21 - DE MARZO – LUNES –
3ª SEMANA DE CUARESMA – C
San Nicolás
de Flüe
Lectura del segundo libro de los
Reyes (5,1-15a):
EN aquellos
días, Naamán, jefe del ejército del rey de Siria, era hombre notable y muy
estimado por su señor, pues por su medio el Señor había concedido la victoria a
Siria.
Pero, siendo un gran militar, era
leproso.
Unas bandas de arameos habían hecho una
incursión trayendo de la tierra de Israel a una muchacha, que pasó al servicio
de la mujer de Naamán.
Dijo ella a su señora:
«Ah, si mi señor pudiera presentarse
ante el profeta que hay en Samaría. Él lo curaría de su lepra».
Fue (Naamán) y se lo comunicó a su señor
diciendo:
«Esto y esto ha dicho la muchacha de la
tierra de Israel».
Y el rey de Siria contestó:
«Vete, que yo enviaré una carta al rey
de Israel».
Entonces tomó en su mano diez talentos
de plata, seis mil siclos de oro, diez vestidos nuevos y una carta al rey de
Israel que decía:
«Al llegarte esta carta, sabrás que te
envío a mi siervo Naamán para que lo cures de su lepra».
Cuando el rey de Israel leyó la carta,
rasgó sus vestiduras, diciendo:
«¿Soy yo Dios para repartir vida y
muerte? Pues me encarga nada menos que curar a un hombre de su lepra. Daos
cuenta y veréis que está buscando querella contra mí».
Eliseo, el hombre de Dios, oyó que el
rey de Israel había rasgado sus vestiduras y mandó a que le dijeran:
«Por qué has rasgado tus vestiduras? Que
venga a mí y sabrá que hay un profeta en Israel».
Llegó Naamán con sus carros y caballos y
se detuvo a la entrada de la casa de Eliseo. Envió este un mensajero a decirle:
«Ve y lávate siete veces en el Jordán. Tu
carne renacerá y quedarás limpio».
Naamán se puso furioso y se marchó
diciendo:
«Yo me había dicho: “Saldrá seguramente
a mi encuentro, se detendrá, invocará el nombre de su Dios, frotará con su mano
mi parte enferma y sanaré de la lepra”. El Abaná y el Farfar, los ríos de
Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Podría bañarme en ellos
y quedar limpio».
Dándose la vuelta, se marchó furioso.
Sus servidores se le acercaron para decirle:
«Padre mío, si el profeta te hubiese
mandado una cosa difícil, ¿no lo habrías hecho? ¡Cuánto más si te ha dicho:
“Lávate y quedarás limpio”!».
Bajó, pues, y se bañó en el Jordán siete
veces, conforme a la palabra del hombre de Dios. Y su carne volvió a ser como
la de un niño pequeño: quedó limpio.
Naamán y toda su comitiva regresaron al
lugar donde se encontraba el hombre de Dios. Al llegar, se detuvo ante él
exclamando:
«Ahora conozco que no hay en toda la
tierra otro Dios que el de Israel».
Palabra de Dios
Salmo: 41,2.3;42,3.4
R/. Mi alma tiene sed del Dios vivo:
¿cuándo veré el rostro de Dios?
V/. Como busca la cierva corrientes de agua,
así mi alma te busca a ti, Dios mío. R/.
V/. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? R/.
V/. Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada. R/.
V/. Me acercaré al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
y te daré gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas
(4,24-30):
HABIENDO
llegado Jesús a Nazaret, le dijo al pueblo en la sinagoga:
«En verdad os digo que ningún profeta es
aceptado en su pueblo. Puedo aseguraros de que en Israel había muchas viudas en
los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo
una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado
Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos
había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos
fue curado sino Naámán, el sirio».
Al oír esto, todos en la sinagoga se
pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron
hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con
intención de despeñarlo.
Pero Jesús se abrió paso entre ellos y
seguía su camino.
Palabra del Señor
1. Este evangelio pone al
descubierto lo peligroso que es el nacionalismo intolerante y fanático. En
Nazaret abundaban los nacionalistas de ese estilo.
Por eso se pusieron furiosos cuando
Jesús les dijo que una viuda de Sarepta y un leproso de Siria habían
sido preferidos a todas las viudas y a todos los leprosos que había en
Israel.
Los nacionalistas no toleran que los que
ellos llaman "extranjeros" sean mejor considerados y tratados que
ellos.
2. Es bueno amar la propia patria y la propia nacionalidad. Pero no es bueno el nacionalismo que se vincula a la intolerancia y al fanatismo. Porque "el fanatismo reside en el hecho de obligar a los demás a cambiar" (Amos Oz). Y la intolerancia lleva consigo el rechazo de las creencias y convicciones de los demás, unido eso al poder de impedir que los otros vivan como ellos creen que más les conviene.
3. Jesús vio y experimentó el peligro que lleva consigo el nacionalismo, así vivido, porque divide y enfrenta a las personas, a los pueblos y a las culturas, desencadena violencias y desprecios mutuos. Y, desde el punto de vista religioso, este tipo de nacionalismo se convierte en una especie de religión civil que se fundamenta en un Dios violento, intolerante y peligroso.
No se trata, por tanto, del problema de
los derechos de autonomía y libertad, que tenía el pueblo judío frente a la
potencia invasora y dominante, que era el Imperio Romano.
Jesús no quiso entrar en ese problema,
ni vincularse a los movimientos de resistencia, que entonces eran frecuentes en
Galilea. Jesús vio que los problemas más serios de los pueblos se resuelven
radicalmente desde la conversión propia de cada ciudadano.
