20 - DE MARZO – DOMINGO –
3ª SEMANA DE CUARESMA – C
SAN JOSÉ BILCZEWSKI
Lectura del libro del Éxodo
(3,1-8a.13-15):
En aquellos
días, Moisés pastoreaba el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián;
llevó el rebaño trashumando por el desierto hasta llegar a Horeb, el monte de
Dios. El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas.
Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse.
Moisés se dijo:
«Voy a acercarme a mirar este
espectáculo admirable, a ver cómo es que no se quema la zarza.»
Viendo el Señor que Moisés se acercaba a
mirar, lo llamó desde la zarza:
«Moisés, Moisés.»
Respondió él:
«Aquí estoy.»
Dijo Dios:
«No te acerques; quítate las sandalias
de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado.»
Y añadió:
«Yo soy el Dios de tus padres, el Dios
de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob.»
Moisés se tapó la cara, temeroso de ver
a Dios.
El Señor le dijo:
«He visto la opresión de mi pueblo en
Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus
sufrimientos. Voy a bajar a librarlos de los egipcios, a sacarlos de esta
tierra, para llevarlos a una tierra fértil y espaciosa, tierra que mana leche y
miel.»
Moisés replicó a Dios:
«Mira, yo iré a los israelitas y les
diré: "El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros."
Si ellos me preguntan cómo se llama,
¿qué les respondo?»
Dios dijo a Moisés:
«"Soy el que soy"; esto dirás
a los israelitas: `Yo-soy' me envía a vosotros".»
Dios añadió:
«Esto dirás a los israelitas:
"Yahvé (Él-es), Dios de vuestros
padres, Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, me envía a vosotros.
Éste es mi nombre para siempre: así me llamaréis de generación en
generación".»
Palabra de Dios
Salmo: 102,1-2.3-4.6-7.8.11
R/. El Señor es compasivo y misericordioso.
Bendice, alma
mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.
Él perdona
todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R/.
El Señor hace
justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel. R/.
El Señor es
compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles. R/.
Lectura de la primera carta del apóstol san
Pablo a los Corintios (10,1-6.10-12):
No quiero que
ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos
atravesaron el mar y todos fueron bautizados en Moisés por la nube y el mar; y
todos comieron el mismo alimento espiritual; y todos bebieron la misma bebida
espiritual, pues bebían de la roca espiritual que los seguía; y la roca era
Cristo. Pero la mayoría de ellos no agradaron a Dios, pues sus cuerpos quedaron
tendidos en el desierto.
Estas cosas sucedieron en figura para
nosotros, para que no codiciemos el mal como lo hicieron aquéllos. No
protestéis, como protestaron algunos de ellos, y perecieron a manos del
Exterminador. Todo esto les sucedía como un ejemplo y fue escrito para
escarmiento nuestro, a quienes nos ha tocado vivir en la última de las edades.
Por lo tanto, el que se cree seguro, ¡cuidado!, no caiga.
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san Lucas
(13,1-9):
En una ocasión,
se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió
Pilato con la de los sacrificios que ofrecían.
Jesús les contestó:
«¿Pensáis que esos galileos eran más
pecadores que los demás galileos, porque acabaron así?
Os digo que no; y, si no os convertís,
todos pereceréis lo mismo.
Y aquellos dieciocho que murieron
aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás
habitantes de Jerusalén?
Os digo que no; y, si no os convertís,
todos pereceréis de la misma manera.»
Y les dijo esta parábola:
«Uno tenía una higuera plantada en su
viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador:
"Ya ves: tres años llevo viniendo a
buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar
terreno en balde?"
Pero el viñador contestó:
"Señor, déjala todavía este año; yo
cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la
cortas".»
Palabra del Señor
Tres maneras de morir
y una sola de salvarse
El evangelio de hoy es exclusivo de Lucas, sin correspondencias en Mateo y
Marcos. Y las tres breves partes en que podemos dividirlo se centran en el
mismo tema, muy apropiado a la Cuaresma: la conversión.
La piscina de Siloé
Tres
maneras de morir
1) Asesinado por Pilato; 2) Aplastado por una torre; 3) Negándonos a
convertirnos.
Todo comienza con el aparente deseo de
informar a Jesús, galileo, de lo que ha hecho el procurador romano a otros
galileos: matarlos mientras ofrecían sacrificios en el templo[1]. Parece un
informe imparcial, pero es una trampa muy astuta: nadie le pregunta qué piensa
de este hecho; se limitan a contarle el caso. Si responde airadamente, se
enemistará con las autoridades; si se calla la boca, se revelará como un mal
galileo y un mal israelita.
Para quienes han venido a contarle el caso, todo se juega entre unos
galileos muertos, Pilato y Jesús. Ellos se limitan a informar, como la prensa;
el caso no les afecta personalmente. Y aquí es donde Jesús va a cazarlos en su
propia trampa. Con una ironía muy sutil da por supuesto que sus informadores no
le piden una declaración de tipo político (Pilato es un asesino, ¡muerte a los
romanos!) sino de tipo religioso (esos galileos han muerto por ser pecadores).
