26 - DE
ABRIL –
MARTES
DE PASCUA – C
San Isidoro
de Sevilla
Lectura de la primera
carta del apóstol san Pablo a los Corintios (2,1-10):
Yo,
hermanos, cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios, no lo hice
con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de
saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado.
Me presenté a
vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con
persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu,
para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el
poder de Dios. Hablamos, entre los perfectos, una sabiduría que no es de este
mundo ni de los príncipes de este mundo, que quedan desvanecidos, sino que
enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios
antes de los siglos para nuestra gloria.
Ninguno de los
príncipes de este mundo la ha conocido; pues, si la hubiesen conocido, nunca
hubieran crucificado al Señor de la gloria. Si no, como está escrito: «Ni el
ojo vio, ni el oído oyó, ni el hombre puede pensar lo que Dios ha preparado
para los que lo aman.» Y Dios nos lo ha revelado por el Espíritu. El Espíritu
lo sondea todo, incluso lo profundo de Dios.
Palabra
de Dios
Salmo:
118,99-100.101-102.103-104
R/. Lámpara es tu
palabra para mis pasos,
luz en mi sendero
Soy más
docto que todos mis maestros,
porque medito tus preceptos.
Soy más sagaz que los ancianos,
porque cumplo tus leyes. R/.
Aparto
mi pie de toda senda mala,
para guardar tu palabra;
no me aparto de tus mandamientos,
porque tú me has instruido. R/.
¡Qué
dulce al paladar tu promesa:
más que miel en la boca!
Considero tus decretos,
y odio el camino de la mentira. R/.
Lectura del santo
evangelio según san Mateo (5,13-16):
En aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Pero
si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla
fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede
ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una
lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y
que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para
que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el
cielo.»
Palabra
del Señor
1. Se
puede ser santo y sabio.
San
Isidoro fue el hombre más docto de su tiempo. Había nacido en Cartagena
(Murcia) el año 560. Huérfano de padre y madre, fue confiado a su hermano
Leandro, quien lo educó admirablemente en la vida cristiana. Adquirió una
incomparable erudición logrando dominar el latín, el griego y el hebreo. Se
hizo monje, y al final, a la muerte de su hermano, fue nombrado arzobispo de
Sevilla.
2. Colabora
con Sisebuto, Sisenando y Suintila, reyes godos, a la estabilidad del reino.
Restaura la vida monástica. Anima la vida religiosa en aquel imperio
romano-visigodo, siendo algo así como el Primado de aquel reino. Escribió obras
importantísimas como la Historia de los godos, vándalos y suevos, Hombres
Ilustres, Libro de las Sentencias y, sobre todo, Las Etimologías, que viene a
ser como una enciclopedia del saber de aquel tiempo. Murió en Sevilla el 23 de
abril del año 636.
3. San
Isidoro de Sevilla sirvió a Dios y a los hombres gobernando, escribiendo,
organizando, animando, restaurando. Su vida nos está indicando que se puede ser
santo y sabio, ciudadano de la ciudad celeste y ciudadano de la ciudad
terrestre, fiel a Dios y fiel al mundo, místico e ilustrado contemplativo y
comprometido, orante y gobernante.
4. Podremos
ser cristianos normales o seres vulgares, hombres descreídos o personajes
mundanos, pero cuando hemos estado en contacto con los santos nos va a ser muy
difícil dudar acerca de la verdad del evangelio, de la realidad de Dios, y de
que los santos son excelentes humanos que contribuyen con su presencia y sus
obras a la iluminación de este mundo.
Arzobispo,
Doctor de la Iglesia, teólogo, historiador. Reconocido como el hombre más sabio
de su época. era el menor de cuatro hermanos. Sus dos hermanos, Leandro y
Fulgencio también llegaron a ser santos. Su hermana Santa Florentina, fue
abadesa de varios conventos.
Su principal preocupación como obispo
fue la de lograr una madurez cultural y moral del clero español.
Cuando sintió que iba a morir, pidió
perdón públicamente por todas sus faltas, perdonó a sus enemigos y suplicó al
pueblo que rogara a Dios por él. Distribuyendo entre los pobres el resto de sus
posesiones, volvió a su casa y murió apaciblemente el 4 de abril del año 636 a
la edad de 80 años.
La Santa Sede lo declaró Doctor de la
Iglesia, en 1722.