No se resuelven, sino que se agravan,
mediante el enfrentamiento de los débiles (los judíos) contra los romanos (los
fuertes).
En la región
montañosa vulgarmente llamada Ranft, junto a Sachseln, en Suiza, san Nicolás de
Flüe, el cual, por inspiración divina, deseoso de otro género de vida dejó a su
esposa y a sus diez hijos, retirándose al monte para abrazar la vida de
anacoreta, donde llegó a ser célebre por su dura penitencia y desprecio del
mundo. De su celda sólo salió una vez, y fue para apaciguar con una breve
exhortación a quienes estaban a punto de enfrentarse en una guerra civil.
Vida de San Nicolás de Flüe
Suiza en los
siglos XIV y XV está empapada de corrientes espirituales que son propicias para
la ascesis y para las visiones. Y no solamente se dan entre los clérigos o en
los claustros de los monasterios; han trascendido también al laicado y en
cualquier esquina o iglesia puede uno toparse con gente que transmita
experiencias sobrenaturales habidas en la intimidad de la oración.
Nicolás de
Flue es un santo suizo y de esta época. Soporta sobre su figura, no legendaria
sino bien probada por la historia, la dignidad nacional tanto por parte de los
protestantes como de los católicos, dada la curiosa complejidad que desde
siglos lleva consigo el pueblo suizo, aunque ciertamente unos y otros lo tienen
como personaje emblemático por distintos motivos; los que se llaman
reformadores lo miran desde la cara política y los católicos añaden el matiz
espiritual.
Nació en el
1417, justo el año en que termina el Cisma de Occidente con la elección de
Martín V como Papa por el concilio de Constanza. En familia de católicos campesinos,
se ocupa de los trabajos del campo, pero es asiduo a la oración y practica el
ayuno como cosa habitual cuatro días por semana. Se casa cuando tiene treinta
años con Dorotea Wyss. La unidad familiar dura veinte años, tienen 10 hijos,
uno de ellos llega a frecuentar la universidad y el mayor consigue ser
presidente de la Confederación. Siendo Nicolás un hombre de paz, tuvo que
intervenir en tres guerras, en la de liberación de Núremberg, en la vieja de
Zúrich y en la de Turgovia contra Segismundo.
En el año 1467
da comienzo la parte de su vida que, aunque llena de contradicciones, es la
forja de su santidad y de su fecundidad política. Veámosla. Tiene cincuenta
años y con el permiso de su esposa y de sus hijos se retira a vivir como
eremita en la garganta de Ranft. Vive entregado a la meditación preferentemente
de la Pasión del Señor que contempla siguiendo los distintos episodios, como
hicieron Juan Ruysbroeck y Enrique Suso. Obtiene un alto y profundo
conocimiento de la Santísima Trinidad. Hace notable penitencia y practica
riguroso ayuno. La celda que le han construido los paisanos solo dispone de una
ventana para ver los oficios del sacerdote y otra para contemplar la naturaleza
de Unterwald. El obispo de Constanza va a bendecir el lugar que se convierte en
centro de peregrinación. El contenido será el culto a la Eucaristía y el motivo
el hecho milagroso del ayuno absoluto y prolongado de Nicolás. No prueba bocado
en veinte años; sólo ingiere la Eucaristía y una vez come porque lo manda su
obispo para probar su obediencia, humildad y el carácter sobrenatural del
ayuno. Aquí tiene visiones sobrenaturales y de aquí arranca su energía y
acierto para enfocar los asuntos políticos que darán a Suiza estabilidad y
forma de gobierno peculiar.
El místico
pacificador y salvador de la patria suiza fue juez y consejero en su cantón;
también Diputado en la Dieta federal en 1462 y rechazó la jefatura del Estado.
En 1473 propicia y consigue se firme el tratado de paz perpetua con Austria. En
la Dieta de Stans del 1478 evita la guerra civil, consiguiendo el milagro de la
reconciliación. Su obra política no fue sólo coyuntural, sino que hizo
técnicamente posible la realidad de la patria común suiza.
Se cierra su
vida con una enfermedad cargada de dolor y de sufrimiento que lleva con
paciencia tan grande como su pobreza. Después de recibir el Cuerpo y la Sangre
de Cristo, muere el 21 de marzo de 1487.
Desde el siglo
XVI tanto los protestantes como los católicos requieren su patronazgo; unos por
sus recomendaciones de mantenerse dentro de las fronteras, por los
razonamientos que les ayudan a lo mezclarse en políticas extranjeras y por la
cuasi prohibición de mostrar interés por la política europea; los otros, por
ser un gran político que saca su genio de la condición de santo y fiel.
Sea como sea,
Nicolás supo articular, unir y compaginar de un modo asombrosamente original lo
que a la mayoría de los mortales nos parece un imposible contradictorio: Cuidó
con esmero las cosas de la tierra y amó intensamente las del cielo; fue un
hombre con una actividad incansablemente eficaz, sin dejar de ser
contemplativo; es a la vez casado y eremita; resulta al mismo tiempo el primer
político y el más grande santo; tiene la extraña sabiduría que valora lo poco
nuestro y la inmensidad de lo divino.
Los católicos
comenzaron en el 1591 el proceso de canonización que no llega a promulgarse -un
dato contradictorio más- hasta el 1947 por el papa Pío XII, el mismo día de la
Ascensión. Han pasado más de 350 años y es que la santidad, antes de ser oficialmente
reconocida, está supeditada a las contingencias históricas.
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