro
de su espiritualidad sería centrada en Jesús Eucaristía. El Instituto finalmente fue aprobado
por la Santa Sede el 11 de abril de 1888, la madre fundadora gobernó hasta su
muerte. En sus últimos años de su vida, María Eugenia de Jesús experimentará poco
a poco el debilitamiento físico, vivido en la humildad y en el silencio, en
una vida totalmente centrada en Jesucristo. Su muerte ocurrió el 10 de marzo 1898 en Auteuil (París) María Eugenia de Jesús fue beatificada el 09 de febrero 1975 por el Papa
Pablo VI y finalmente canonizada por Benedicto XVI 03 de junio 2007 |
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