10 - DE
JUNIO – VIERNES –
10 – SEMANA
DEL T. O. – C –
Asterio de Petra
Lectura
del primer libro de los Reyes (19, 9a.11-16):
En aquellos días,
cuando Elías llegó a Horeb, el monte de Dios se metió en una cueva donde pasó
la noche.
El Señor le dijo:
«Sal y ponte de pie en el monte ante el Señor.
¡El Señor va a pasar!»
Vino un huracán tan
violento que descuajaba los montes y hacía trizas las peñas delante del Señor;
pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento, vino un terremoto;
pero el Señor no estaba en el terremoto. Después del terremoto, vino un fuego;
pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego, se oyó una brisa tenue;
al sentirla, Elías se tapó el rostro con el manto, salió afuera y se puso en
pie a la entrada de la cueva.
Entonces oyó una voz que le decía:
«¿Qué haces, aquí, Elías?»
Respondió:
«Me consume el celo por el Señor, Dios de los ejércitos, porque los
israelitas han abandonado tu alianza, han derruido tus altares y asesinado a
tus profetas; sólo quedo yo, y me buscan para matarme.»
El Señor dijo:
«Desanda tu camino hacia el desierto de Damasco y, cuando llegues, unge rey
de Siria a Jazael, rey de Israel a Jehú, hijo de Nimsí, y profeta sucesor tuyo
a Eliseo, hijo de Safat, de Prado Bailén.»
Palabra de Dios
Salmo:
26,7-8a.8b-9abc.13-14
R/.
Tu rostro buscaré, Señor
Escúchame, Señor, que
te llamo;
ten piedad,
respóndeme.
Oigo en mi corazón:
«Buscad mi
rostro.» R/.
Tu rostro buscaré,
Señor,
no me escondas tu
rostro.
No rechaces con ira a
tu siervo,
que tú eres mi
auxilio;
no me deseches. R/.
Espero gozar de la
dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor,
sé valiente, ten
ánimo,
espera en el
Señor. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Mateo (5,27-32):
En aquel tiempo, dijo
Jesús a sus discípulos:
«Habéis oído el mandamiento "no cometerás adulterio". Pues yo os
digo: El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella
en su interior.
Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un
miembro que ser echado entero en el infierno.
Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y tírala, porque más te vale
perder un miembro que ir a parar entero al infierno.
Está mandado: "El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de
repudio." Pues yo os digo: El que se divorcie de su mujer, excepto en caso
de impureza, la induce al adulterio, y el que se case con la divorciada comete
adulterio.»
Palabra del Señor
1. Este texto del Sermón del Monte no se refiere al tema
de la sexualidad, la pureza y menos aún, al "puritanismo", tan
característico de la cultura de los griegos (E. R. Dodds) y de los estoicos.
Jesús no se interesó jamás "directamente" por los problemas del sexo
o por las prohibiciones religiosas relativas a la vida sexual de los humanos.
2. Jesús no se refiere a las prohibiciones que los
moralistas actuales argumentan desde el sexto mandamiento, porque Jesús no
habla aquí de la relación "amorosa" o "erótica".
Jesús se refiere a la prohibición del décimo y último mandamiento del
decálogo. Este mandamiento prohíbe "el deseo" de lo que pertenece a
otro. Así lo dice el libro del Éxodo: "No desearás la casa de tu prójimo:
no codiciarás su mujer, ni su siervo, ni su criada, ni su toro, ni su asno, ni
nada de lo que a tu prójimo pertenece" (Ex 20, 17).
El antropólogo René Girard, que estudió a fondo este asunto, comenta:
"El legislador (Dios) que prohíbe el deseo de los bienes del prójimo se
esfuerza por resolver el problema número uno de toda comunidad humana: la
violencia interna".
3. Y a esto es a lo que se refiere Jesús. El
"deseo" es el motor de la conducta. Y atajar el deseo, de lo
que pertenece a otro, es cortar de raíz el origen de la
violencia y de la corrupción.
Téngase en cuenta que el texto del evangelio se refiere a desear la
"mujer casada" (gynaika). Ahora bien, una mujer
"casada", en la mentalidad jurídica de la antigüedad, era propiedad
del marido. Y Jesús prohíbe "desear" lo que es de otro (que puede ser
su mujer, su casa o su asno); o sea, lo que a Jesús le preocupaba era la
"justicia", no la "pureza sexual".
De esto último, Jesús no habla. Y lo que destaca es que tenemos que ser
justos, honrados, honestos y jamás apropiarse lo que pertenece a otro.
