11 - DE ABRIL –
LUNES SANTO – C
SAN ESTANISLAO
Lectura del libro de Isaías
(42,1-7):
Así dice el
Señor:
«Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi
elegido, en quien me complazco. He puesto mi espíritu sobre él, manifestará la
justicia a las naciones.
No gritará, no clamará, no voceará por
las calles. La caña cascada no la quebrará, la mecha vacilante no la apagará.
Manifestará la justicia con verdad.
No vacilará ni se quebrará, hasta
implantar la justicia en el país. En su ley esperan las islas.
Esto dice el Señor, Dios, que crea y
despliega los cielos, consolidó la tierra con su vegetación, da el respiro al
pueblo que la habita y el aliento a quienes caminan por ella:
«Yo, el Señor, te he llamado en mi
justicia, te cogí de la mano, te he formé e hice de ti alianza de un pueblo y
luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, saques a los
cautivos de la cárcel, de la prisión a los que habitan en tinieblas».
Palabra de
Dios
Salmo: 26,1.2.3.13-14
R/. El Señor es mi luz y mi salvación
El Señor es la
defensa de mí vida,
¿quién me hará temblar? R.
Cuando me
asaltan los malvados
para devorar mi carne, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y
caen. R.
Si un ejército
acampa contra mí,
mi corazón no tiembla;
si me declaran la guerra,
me siento tranquilo. R.
Espero gozar
de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R.
Lectura del santo evangelio según
san Juan (12,1-11):
Seis días
antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había
resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y
Lázaro era uno de los que estaban con él a la mesa. María tomó una libra de
perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los
enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.
Judas Iscariote, uno de sus discípulos,
el que lo iba a entregar, dice:
«¿Por qué no se ha vendido este perfume
por trescientos denarios para dárselos a los pobres?».
Esto lo dijo, no porque le importasen
los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa, se llevaba de lo
que iban echando.
Jesús dijo:
- «Déjala; lo tenía guardado para el día
de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí
no siempre me tenéis».
Una muchedumbre de judíos se enteró de
que estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al
que había resucitado de entre los muertos.
Los sumos sacerdotes decidieron matar
también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en
Jesús.
Palabra del
Señor
1. El "banquete", en las culturas griega y romana de la Antigüedad, era una manifestación determinante en la vida de la sociedad. El Banquete, en Jenofonte, en Platón, son ejemplos elocuentes de lo que representaba el banquete. Lo mismo ocurría en la sociedad judía, en la que el banquete representaba la plenitud de la salvación. De ahí, la importancia de este evangelio. El symposium era un verdadero acontecimiento social, cuya finalidad no se limitaba a satisfacer la necesidad de alimentarse, sino que vinculaba a los comensales y era el símbolo más fuerte de su integración en un grupo, una institución o la sociedad en general (Dennis E. Smith).
2. En esta cena se destaca, ante
todo, el hecho de que Jesús vinculó junto a sí a un numeroso grupo de personas
que le querían y le seguían fielmente.
En este contexto, se destaca la relación de Jesús con las mujeres: amistad fiel, generosidad, delicadeza y los más bellos y nobles sentimientos, que se expresan mediante el perfume de alto valor y hasta en la caricia del cabello.
Ya Jesús había dado motivo de escándalo
por tolerar estos gestos de conducta femenina (Lc 7, 36-50).
Jesús estuvo siempre de parte de las
mujeres y las defendió. Este es uno de los rasgos que mejor definen la
personalidad y la libertad de Jesús.
3. Lo peculiar de este banquete
fue la unción que una mujer tuvo la delicadeza de hacerle a Jesús. Ya antes,
tenemos noticia de mujeres que ungieron a Jesús en comidas festivas (Mc 14,
3-9; Mt 26, 6-13; Lc 7, 36-50) (U. Schnelle), incluso con sorpresa o escándalo
de los comensales.
Se trata, en esto, de un valor supremo
en la vida, que muchos hombres no acabamos de entender. Por eso el gesto
de María suscitó escándalo y crítica, no solo en Judas (Jn 12, 4-6), sino
también en los discípulos (Mt 26, 8; Mc 14, 4).
