21 - DE
ABRIL –
JUEVES DE PASCUA – C
NTRA. SRA. DIVINA PASTORA
Lectura del libro de los Hechos de
los apóstoles (3,11-26):
EN aquellos días,
mientras el paralítico curado seguía aún con Pedro y Juan, todo el pueblo,
asombrado, acudió corriendo al pórtico llamado de Salomón, donde estaban ellos.
Al verlo, Pedro dirigió la palabra a la
gente:
«Israelitas, ¿por qué os admiráis de esto?
¿Por qué nos miráis como si hubiéramos hecho andar a este con nuestro propio
poder o virtud? El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros
padres, ha glorificado a su siervo Jesús, al que vosotros entregasteis y de
quien renegasteis ante Pilato, cuando había decidido soltarlo.
Vosotros renegasteis del Santo y del Justo, y pedisteis el indulto de un
asesino; matasteis al autor de la vida, pero Dios Jo resucitó de entre los
muertos, y nosotros somos testigos de ello.
Por la fe en su nombre, este, que veis aquí
y que conocéis, ha recobrado el vigor por medio de su nombre; la fe que viene
por medio de él le ha restituido completamente la salud, a la vista de todos
vosotros.
Ahora bien, hermanos, sé que Jo hicisteis
por ignorancia, al igual que vuestras autoridades; pero Dios cumplió de esta
manera lo que había predicho por los profetas, que su Mesías tenía que padecer.
Por tanto, arrepentíos y convertíos, para
que se borren vuestros pecados; para que vengan tiempos de consuelo de parte de
Dios, y envíe a Jesús, el Mesías que os estaba destinado, al que debe recibir
el cielo hasta el tiempo de la restauración universal, de la que Dios habló
desde antiguo por boca de sus santos profetas.
Moisés dijo:
“El Señor Dios vuestro hará surgir de entre
vuestros hermanos un profeta como yo: escuchadle todo lo que os diga; y quien
no escuche a ese profeta será excluido del pueblo”.
Y, desde Samuel en adelante, todos los
profetas que hablaron anunciaron también estos días.
Vosotros sois los hijos de los profetas, los hijos de la alianza que hizo
Dios con vuestros padres, cuando le dijo a Abrahán:
“En tu descendencia serán bendecidas todas
las familias de la tierra”.
Dios resucitó a su Siervo y os lo envía en
primer lugar a vosotros para que os traiga la bendición, apartándoos a cada uno
de vuestras maldades».
Palabra de
Dios
Salmo: 8,2a.5.6-7.8-9
R/. Señor, dueño nuestro
¡que admirable es tu nombre en toda la tierra!
Señor, Dios
nuestro,
¿qué es el hombre para que te acuerdes de él,
el ser humano, para mirar por él? R/.
Lo hiciste poco
inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos.
Todo lo sometiste bajo sus pies. R/.
Rebaños de ovejas
y toros,
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar,
que trazan sendas por el mar. R/.
Secuencia (Opcional)
Ofrezcan los
cristianos
ofrendas de alabanza
a gloria de la Víctima
propicia de la Pascua.
Cordero sin pecado
que a las ovejas salva,
a Dios y a los culpables
unió con nueva alianza.
Lucharon vida y
muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.
«¿Qué has visto de
camino,
María, en la mañana?»
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
Los ángeles
testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!
Venid a Galilea,
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua.»
Primicia de los
muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en ti no manda.
Rey vencedor,
apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.
Lectura del santo evangelio según san
Lucas (24,35-48):
EN aquel tiempo,
los discípulos de Jesús contaron lo que les había pasado por el camino y cómo
lo habían reconocido al partir el pan.
Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y
les dice:
«Paz a vosotros».
Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo,
creían ver un espíritu.
Y él les dijo:
«¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen
dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona.
Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis
que yo tengo».
Dicho esto, les mostró las manos y los pies.
Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo:
«¿Tenéis ahí algo de comer?».
Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado.
Él lo tomó y comió delante de ellos.
Y les dijo:
«Esto es lo que os dije mientras estaba con
vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la Ley de
Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí».
Entonces les abrió el entendimiento para
comprender las Escrituras.
Y les dijo:
«Así está escrito: el Mesías padecerá,
resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la
conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por
Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto».
Palabra del
Señor
1. La aparición de Jesús a su
comunidad de seguidores, tal como la presenta Lucas aquí, no se refiere al
miedo reverente propio de las "teofanías" (apariciones de Dios).