Asterio de Petra
San Asterio,
obispo de Petra, en Arabia, s. IV. Intervino en las contiendas religiosas de su
tiempo. Estuvo al principio afiliado al partido de los arrianos, pero en el
Concilio de Sárdica (347) se puso de parte de la ortodoxia, y contribuyó a
desenmascarar las intrigas de sus antiguos correligionarios.
Constancio le desterró a los arenales de
Libia, de donde salió al advenimiento de Juliano el apóstata. En 362 aparece en
el Concilio de Alejandría al lado de [San Atanasio], que hace su elogio en
varios de sus escritos. Murió algún tiempo después.
VIDA DE SAN ASTERIO DE
PETRA
Este hombre cristiano, con un pasado
arriano, sería nombrado con el tiempo como obispo de Petra, en Arabia, y debido
a sus declaraciones en contra de la herejía que representaba el arrianismo en
aquella época, San Asterio obtendría el odio de los herejes, sobre todo al
momento de terminar de hacer pública su opinión durante el concilio de Sárdica
en el 347.
Debido a estas declaraciones, San Asterio
termina por ser exiliado a Libia por orden del emperador Constancio II, y sería
llamado en el año 362 por el edicto de Juliano, quien se encargaría en aquel
momento de volver a reinstalar a todos los obispos que habían llegado a ser
desterrados.
Para el año 362, San Asterio formaría
parte del Concilio de Alejandría, el cual llegó a ser convocado por diversas
razones, principalmente para lograr sanar el cisma meleciano que la Iglesia de
Antioquía sufría en aquel momento, y también para lograr apoyar a San Atanasio,
hombre también de convicciones y costumbres cristianas, que se encargaría de
elogiar muchos de los escritos de San Asterio.
San Asterio fue un hombre devoto a sus
convicciones, dotado de una gran sabiduría, bondad, nobleza y extrema humildad.
Llegó a ser uno de los más importantes portadores de la carta que dirigía el
concilio al empecinado San Lucifer de Cagliari y al resto de los obispos
antioquenos de aquel momento.
Aun así, sus medidas pacificadoras no
serían del todo suficientes, debido a la precipitación por parte de Lucifer en
consagrar a San Paulino como el sucesor de San Melecio de Antioquía. Si bien no
se tiene muchos datos sobre la vida santa de este cristiano, se sabe que muere
un 10 de junio del año 365, fecha en la que hoy lo celebramos como Santo de la
Iglesia Católica.
Lectura
del primer libro de los Reyes (19, 9a.11-16):
En aquellos días,
cuando Elías llegó a Horeb, el monte de Dios se metió en una cueva donde pasó
la noche.
El Señor le dijo:
«Sal y ponte de pie en el monte ante el Señor.
¡El Señor va a pasar!»
Vino un huracán tan
violento que descuajaba los montes y hacía trizas las peñas delante del Señor;
pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento, vino un terremoto;
pero el Señor no estaba en el terremoto. Después del terremoto, vino un fuego;
pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego, se oyó una brisa tenue;
al sentirla, Elías se tapó el rostro con el manto, salió afuera y se puso en
pie a la entrada de la cueva.
Entonces oyó una voz que le decía:
«¿Qué haces, aquí, Elías?»
Respondió:
«Me consume el celo por el Señor, Dios de los ejércitos, porque los
israelitas han abandonado tu alianza, han derruido tus altares y asesinado a
tus profetas; sólo quedo yo, y me buscan para matarme.»
El Señor dijo:
«Desanda tu camino hacia el desierto de Damasco y, cuando llegues, unge rey
de Siria a Jazael, rey de Israel a Jehú, hijo de Nimsí, y profeta sucesor tuyo
a Eliseo, hijo de Safat, de Prado Bailén.»
Palabra de Dios
Salmo:
26,7-8a.8b-9abc.13-14
R/.
Tu rostro buscaré, Señor
Escúchame, Señor, que
te llamo;
ten piedad,
respóndeme.
Oigo en mi corazón:
«Buscad mi
rostro.» R/.
Tu rostro buscaré,
Señor,
no me escondas tu
rostro.
No rechaces con ira a
tu siervo,
que tú eres mi
auxilio;
no me deseches. R/.
Espero gozar de la
dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor,
sé valiente, ten
ánimo,
espera en el
Señor. R/.
Lectura
del santo evangelio según san Mateo (5,27-32):
En aquel tiempo, dijo
Jesús a sus discípulos:
«Habéis oído el mandamiento "no cometerás adulterio". Pues yo os
digo: El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella
en su interior.
Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un
miembro que ser echado entero en el infierno.
Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y tírala, porque más te vale
perder un miembro que ir a parar entero al infierno.