De hecho, la mayoría de los judíos de la época (y muchos cristianos actuales),
consideran que una desgracia es consecuencia de un
pecado.
Pero Jesús toma un rumbo completamente distinto. Los importantes no son los
galileos muertos, Pilato y Jesús. Los importantes son ellos, los que preguntan,
que no pueden considerarse al margen de los acontecimientos. Si piensan que
esos galileos eran más pecadores que ellos, se equivocan. También se
equivocaron quienes pensaron que los dieciocho aplastados por el derrumbe de la
torre de Siloé eran más pecadores que los
demás.
La muerte no solo la provocan políticos injustos y criminales (Pilato) o
desgracias naturales evitables (la torre). Hay otra amenaza mucho más grave: la
que tramamos contra nosotros mismos cuando nos negamos a convertirnos.
Dios
pide higos a la higuera, no pide peras al olmo
La historia de los galileos y de la torre la ha utilizado Jesús para avisar
seriamente, y por dos veces: “Si no os convertís, todos pereceréis”. Este tono
tan amenazador recuerda al de Juan Bautista, cuando clama: «¡Raza de víboras!
¿Quién os ha enseñado a escapar de la condena que se avecina? (…) El hacha está
ya aplicada a la cepa del árbol: árbol que no produzca frutos buenos será
cortado y arrojado al fuego» (Lc 3,7-9).
Quienes conciben a Jesús como un hippy de los años 80 del siglo pasado,
repartiendo flores y besos, no han leído nunca el evangelio. Él no hay traído
paz, sino espada.
Pero la invitación tan seria a convertirse, con la amenaza de perecer en
caso contrario, no debe interpretarse de forma equivocada. Dios no va a caer
sobre nosotros como una torre ni va a mandar a sus ángeles con espadas
desenvainadas. Mediante una breve parábola Lucas cuenta cómo nos va a tratar:
como un agricultor sensato, realista y paciente.
Sensato, porque solo nos pide lo que podemos
dar naturalmente, sin especial esfuerzo. De la higuera solo espera que dé
higos, no plátanos ni melones. Lo que espera de nosotros es algo que cada uno
debe pensar teniendo en cuenta sus circunstancias familiares y laborales, pero
nunca esperará nada que exceda nuestra capacidad.
Realista, porque no se
deja engañar. La higuera lleva tres años sin dar fruto. Con él no valen las
excusas del mal estudiante que asegura haber trabajado mucho cuando no ha dado
golpe en todo el curso. A nosotros podemos engañarnos diciendo que damos fruto;
a Dios, no.
Paciente, porque ha esperado ya tres años, y
todavía está dispuesto a conceder uno más.
Pero la parábola no habla solo del dueño de la viña. El gran protagonista
es el viñador, el que intercede por la higuera y se compromete a cavarla y
echarle estiércol. Ya que la higuera nos representa a cada uno de nosotros, el
viñador tiene que ser Jesús. Se espera que la higuera produzca fruto no solo
por ella misma sino también gracias a su acción.
En definitiva, la parábola final matiza bastante la dureza de la primera parte del evangelio. Pero matizar no significa anular. Si nos empeñamos en no dar fruto, si no mejora nuestra relación con Dios y con el prójimo, por más que Jesús cave y trabaje, la higuera será cortada.
2ª lectura: Nosotros no somos distintos ni mejores (1 Cor 10,1-6.10-12)
En el evangelio, Jesús advierte a los presentes que no deben considerarse mejores que los asesinados por Pilato o muertos por el derrumbe de la torre. La segunda lectura nos recuerda que nosotros no somos mejores que el pueblo de Israel. A pesar de tantos beneficios divinos (paso del Mar, maná, agua que brota de la roca), muchos israelitas no agradaron a Dios y terminaron pereciendo en el desierto. Esto debe servirnos de ejemplo y escarmiento. Nos puede ocurrir lo mismo si nos comportamos igual que ellos. Dicho con las palabras del evangelio. “Si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo.”
1ª lectura: Moisés (Ex 3,1-8.13-15)
La primera lectura de los domingos de Cuaresma se dedica a recordar grandes
personajes o momentos de la Historia de la Salvación, para sugerir que la
Pascua es el culmen de dicha historia. Tras recordar a Abrahán el domingo
pasado, hoy se cuenta la vocación de Moisés. La lectura del Éxodo nos habla de
la preocupación de Dios por su pueblo esclavizado en Egipto. La vocación de Moisés
será el primer acto de su liberación. Por eso, el estribillo del Salmo repite:
“El Señor es compasivo y misericordioso”.
