12 - DE JUNIO
– DOMINGO –
11 – SEMANA
DEL T. O. – C –
Solemnidad de
la Santísima Trinidad
Lectura del libro de los
Proverbios 8, 22-31
Así dice la
sabiduría de Dios:
«El Señor me estableció al principio de
sus tareas, al comienzo de sus obras antiquísimas.
En un tiempo remotísimo fui formada,
antes de comenzar la tierra.
Antes de los abismos fui engendrada,
antes de los manantiales de las aguas.
Todavía no estaban aplomados los montes, antes de las montañas fui
engendrada.
No había hecho aún la tierra y la
hierba, ni los primeros terrones del orbe.
Cuando colocaba los cielos, allí estaba
yo; cuando trazaba la bóveda sobre la faz del abismo; cuando sujetaba el cielo
en la altura, y fijaba las fuentes abismales.
Cuando ponla un límite al mar, cuyas
aguas no traspasan su mandato; cuando asentaba los cimientos de la tierra, yo
estaba junto a él, como aprendiz, yo era su encanto cotidiano, todo el tiempo
jugaba en su presencia:
jugaba con la bola de la tierra, gozaba con los hijos de los hombres.»
Salmo: 8, 4-5. 6-7a. 7b-9.
R. Señor, dueño nuestro, ¡qué
admirable es tu nombre en toda la tierra!
Cuando
contemplo el cielo,
obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle
poder? R.
Lo hiciste
poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos. R.
Todo lo
sometiste bajo sus pies: rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del
campo, las aves del cielo, los peces del mar, que trazan sendas por el
mar. R.
Lectura de la carta del apóstol
san Pablo a los Romanos 5, 1-5
Hermanos:
Ya que hemos recibido la justificación
por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo.
Por él hemos obtenido con la fe el
acceso a esta gracia en que estamos; y nos gloriamos, apoyados en la esperanza
de alcanzar la gloria de Dios.
Más aún, hasta nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce constancia, la constancia, virtud probada, la virtud, esperanza, y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.
Lectura del santo evangelio
según san Juan 16, 12-15
En aquel
tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Muchas cosas me quedan por deciros,
pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la
verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo:
hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir.
Él me glorificará, porque recibirá de mí
lo que os irá comunicando.
Todo lo que tiene el Padre es mío. Por
eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará.
Palabra del Señor
FIESTA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD.
Andrei
Rublev, La Santísima Trinidad (1422-1428)
El ciclo litúrgico se abre con la venida
de Jesús y
culmina con la venida del Espíritu; el Padre está
presente en todo momento. Es lógico que se dedique una fiesta en honor de la
Trinidad. Para ella había que elegir textos que hablaran de las tres personas,
al menos de dos de ellas. Pero no pretenden darnos una lección de teología sino
ayudarnos a descubrir a Dios en las circunstancias más diversas.
La primera, llena de belleza y
optimismo, en los momentos felices de la vida.
La segunda, incluso en medio de las
tribulaciones, dándonos fuerza y
esperanza.
La tercera, en medio de las dudas,
sabiendo que nos iluminará.
Dios presente en la alegría (Proverbios
8, 22-31)
Del Antiguo Testamento se ha elegido un
fragmento del libro de los Proverbios que polemiza con la cultura de la época
helenística:
- ¿cuál es el origen de la sabiduría?
Para muchos, es fruto del pensamiento
humano, tal como lo han practicado sobre todo los filósofos griegos. Frente a
esta mentalidad, el autor del texto de los Proverbios afirma que la verdadera
sabiduría es anterior a nuestras reflexiones y estudios; y lo expresa
presentándola junto a Dios muchos antes de la creación del mundo, acompañándolo
en el momento de crear todo.
- ¿Por qué se eligió esta lectura?
San Pablo, en la primera carta a los
Corintios, dice que Cristo es “sabiduría de Dios” (1,24). Y la carta a los
Colosenses afirma que en Cristo “se encierran todos los tesoros del saber y del
conocimiento” (Col 2,3). Este fragmento del libro de los Proverbios, que
presenta a la Sabiduría de forma personal, estrechamente unida a Dios desde
antes de la creación y también estrechamente unida a la humanidad (“gozaba con
los hijos de los hombres”) parecía muy adecuado para recordar al Padre y al
Hijo en esta fiesta.
