24 - DE
ABRIL
– DOMINGO
DE PASCUA – C –
Ntra. Sra. LA VIRGEN DE LA CABEZA
(Patrona de la Diócesis de Jaén)
Lectura del libro de los Hechos de
los apóstoles (5,12-16):
Los apóstoles
hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Los fieles se reunían de
común acuerdo en el pórtico de Salomón; los demás no se atrevían a juntárseles,
aunque la gente se hacía lenguas de ellos; más aún, crecía el número de los
creyentes, hombres y mujeres, que se adherían al Señor.
La gente sacaba los enfermos a la calle,
y los ponía en catres y camillas, para que, al pasar Pedro, su sombra, por lo
menos, cayera sobre alguno.
Mucha gente de los alrededores acudía a
Jerusalén, llevando a enfermos y poseídos de espíritu inmundo, y todos se
curaban.
Palabra de
Dios
Salmo: 117,2-4.22-24.25-27a
R/. Dad gracias al Señor porque es
bueno, porque es eterna su misericordia
Diga la casa
de Israel:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los fieles del Señor:
eterna es su misericordia. R/.
La piedra que
desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Éste es el día en que actuó el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R/.
Señor, danos
la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina. R/.
Lectura del libro del Apocalipsis
(1,9-11a. 12-13.17-19):
Yo, Juan,
vuestro hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la constancia
en Jesús, estaba desterrado en la isla de Patmos, por haber predicado la
palabra, Dios, y haber dado testimonio de Jesús. Un domingo caí en éxtasis y oí
a mis espaldas una voz potente que decía:
«Lo que veas escríbelo en un libro, y
envíaselo a las siete Iglesias de Asia.»
Me volví a ver quién me hablaba, y, al
volverme, vi siete candelabros de oro, y en medio de ellos una figura humana,
vestida de larga túnica, con un cinturón de oro a la altura del pecho. Al
verlo, caí a sus pies como muerto.
Él puso la mano derecha sobre mí y dijo:
«No temas: Yo soy el primero y el último,
yo soy el que vive. Estaba muerto y, ya ves, vivo por los siglos de los siglos,
y tengo las llaves de la muerte y del abismo. Escribe, pues, lo que veas: lo
que está sucediendo y lo que ha de suceder más tarde.»
Palabra de
Dios
Lectura del santo evangelio según san
Juan (20,19-31):
Al anochecer
de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con
las puertas cerradas por miedo a los judíos.
Y en esto entró Jesús, se puso en medio
y les dijo:
«Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y
el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.
Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha
enviado, así también os envío yo.»
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre
ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; ¡a quienes
les perdonéis los pecados! quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les
quedan retenidos.»
Tomás, uno de los Doce, llamado el
Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús.
Y los otros discípulos le decían:
«Hemos visto al Señor.»
Pero él les contestó:
«Si no veo en sus manos la señal de los
clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su
costado, no lo creo.»
A los ocho días, estaban otra vez dentro
los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se
puso en medio y dijo:
«Paz a vosotros.»
Luego dijo a Tomás:
«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos;
trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.»
Contestó Tomás:
«¡Señor Mío y Dios Mío!»
Jesús le dijo:
«¿Porque me has visto has creído?
Dichosos los que crean sin haber visto.»
Muchos otros signos, que no están
escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han
escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que,
creyendo tengáis vida en su nombre.
Palabra del
Señor
“Dichosos los que crean a pesar de lo que ven”.
Este domingo se conoce como de la Divina
Misericordia, devoción promovida a partir de 1930 por una religiosa polaca, Sor
María Faustina, e instituida como fiesta por Juan Pablo II. Ya que el tema de
la misericordia divina ha sido central en la Semana Santa, me limito a comentar
los textos bíblicos, centrados especialmente en la fe.
Todas las apariciones de Jesús
resucitado son peculiares. Incluso cuando se cuenta la misma, los evangelistas
difieren: mientras en Marcos son tres las mujeres que van al sepulcro (María
Magdalena, María la de Cleofás y Salomé) y también tres en Lucas, pero
distintas (María Magdalena, Juana y María la de Santiago), en Mateo son dos
(las dos Marías) y en Juan una (María Magdalena, aunque luego habla en plural:
«no sabemos dónde lo han puesto»). En Mc ven a un muchacho
vestido de blanco sentado dentro del sepulcro; en Mt, a un ángel de aspecto
deslumbrante junto a la tumba; en Lc, al cabo de un rato, se les aparecen dos
hombres con vestidos refulgentes. En Mt, a diferencia de Mc y Lc, se les
aparece también Jesús. Podríamos indicar otras muchas diferencias en los demás
relatos. Como si los evangelistas quisieran acentuarlas para que no nos
quedemos en lo externo, lo anecdótico. Uno de los relatos más interesantes y
diverso de los otros es el de este domingo (Juan 20,19-31).