Vida de San Isidoro de Sevilla
Nació en
Cartagena, España el año 556. Su padre llamado Severiano, nacido en Cartagena,
probablemente era de una familia romana, pero estaba emparentado con los reyes
visigodos.
Isidoro o
Isidro de Sevoñña era el menor de cuatro hermanos. Sus
dos hermanos, Leandro y Fulgencio también llegaron a ser santos. Su hermana
Santa Florentina, fue abadesa de varios conventos.
Su hermano
Leandro que era mucho mayor que él, se encargó de su educación porque quedaron
huérfanos siendo Isidoro un niño. Probablemente lo envió a un monasterio para
seguir estudiando.
Isidoro llegó
a ser uno de los hombres más sabios de su época, aunque al mismo tiempo era un
hombre de profunda humildad y caridad. Fue un escritor muy leído. Se lo llamó
el Maestro de la Edad Media o de la Europa Medieval y primer organizador de la
cultura cristiana. La principal contribución de San Isidoro a la cultura, fueron
sus Etimologías u Orígenes, una "summa" muy útil de la ciencia
antigua condensando, más con celo que con espíritu crítico los principales
resultados de la ciencia de la época, siendo uno de los textos clásicos hasta
mediados del siglo XVI.
Fue un escritor
muy fecundo: entre sus primeras obras está un diccionario de sinónimos, un
tratado de astronomía y geografía, un resumen de la historia desde la creación,
biografías de hombres ilustres, un libro sobre los valores del Antiguo y del
Nuevo Testamento, un código de reglas monacales, varios tratados teológicos y
eclesiásticos y la historia de los visigodos, que es lo más valioso en nuestros
días, ya que es la única fuente de información sobre los godos. También
escribió historia de los vándalos y de los suevos.
San Isidoro
fue como un puente entre la Edad Antigua que terminaba y la Edad Media que
comenzaba. Su influencia fue muy grande en Europa, especialmente en España.
Entre sus discípulos está San Ildefonso de Toledo.
Probablemente
ayudó a su hermano Leandro, obispo de Sevilla a gobernar la diócesis. Le
sucedió en el cargo cuando murió. Su episcopado duró treinta y siete años, bajo
seis reyes, completó la obra comenzada por San Leandro, que fue de convertir a
los visigodos del arrianismo al catolicismo.
Su principal preocupación como
obispo fue la de lograr una madurez cultural y moral del clero español. Fundó un colegio eclesiástico, prototipo de los futuros seminarios,
dedicándose personalmente a la instrucción de los candidatos al sacerdocio.
Como su
hermano, fue el obispo más popular y autorizado de su tiempo.
Continuó la
costumbre de su hermano de arreglar las cuestiones de disciplina eclesiástica
en los sínodos, cuya organización se debió en gran parte a San Leandro y San
Isidoro.
San Isidoro
presidió el segundo Concilio de Sevilla en 619, y el cuarto Concilio de Toledo,
en 633. Muchos de los decretos del Concilio fueron obra de San Isidoro,
especialmente el decreto que se estableciese un seminario en todas las diócesis.
Su sistema
educativo era abierto y progresista, propuso un sistema que abarca todas las
ramas del saber humano.
Según parece,
San Isidoro previó que la unidad religiosa y un sistema educativo amplio,
podían unificar los elementos heterogéneos que amenazaba desintegrar España y
gracias a eso gran parte del país se convirtió en un centro de cultura,
mientras que el resto de Europa se hundía en la barbarie.
Otro de los
grandes servicios que San Isidoro prestó a la Iglesia española fue el de
completar el misal y el breviario mozárabes, que San Leandro había empezado a
adaptar de la antigua liturgia española.
San Isidoro se
formó con lecturas de San Agustín y San Gregorio Magno.
Su amor a los
pobres era inmenso. En los últimos seis meses aumentó tanto sus limosnas que
los pobres llegaban de todas partes a pedir y recibir ayuda.
Cuando sintió que iba a morir,
pidió perdón públicamente por todas sus faltas, perdonó a sus enemigos y
suplicó al pueblo que rogara a Dios por él. Distribuyendo entre los pobres el
resto de sus posesiones, volvió a su casa y murió apaciblemente el 4 de abril
del año 636 a la edad de 80 años.
La Santa Sede lo declaró Doctor de la Iglesia, en 1722.
Fuente: http://www.corazones.org
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