Porque lo que realmente invade a los discípulos es la alegría.
La presencia de Jesús les devuelve la
seguridad en la forma de vida que habían asumido. Si Jesús estaba vivo, es que
no había fracasado. Y si Jesús no había fracasado, ellos tampoco. La vida tenía
pleno sentido para ellos.
Aquí y en esto reside la señal más
fuerte del cariño que aquellos hombres y aquellas mujeres habían puesto en
Jesús.
Cuando nuestra felicidad está centrada
en Jesús, entonces podemos asegurar que Jesús es el centro de nuestra vida. Y
que creemos de verdad en él.
2. Por eso, la presencia de
Jesús viviente convirtió el miedo inicial (de la sorpresa) en alegría.
Precisamente porque dejaron de ver un fantasma y empezaron a ver a Jesús.
Ahora bien, lo llamativo es que este
cambio se produjo cuando Jesús les pidió que sacaran algo para
comer. De nuevo, la mesa compartida pone las cosas en su sitio, nos
descubre a Jesús, espanta los fantasmas, devuelve la alegría y crea unión y
comunidad.
3. En la Iglesia sobran
ritos, normas, ceremonias, cultos sagrados y solemnes, observancias, preceptos
y prohibiciones, anatemas y censuras.
O sea, en la Iglesia sobra religión y
escasea demasiado la unión y la fuerza del Evangelio vivido y hecho norma de
nuestra forma de vida. Por eso, escasea demasiado la unión, la comunión, los gestos
de unidad, fomentar lo que nos une, nos acerca, nos ayuda al respeto, la
tolerancia, la comprensión. Por ahí es por donde desandaremos la senda
equivocada de los fantasmas y tomaremos el camino que nos lleva derechamente a
Jesús.
NTRA. SRA. DIVINA PASTORA
Nuestra
Señora la Divina Pastora de las Almas
La maternidad divina de
la Santísima Virgen y el hecho de que ella nos guía siempre a su hijo, están
unidos en esta advocación
Historia
Entre las innumerables
advocaciones con que la mariana ciudad de Sevilla venera a la Inmaculada Madre
de Dios, siempre Virgen María, destaca por su origen sevillano el Título de
Divina Pastora de las Almas. Fue el Capuchino Fray Isidoro de Sevilla quien, en
vísperas del 24 de Junio de 1703, a la vera de las murallas de la ciudad, en el
Claustro bajo de su convento, contempló a la Madre de Dios y Nuestra "bajo
la sombra de un árbol..., sedente en una piedra, ... cubierto el busto hasta
las rodillas de blanco pellico ceñido a la cintura, ... manto azul
aterciopelado, ... sombrero pastoril, y junto a la diestra, el báculo de su
poderío. En la mano izquierda, rosas, (sostendrá al niño) y la mano derecha
sobre un cordero que acoge hacia su regazo. Algunas ovejas la rodeaban y todas,
en sus boquillas llevaban rosas, simbólicas del Ave María. En la lontananza una
oveja extraviada era perseguida por el lobo, pero pronunciado el Ave María,
aparecía San Miguel con la flecha que hunde en la testuz del lobo maldito".
Fray Isidoro de Sevilla
encargó un cuadro a Alonso Miguel de Tovar y se puso a predicar y propagar la
doctrina y la devoción al pastorado de María. La acogida del pueblo sevillano
no se hizo esperar y pronto surgió una Hermandad que adoptaba como Titular esta
advocación de la Virgen. A ésta siguieron otras.
Oración
a la Divina Pastora
Cardenal
Castillo Lara
"Virgen Santísima, que
en nuestra historia has manifestado muchas veces tu benevolencia y cariño por
este pueblo, te pedimos que no nos abandones en este momento!"
Nuestro Señor
Jesucristo ha querido, quizás, darnos una dura lección por nuestras
infidelidades, por no haber sabido aprovechar los dones que nos dio de una
naturaleza tan fértil y rica, de una población inteligente, trabajadora y
generosa, y por no haber ayudado debidamente a los más necesitados y no haber
vivido limpiamente nuestra fe cristiana.
Ayúdanos, dulce Divina
Pastora, a aprender la lección y danos a todos la claridad de la mente para
conocer y evitar el peligro, y la fuerza para superar democráticamente este
momento difícil.
Consíguenos el don de
la paz, de la reconciliación, de la conversión y danos la alegría de la
recuperada libertad.
Así sea.
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