6 - DE ABRIL – MIERCOLES –
5ª SEMANA DE CUARESMA – C
SAN PEDRO DE VERONA, mártir dominico
Lectura de la profecía de Daniel
(3,14-20.91-92.95):
En aquellos
días, el rey Nabucodonosor dijo:
«¿Es cierto, Sidrac, Misac y Abdénago,
que no teméis a mis dioses ni adoráis la estatua de oro que he erigido?
Mirad: si al oír tocar la trompa, la
flauta, la cítara, el laúd, el arpa, la vihuela y todos los demás instrumentos,
estáis dispuestos a postraros adorando la estatua que he hecho, hacedlo; pero,
si no la adoráis, seréis arrojados inmediatamente al horno encendido, y ¿qué
dios os librará de mis manos?».
Sidrac, Misac y Abdénago contestaron al
rey Nabucodonosor:
«A eso no tenemos por qué responderte.
Si nuestro Dios a quien veneramos puede librarnos del horno encendido, nos
librará, oh rey, de tus manos. Y aunque no lo hiciera, que te conste, majestad,
que no veneramos a tus dioses ni adoramos la estatua de oro que has erigido».
Entonces Nabucodonosor, furioso contra
Sidrac, Misac y Abdénago, y con el rostro desencajado por la rabia, mandó
encender el horno siete veces más fuerte que de costumbre, y ordenó a sus
soldados más robustos que atasen a Sidrac, Misac y Abdénago y los echasen en el
horno encendido.
Entonces el rey Nabucodonosor se alarmó,
se levantó y preguntó, estupefacto, a sus consejeros:
«¿No eran tres los hombres que atamos y
echamos al horno?».
Le respondieron:
«Así es, majestad».
Preguntó:
«Entonces, ¿cómo es que veo cuatro
hombres, sin atar, paseando por el fuego sin sufrir daño alguno? Y el cuarto
parece un ser divino».
Nabucodonosor, entonces, dijo:
«Bendito sea el Dios de Sidrac, Misac y
Abdénago, que envió un ángel a salvar a sus siervos, que, confiando en él,
desobedecieron el decreto real y entregaron sus cuerpos antes que venerar y
adorar a otros dioses fuera del suyo».
Palabra de Dios
Salmo: Dn 3,52.53.54.55.56
R/. A ti gloria y alabanza por los siglos
V/. Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres.
Bendito tu nombre, santo y glorioso. R/.
V/. Bendito eres en el templo de tu santa gloria. R/.
V/. Bendito eres sobre el trono de tu reino. R/.
V/. Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas
los abismos. R/.
V/. Bendito eres en la bóveda del cielo. R/.
Lectura del santo evangelio según san Juan
(8,31-42):
En aquel
tiempo, dijo Jesús a los judíos que habían creído en él:
«Si permanecéis en mi palabra, seréis de
verdad discípulos míos; conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres».
Le replicaron:
«Somos linaje de Abrahán y nunca hemos
sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: “Seréis libres”?».
Jesús les contestó:
«En verdad, en verdad os digo: todo el
que comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa para siempre,
el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres, seréis realmente
libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán; sin embargo, tratáis de matarme,
porque mi palabra no cala en vosotros. Yo hablo de lo que he visto junto a mi
Padre, pero vosotros hacéis lo que le habéis oído a vuestro padre».
Ellos replicaron:
«Nuestro padre es Abrahán».
Jesús les dijo:
«Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo
que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la
verdad que le escuché a Dios; y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que
hace vuestro padre».
Le replicaron:
«Nosotros no somos hijos de
prostitución; tenemos un solo padre: Dios».
Jesús les contestó:
«Si Dios fuera vuestro padre, me
amaríais, porque yo salí de Dios, y he venido. Pues no he venido por mi cuenta,
sino que él me envió».
Palabra del Señor
1. El Evangelio dice, de
forma tajante, que donde hay fe en Jesús hay libertad.
Lo cual quiere decir: si la fe en Jesús es auténtica, esa fe produce personas libres. En otras palabras, donde no hay libertad, tampoco hay fe. La fe en Jesús y la libertad van siempre juntas. No puede haber fe auténtica que no produzca personas libres.
La llamada "vida espiritual",
a veces, nos engaña. Pues hay gente muy espiritual que no puede vivir sin
sumisión a un poder que le dé seguridad.