Dios presente en los sufrimientos
(Romanos 5, 1-5)
Curiosamente, en este texto, que
menciona claramente a las tres personas, los grandes beneficiarios somos
nosotros, como lo dejan claro las expresiones que usa Pablo: “hemos recibido”,
“hemos obtenido”, “nos gloriamos”, “nuestros corazones”, “se nos ha dado”. Él
no pretende dar una clase sobre la Trinidad, adentrándose en el misterio de las
tres divinas personas, sino que habla de lo que han hecho por nosotros:
salvarnos, ponernos en paz con Dios, darnos la esperanza de alcanzar su gloria,
derramar su amor en nuestros corazones. Para Pablo, estas ideas no son
especulaciones abstractas, repercuten en su vida diaria, plagada de
tribulaciones y sufrimientos. También en ellos sabe ver lo positivo.
Hermanos: Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz
con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo.
…y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en
nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.
Dios presente en las dudas (Juan 16,
12-15)
El evangelio también menciona a Jesús,
al Espíritu y al Padre, aunque la parte del león se la lleva el Espíritu,
acentuando lo que hará por nosotros: “os guiará hasta la verdad plena”, “os
comunicará lo que está por venir”, “os lo anunciará”.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por
ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena.
…Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará.
Pienso que el texto se ha elegido porque
habla de las relaciones entre las tres personas. El Espíritu glorifica
a Jesús, y todo lo recibe de él.
Por otra parte, todo lo que tiene
el Padre es de Jesús. Tampoco Juan pretende dar
una clase sobre la Trinidad, aunque empieza a tratar unos temas que ocuparán a
los teólogos durante siglos.
Para entender el texto conviene recordar
el momento en el que pronuncia Jesús estas palabras. Estamos en la cena de
despedida, poco antes de la pasión. Sabe que a los discípulos les quedan muchas
cosas que aprender, que él no ha podido enseñarles todo. Surgirán dudas,
discusiones. Pero la solución no la encontrarán en el puro debate intelectual y
humano, será fruto del Espíritu, que irá guiando hasta la verdad plena.
San Onofre de Egipto
san Onofre de Egipto
ermitaño anacoreta ángel de la guarda lo alimentaba
San
Onofre, vivió en el desierto, donde su Ángel de la Guarda, a través de un
cuervo, le llevaba su ración diaria de comida y la Eucaristía
San
Onofre, fue un ermitaño persa que se retiró como anacoreta en el desierto,
donde su Ángel de la Guarda, a través de un cuervo, le llevaba milagrosamente
su ración diaria de comida y la Eucaristía dominical. San Onofre renunció a su
riqueza terrenal en favor de la oración y la meditación. En su simbología
podemos apreciarlo con una corona a sus pies y un cetro aluden a sus orígenes
reales, ya que, según la tradición, era el hijo de un rey persa. Es venerado y
honrado tanto en la Iglesia Católica como en las Iglesias Católicas Orientales;
Coptas. Vivió como ermitaño en el desierto del Alto Egipto en los siglos IV o
V.
Martirologio
romano: En
Egipto, san Onofre, anacoreta, que en el amplio desierto llevó vida religiosa
por espacio de sesenta años (400).
Biografía de San Onofre
La
vida de San Onofre es narrada en una memoria de San Pafnucio, el Asceta. Se
cree que ambos hombres nacieron en el siglo III.
En
sus memorias, san Pafnucio entra en el desierto egipcio pensando que podría
desear vivir la vida de un ermitaño.
Después
de un tiempo de oración y meditación el desierto, San Pafnucio se queda sin
comida y agua y sólo continúa su camino por la gracia de Dios hasta que fue
sorprendido por una figura a la que él creían que era una bestia salvaje.
San
Pafnucio narra este encuentro de este modo:
Entonces
de repente vi a un hombre que venía hacia mí y que parecía una bestia salvaje.
Tenía un aspecto aterrador, peludo sobre todo su cuerpo, con una falda hecha de
hojas.
Cuando
se acercó a mí, me asaltó el terror y temí que pudiera matarme. Corrí hasta lo
alto de una colina, pero él se acercó hasta donde yo estaba, se agachó, miró
hacia mí y dijo:
"Baja
y ven donde mí, hombre santo, porque yo soy un hombre que vive como tú en esta
soledad desolada por el amor de Dios".
Aquel
hombre continúa explicando que ha vivido como ermitaño durante sesenta años en
este desierto. Anteriormente había estado en un monasterio en la Tebaida con
100 hermanos santos, pero teniendo en cuenta el ejemplo de los profetas Elías y
Juan el Bautista, decidió tomar la vida de un ermitaño.
Su
ángel de la guarda, a través de un cuervo, le llevaba comida a la cueva donde
moraba, un poco de pan y agua cada tarde, y la Eucaristía los sábados y
domingos".
San
Pafnucio se quedó con San Onofre poco tiempo hasta la muerte de este último, a
la que asisten el canto de los ángeles.
San
Onofre, ruega por nosotros
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