Las peculiaridades de este relato de
Juan
1. El miedo de los discípulos. Es el único caso en el que se destaca
algo tan lógico, y se ofrece el detalle tan visivo de la puerta cerrada. Acaban
de matar a Jesús, lo han condenado por blasfemo y por rebelde contra Roma. Sus
partidarios corren el peligro de terminar igual. Además, casi todos son
galileos, mal vistos en Jerusalén. No será fácil encontrar alguien que los
defienda si salen a la calle.
2. El saludo de Jesús: «paz a vosotros». Tras la referencia
inicial al miedo a los judíos, el saludo más lógico, con honda raigambre bíblica,
sería: «no temáis». Sin embargo, tres veces repite Jesús «paz a vosotros».
Algún listillo podría presumir: «Normal; los judíos saludan shalom
alekem, igual que los árabes saludan
salam aleikun». Pero no es tan fácil como
piensa. Este saludo, «paz a vosotros» sólo se encuentra también en la aparición
a los discípulos en Lucas (24,36).
Lo más frecuente es que Jesús no salude:
ni a los once cuando se les aparece en Galilea (Mc y Mt), ni a los dos que
marchan a Emaús (Lc 24), ni a los siete a los que se aparece en el lago (Jn
21).
Y a las mujeres las saluda en Mt con una
fórmula distinta: «alegraos».
- ¿Por qué repite tres veces «paz a
vosotros» en este pasaje?
Viene a la mente las palabras
pronunciadas por Jesús en la última cena: «La paz os dejo, os doy mi paz, y no
como la da el mundo. No os turbéis ni os acobardéis» (Jn 14,27). En estos
momentos tan duros para los discípulos, el saludo de Jesús les desea y comunica
esa paz que él mantuvo durante toda su vida y especialmente durante su pasión.
3. Las manos, el costado, las pruebas y
la fe. Los relatos
de apariciones pretenden demostrar la realidad física de Jesús resucitado, y
para ello usan recursos muy distintos. Las mujeres le abrazan los pies (Mt),
María Magdalena intenta abrazarlo (Jn); los de Emaús caminan, charlan con él y
lo ven partir el pan; según Lucas, cuando se aparece a los discípulos les
muestra las manos y los pies, les ofrece la posibilidad de palparlo para dejar
claro que no es un fantasma, y come delante de ellos un trozo de pescado. En la
misma línea, aquí muestra las manos y el costado, y a Tomás le dice que meta en
ellos el dedo y la mano. Es el argumento supremo para demostrar la realidad
física de la resurrección. Curiosamente se encuentra en el evangelio de Jn, que
es el mayor enemigo de las pruebas física y de los milagros para fundamentar la
fe. Como si Juan se hubiera puesto al nivel de los evangelios sinópticos para
terminar diciendo: «Dichosos los que crean sin haber visto».
4. La alegría de los discípulos. Es interesante el contraste con lo que
cuenta Lucas: en este evangelio, cuando Jesús se aparece, los discípulos «se
asustaron y, despavoridos, pensaban que era un fantasma»; más tarde, la alegría
va acompañada de asombro. Son reacciones muy lógicas. En cambio, Juan sólo habla
de alegría. Así se cumple la promesa de Jesús durante la última cena: «Vosotros
ahora estáis tristes; pero os volveré a visitar y os llenaréis de alegría, y
nadie os la quitará» (Jn 16,22). Todos los otros sentimientos no cuentan.
5. La misión. Con diferentes fórmulas, todos los
evangelios hablan de la misión que Jesús resucitado encomienda a los
discípulos. En este caso tiene una connotación especial: «Como el Padre me ha
enviado, así os envío yo». No se trata simplemente de continuar la tarea. Lo que
continúa es una cadena que se remonta hasta el Padre.
6. El don de Espíritu Santo y el
perdón. Mc y Mt no dicen nada de este don y
Lucas lo reserva para el día de Pentecostés. El cuarto evangelio lo sitúa en
este momento, vinculándolo con el poder de perdonar o retener los pecados.
¿Cómo debemos interpretar este poder? No parece que se refiera a la confesión
sacramental, que es una práctica posterior. En todos los otros evangelios, la
misión de los discípulos está estrechamente relacionada con el bautismo. Parece
que en Juan el perdonar o retener los pecados tiene el sentido de admitir o no
admitir al bautismo, dependiendo de la preparación y disposición del que lo
solicita.