2. El Evangelio -y Jesús en él- produce personas libres porque, mediante la fe, los creyentes conocen la verdad. Pero ¡atención!, que, al hablar de la "verdad", no nos estamos refiriendo solo ni principalmente, a verdades religiosas, a dogmas de fe. La verdad de la que habla Jesús es la adhesión y la identificación con él. Los catecismos y los dogmas que no llevan a las personas a vivir como vivió Jesús, no contienen la verdad de la que habla el Evangelio.
3. Todos pensamos que somos
libres, cuando en realidad estamos más condicionados, controlados y sumisos de
lo que nos imaginamos.
En la cultura actual se ha producido un
cambio radical. Se trata del cambio en nuestra experiencia del
poder. Lo que ahora manda en nosotros no es ya el poder opresor,
sino el poder seductor. La moderna sociedad tecnológica dispone y maneja los
mecanismos de seducción más eficaces que hasta ahora se han
inventado. Y mediante la seducción, nos controlan la manera de
pensar, de vestir, de comer, de descansar, de trabajar...
La gran tarea de la religión y de la
Iglesia, en este momento, tendría que ser hacernos más libres frente a tantos
controles.
No para hacer cada cual lo que se le
antoje, sino para estar más disponibles al
servicio de la bondad y la misericordia.
SAN PEDRO DE VERONA, mártir dominico
San Pedro de Verona es considerado el segundo santo de la Orden de
Predicadores (dominicos). Fue un insigne predicador que llevó su misión al
punto de entregar la vida en el martirio. Su prédica estuvo dedicada a combatir
la herejía de los cátaros o albigenses, quienes, en el siglo XIII, habían
extendido su “maniqueísmo cristiano” con relativo éxito por la Europa
occidental, incluyendo el centro y norte de Italia, de donde era originario
este Santo.
San Pedro Mártir, como también se le conoce, nació en Verona, región de
Lombardía (Italia), en 1205. Aunque sus padres estuvieron vinculados al catarismo,
Pedro tomó distancia de dicha doctrina gracias a su estadía en la Universidad
de Bolonia. Tras estudiar en dicho recinto académico, recibió el hábito
dominico de manos del mismo Santo Domingo de Guzmán.
De acuerdo con el Beato Santiago de la Vorágine, San Pedro fue un gran
conocedor de las Sagradas Escrituras y un ejemplo de pureza, austeridad y
firmeza en defensa de la fe. Precisamente este hagiógrafo subraya que Pedro de
Verona, aun habiendo sido parte de una familia “entenebrecida por el error”, supo
“conservarse inmune” a la mala doctrina. Prueba de ello fue su pronto ingreso a
la Orden de Predicadores en días en los que Santo Domingo de Guzmán, fundador
de la Orden, aún vivía.
Terminada su formación eclesiástica, fue ordenado sacerdote. Su trabajo evangelizador
lo llevó a enseñar la recta doctrina cristiana y combatir las herejías en
Vercelli, Roma, Florencia y otras ciudades del norte de Italia. Instituyó las
denominadas "Asociaciones de la fe" y la "Cofradía para la
alabanza de la Virgen María” en Milán, Florencia y Perugia.
En 1248 fue designado prior del convento de Asti y un año después del de
Piacenza. En 1251, el Papa Inocencio IV lo nombró inquisidor de Lombardía y
prior de Como. Mientras su fama se extendía, sus enemigos hacían planes para deshacerse
de él.
El complot en su contra se ejecutó el 6 de abril de 1252, cuando el Santo
regresaba de Milán al monasterio de Como, ubicado muy cerca de la localidad de
Barlassina. San Pedro de Verona fue atacado por Carino de Bálsamo, quien le
asestó dos golpes de hacha en la cabeza con el propósito de asesinarlo. Pedro,
mientras se desangraba y con las últimas fuerzas que le quedaban, escribió con
el dedo ensangrentado sobre el suelo: "Creo en Dios".
El 9 de marzo de 1253, solo un año después de su muerte, fue canonizado por
el Papa Inocencio IV. Su cuerpo fue trasladado luego a Milán y sus restos
reposan hoy en la iglesia de San Eustorgio. Su fiesta se celebra cada 6 de
abril.
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