Ha sido una desgracia, para el cristianismo, que en él tenga una presencia tan fuerte el puritanismo estoico, en el que "la pureza, más bien que la justicia, se ha convertido en el medio cardinal de la salvación" (E. R. Dodds), mientras que ha quedado marginado el sentimiento dionisíaco, en el que la "felicidad suprema de la bacanal" conduce a los humanos a "poner sus almas en común" (María Daraki).
La humanidad de Jesús es tan honda, que
sabe armonizar lo que, a veces, los líderes sociales no saben conjugar: la
generosidad total con la delicadeza más sorprendente de la sensibilidad humana.
SAN ESTANISLAO
Nació cerca de Cracovia, Polonia, en el año 1030. Sus padres llevaban
treinta años de casados sin lograr tener hijos y consideraron el nacimiento de
Estanislao como un verdadero regalo de Dios. Lo educaron lo más piadosamente
que pudieron.
Estudió en Polonia y en París, y una vez ordenado sacerdote por el obispo de
Cracovia (que es la segunda ciudad de Polonia), le nombraron párroco de la
catedral. Se distinguió por su gran elocuencia, por el impresionante ejemplo de
vida santa que brindaba a todos con su buen comportamiento, y por la reforma de
costumbres que lograba conseguir con sus predicaciones y con su dirección
espiritual.
El señor obispo deseaba que Estanislao fuera su sucesor, pero él no aceptaba
ser obispo porque se creía indigno de tan alta dignidad. Sin embargo, al morir
el prelado, el pueblo lo aclamó como el más digno para asumir su puesto.
Ejerció el obispado por siete años, desde el año 1072, hasta el año de su
muerte, 1079.
Era muy estricto en exigir a cada sacerdote el cumplimento exacto de sus
deberes sacerdotales. Visitaba cada año a todas las parroquias y dedicaba mucho
tiempo a la predicación y a la instrucción del pueblo. Su palacio episcopal
vivía lleno de pobres, porque jamás negaba ayudas a los necesitados. Tenía una
lista de las familias que estaban pasando por situaciones económicas más
penosas, para enviarles sus generosas ayudas.
El rey de Polonia, Boleslao, era un valiente guerrero pero se dejaba dominar
por sus bajas pasiones. Al principio se entendía muy bien con el obispo
Estanislao, pero luego empezó a cometer faltas muy graves que escandalizaban y
daban muy mal ejemplo al pueblo. El obispo tuvo que intervenir fuertemente en
esta situación. San Estanislao recordaba muy bien aquel mandato de San Pablo:
“Es necesario reprender, aconsejar y hasta amenazar, con toda paciencia y
doctrina, porque llega el tiempo en que los hombres arrastrados por sus propias
pasiones ya no quieren oír las doctrinas verdaderas, sino las falsedades” (2
Tim 4,2).
Como San Juan Bautista con respecto a Herodes, el valiente Obispo de
Cracovia, levantó la voz, amonestando al poderoso soberano sobre el deber de
respetar los derechos ajenos. En efecto, las crónicas del tiempo narran que el
rey se enamoró de la bella Cristina, esposa de Miecislao, y sin pensarlo dos
veces, la hizo raptar con grave escándalo para todo el país. Consecuentemente,
Estanislao le amenazó con la excomunión, y después le excomulgó. Entonces el
rey Boleslao se enfureció y ordenó asesinar a Estanislao en Cracovia, en la
iglesia de santa Matilde, durante la celebración de la Santa Misa. Cuentan que
el horrible asesinato lo hubo de cometer el mismo soberano, después que los
guardias a quienes envió, se vieron obligados a retirarse por una fuerza
misteriosa. Desde el mismo día de su martirio, los polacos comenzaron a
venerarlo. San Estanislao fue canonizado el 17 de agosto de 1253, en la basílica
de San Francisco de Asís, y desde entonces se difundió su culto en toda Europa
y América.
Juan Pablo II fue obispo de Cracovia y como tal, sucesor de San Estanislao.
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