“Dichosos los que crean a pesar de lo que ven”
En este pasaje del evangelio se da un
importante cambio en los destinatarios. En la primera parte, Jesús se dirige a
los once: a ellos les saluda con la paz, a ellos los envía en misión y les da
el Espíritu. En la segunda se dirige a Tomás, invitándolo a no ser incrédulo.
En la tercera se dirige a todos nosotros: “Dichosos los que crean sin haber
visto”.
Podríamos añadir: “Dichosos los que
crean a pesar de lo que ven”. Basta pensar en las desgracias que ocurren a
menudo en nuestro mundo, en los grandes fallos de la Iglesia, en las luchas más
o menos ocultas por el poder dentro de ella, en otros detalles contrarios al
evangelio. Para muchos, estos motivos son suficientes para abandonar la Iglesia
o incluso la fe. Conviene escuchar a Jesús, que nos dice: “Bienaventurados los
que creen a pesar de lo que ven”.
Una primera lectura que hay que leer con
atención (Hechos 5,12-16)
El evangelio ha proclamado dichosos a
quienes creen sin ver. La primera lectura habla de la dicha de ver milagros y
beneficiarse de ellos. Comienza diciendo que “los apóstoles hacían
muchos signos y prodigios en medio del pueblo”. Y termina subrayando
el papel principal de Pedro; en opinión de la gente, incluso su sombra basta
para curar a alguno. Por eso le traen enfermos hasta de los alrededores de
Jerusalén.
En una lectura rápida, parece que son
estos milagros los que favorecen la expansión de la comunidad cristiana (“crecía
el número de los que se adherían al Señor”). Sin embargo, lo que
cuenta Lucas es más sutil.
Además de los apóstoles, juega un papel
capital la comunidad (“los fieles se reunían en común en el pórtico de
Salomón”). Y es a ella a la que se adhieren los nuevos
creyentes.
Los milagros de los apóstoles y de Pedro
continúan la labor de Jesús, que “pasó haciendo el bien”. Esos enfermos se
benefician de ellos, pero no entran en la comunidad cristiana.
Los que pasan a formar parte de ella son
los que ven la forma de vida de la comunidad.
En esta época de secularización, con la
disminución creciente de los cristianos, es importante recordar que el número
de los creyentes depende en gran parte del ejemplo que demos a los demás.
Ntra. Sra. LA VIRGEN DE LA CABEZA
La devoción a la Santísima Virgen de la Cabeza se remonta a la aparición de
la Virgen en el Cerro del Cabezo, cerca de la localidad de Andújar, en Jaén, en
1227. Un pastor de Colomera (Granada), llamado Juan Alonso Rivas, apacentaba su
ganado, cabras y ovejas, en las alturas de Sierra Morena junto a la cumbre del
Cabezo. Era cristiano sencillo y fervoroso, quizá algo entrado en años y estaba
aquejado de una anquilosis o paralización total en el brazo izquierdo.
Empezaron a llamar su atención las luminarias que divisaba por las noches sobre
el monte cercano a donde tenía su hato y a las que se sumaba el tañido de una
campana. Finalmente quiso salir de duda y en la noche del 11 al 12 de agosto
del año 1.227 resolvió llegar a la cumbre. A su natural temor sucedió una
expresión de asombro y gozo, porque en el hueco formado por dos enormes bloques
de granito, encontró una imagen pequeña de la Virgen, ante cuya presencia se
arrodilló el pastor y oro en voz alta entablando un diálogo con la Señora.
La Santísima Imagen le expresó su deseo de que allí se levantara un templo, enviándolo a la ciudad, para que anunciara el acontecimiento y mostrara a todos la recuperación del movimiento en su brazo y de esta forma, dieran crédito a sus palabras. Bajó a la ciudad y anunció el suceso que no tuvieron más remedio que creer ante le testimonio de su brazo curado.
Para Terrones Robles (1657), a los pocos días de aparecerse la Santa Imagen,
se erigió y fundó una Cofradía en su nombre y advocación y en la que entraron
por cofrades casi todos los vecinos de la ciudad. De la misma opinión es
Salcedo Olid (1677), coetáneo de Terrones Robles y primer historiador de Ntra.
Sra. de la Cabeza, quien afirma además, que la Cofradía Iliturgitana tuvo su
base y fundamento en la comisión de vecinos, nombrada por el Consejo local,
para traer la milagrosa Imagen a Andújar y añade, que desde entonces esta
comisión se encargó de la administración de la fiesta y de su Santuario,
ocupando estos cargos directivos caballeros de cualquier linaje.