Está mandado: "El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de
repudio." Pues yo os digo: El que se divorcie de su mujer, excepto en caso
de impureza, la induce al adulterio, y el que se case con la divorciada comete
adulterio.»
Palabra del Señor
1. Este texto del Sermón del Monte no se refiere al tema
de la sexualidad, la pureza y menos aún, al "puritanismo", tan
característico de la cultura de los griegos (E. R. Dodds) y de los estoicos.
Jesús no se interesó jamás "directamente" por los problemas del sexo
o por las prohibiciones religiosas relativas a la vida sexual de los humanos.
2. Jesús no se refiere a las prohibiciones que los
moralistas actuales argumentan desde el sexto mandamiento, porque Jesús no
habla aquí de la relación "amorosa" o "erótica".
Jesús se refiere a la prohibición del décimo y último mandamiento del
decálogo. Este mandamiento prohíbe "el deseo" de lo que pertenece a
otro. Así lo dice el libro del Éxodo: "No desearás la casa de tu prójimo:
no codiciarás su mujer, ni su siervo, ni su criada, ni su toro, ni su asno, ni
nada de lo que a tu prójimo pertenece" (Ex 20, 17).
El antropólogo René Girard, que estudió a fondo este asunto, comenta:
"El legislador (Dios) que prohíbe el deseo de los bienes del prójimo se
esfuerza por resolver el problema número uno de toda comunidad humana: la
violencia interna".
3. Y a esto es a lo que se refiere Jesús. El
"deseo" es el motor de la conducta. Y atajar el deseo, de lo
que pertenece a otro, es cortar de raíz el origen de la
violencia y de la corrupción.
Téngase en cuenta que el texto del evangelio se refiere a desear la
"mujer casada" (gynaika). Ahora bien, una mujer
"casada", en la mentalidad jurídica de la antigüedad, era propiedad
del marido. Y Jesús prohíbe "desear" lo que es de otro (que puede ser
su mujer, su casa o su asno); o sea, lo que a Jesús le preocupaba era la
"justicia", no la "pureza sexual".
De esto último, Jesús no habla. Y lo que destaca es que tenemos que ser
justos, honrados, honestos y jamás apropiarse lo que pertenece a otro.
Asterio de Petra
San Asterio,
obispo de Petra, en Arabia, s. IV. Intervino en las contiendas religiosas de su
tiempo. Estuvo al principio afiliado al partido de los arrianos, pero en el
Concilio de Sárdica (347) se puso de parte de la ortodoxia, y contribuyó a
desenmascarar las intrigas de sus antiguos correligionarios.
Constancio le desterró a los arenales de
Libia, de donde salió al advenimiento de Juliano el apóstata. En 362 aparece en
el Concilio de Alejandría al lado de [San Atanasio], que hace su elogio en
varios de sus escritos. Murió algún tiempo después.
VIDA DE SAN ASTERIO DE
PETRA
Este hombre cristiano, con un pasado
arriano, sería nombrado con el tiempo como obispo de Petra, en Arabia, y debido
a sus declaraciones en contra de la herejía que representaba el arrianismo en
aquella época, San Asterio obtendría el odio de los herejes, sobre todo al
momento de terminar de hacer pública su opinión durante el concilio de Sárdica
en el 347.
Debido a estas declaraciones, San Asterio
termina por ser exiliado a Libia por orden del emperador Constancio II, y sería
llamado en el año 362 por el edicto de Juliano, quien se encargaría en aquel
momento de volver a reinstalar a todos los obispos que habían llegado a ser
desterrados.
Para el año 362, San Asterio formaría
parte del Concilio de Alejandría, el cual llegó a ser convocado por diversas
razones, principalmente para lograr sanar el cisma meleciano que la Iglesia de
Antioquía sufría en aquel momento, y también para lograr apoyar a San Atanasio,
hombre también de convicciones y costumbres cristianas, que se encargaría de
elogiar muchos de los escritos de San Asterio.
San Asterio fue un hombre devoto a sus
convicciones, dotado de una gran sabiduría, bondad, nobleza y extrema humildad.
Llegó a ser uno de los más importantes portadores de la carta que dirigía el
concilio al empecinado San Lucifer de Cagliari y al resto de los obispos
antioquenos de aquel momento.
Aun así, sus medidas pacificadoras no
serían del todo suficientes, debido a la precipitación por parte de Lucifer en
consagrar a San Paulino como el sucesor de San Melecio de Antioquía. Si bien no
se tiene muchos datos sobre la vida santa de este cristiano, se sabe que muere
un 10 de junio del año 365, fecha en la que hoy lo celebramos como Santo de la
Iglesia Católica.
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