[1] Flavio Josefo no informa de este hecho, aunque sí de
una matanza ordenada para reprimir una revuelta contra el uso del tesoro del
templo para construir un acueducto (Guerra de los Judíos, libro II,
175-177). Tampoco tenemos información sobre el derrumbe de la torre de Siloé.
SAN JOSÉ BILCZEWSKI
Arzobispo
Martirologio Romano: En Lviv, en Ucrania, San José Bilczewski, obispo de los latinos, que se dedicó con gran caridad a la formación de las costumbres y de la doctrina del clero y del pueblo latinos, y durante la guerra hizo de todo para ayudar a los pobres y necesitados († 1923).
Etimológicamente: José = Aquel al que Dios ayuda, es de origen hebreo.
Breve Biografía
Nació en Wilamowice, actualmente diócesis de Bielsko-Zywiec, entonces archidiócesis de Cracovia (Polonia), el 26 de abril de 1860. Hizo los estudios primarios en su ciudad natal y en Kety; los secundarios en Wadowice; luego ingresó en el seminario diocesano de Cracovia.
Recibió la ordenación sacerdotal el 6 de julio de 1884. Por sus cualidades intelectuales fue destinado a perfeccionar sus estudios: en la universidad de Viena se doctoró en teología, en 1886; prosiguió sus estudios en Roma y París, y en 1890 hizo el examen de habilitación en la universidad Jaguellónica de Cracovia. Ya en su diócesis, se dedicó a la pastoral. Al año siguiente fue nombrado profesor de teología dogmática en la universidad de Lvov; más tarde llegó a ser primero decano de la facultad teológica y luego rector de la universidad. Como profesor fue muy apreciado por los estudiantes; al mismo tiempo, gozaba de la estima y amistad de sus compañeros, los profesores. Se dedicó con esmero al trabajo científico. Escribió algunas obras de arqueología cristiana.
Por sus extraordinarias cualidades de inteligencia y de corazón, el emperador de Austria, Francisco José, lo presentó al Santo Padre como candidato a la sede metropolitana de Lvov.
León XIII aceptó la propuesta y el 17 de diciembre del año 1900 lo nombró arzobispo metropolitano de Lvov de los latinos. Al tomar posesión de la archidiócesis presentó un programa pastoral muy claro, que sintetizó en la siguiente expresión: "Darse en holocausto por la causa de la santa Iglesia". La compleja situación social, económica, étnica y religiosa hizo difícil el gobierno pastoral de la archidiócesis y exigió del pastor una gran fuerza moral, una gran confianza en Dios y una fe fortificada en una oración continua. Se distinguió por su gran bondad de corazón, su comprensión, su humildad, su piedad, su laboriosidad y su celo pastoral, que brotaba de su gran amor a Dios y al prójimo. Entre las cosas que consideraba fundamentales se hallaban el desarrollo del culto al santísimo Sacramento y la Comunión frecuente.
Una forma particular de su ministerio fueron las cartas pastorales y los llamamientos a los sacerdotes y a los fieles de la archidiócesis: trataba con ellos problemas de fe y moral y al mismo tiempo cuestiones de tipo social; les hablaba del culto a la Eucaristía y al Sagrado Corazón de Jesús, de la práctica de la confesión y de la importancia de la educación religiosa y moral de los niños y de los jóvenes en la familia y en la escuela; les enseñaba a amar a la Iglesia y al Papa; se preocupaba especialmente de cultivar numerosas y santas vocaciones sacerdotales: veía al sacerdote como maestro de la fe e instrumento de Cristo, un padre tanto para ricos como para pobres; como "alter Christus", debía ser ministro de los sacramentos, debía estar dedicado a la Eucaristía para poder alimentar al pueblo de Dios con el Cuerpo de Cristo.
Dedicó grandes cuidados a la preparación de los niños para que participaran de forma plena en la santa misa. Además, promovió la construcción de iglesias, capillas, escuelas, asilos, impulsó la enseñanza para aumentar la instrucción en los fieles. Ayudaba espiritual y materialmente a sus sacerdotes y a las obras más significativas que surgían en su archidiócesis. En las cuestiones sociales estaba siempre de parte del pueblo y de los pobres; enseñaba que el fundamento de la vida social debe ser la justicia, perfeccionada por el amor cristiano. Su vida santa, imbuida de oración, trabajo y obras de misericordia, le granjeó gran aprecio y respeto por parte de todas las confesiones, ritos y nacionalidades presentes en la archidiócesis: defendió la unidad, la concordia y la paz.
Murió en Lvov el 20 de marzo de 1923. Fue sepultado en el cementerio de Janów, llamado el cementerio de los pobres, porque manifestó el deseo de que sus restos descansaran entre aquellos para los que había sido siempre padre y protector.
Fue beatificado por Juan Pablo II, en Lvov, el 26 de junio de 2001.
Fue canonizado el 23 de Octubre de 2005, en la Plaza San Pedro, Roma.
Reproducido con
autorización de Vatican.va
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