(Antigua imagen de la Virgen de la Cabeza)
Durante todos los siglos XIV y XV, y dada la fama de milagrosa que tenía
Imagen, la devoción a la Stma. Virgen de la Cabeza irá creciendo, aumentando
también, el número de cofrades y peregrinos que asistían anualmente a su Romería,
siendo la más antigua conocida. Según Salcedo Olid, para su celebración, el
pueblo de Andújar elegía anualmente a prioste, alcaldes y diputados que habían
de organizar y dirigir la fiesta, así como nombraba el rector y capellanes del
Santuario, sin que en estos nombramientos y elecciones pudieran intervenir
ninguna autoridad.
Es en el siglo XVI,
donde encontramos los primeros estatutos conocidos de la Cofradía de Ntra. Sra.
de la Cabeza de Andújar y que datan de 1505, cuando el ilustre obispo de Jaén,
confirmó los estatutos por los que la Cofradía venía rigiéndose desde hacía
doscientos años; posteriormente en 1557 y 1565, los obispos gobernantes
confirmaron solemnemente la aprobación hecha de su antecesor. Por este y otros
documentos, sabemos que la Cofradía tenía un marcado carácter asistencial con
sus cofrades y enfermos del Hospital de Ntra. Sra. de la Cabeza que, además
gobernaba y regia en Andújar. En este lugar hacia la Cofradía sus cabildos o
juntas y, en la Ermita allí construida, celebraban su fiesta el primer domingo
de mayo después de la celebración en la sierra (último domingo de abril). Con
la llegada del siglo XVII, la romería alcanzó su máximo esplendor. La devoción
a la Santísima Virgen se pone de manifiesto a través de los siglos por escritores
como Miguel de Cervantes, Lope de Vega o Pedro Calderón de la Barca.
Desde la aparición de la Imagen son numerosas las Cofradías que por toda
España se formaron hasta las 69 que existían en el siglo XVII y que en otros
tiempos llegaron a pasar del centenar. La Real Cofradía Matriz de Andújar es la
principal de todas las existentes, tienen como titular a la Virgen de la
Cabeza. En la actualidad existen más de 80 Cofradías y algunas que están en
formación o reconstitución.
Ya en el siglo XVIII, la Cofradía de Andújar cesa en la administración
exclusiva del Santuario en 1703, y el Real Consejo de Castilla, durante el
reinado de Carlos III, suspendía y disolvía las Cofradías prohibiéndose la
celebración de Romerías en el Cerro en 1773, lo que afectó notablemente a la
Cofradía que perdió la mayoría de sus cofrades. Después de solicitada su
reposición, el 24 de mayo de 1782, el Rey derogó lo dispuesto y se aprueban los
nuevos Estatutos de la Corporación iliturgitana.
Durante el siglo XIX, la invasión francesa y sobre todo la supresión de
Cofradías de toda España durante el gobierno de Mendizábal y confiscación de
todos sus bienes por el decreto de desamortización del gabinete de Espartero,
en 1841, mermó más si cabe la Cofradía, que el 24 de abril de 1844 solicitaba a
S.A.R. Isabel II la restitución del Santuario e Imagen de la Stma. Virgen
firmándose el decreto de restitución en diciembre de ese año. Posteriormente,
S.M. es nombrada Hermana Mayor perpetua y concede el título de Real a la
Cofradía.
En el siglo XX, en 1930, los PP. Trinitarios asumen el cuidado del Real
Santuario por decisión del obispado de Jaén, y es durante la Guerra Civil en
1936, cuando se produce el hecho que ha marcado profundamente a la Cofradía de
Andújar, la practica destrucción del Santuario y sobre todo la desaparición la
Imagen de la Stma. Virgen. Terminada la guerra, se realiza nueva Imagen y se
reconstruye el Santuario, resurgiendo así la romería con la misma fuerza de
siempre, y por supuesto su Cofradía Matriz.
Por la bula del Papa San Pío X, en 1909, se decreta la Coronación Canónica
de la Virgen de la Cabeza y la nombra oficialmente Patrona de Andújar, y por la
bula de 1959 del que también fue santo el Papa Juan XXIII se declara su
patronazgo sobre la Diócesis de Jaén, celebrándose una coronación de desagravio
en 1960. En 2001, la Junta de Andalucía, concede a la Cofradía de Ntra. Sra. de
la Cabeza, de Andújar, la medalla de oro de Andalucía. En 2009, el Papa
Benedicto XVI otorga a la Virgen de la Cabeza la Rosa de Oro, tratándose de la
máxima distinción pontificia y la primera a favor de una imagen de la Santísima
Virgen en España. En 2010 el Santuario de la Virgen recibe la catalogación de
Santuario Menor.
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